Por
odio a la inocencia y por amor a los dólares.
Chinda Brandolino es una mujer admirable; una
doctora dedicada a combatir el asesinato de bebes, y a testimoniar, con su
alegato, que no todo está perdido en la
Argentina. Todavía algunos patriotas luchan proclamando la verdad en el sordo desierto liberal.
Tiempo atrás tuvo la temeridad de exponer sus
ideales cristianos y patrióticos, en defensa de los niños asesinados por las
endemoniadas feministas, nada menos que en un antro donde, generalmente, pierden
dignidad los que allí ocupan un
sitial (llamándose representantes del pueblo… sionista). Es un elegante salón,
moralmente sucio y maloliente, donde honorables senadores reciben “premios” del imperialismo para
fomentar el aborto de inocentes, con el fin de despoblar Argentina.
Por lo cual el aborto, o sea el comercio de
bebes es un grandísimo negocio que será defendido por los émulos de Herodes con
uñas y dientes. Manifestando contra la doctora Brandolino una hostilidad que
dominaba el recinto.
Ella mostró estadísticas y razonamientos convincentes, pero al exhibir fotos con la
masacre de los bebes, el honorable presidente, demostró una delicadeza y una sensibilidad
exquisita, exigiéndole a Chinda a los gritos,
fuera de sí, exacerbado, que las retirase. El senador, no exigía que dejen
de asesinarlos, sino que no exhiba las fotos
con los métodos criminales para matarlos. Para estos honorables, el
crimen carece de importancia; lo importante es no verlo. Pues si ellos no lo
ven es como si no existiera. Los honorables practican la acostumbrada “moral”
del avestruz... cuando les conviene.
Los argumentos razonables están de más. Se
olfatean dólares de por medio; que acallan y enceguecen las decisiones. Y hay odio
demoníaco contra las criaturas más inocentes. Negocio redondo: cobran satisfaciendo
su odio irracional.: --¡queremos dólares, caiga quien caiga! ¡Aunque la sangre
de los inocentes caiga sobre sus hijos!--+
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