martes, 1 de julio de 2025

 

La restauración será católica o no será.

La Nación argentina es católica. El catolicismo fue el impulso espiritual desde sus heroicos comienzos, cuando la tierra descubierta por la civilización española se puso bajo la protección de Santa María y de la reina Isabel, respetando la naturaleza y santificando a los hombres, aborígenes y europeos. Desde entonces la vida popular misma se impregnó del espíritu evangélico. Consagrándose políticamente como Nación católica y soberana, cuando se expulsó al perverso pirata inglés.

 “El nacionalismo argentino será católico o no será”  (Padre Castellani, “Reflexiones políicas”, 68.sgs.).

Esto debe entenderse correctamente: no se trata de política clerical, ya que sería suicida darle algún poder político a los obispos, que, salvo excepciones, ni siquiera dirigen correctamente la Iglesia. Ni se preocupan de la situación de la Patria. Son liberales, y cuanto más lejos los tengamos, mejor.

En general, aunque con una fe chirle, mistonga, parte del pueblo reza, se adhiere al catolicismo y lo respeta; y en casos de gravedad se echa a los pies de Jesús y dela Santísima Virgen, rogando una ayuda. Mientras otros, fervorosamente lo proclamamos el alma espiritual de la Nación; el poderoso respaldo del patriotismo para luchar y sufrir en defensa de la Soberanía; y el más profundo refugio del alma de los argentinos. ¡Después de Dios, la Patria!

Asimismo las enseñanzas de Jesús fundamentan la verdadera Justicia Social, --opuesta a la marxista y a la liberal--. Ella armoniza las relaciones sociales con caridad y respeto, otorgando a todos los nacidos en nuestra tierra no sólo bienestar material y participación activa política en las sociedades intermedias; sino también, principalmente, la dignidad de ser hijos de Dios y argentinos de ley, respetuosos de la Tradición.

Aún los patriotas come-curas, que no practican la religión personalmente, y también los ateos, obligatoriamente deben respetar y defender la religión católica nacional, del pueblo argentino y del Estado, contra el liberalismo destructor y cipayo, por ser el alma fundacional e insoslayable que nos identifica como nación soberana.

 ¡La Santísima Virgen es la barrera impasable que más odian los imperialistas anglo/judíos! +

 

 

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