EL JUDEO-CALVINISMO CONTRA EL
CATOLICISMO
EL GÓLGOTA Y LA ‘SINAGOGA
DE SATANÁS’.
Padre Curzio
Nitoglia.
La Revolución
consiste esencialmente en el intento –primero filosófico y luego teológico- de
hacer girar 180% la noción de verdad, de moral natural y sobrenatural,
especialmente la cristiana (cfr. M. Jones
‘Il retorno di Dionisio’ 2009). La espantosa tragedia del pueblo hebreo
–pueblo eminentemente revolucionario, principalmente luego del Gólgota-
consiste en que luego de haber rechazado
a Cristo, y de cargar con su muerte, tiene la presunción de creerse todavía el
pueblo elegido por Dios. Habiendo rechazado el único camino para su salvación
espiritual (‘Yo soy el Camino, la
Verdad y la
Vida ’), el pueblo hebreo, anteriormente
electo, y ahora reprobado, busca encontrar la redención aquí y ahora en lo
material, en el oro y en el poder; en cualquier cosa menos en Cristo, en el
presente y no en el futuro.
Elio Toaff escribió
que la diferencia esencial entre judaísmo y cristianismo consiste en que el
primero pretende ‘traer’ el Paraíso a la tierra, mientras que el cristianismo
quiere llevar al hombre al Paraíso. (‘Essere hebreo’, 1977). Es natural que
esta postura inmanentista tuvo y todavía mantiene al judaísmo en la ceguera,
confirmando que el pueblo hebreo tiene ‘por padre al diablo’ (Jn. VIII, 42)
mientras no reconozca a Cristo. Por lo dicho no sorprende la teoría, que Joseph
Ratzinger expresó como doctor privado, según la cual los actuales hebreos no
serían ‘nuestros hermanos mayores en la fe de Abraham’, como dijo Juan Pablo II
en la Sinagoga
de Roma el 13 de abril 1986, sino directamente serían ‘nuestros Padres’
(Benedicto XVI, ‘Luce del mondo’, 2010).
Ahora bien, si Jesús los llamó implícitamente ‘hijos del diablo’ podemos decir,
aplicando rigurosamente la lógica, que el judeo-cristianismo ‘ratzingeriano’
tiene por abuelo al diablo.
HEBRAÍSMO Y
PROTESTANTISMO
Muchos hebreos
expulsados de España y Portugal se radicaron en ciudades densamente pobladas de
Francia, donde se hicieron hugonotes. Muchos otros se dirigieron a los Países
bajos españoles y se hicieron calvinistas. William Thomas Walsh sostiene que un gran número de protestantes
ingleses, que realmente eran hebreos convertidos al calvinismo mientras vivían
en Ambéres, indudablemente eran los más activos propagandistas y organizadores.
Los marranos de Ambéres, según Wolf, tomaron parte activa desde el comienzo en
el movimiento protestante y ‘abandonaron su disfraz católico para interpretar
el no menos mentiroso papel de
calvinistas’. Todos unidos, calvinistas holandeses, hebreos e ingleses
constituyeron la abierta conspiración de los Países bajos contra España y el
Papado. Existía una natural afinidad entre calvinistas y hebreos: ambos
eran ‘enemigos de Roma, de España y de la Inquisición ’.
JUDAÍSMO Y
CALVINISMO.
Además, como ya
vimos en don Curzio Nitoglia “Del judaísmo rabínico al judeo-americanismo”
(2006), [próximamente, Dios mediante, lo publicaré en castellano en este blog],
el judaísmo y el calvinismo tienen la misma actitud respecto a la ‘idolatría’
(de la divinidad de Cristo y la
Trinidad de las personal en una única sustancia divina), y a la
ley antigua jamás abrogada (en cuanto al ceremonial), ni perfeccionada (respecto
al Decálogo), por la Nueva
y Eterna Alianza. En consecuencia los hebreos fueron celosos e importantísimos aliados de los calvinistas.
No se puede asegurar que Calvino y su lugarteniente Beza fueran de origen
hebreo, pero muchos de sus predicadores –como Faret y Rouset lo eran-. En una
carta a sus secuaces ingleses Calvino afirma que quien rechaza abandonar la fe
católica debe morir. Fue debido a su ‘legalismo’ farisaico que transformó el
calvinismo en un partido internacional vanguardista del movimiento revolucionario, que pronto
eclipsó a rivales como los anabaptistas,
demasiado radicales y utopistas (Ginzburg, ‘Il nicomedismo’, 1980).
Calvino probó tomar
distancia de los hebreos, pero debido a su manera de pensar, siempre confió en
ellos como co-revolucionarios y principalmente como espías. En efecto, ni su Estado policial ginebrino, ni su similar inglés de Isabel y William Cecil,
hubieran podido prosperar sin la organización de la inteligencia hebrea,
crecida en torno al comercio de especies en los Países bajos y en Venecia: “los más activos informantes, oficiales de
enlace y propagandistas de este ejército
internacional eran hebreos. Apenas cuatro años después de la primera protesta de Lutero, el cardenal Alessandro, Nuncio
Apostólico dijo que los hebreos imprimían y difundían en Flandes los libros del monje alemán. Desde los Países bajos enviaban Biblias,
inclusive a España, ocultas en barriles de vino doble fondo. En Ferrara, gran
centro financiero hebreo, estampaban Biblias heréticas para la distribución en
Italia y otros países, obligando a la Iglesia a condenar las traducciones no
autorizadas. Cada hebreo, sea comerciante o médico, era un potencial espía o
propagandista de los protestantes” (Mircea Eliade, ‘Enciclopedia de las
religiones’ 2010). Servet definía a Calvino como judaizante, por lo que este lo
mandó quemar en la pira, para acallarlo; pero simultáneamente insertaba
principios hebreos en su sistema religioso. Al tiempo de la muerte del
fundador, en 1564, el calvinismo ya había sustituido al anabaptismo como punta
de lanza del pensamiento protestante revolucionario.
MILENARISMO IMPERIALISTA [NORTE]AMERICANO.
El Padre John Navone en ‘La Civiltá Cattolica ’
escribió: “El nacionalismo
norteamericano es distinto a los demás, pues tiene raíz ideológica. (…) Por lo
que [norte]américa es la más nacionalista entre las naciones más importantes.
(…) La misma gente común [yanqui] afirma
constantemente su superioridad sobre las demás (…). No obstante que el nacionalismo USA se manifestó
relativamente tarde, en los últimos 150 años. (…) Los EEUU no existían, sino que se fueron constituyendo,
congregando una población compuesta sobretodo de
inmigrantes”. El padre jesuita continúa explicando que “la Revolución
[norte]americana fue influenciada notablemente por la
Revolución francesa…
la cual, a su vez ejerció notable influjo en las revoluciones
latino-americanas del siglo XIX”. La Revolución
USA ejerció enorme
impacto sobre Europa y América latina gracias a demostrar prácticamente que la
igualdad y la libertad pueden implantarse sin una excesiva violencia, dentro de
una democracia republicana. La rebelión contra la madre-patria, Inglaterra, fue
justificada con los principios del iluminismo.
El jesuita continúa
afirmando que “siendo inicialmente una sociedad protestante y blanca
nor-europea e iluminista, (…) se transformó radicalmente al optar
ideológicamente por el secularismo y el
materialismo liberal, (…) y más recientemente esforzándose en adoptar ideológicamente un sistema social
multirracial y multicultural”. Además, si antes de 1895 el nacionalismo yanqui
se mantuvo dentro de sus fronteras, dominado por la religión calvinista arminiana (antitrinitaria), especialmente
escocesa, luego de 1890 se desarrolla una política expansionista hasta los
confines del Pacífico gracias a su poderío marítimo, comenzando a poseer
colonias, un fuerte comercio marítimo y
defendiendo sus rutas marítimas. La primera potencia europea avasallada fue
España, que en 1898 perdió Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Hawai. El
imperialismo norteamericano está caracterizado por un fuerte darwinismo social,
de acuerdo a la cual vence la ‘etnia’ más fuerte; y como durante el
‘novecientos’ ya había superado militarmente a Europa, tenía el deber y el
derecho de dominarla. El presidente Teodoro Roosevelt (1901-1909) estaba
imbuido del culto a la violencia, de un nacionalismo romántico, no solamente
económico, sino expansionista y algo racista, naturalmente condimentado con una
cierta hipocresía calvinista: “El nuevo imperialismo no admite jamás que lo
fuera, pretextando que ocupaban Filipinas y Cuba para liberar a sus habitantes,
aunque estos manifestaron inmediatamente sus deseos de liberarse del dominio
yanqui”.
Además, “el
internacionalismo liberal de Woodrow Wilson (1913-1921) describió más
correctamente al nacionalismo yanqui como ‘excepcionalismo’. Significando que
la virtud política [norte]americana es excepcional y no tienen parangón en
ningún otro lugar, representando la mayor perfección que puede alcanzar la humanidad”. La política
exterior [norte]americana durante las dos guerras mundiales exportó hacia todo
el mundo sus valores, primero hacia Europa (1945), luego hacia Medio oriente
(1990-2003). El excepcionalismo estadounidense deriva inmediatamente del
calvinismo, y mediatamente del talmudismo hebreo, que tanto influyó sobre el
calvinismo y el unitarismo protestante, según la cual la humanidad
[norte]americana es la más avanzada y debe extender los beneficios de su
sistema hacia todos los otros continentes. El padre Navone no titubea en
percibir en tal ‘excepcionalismo’ la impronta del ‘milenarismo’, del mesianismo
terreno y del gnosticismo político, que tuvo decisivo peso en la conferencia de
paz de Versalles, al actualizar todos
los propósitos de la segunda guerra mundial. El padre
Navona en la página 356 de su artículo
describió claramente como el influjo del hebraísmo y del
super-capitalismo calvinista alimentó la voluntad de destruir Alemania tanto en
1917 como en 1942. La rivalidad con la
URSS es puramente ideológica
por cuanto los EEUU sostienen que deben dominar el mundo, pues poseen la
verdadera revolución democrática, mientras que, por el contrario, la URSS declama que la verdadera revolución es la
comunista, que debe implantarse en todo el mundo. No debe entonces extrañar que
hoy día los jefes neoconservadores [neocon] son todos de extracción calvinista,
trotskista e israelitas. Antes pensaban que la verdadera fuerza revolucionaria
era el comunismo hijo del anabaptismo, mientras que actualmente piensan que lo es el liberalismo radical
derivado del calvinismo; quedando de cualquier manera invariable el espíritu revolucionario
hebreo. Se hacen llamar ‘conservadores’ pero sobretodo son revolucionarios
que pretenden exportar la ‘revolución
conservadora’ anglo-americana, judeo-masónica, liberal-libertina por el mundo
entero. Con el pretexto de la agresión islámica contra los cristianos en Medio
Oriente (Iraq), se levantan, como ‘devotos ateos’ en defensa de la
civilización’ ‘occidental’ o ‘atlántica’, y no
por la europea y mediterránea, tergiversando así la lucha. Desgraciadamente
algunos cristianos se dejan engañar y caen en la trampa de querer conciliar
cristianismo y judaísmo, doctrina social católico y liberalismo, Tradición y
‘americanismo’ (ver Il Foglio de Giuliano Ferrara).
CRISTIANISMO NORTEAMERICANO.
Se caracteriza por
las corrientes más radicales del protestantismo clásico europeo. El
Puritanismo, al pretender purificar la iglesia anglicana se apropió de algunos
principios del calvinismo, fundando la vida espiritual sobre los ‘estados emocionales interiores,
destacando la necesidad de la experiencia religiosa’, dice M. Elíade, y
continúa expresando que se le dio ‘mucho
lugar a las intensas manifestaciones físicas y emotivas de las personas que
caían bajo el poder del Espíritu’. De este tipo de religiosidad nacieron
movimientos moralizadores que lanzaron cruzadas contra el alcohol (culminando
con las leyes prohibicionistas de 1919), y también otras
contra el aborto, predicadas en USA
en ambientes protestantes; en ellas aparentemente coincidirían
catolicismo y protes-tantismo, pero en realidad
realmente eran esencialmente diversas.
Además debe admitirse que el catolicismo
norteamericano, incluido el preconciliar, está impregnado del principio de tolerancia y de excesiva
integración de manera que el ambiente católico quedó ‘demasiado similar a la mayoría protestante’
(M. Eliade).
En ese tiempo la Iglesia católica
comprendiendo la influencia del Humanismo y del Renacimiento, profundamente
impregnados de cábala hebrea sobre
intelectuales católicos. inclusive sobre altos prelados (ver C. Nitoglia,
L’Esoterismo), se enfrentó a un nuevo enemigo: el calvinismo, que asumió el
liderazgo intelectual del movimiento revolucionario protestante, en cuanto, como
escribió Marvin O´Connell (The Counter Reformation) fue Calvino quien salvó la
revolución ‘cuando la reforma protestante vacilaba al borde de la anarquía’. Al
tiempo de la abdicación de Carlos V el calvinismo, entre las sectas
protestantes, llevó adelante el movimiento revolucionario, siendo su centro de
actividades los Países bajos españoles.
29 diciembre 2010.
doncurzionitoglia.com
Tradujo: HAB.