viernes, 27 de febrero de 2015

El caso Eichmann y la discriminación racial
Por Guillermo Gallardo
(Artículo publicado hace unos 35 años en el diario ‘ELPUEBLO’)

El secuestro en territorio argentino de un alemán acusado de monstruosos crímenes contra la humanidad y su conducción a Israel para ser allí juzgado, ha sido causa de que corran ya ríos de tinta. Muchos más correrán aun por la misma razón y podemos alegrarnos de que tal proceder no haya provocado ríos de sangre, como sin duda hubiera ocurrido hace algunos años.
Muchas y fecundas reflexiones sugieren este episodio y sus derivaciones. Tengo para mí que, pese a los numerosos y apasionados comentarios han quedado cosas importantes por decir y señalar.

El primer ministro de Israel, Ben Gurion y la ministra de Relaciones Exteriores de aquel Estado, Golda Meier, han defendido con elocuencia, sobre todo el primero, los derechos del odio y del espíritu de venganza. Culpable el nazi Eichmann de la suerte de una cantidad innumerable de judíos durante la dominación hitleriana en Alemania y buena parte de Europa, y habiendo logrado evadirse de los juicios de Nuremberg (que muchos equiparan en iniquidad con las persecuciones raciales),  debe reconocerse, alegan los estadistas israelíes, el derecho que asiste a todos los judíos del mundo, para lograr su aprehensión en cualquier lugar en que lo hallaren, sin consideración ni respeto alguno por la soberanía del país en que residiese, sin acatamiento a las normas de derecho de gentes, sin sujeción a preceptos legales ni a los principios sobre los que se funda la convivencia internacional. El odio engendrado  por la persecución en los corazones judíos, dicen, ha dado origen a una decisión de venganza para cuya satisfacción todos los demás pueblos deben abdicar sus derechos.  En este caso particular, se ha de aceptar que un grupo de judíos –“que en Israel y en otros países no han hallado paz. Desde el fin de la guerra, hasta no haber encontrado al hombre que dirigió tan horrible matanza”, para usar las mismas palabras de Ben Gurion-  usando de la violencia y el fraude, secuestraron en territorio argentino a un residente nuestro, quince años después de terminada la lucha; lucha en que de hecho no tuvimos parte. Expresa el primer ministro israelí su pesar por la infracción a las leyes de la República Argentina, la que reconoce, pero juzga que ha de admitirse sin protesta por haber sido realizada “bajo el imperativo de una incoercible fuerza moral interior”.
 
LOS DERECHOS DEL ODIO Y LOS DEL AMOR.

Reconozco que la invocación de los derechos del odio y de la venganza no encuentra en mí el eco que  pudiera  hallar un llamamiento al amor y al perdón. Me sentiría mucho más inclinado  a simpatizar  con quienes hubieran desafiado las leyes y el respeto a la patria ajena para rescatar a un inocente de manos de  una autoridad injusta y evitar que fuera  juzgado por sus enemigos, que por la actividad de quienes consagraron su vida a la satisfacción de su rencor. Pues no buscan el juicio de un acusado por un tribunal imparcial que administre justicia, sino que, dictada ya la sentencia dentro de sus corazones, someterán al presunto reo a un tribunal sin jurisdicción, compuesto por quienes se juzgan sus víctimas, y declaran , por lo tanto, ya desde antes de juzgarlo, su convicción de la culpabilidad  y su decisión de condenarlo en un espectáculo de circo romano ampliado a una escala mundial.

El secuestro de Eichmann fue realizado, según lo reconoce el gobierno de  Israel, por un grupo de judíos entre los cuales figuraban algunos israelíes. En nombre de unos y de otros habla el jefe del gobierno israelí.

No han aprendido aun, según parece, los israelíes a ajustar su conducta a la jerarquía de la nación organizada como Estado, pues se arrogan ante el gobierno argentino y ante las Naciones Unidas, la representación de los  millones de judíos dispersos por el haz de la tierra, sin advertir que es inadmisible la pretensión del Estado soberano de Israel, dotado de fuerzas armadas de tierra, mar y aire y de un poderoso servicio de espionaje, de hablar al gobierno argentino en nombre de los ciudadanos argentinos de origen judío. No existe en nuestras leyes esta categoría porque la Argentina no está organizada sobre un criterio racial.
Y esta actitud nos sugiere, a su vez, algunas reflexiones. La aplicación de un criterio fundado en lo que se ha dado en llamar “discriminación racial o religiosa”, es decir el juzgar con criterio diferente a las personas según la raza a que pertenecen o a la religión que profesan, se considera un atentado a los derechos humanos. Continuamente resuena el mundo, no sólo de denuncias por la política de segregación racial en los Estados Unidos de Norteamérica, Sudáfrica, Australia o Nueva Zelandia, sino de las más airadas protestas apenas se adopta  alguna medida contraria a un judío, aun cuando la verdadera causa  de esa resolución no tenga  ni la más remota vinculación con el aspecto racial ni el religioso. No sólo la existencia de normas escritas sino también la sola sospecha de que se cierran las puertas a los judíos o se restringe su admisión en los cuerpos de oficiales de las fuerzas armadas de algún país de la tierra o en el rol de socios de cualquier entidad, bastará para desencadenar reclamaciones, suscitar denuncias, provocar amenazas de inclusión en las listas negras u otra medida análoga.

FORMAS DE IMPERIALISMO.

La invocación por la Rusia de los zares  de una representación o tutela  de las demás naciones eslavas fue siempre considerada  como prueba de sus ambiciones imperialistas, y el paneslavismo se denunció como un amenaza a la paz del mundo. El arrogarse la Alemania de Hitler la defensa de los intereses  de las minorías germánicas  señalose como mero pretexto  para suscitar conflictos internacionales y acabar incorporando  al suyo los territorios habitados por aquellos  dispersos, y de hecho así sucedió. Aún el recuerdo de su maternidad cultural por parte de España suscita al instante furiosas diatribas. Y lo más interesante e ilustrativo es que siempre, en todas las ocasiones, sea cual fuere el tiempo o el lugar en que las protestas se alzaron, distinguiéronse los judíos entre los más enconados denunciadores de los propósitos, llamados, con o sin razón, imperialistas.

Sin embargo no sé de ningún Estado que se asiente  en forma directa, franca y confesa, sobre la discriminación racial y religiosa, salvo Israel. Los centenares de miles  de refugiados de lengua árabe y religión mahometana, habitantes otrora de Palestina y hoy dispersos por el Oriente Medio, no pueden regresar al estado de Israel en virtud tan sólo de su origen racial y de la religión que profesan. Los judíos expulsados de Palestina por los azares de la guerra pudieron volver a esa tierra y recobrar en ella sus propiedades. No así los árabes, cuyos bienes pasaron a poder de las autoridades para organizar en ellos granjas colectivas u otro sistema de explotación.

LOS QUE VIVEN EN ISRAEL.

Los habitantes no judíos de Israel allí establecidos con anterioridad a la creación de ese Estado y que no abandonaron su territorio, gozan ante la ley  y en la realidad de los hechos de derechos idénticos a los de los judíos. Pero para poder establecerse en forma permanente dentro de Israel una persona originaria de algún otro país, deberá justificar su ascendencia judía. Sólo así se le  concederá el derecho de ingresar al país. No se admite en Israel  inmigración que no sea judía. Piénsese por un momento  en lo que se diría por las organizaciones sionistas de todo el mundo si nuestro país, por ejemplo, prohibiera la inmigración judía. Tal actitud sería denunciada inmediatamente como violatoria de los derechos humanos; la Argentina se convertiría al instante en  culpable de discriminación racial y religiosa y aquella medida sería calificada como persecutoria.  El exigir a los inmigrantes a la Argentina una demostración de que sus antepasados  fueron españoles y de que tanto el interesado como  los suyos practicaban la religión católica, sería juzgado como un retorno a la época de Felipe II, las hogueras de la Inquisición arrojarían rojos resplandores y se derramaría  por multitud de pasquines y libelos una pseudo literatura torpe y encendida para fustigar a los autores de aquella regla restrictiva.

No juzgo acerca de la conveniencia para sus fines de las reglamentaciones israelíes ni de las ventajas que a  nuestro país pudiera reportar la que adelantamos como hipótesis. Quiero hacer notar la flagrante contradicción, la oposición formal entre las actitudes de judíos e israelíes  cuando de sus cosas e intereses se trata o de los ajenos. El desprecio por la equidad, por la existencia de normas y criterios eternos e  invariables que gobiernan el bien y el mal, lo justo y lo injusto, lo lícito y lo que no lo es, configuran el caso típico de lo que suele llamarse “ley del embudo”, que todo lo facilita de un lado para el otro y todo lo obstaculiza y detiene de éste para aquel. El oportunismo, la arbitrariedad, el subjetivismo pragmático que talo actitud revela son rasgos característicos de las doctrina política y social difundida en Occidente por Carlos Marx y sus discípulos. Ellos llevaron a sus últimas consecuencias muchas de las desacreditadas máximas preconizadas por Maquiavelo, y en ellos como en éste el olvido o el desprecio de la ley de Dios fue la fuente primera de unos errores que llevan consigo en gérmenes la destrucción de la sociedad humana.

POR ENCIMA DEL ANTISEMITISMO.

Deben los judíos reflexionar sobre éstos aspectos del caso Eichmann. No condice la existencia de un estado israelí, soberano, con un territorio dentro del cual dicha soberanía se ejerce, con ciudadanos sujetos a sus leyes y amparados por ellas, con la conservación de la mentalidad de un pueblo nómade, siempre peregrino por tierras ajenas, pronto en todo momento a invocar la legislación protectora y a rechazar y denunciar lo que estorba.  En la comunidad internacional, y para que ella exista, hace falta por perentoria imposición etimológica la existencia de naciones iguales en dignidad, deberes y derechos, mutuamente respetuosas unas de otras, y dentro de esa comunidad no cabe la realización de hazañas del tipo de de la que comentamos, merecedora del calificativo de “gangsterismo” que los amigos de los idiomas extranjeros le otorgan y a la que corresponde exactamente el nombre de piratería. Si en verdad, como se ha informado sin probarse lo infundado de la denuncia, se utilizó para sacar del país al secuestrado el avión mismo en que llegó la delegación israelí para  los festejos de nuestro siglo y medio de vida independiente, ello sería el broche final, el detalle último para completar la irrisión y el desprecio por nuestra patria,  nuestro pueblo y nuestras leyes.

Juzguen los judíos ecuánimes si estos comentarios fueron inspirados por el antisemitismo o por un recio amor a la tierra natal y, por encima de ella, a la Verdad y a la Justicias que son otros nombres de Dios.


Guillermo Gallardo

Comentario nacionalista: Esta maniobra insolente del sionismo, todopoderoso en nuestro país, capaces de hacer y deshacer, al extremo de ejecutar  maniobras  para-militares impunemente, “sin consideración ni respeto alguno por la soberanía del país en que residiese, sin acatamiento a las normas de derecho de gentes, sin sujeción a preceptos legales ni a los principios sobre los que se funda la convivencia internacional ”, fue de una  importancia política trascendental.  Argumentando para  justificarse  derechos sionistas que están por encima de cualquier razón de convivencia internacional;  pseudo razones que apelan  a  supuestos poderes   policiales internacionales sobre  la ‘Humanidad’,  que el sionismo asumiría; y  que provendría de la terrible creencia de estar predestinados por Jehová, para actuar excluyendo toda norma moral; originada en una interpretación materialista del A. Testamento. Es la idea de ‘predestinación’, que inspiró también al protestantismo, provocando tantas tragedias  en el mundo. Esto nos predispone a  pensar  lo que será, cuando se afiance el atropello a las naciones por el  gobierno mundial globalizado, que, de ser verosímil el ‘noaquismo’, estaría bajo el mando sionista.

El caso Eichmann, desde el punto de vista de los intereses nacionales fue mucho más  humillante y deshonroso que lo que pueda haber ocurrido en  el caso AMIA y el caso del Fiscal. Fue un hecho de inflexión, un antes y un después. Sabido es que  nuestro país estuvo y está entregado al imperialismo de turno por el liberalismo ‘democrático’; pero jamás, que yo sepa, fue avasallado por fuerzas militares extranjeras, con la anuencia del gobierno; ni siquiera Caseros. Ni jamás  serán investigados los culpables; porque fue echado intencionalmente al olvido. El lema judío “ni olvidar ni perdonar” en nuestro caso no tiene vigencia; nadie recuerda el caso Eichmann, porque la agresión fue contra la Soberanía nacional, consentida por el Régimen,  y no contra los judíos.

Esta   actividad para-militar de fuerzas israelíes da razones para suponer  que en el misterioso caso de la muerte del Fiscal, pueden haber intervenido, por insólito que pueda parecer, fuerzas ocultas, móviles secretos, intereses internacionales,  que nadie se anima siquiera a insinuar ni imaginar, considerando la materialización  de la ‘Humanidad’ en el sionismo.  Insisto con la hipótesis que expuse en mi artículo; “Un muevo mártir nacional”, el 30 de enero ppdo.;  de ninguna manera es razonable excluir a priori la investigación de una de las tres partes involucradas en este caso del Fiscal. Aunque para algunos sea inverosímil, los poderes demo-liberales apelan al asesinato cuando lo consideran necesario. Al respecto, tomo al azar una noticia publicada en  alertacorrupción.blogspot.com, que hace pensar: “Rosenthal, Un judío se va de la lengua: Esta es una entrevista en 1976 con Harold W. Rosenthal, asistente administrativo del senador USA Jacob K. Javits de Nueva York. Rosenthal afirmaba ser Judío, Sionista y de la Elite, al igual que Javits. Rosenthal murió (ejecutado por el establishment), después de realizar las siguientes declaraciones por haberse ido de la lengua. Y dirás ¿lo mató su propia gente? ¡Exactamente! El motivo es para ocultar su plan. El Ego de Rosenthal se les cruzó en el camino  y, para acallarlo, a él le costó la vida.”+