sábado, 8 de marzo de 2014




¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas!

Don  Curzio  Nitoglia


Introducción

Propongo un pasaje de la Santa Escritura, para mostrar a los fieles como la nueva doctrina relativa  a las relaciones entre cristianismo y judaísmo son contrarias a la Fe del Evangelio (aunque no a la doctrina de la raza pura), a la interpretación común de los Padres y, por lo tanto, a la Fe católica. Este es un ejemplo categórico de neo-modernismo exegético que ha tergiversado el significado, o el ‘espíritu’ del Evangelio,  teniendo en cuenta sólo la  ‘letra’; tal como la exégesis farisaica deformaba el significado del Antiguo Testamento. Pero “el Espíritu vivifica, mientra que la letra mata”, enseña san Pablo. El lector  mismo podrá juzgar  por sí, porque la oposición entre la interpretación tradicional (e infalible) de los Padres eclesiásticos y la de los exégetas  ‘conciliares’, es tan evidente que no es necesario demostrarla.

El Evangelio  (“Verbum Domini manet in aeternum”)

En el  capítulo 23 (1-39), del Evangelio según Mateo, Jesús lanza siete apóstrofes contra los escribas y fariseos. Será muy útil estudiar y entender su significado para ver que el verdadero espíritu de la Fe cristiana, nada tiene que ver con el odio racial, en su enfrentamiento  con el Judaísmo farisaico o post-bíblico.

“Entonces, dirigiendo Jesús su palabra al pueblo y a sus discípulos, les dijo: Los escribas y fariseos están sentados  en la cátedra de Moisés; pero no arregléis vuestra conducta por la suya, porque ellos dicen, y no hacen. El hecho es que van liando cargas pesadas e insoportables, y las ponen sobre los hombros de los demás, cuando ellos ni quieren aplicar el dedo para moverlas. Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres…
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis el reino de los cielos a los hombres; porque ni vosotros entráis ni dejáis entrar a los que entrarían! (v. 13).
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque andáis girando por mar y tierra a trueque de convertir un gentil; y después de convertirlo, le hacéis digno del infierno, dos veces más que vosotros! (v. 15).
¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: el jurar uno por el templo no es nada; más quien jura por el oro del templo está obligado! (v. 16).
¡Insensatos y ciegos! ¿Qué vale más, el oro o el templo, que santifica el oro? (v. 17).
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que diezmáis la menta, el anís y el comino, y no os cuidáis de los más grave de la Ley: la justicia, la misericordia y la lealtad  Bien sería hacer aquello, pero sin omitir esto! Guías ciegos, que coláis un mosquito y os tragáis un camello (v. 23/4).
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, que limpiáis por fuera la copa y el plato, que por dentro están llenos de rapiñas y codicias! (v. 26)
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, que os parecéis a sepulcros blanqueados, hermosos por fuera, más por dentro llenos de huesos de muertos y de toda suerte de inmundicias! Así también vosotros por fuera parecéis justos a los hombres, más por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad. (v. 29).
Serpientes, raza de víboras ¿Cómo escaparéis al juicio de la gehenna? Por eso os envío yo profetas  sabios y escribas y a unos y otros los mataréis y los crucificaréis, y a otros los azotaréis en vuestras sinagogas y los perseguiréis de ciudad en ciudad, para que caiga sobre vosotros toda la sangre inocente derramada sobre la tierra, desde la sangre del inocente Abel, hasta la sangre de Zacarías, hijo de Baraquías, a quien matasteis entre el templo y el altar. En verdad os digo que todo esto vendrá sobre esta generación. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos a la manera que la gallina reúne a sus pollos bajo las alas, y no quisiste! Vuestra casa quedará desierta, porque en verdad os digo que no me veréis más hasta que digáis:  Bendito el que viene en nombre del Señor. (v. 33/39).

La Tradición  (“Nihil immutetur quod tr aditum est”)

Los comentarios de los Padres, de los Doctores y exégetas aprobados, aclaran el significado de este repudio, y principalmente el espíritu innovador de los fariseos, contrario al  Antiguo Testamento, similar al de los modernistas y neo-modernistas, que hablan de la “Antigua Alianza jamás revocada”, de los “hebreos [post-bíblicos] hermanos mayores y predilectos en la Fe”. Me limitaré a denunciar los comentarios que evidencian esta “herejía gnóstica-farisaica” y neo-modernista, y dejo al lector el trabajo de profundizar el significado espiritual de las siete maldiciones de Jesús contra los fariseos e implícitamente contra el modernismo. San Pablo advirtió: “Si aunque yo les enseñase un Evangelio distinto, sea anatema”. El significado del Evangelio es el que han transmitido los Padres de la Iglesia y no los “conciliares” y “post-conciliares”.

Errores del fariseísmo.

Esos  autores   enseñan que Jesús lanza, ante las masas y sus discípulos, una tremenda  invectiva contra la falsa doctrina  y malas costumbres de los fariseos; “al bueno otorga bendiciones- escribe Orígenes- y al malo intimaciones y amenazas, para que invoquen su misericordia”  (Catena aurea, Mt. 23). Porque habían comenzado a corromper el significado del Antiguo Testamento en sentido milenarista, materialista y gnóstico, a partir de 175 años antes de Jesús. Los escribas tenían la obligación de estudiar, enseñar e interpretar la Ley.

Los fariseos eran la secta política-religiosa más importante a partir del 175 a.C. , que informó con su espíritu talmúdico y gnóstico el judaísmo post-bíblico y anti mosaico-cristiano, o sea el judaísmo moderno que rechaza a JHWH, la Ley, los Profetas y a Cristo, por el culto del pueblo de Israel, verdadero Señor y patrón del mundo, que hoy día es presentado de facto por Benedicto XVI como “redentor inmanente” gracias a la “shoah” (ver caso M. Williamson).

“Jesús condena frecuentemente la errada  interpretación personal y sobretodo las costumbres de los escribas y fariseos, casi siempre en contradicción con lo que predicaban” (P. S. del Páramo S.J.  “Comentarios al Evangelio de San Mateo”)

Nuestro Señor dijo que deben observarse  las enseñanzas de los fariseos que estaban conformes a la Ley mosaica;  pero  si se le oponen es perjudicial seguirlas; y principalmente no debe imitarse su vida práctica, siempre contrastando con las enseñanzas de las escrituras.

El fariseísmo se separará cada vez más del mosaísmo  a partir del Viernes Santo (33d. C.) y de la caída de Jerusalén (70 d.C.), hasta convertirse en una contra iglesia gnóstica anti vetero testamentaria, la “Sinagoga de Satanás”, mencionada en el Apocalipsis de San Juan (II, 9);  por eso Jesús (30 d.C.) teóricamente los considera seguidores de Moisés, pero, debido a su hipocresía,  jamás en la vida  práctica. Y aconseja a las masas seguirlos cuando hablan “asistidos por la cátedra de Moisés”, según el espíritu del Antiguo Testamento, y no cuando hablan como doctores privados, innovadores, milenaristas gnósticos, que reniegan de Abraham,  de Moisés y del mismo Jesucristo.  De tal manera que oprimen la conciencia de los hebreos con innumerables preceptos fundados  sobre la tradición cabalista, espuria,  puramente humana ( P. S. del Páramo, idem).

En el Evangelio de San Lucas (XI, 52) Jesús lanza otra acusación contra los fariseos: “¡Ay de vosotros, doctores de la Ley, que os habéis apoderado de la llave de la ciencia, y ni entráis vosotros ni dejáis entrar!

San Ambrosio comenta:  “Usurpando la misión de dar a conocer a Dios, en realidad son un obstáculo para los demás, y ellos mismos no reconocen lo que profesan” (Comentario al Evangelio de San Lucas”.


La  “llave de la ciencia” es  la Ley –comenta San Cirilo de Jerusalén- : que es figura de Cristo;  los fariseos hubieran podido, gracias a la Ley y los Profetas, abrir las puertas a los fieles para que  conozcan a Cristo.”  (Catena Aúrea, San Lucas).

La ciencia sagrada o la Ley mosaica estaba totalmente ordenada a la fe en Cristo. Los fariseos se apropiaron de la Ley cambiando su significado, de espiritual en material y temporal, de universal en nacional, de divino en racista, de cristiano en judeo-farisaico,  tergiversándola de su fin, Cristo,  dirigiéndola hacia la gnosis talmúdica-cabalista; “No entran y no permiten a los otros entrar”.  Pese a  poseer la llave de la Ley, ¿donde no entraron? Ciertamente no en el conocimiento del mosaísmo, pues lo tergiversaron, ni en la Verdad subsistente, o sea en Cristo, ni en la nueva y Eterna Alianza, ni en el Reino de los Cielos,  donde por haber falseado el significado o espíritu de la Escritura no pueden entrar, siendo condenados a las Gehena;  y para peor impidiéndole entrar al pueblo de los simples fieles, contándole fábulas cabalistas-talmudistas, en lugar  del Antiguo y Nuevo Testamento. Estos son menos culpables que los fariseos,  pero como Cristo hizo milagros y señales, enseñando la verdadera interpretación de la Ley mosaica, podrían haber discernido las verdaderas enseñanzas del Evangelio de la falsedades de los fariseos. Aunque había otro obstáculo para el buen discernimiento, que puede disminuir la culpa de los simples:  el hecho  que los jefes religiosos enseñaban que Jesús era un hereje contra la Ley y los Profetas (aunque en realidad era todo lo contrario); el simple fiel erró objetivamente, pero subjetivamente, y de acuerdo a su corazón, solo Dios sabe si fue una ignorancia invencible que lo excusa de toda culpa; o al menos parcialmente vencible que merece una culpa venial; o directamente totalmente vencible que lo culpa mortalmente.  Comúnmente se enseña que el pecado de los jefes fue objetiva y subjetivamente grave, pues su ignorancia era afectada y voluntaria, lo que agrava la culpa; mientras que la del pueblo fue  en sí, objetivamente grave, aunque subjetivamente, o según las conciencia de los fieles,  fue venial, a causa de la presión de escribas y fariseos sentados, solo aparentemente, no realmente, en la cátedra de Moisés  (Santo Tomás. III, q.47, a.5/6, ad 6um.).

Gnosis  farisaica.

Los fariseos se complacían en ser llamados ‘maestros’ y los modernistas  ‘grandes maestros’, mientras Jesús recordaba que uno solo es el Maestro por esencia, Dios, pues los otros lo son solo por participación; por tanto, hay maestros verdaderos, que enseñan la verdad y maestros falsos que enseñan errores, como los agnósticos y los fariseos, que  pretenden tener sus propias tradiciones o cábalas para enseñarlas a sus adeptos y discípulos.

“Pero el vicio que Jesús fustiga más duramente en los siete apóstrofes es el de la hipocresía, tanto que el término ‘fariseo’ es, en todas las lenguas, sinónimo de hipócrita” (P. S. del Páramo).

 “jJurar por el Templo… no obligaba, sostenían los fariseos, contradiciendo a Moisés, pero sí obligaba jurar por el oro del Templo… infundiendo en el pueblo un sagrado respeto por la riqueza… Jesús combate enérgicamente esta doctrina”  (P. S. del Páramo). El culto del oro, del ‘cordero de oro’, que Moisés combatió, retornaba, 1300 años después, en tiempos de Jesús, practicado y enseñado por los fariseos.  Por lo cual, Jesús invita a no aceptar sic et simplíciter  las enseñanzas de los fariseos,   y a no vivir como ellos.  Él , por el contrario, distingue el fariseísmo que habla desde “la cátedra de Moisés” (Magisterio auténtico del A. T., mosaico), es decir enseñando lo revelado por Dios a Moisés , a través de los Profetas del A. T. y de los Apóstoles del N. T. , (que es el Magisterio auténtico del N. T., vale decir, petrino);  contrapuesto al  fariseísmo modernizante e innovador o anti-mosaico de los fariseos que enseñaban la “Cábala espuria”, la gnosis y el incipiente talmudismo.  Por lo cual, es lícito aceptar a los Pontífices “conciliares”  cuando enseñan lo que la Iglesia siempre enseñó, y no escuchar sus innovaciones modernistas.

Estos cierran la puerta del Reino de los cielos; no entran ni dejan entrar a  los demás. San Juan Crisóstomo comenta:  “Dejan de cumplir con su obligación, corrompiendo también a los otros. Este género de hombres son una peste, porque en realidad tienen como única meta la perdición de los hombres; ver San Pablo, 1ª Tes. II,15” (Comentario al Evangelio de San Mateo).

Mentalidad sanguinaria de los fariseos:  “odium iramque judaeorum”

Considerando el asesinato de los Profetas, “la historia del pueblo hebreo revela que  muy frecuentemente se  rebelaron contra los enviados por Dios…  los hebreos contemporáneos de Jesús, decoraban, restauraban, erigían nuevamente,  venerando sus sepulcros,  jactándose de ser  inmunes  de la culpa que los manchaba  por los crímenes de sus antepasados en su enfrentamiento contra los Profetas. Jesús aprobaba el respeto que tenían hacia sus antepasados, los antiguos Profetas, pero les reprochaba la actitud hacia Él, el Mesías, pues  no obstante sus milagros y su doctrina,  tramaban contra Él, como luego tramarían contra los Apóstoles, de manera   idéntica a la que ejercieron sus padres contra los Profetas.  No importaba que de boca para afuera los fariseos condenasen la conducta de sus progenitores,  pues  en su fuero íntimo mantenían la misma disposición de ánimo o peor aún...  sus antepasados no llegaron a matar al Mesías, Hijo de Dios, pero ellos
Lo asesinarán, colmando así la medida de la cólera divina, que caerá sobre ellos y sobre todo el pueblo de Israel”  (P. S. del Páramo).

Los neo-modernistas, con la teoría de la “hermenéutica de la continuidad” son peores que los fariseos, pues estos mientras erigen monumentos a los Profetas matados por sus padres, y no por ellos mismos, los modernistas construyeron, durante el post-Concilio, monumentos a la Tradición, que ellos mismos  trataron de aniquilar  durante el Concilio Vaticano II.

San Ambrosio comenta;  “Los judíos, edificando tumbas a los Profetas,  condenaban los actos de sus padres, pero, imitando al mismo tiempo sus crímenes arrojaban sobre ellos la misma condena.  En efecto, edificando tumbas a los Profetas,  condenaban el delito  de los que los habían matado: pero imitando la inicua acción, se declaraban ellos mismos herederos de la iniquidad paterna…   no  pudiendo ser absueltos de esa iniquidad heredada los que, crucificando al Hijo de Dios, colmaron los crímenes de sus padres” (Comentario al Evangelio de San Lucas).

Jesús los llama “serpientes, raza de víboras”,  y San Juan Crisóstomo comenta:  “El dice:  ustedes son hijos malvados de padres malvados, peores aún que vuestros progenitores” (obra cit.), mientras San  Jerónimo observa:  “Así como de víbora nace víbora, de padres malvados y sanguinarios naces hijos malvados y sanguinarios” (Catena Aurea). Y Santo Tomás de Aquino escribió:  ”Serpiente, raza de víboras, la serpiente es un animal venenoso que mata con su veneno: por eso los fariseos son llamados serpientes, porque mataron a los Profetas.  Observando a las serpientes se dice que al parir mueren, porque el feto corroe las vísceras de la madre: así los fariseos, siendo malvados, infaman a sus padres.” (Super  Evangelium Santi Matthaei).

Nuevamente el Crisóstomo explica:  “Su instinto homicida tiene sed de sangre, impulsándolos a cometer tantas violencias… son hombres sanguinarios” (obra cit.)

Además Jesús “aclara el espíritu criminal que animaba a los fariseos, profetizando el tratamiento inicuo que reservan para los predicadores del Evangelio” (P. S. del Páramo).

“Synagogae  Judaeorum  fontes  persecutionum”  (Tertuliano).

En los Hechos de los Apóstoles, los más antiguos escritores cristianos concuerdan en afirmar que “las primeras persecuciones contra los cristianos fueron programadas en las sinagogas de los hebreos”

Jesús considera –explica San Gregorio de Niza- responsable al pueblo de Israel de todos los crímenes cometidos desde el asesinato de Abel  (Gen. IV, 8-10) hasta el de Zacarías el antiguo, hijo de  Joiadas; otros lo interpretan como el padre de San Juan Bautista “muerto por defender la pureza de la S. Virgen” (Catena Áurea, Lucas I, 54).

“Está claro que Jesús considera al pueblo hebreo como una unidad moral desde el inicio de su existencia hasta el presente. Los  asesinatos de los Profetas son considerados, en consecuencia, crímenes nacionales.  La crucifixión de Jesús hizo rebasar la medida de la tolerancia divina.  El castigo provocado por el deicidio recayó, por esa razón,  sobre toda la nación… Jerusalén fue destruida,  luego el Templo, y los hebreos fueron excluidos del número de las naciones”, por lo que existe una responsabilidad colectiva del judaísmo post-bíblico, concluye San Juan Crisóstomo (obra cit.).

Esta página del Evangelio documenta que el mismo espíritu que animaba a lo fariseos para matar a Jesús es que anima a los neo-modernistas a tratar de destruir la Iglesia. Pero como Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, resurge glorioso y triunfante, así la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo, con un elemento humano y uno divino, podrá ser mancillada en su componente humano, quedando sin “arrugas ni manchas” el divino, pues “las puertas del infierno no prevalecerán contra Ella.”



Don Curzio Nitoglia.
 
23 febrero 2009
http://www.doncurzionitoglia.com/guaiavoi.htm