LA IDENTIDAD ARGENTINA
(Párrafos tomados de la excelente obra del profesor
Jordán Bruno Genta, La Sociología y la
Política en Hegel (Univ. Nac. del Litoral, Rosario 1941, pg. 32 sgs.),
referidos a la pérdida de la identidad nacional alemana, bajo el salvaje
Tratado de Versalles, que arrasó Alemania en las primeras décadas del siglo
pasado; y la fervorosa exhortación de Fichte –en su Discursos a la Nación Alemana-- para recuperarla. El pueblo alemán
respondió plenamente, exaltando su patriotismo, respetando y asumiendo, esas palabras
patrióticas de Fichte, logrando la restauración patria.
Actualmente, la Argentina verdadera y patriota
–no la oficial liberal, corrupta, sobornada e impune, culpable de las miserias que
nos acongojan--, viviendo en condiciones semejantes a la que vivió Alemania, debería
aprovechar esa experiencia y la exhortación de Fitche. Conocerla, exponerla y
luchar para el reencuentro con el “ser” argentino. Apoyando además a los
canales de la disidencia, para eliminar la traición de los nefastos
periodistasy a los “representantes del
pueblo”.
(Tal fue entre nosotros,
la pedagogía continua de grandes pensadores del nacionalismo, como Gemta,
Castellani, etc. desperdiciada tanto por la Iglesia como por el Estado
liberal).
LA IDENYTIDAD ARGENTINA HAY QUE RECUPERARLA A
CAPA Y ESPADA, Y PROCLAMARLA, ENSEÑARALA E IMPONERLA, DEPONIENDO DIFERENCIAS
ENTRE LOS PATRIOTAS CASI SIEMPRE SUPERABLES, PARA HERMANARNOS TODOS EN EL AMOR
A LA PATRIA. “AYÚDATE QUE DIOS TE AYUDARÁ”, PARA QUE DIOS NOS DE UNA MANO. EN
CASO CONTRARIO, VEREMOS INCRÉDULOS Y APOLTRONADOS, COMO PEDACEAN EL TERRITOPRIO
Y SE LA LLEVAN EN BOLSOS –
Y COMO NI LOS MILITARES, NI LOS SINDICALISTAS,
NI LOS ECLESIÁSTICOS –EN LOS PÒLITICOS NI PENSAR-- SE INTERESAN POR LA SUERTE ARGENTINA. SI
DIOS NO INTERVIENE PRONTAMENTE: ¡ ADIÓS PATRIA DE MIS AMORES !
A continuación los
párrafos prometidos del profesor Genta; en negritas texto de Fitche:
El primado de la acción sobre el conocimiento que está en la raíz de las
ideologías, nos explica también la exigencia del mito en todas ellas, como recurso indispensable para su eficacia
política, para impresionar y seducir a las multitudes, a los efectos de
producir una unanimidad moral: sea agitando las abstracciones de la ideología
liberal (Libertad, Igualdad, Fraternidad, Humanidad, Filantropía, Progreso,
etc); sea proyectando el paraíso de la
sociedad comunista donde se realizará definitivamente la justicia social ; sea divinizando a la nación, haciendo de
ella la sustancia y el fin último de la
existencia.
Es evidente que entre todos estos mitos, el último es el que se apoya en
una realidad concreta y verdadera, por sí misma superior al individuo que se
debe a ella hasta el sacrificio de la propia vida; pero que no es ni puede ser
legítimamente propuesta como fin último.
El Estado o la Nación organizada, concreción misma de la divinidad
inmanente, tiene una fuente ideológica diversa y que se contrapone
históricamente a la filosofía iluminista: el romanticismo, germano por su origen y por su sentido. El punto
álgido de esta oposición histórica está representado por el momento en que Alemania
cae bajo el yugo de Napoleón, portador del espíritu liberal. Es en esa
circunstancia decisiva para el destino de su patria que Fitche pronuncia sus “Discursos a la Nación Alemana”, donde expone
el programa de su resurgimiento, la nueva educación cuyo principio y fin es el ser Alemán; sólo así “podremos impedir que nuestra nación se
anonade fundiéndose con los extranjeros
y podremos reconquistar un yo, basado
solamente sobre sí mismo y reacio a toda sujeción… el medio de salvación que os
prometí anunciar consiste… en educar a la nación, cuya vida está ahora
extenuada y es un apéndice de la vida extranjera, en una vida completamente
nueva que debe quedar como su exclusiva propiedad; y en el caso de que pasara a
otro, debe permanecer entera e intacta entre divisiones infinitas”
(Prolegómenos).
Los “Discursos” continúan una serie de lecciones sobre los caracteres de la
edad contemporánea, encerando una crítica demoledora del liberalismo, juzgado
como lo anti-alemán por excelencia.
El fin de la nueva educación es obtener, pues, una unanimidad moral. “La voluntad es la base fundamental del
hombre… y la educación que propugno debe ser un arte seguro de formar en el hombre una sólida e infalible buena
voluntad“.
Desde el punto de vista polémico
se justifica plenamente el programa de redención nacional que exponen los
Discursos. Frente al peligro inminente de la disolución moral del pueblo
alemán, no tanto por la pérdida de la soberanía política sino por la
penetración del liberalismo, con su principio del egoísmo y de la vida fácil,
unido a su internacionalismo social, se comprende tan extrema reacción. La
ideología liberal no solo es extranjera en la Alemania de Fitche, sino en toda
nación que tenga conciencia de su destino y la firme voluntad de realizarlo.
Hegel considera como Fitche, que el fin de la educación es suprimir en el
hombre, toda afirmación de su arbitrio y de su particularidad, incorporándolo a
la vida universal del Estado. El hombre debe despojarse de su propia
subjetividad y vencer toda oposición con el mundo, llegando a la conciliación y
a la paz definitiva con la realidad por medio de la razón, puesto que “la razón, lo divino, posee la potencia
absoluta de realizarse y se ha realizado en todo tiempo…el mundo es el ser donde
se realiza la razón divina. Sólo en su superficie domina el juego del accidente
irracional” (Fil. del Espíritu).
Fuera del Estado cristiano no es posible la subsistencia ni el
reconocimiento de la libertad moral de la persona. Una verdadera sociología
recibe sus principios normativos de la filosofía moral y desde esa suprema
regulación examina una realidad social determinada, teniendo en cuenta sus
tradiciones espirituales, la cantidad y la calidad de su población, las
condiciones materiales de su existencia, etc., en vista de la adecuación más
adecuada del Estado, para promover el bien común que está en la línea
misma del biern moral de la persona. El
objeto final de la sociología es, pues la justa aplicación del principio ético
absoluto a una situación social histórica, es decir, individual y única; tal es
la prudencia… +
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