El Padre Castellani (Decíamos Ayer, ed. Sudestada, 1968,pg. 297) escribió
estas palabras irrevocables sobre una afirmación harto utilizadas para
enmarañar y burlarse de la esperanza de los televidentes de obtener respeto
político. Es uno de
los dogmas masónicos más engañosos, considerando la realidad política, y
difundidos; que aplican demagógicamente los soberbios jerarcas del Nuevo Orden
mundial anticristiano y antinacional, que se consideran predestinados para
gobernar el mundo, dejando un tendal de escombros de violencia y muerte.
La única y verdadera dignidad humana es aceptar
que debemos vivir como hijos de Dios, creados a su imagen y semejanza.
LA DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA
“Donde falló Kant fue en no
determinar claramente que el hombre no es el fin último de la creación, aunque
toda la creación tenga como fin último al hombre. Y donde se equivocó en no ver
que cuando el hombre se aparta voluntariamente de su fin último, que es Dios, por
el mismo hecho mediatiza a Dios y se pone a sí mismo como último fin de todo; prostituye la creación y
quiere hacerlo sirviente a Dios. Y el resultado es que cae el mismo de
sirviente de lo que no es Dios. Hace de
sí mismo un dios y un ídolo y facto-ipso se
encuentra sometido a los falsos dioses y esclavo de los ídolos.
Cae esclavo de las potestades aéreas de las formidables fuerzas cósmicas,
del azar y el destino, de las grandes impulsiones históricas, de la
colectividad política, de las manías de su tiempo, de su raza o de su clase,
del poder implacable del dinero, del temor de la espada, de un tirano
cualquiera, de una mala hembra (o aunque sea buena), de la bebida, del juego,
de lo que sea.
Esa es la gran dignidad de la persona humana que se corta de Dios. Entonces
si que siente quemarle las entrañas la sed de libertad, y se convierte en capaz
de matar por ella, o morir por ella, aunque sea de un modo demente. Surgen las
guerras, las guerras civiles, las guerras internacionales, del estado de guerra
crónica que hay en las entrañas de todo pecador.
Esas masas electrizadas
que se destrozan hoy día y destrozan a Europa gritando que defienden la libertad, detrás de la vacua engañifa
del slogan fabricado por la
plutocracia, pueden tener razón en el fondo. Como las moscas que se debaten
desesperadamente presas en el papel con liga, unas para salir, otras para empringarse
más todavía, esas moscas humanas sangrientas desean por los malos caminos la
libertad…+
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