La restauración será católica o
no será.
La Nación argentina es católica. El catolicismo fue el
impulso espiritual desde sus heroicos comienzos, cuando la tierra descubierta
por la civilización española se puso bajo la protección de Santa María y de la
reina Isabel, respetando la naturaleza y santificando a los hombres, aborígenes
y europeos. Desde entonces la vida popular misma se impregnó del espíritu
evangélico. Consagrándose políticamente como Nación católica y soberana, cuando
se expulsó al perverso pirata inglés.
“El nacionalismo argentino será católico o
no será” (Padre Castellani,
“Reflexiones políicas”, 68.sgs.).
Esto debe entenderse correctamente: no se trata de
política clerical, ya que sería suicida darle algún poder político a los
obispos, que, salvo excepciones, ni siquiera dirigen correctamente la Iglesia.
Ni se preocupan de la situación de la Patria. Son liberales, y cuanto más lejos
los tengamos, mejor.
En general, aunque con una fe chirle, mistonga, parte del
pueblo reza, se adhiere al catolicismo y lo respeta; y en casos de gravedad se
echa a los pies de Jesús y dela Santísima Virgen, rogando una ayuda. Mientras otros,
fervorosamente lo proclamamos el alma espiritual de la Nación; el poderoso
respaldo del patriotismo para luchar y sufrir en defensa de la Soberanía; y el
más profundo refugio del alma de los argentinos. ¡Después de Dios, la Patria!
Asimismo las enseñanzas de Jesús fundamentan la verdadera
Justicia Social, --opuesta a la marxista y a la liberal--. Ella armoniza las
relaciones sociales con caridad y respeto, otorgando a todos los nacidos en
nuestra tierra no sólo bienestar material y participación activa política en
las sociedades intermedias; sino también, principalmente, la dignidad de ser
hijos de Dios y argentinos de ley, respetuosos de la Tradición.
Aún los patriotas come-curas, que no practican la
religión personalmente, y también los ateos, obligatoriamente deben respetar y
defender la religión católica nacional, del pueblo argentino y del Estado,
contra el liberalismo destructor y cipayo, por ser el alma fundacional e insoslayable
que nos identifica como nación soberana.
¡La Santísima
Virgen es la barrera impasable que más odian los imperialistas anglo/judíos! +
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