martes, 15 de julio de 2025

 

 

HUMOR  ALEMÁN.

HEGEL DESCRIBE AL TELEVIDENTE MODERNO:

“Cuanto más culto es un hombre tanto menos vive en lo exterior e inmediato. Pocas cosas son enteramente nuevas para él y, en general, lo que hay de esencial en las cosas nuevas, le es ya conocido. Más aún, el hombre culto emplea habitualmente sus imágenes y experimenta, rara vez, la necesidad de ver lo que ocurre en el exterior. La multitud, por el contrario, corre siempre con la boca abierta, allí donde hay algo que mirar”. (Filosofía del Espíritu, 455).

Palabras sabias. Ahora bien, el imperialismo de la información también sabe que el ciudadano televidente de la boca abierta, es un personaje ideal para zamarrearlo mentalmente de un lado para otro, de una opinión a otra, de un sentimiento a otro, dejándolo sin criterio propio para mejor someterlo.

El imperialismo ha logrado que el abriboca, para sentirse vivo, se mantenga inmóvil mirando el televisor durante horas, oyendo una sucesión interminable, de absurdas, degradantes mentiras; verdades recortadas y acontecimientos manipulados. Y al fin, su criterio es plenamente el que le mete en su cerebro las multinacionales de la información; que él asume y luego repiten como verdades apodícticas.

Paul Morand se quejaba, un siglo atrás, en su libro “Nueva York”, porque en USA el periodismo le llenaba la cabeza a la gente con curiosidades improcedentes, le informaban que en Méjico un fulano había sacado un primer premio en horticultura, o que un terremoto asoló una perdida isla en el Pacífico… Pero nada, poco, o falsificado de lo que ocurría a su alrededor.

El abriboca está también imposibilitado de mantener alguna conversación seria, trascendente, que fuese al meollo de los problemas.  Llegamos siempre a lo mismo: desaparición de la vida social, y abandono del televidente en la soledad del individualismo, en  la inmediatez egoísta pues busca contactos sólo para tratar de gozar o enriquecerse inescrupulosamente.

“Individuos volubles, inconsecuentes, incapaces de mantener una promesa, que cambian con las circunstancias; cuyas vidas empiezan y terminan en cada momento”. Los sufrimos zumbando alrededor nuestro como moscas insoportables.

 Acabemos con el ridículo ciudadano conformista e indolente de la boca abierta educándolo política y espiritualmente,  proclamando a los cuatros vientos las grandes verdades trascendentes del patriotismo nacionalista. Nuestra voz la oye Dios, falta nuestro esfuerzo para que sobreviva la Patria. +

¡DIOS, PATRIA, HOGAR!

INDEPENDENCIA ECONÓMICA, JUSTICIA SOCIAL,

SOBERANÍA POLÍTICA, NACIONALISMO CULTURAL.

 

 

 

 

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