jueves, 21 de septiembre de 2023

 

 

LUCHAR SIN DESESPERAR

SEPARÁNDOSE DEL PASADO SE FRACASA EN EL FUTURO.  POCO HACEMOS LOS NACIONALISTAS, CASI NADA, PARA RECUPERAR NUESTRA AUTÉNTICA TRADICIÓN, PERO, AL MENOS MANTENEMOS ENHIESTA, SIN DESESPERAR,  LA BANDERA AZUL Y BLANCA DE LA SOBERANÍA,  QUE PODRÁN ENARBOLAR  EN EL FUTURO OTROS MEJORES.

EL PASADO QUE ENGRANDECIÓ NUESTRA PATRIA ESTÁ VIVO, AUNQUE LATENTE, EN EL ALMA DE LOS PATRIOTAS.  UNA ESPERANZA DE RECONQUISTR LA PATRIA QUE NO SE DESALIENTA, PUES SE HA VERTIDO DEMASIADA SANGRE HEROICA PARA QUE OLVIDEMOS NUESTRO DESTINO GLORIOSO EN LO UNIVERSAL. Y MENOS AÚN OLVIDAR LA IGNOMINIA UNITARIA/LIBERAL, QUE DESFIGURÓ Y DESFIGURA NUESTRA PTRIA PARA ENTREGARLA AL IMPERIALISMO .                                   

A CONTINUACIÓN LA LECCIÓN DE UNO DE LOS GRANDES MAESTROS DEL NACIONALISMO UNIVERSAL.  UNIVERSALISMO Y NACIONLISMO NO SE OPONEN, PORQUE CUANTOS NACIONALISMOS EXISTEN EN EL MUNDO, TODOS BUSCAN LO MISMO:  RECUPERAR SU PROPIA Y EXCLUSIVA IDENTIDAD ESENCIAL SOBERANA.  SI SE CONCRETASE TAL MILAGRO, Y  ACABASE  LA ANGURRIA JUDEO/CALVINISTA ,      ES POSIBLE QUE EN EL MUNDO REINASE UNA FELIZ Y PACÍFICA CONVIVENCIA.

Publicada en ULISES, Nº 26, 1967:

LA RECONQUISTA DEL ESPÍRITU

En el admirable prefacio que ha escrito para Souvenirs de prison de Charles Maurras (París 1965), recogidos por la sobrina del viejo maestro, Helène Maurras, el gran filósofo católico Gustave Thibon explica como el maurrasismo no es un sistema cerrado, y ni siquiera un sistema.

Maurras “no nos encierra en un edificio prefabricado: nos enseña el arte de construir. Y sabe también que nuestros más elevados logros temporales no serán otra cosa que esbozos, siempre perfectibles y siempre amenazados, y que la única tarea a la medida del hombre es luchar hasta la muerte y transmitir a los que le sucedan el sentido y las reglas de esa misma lucha   fin de que aquel esbozo, recomenzado sin cesar, no vuelva a caer en el caos”.

De esta manera Maurras no muestra una sociedad ideal y perfecta que bastaría instalar de acuerdo a alguna regla de oro para que el Paraíso terrestre se reconstituyera `por mano del hombre.

“Si Maurras defendió tan ferozmente la herencia del pasado”, observa Thibon, “no fue  para complacerse estérilmente en aquello que fue, sino para preparar lo que debe ser. Nada puede cambiarse del pasado, y nada es más inútil que demorarse sobre  cosas muertas, pero en la experiencia del pasado suelen encontrarse materiales y reglas que son imprescindibles para construir el porvenir. Y aquellos que desprecian las lecciones de la experiencia, separándose del pasado, provocan a la vez el fracaso del futuro. ¿Acaso se cortan las raíces del árbol para favorecer el crecimiento del tronco?

Aunque transcurren los años, el método de Maurras no envejece, sigue la evolución de la historia, pues el empirismo organizador ve ampliarse el campo de sus observaciones y crece en cambio año a año, más rico de experiencias y por ende capaz de estrechar cada vez más de cerca a la verdad.

En cuanto la negación de creer ingenuamente en el establecimiento de una república liberal, “hay acaso –pregunta Thibon—una lección más viril para las jóvenes generaciones que mostrarles que ninguna herencia del pasado es adquirida, que ninguna promesa del porvenir es cierta y que la realidad de mañana depende únicamente de su fidelidad y de su valentía?

*

En la declaración prestada ante el Tribunal revolucionario de Lyon en enero de 1945, Charles Maurras lanzó a sus jueces estas palabras que sobrepasan en mucho tanto su persona como su proceso: “No os entretengáis de fabricar un pelele al que llamáis Charles Maurras. Yo tengo mi vida. Tengo mi carrera, mis libros, mi doctrina, mis ideas, mis discípulos. Tengo ante mi el porvenir que os  estigmatizará”.

En el Nº 16 de los Cahiers Charles Maurras se reproduce el facsímil de esta declaración. La escritura se ve firme, sin una hesitación, ni una enmienda.

Lo que querían los nuevos ocupantes del poder era impedir que Charles Maurras prosiguiera esa primacía intelectual que no cesó jamás de ejercer sobre la juventud francesa desde el comienzo del siglo.

Maurice Pujo ha narrado cuál fue el secreto de la empresa maurrasiana:      “El primer punto en torno del cual no congregó en primer lugar –dice-  fue el de La Patria ante todo, en el orden temporal, se entiende, vale decir, prácticamente ante toda ideología, democrática o lo que fuere. Después de habernos mostrado que todos nuestros intereses vitales estaban ligados a los de la patria, nos invitó a buscar, no en los sistemas, sino en la naturaleza de las cosas, los medios más seguros para hacerlos prevalecer : era devolver su función y su valor a la inteligencia.

La inteligencia no es la prosecución de cualquier abstracción, de cualquier sentimiento convertido en idea, de cualquier fantasía surgida del yo y que ese yo se esfuerza por imponer al mundo. Por el contrario , es el reconocimiento del orden que existe en el mundo y la búsqueda de las leyes que lo rigen ”.

Eso era Maurras: La Patria ante todo. Pero la Patria terrestre, carnal, hecha de franceses vivientes, portadores de una herencia francesa tanto en la sangre como en el espíritu. Y he ahí que se le puso como jueces a gente que se habían hecho “ una cierta idea de Francia ”, que le infundía un contenido ideológico determinado. El proceso de Lyon fue ante todo el enfrentamiento de dos concepciones de Francia.

“ Es el desquite de Dreyfus ”, había de exclamar Maurras a la proclamación del veredicto que lo condenaba a prisión perpetua.

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En la década de 1900, Maurras tenía costumbre de decir : Trabajamos para 1950”. 

O sea, que él no anticipaba que la reconquista de los espíritus pudiere ser algo fácil ni rápido. Cuando un país ha estado profundamente dividido, no por una querella dinástica ni por una ambición personal, sino en el plano de los principios fundamentales, cuando ha vivido una aventura de la amplitud   de la Revolución de 1789 que ha trastornado el mundo, subsisten en la opinión pública divergencias tan graves, tan esenciales, que bien se puede decir que los pueblos, regidos por leyes enemigas, coexisten en el mismo territorio, en conflicto latente o agudo. En la medida que las ideas de 1789 se expandieron por el mundo, han llevado por doquiera la misma división y a partir de esa fecha es cuando surge lo que hoy se denomina izquierda y derecha, inimaginables antes de la Revolución francesa, puesto que la sociedad descansaba sobre una base común cristiana.

Maurras pues, no pensaba que se pudiese llevar la unidad al espíritu público de manera rápida y fácil. Y Marurice Pujo dice que Maurras “ no se habría sentido abatido si le hubiesen dicho que ese año estaría en la cárcel  .           No habría sentido desaliento a menos que los acontecimientos hubiesen demostrado que sus doctrinas eran falsas y que las instituciones democráticas podrían asegurar el bien del país. Pues bien, todos los acontecimientos sucedidos han probado lo contrario y confirmado hasta el hartazgo las opiniones de Maurras ”.

¿ Qué diría hoy ?

Se sabe que puso enérgicamente en guardia a los nacionalistas contra la tentación de facilidad que consistía en suprimir los efectos del parlamentarismo mediante la instalación de la República plebiscitaria.

Hizo observar que “el presidente plebiscitado con las apariencias del poder sin límites, no es una voluntad autónoma ni una razón libre”, que depende     “ de la opinión, de los que hacen esa opinión, o sea, de los que pagan a los que la hacen, vale decir, en último término al dinero ”.

¿ Quién podrá negar que los hechos han sucedido como él anunciaba ?         En lugar de un Parlamento dominado por grupos de presión, plutocráticos, se tendría a un hombre que sería su portavoz o detrás del cual se ocultarían ciertas fuerzas económicas. No se resolvía el problema de la independencia del Estado con relación al dinero. Se lo agravaba.

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Se sabe que Maurras consideraba la economía como más importante que la política, puesto que tenía por objeto nutrir a los ciudadanos y a las familias, y asegurar la prosperidad de la ciudad. Pero, por eso mismo, decía, justamente porque es más importante que la política, debe venir después de la política, “ como el fin viene después de los medios, como el término está al final del camino porque… se emprende el camino cuando se quiere llegar al término ”. ( Mis ideas políticas ).

 

¡ Este es el verdadero sentido de Política ante todo que tan a menudo se desvía de su sentido para tratar de confundir a Maurras y de hacerle conceder la preeminencia a la política sobre la moral!

Se trata de rectificaciones que hay que renovar periódicamente porque se siguen repitiendo sin cesar los mismos errores inspirados por la malevolencia subrepticia de ciertos clérigos extraviados.

El 7 de marzo de 1935, en L’Action Francaise, Maurras  , retomando la cuestión de “Política ante todo”, escribía: “ La gente que dice “ lo económico ante todo ” no entiende las palabras que pronuncia o que está obligada a dar por sobre entendidas  : la política  económica es una política . Aún para ceder el paso a ciertas cuestiones económicas, consideradas vitales, es menester previamente una organización política, una acción política, con sus medios que son políticos: mandatarios, funcionarios, agentes, cuerpo de policía y del ejército, jueces, verdugos. De este cuerpo político dependen la concepción, la elaboración la aplicación de leyes que bien podrán denominarse económicas o cualquier otro nombre. Si el medio político está bien concebido bien adaptado, bien aplicado podrá haber un efecto .          De lo contrario , no ”.

Maurras había presentido a la perfección que si lo político era dirigido por lo económico, se llegaría con eso a hacer dirigir la política por los grandes intereses convertidos en amos ocultos de la República, de lo cual saldría un perjuicio para todos, aun para la economía librada al sólo interés del lucro.

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En su introducción a su libro sobre   Les Camelots du Roi ,  Maurice Pujo brinda una buena explicación de  L’Action Francaise . Es preciso seguir paso a paso su razonamiento para captar la actitud intelectual que ha de vincular íntimamente el pensamiento a la acción. Pujo muestra a “  las camarillas que detenta el poder, que dispone de las canonjías del presupuesto, que se ha ganado con sus complacencias el concurso de la finanza dueña de la prensa”, que fabrica la opinión y domina la elección del cuerpo electoral.

“ Un partido -escribe- no podrá arrancar a otro sus ventajas con “el sufragio del pueblo” a menos de aportar a la lucha otra cantidad de dinero a menudo de origen enemigo y un aumento de mentiras demagógicas. La verdad, la razón, los grandes intereses nacionales no intervienen para nada ; el éxito se obtiene a sus expensas  ”.

Esta observación básica constituye realmente el fundamento de la crítica nacionalista. Ya había estallado con evidencia indiscutible durante el caso Dreyfus  . Se había hecho evidente que la opinión podía ser moldeada por la prensa, que la prensa dependía del dinero, y que el dinero del sindicato judío había ejercido una violencia intolerable sobre la opinión y sobre el poder.

De ahí en adelante la prensa era solo un arma que puede utilizarse sin que existan otros medios comparables a los puestos en práctica por la plutocracia.    La masa de la opinión pública que es necesario movilizar para ejercer una acción sobre el poder –escribió Maurice Pujo- se halla , en Francia, en manos de agencias de noticias y de grandes diarios llamados informativos , controlados estrictamente por el gobierno, la finanza y la policía. So capa de neutralidad, dan importancia a los acontecimientos más insignificantes y callan otros de suma gravedad, de acuerdo a las consignas que les imparten. Juzgando sin escrúpulos con los hechos, suprimiéndolos o deformándolos a su placer no ofrecen al público que cree recibir la verdad más que sobre aquello que les conviene a los intereses de sus dueños”.

Ahora bien ¿ cuál es la situación de la Action Francaise ? Poseía ciertamente su diario en el cual podía decir de todo, pero sólo llegaba a un círculo restringido de lectores, porque la publicidad que lanza un diario depende también del dinero que a ello se destine. Era menester, pues hallar otra cosa. Maurice Pujo no creía que solo con un diario se pudiese quebrar el “poder del silencio” de la prensa grande “acerca de los asuntos en los cuales los intereses vitales del país exigían claridad” y continúa diciendo: “Esto es sobre todo lo que obliga a romper vidrios”. Luego enunciaba fríamente la consigna de la primera hora de L’Action Francaise: “el único medio algo eficaz de hacerse oír será perturbar el falso orden público que oculta el escándalo, crear el oportuno hecho distinto que, al hacer llegar el escándalo a la calle, obligará a la prensa a confesarlo y al poder hacerlo cesará”.

Esa fue la originalidad de L’Action Francaise: la creación del oportuno hecho distinto que iba a quebrar el silencio de la prensa y a menudo hacer retroceder al poder.

*

 Maurice Pujo fue quien usó por primera vez la expresión Action Francaise. Publicó el 19de diciembre, en L’Eclair, un artículo para exponer cómo Henri Vaugenious y él enfocaban la lucha contra los “intelectuales” dreyfusistas.

Seis meses más tarde, el 20 de junio de 1899, Henri Vaugeois, con un discurso pronunciado en la Salle des Agriculteirs, fundó oficialmente la Action Francaise. Se sabe lo demás: la publicación de la pequeña revista mensual, después bimensual y el 21 de marzo de 1908 diario.

Transcurren, pues, cerca de diez años durante los cuales Action Francaise no posee ningún medio periodístico importante. Solamente ejerce influencia por la acción.

 Cuando se fundó el 15 de enero de 1905 la Ligue d’Action Francaise –porque se necesitaron cuatro años de discusión de ideas que llevaron del nacionalismo al nacionalismo integral- quedaron fijados los rasgos fundamentales de Action Francaise. Importa recordar los términos de la declaración que todo miembro debía firmar:

“Francés de nacimiento y de corazón, por razón y voluntad, cumpliré todos los deberes de un patriota consiente “.

“Me comprometo a combatir cualquier régimen republicano. La República es en Francia el reinado de lo extranjero. El espíritu republicano desorganiza la defensa nacional y favorece las influencias religiosas diametralmente hostiles al catolicismo tradicional. Hay que recobrar para Francia un régimen que sea francés “.

“Nuestro único futuro es, pues la monarquía como la personifica el señor Duque de Orléans, heredero de cuarenta reyes que en mil años hicieron a   Francia. Únicamente la monarquía asegura la salud pública y, responsable del orden, previene los males públicos que el antisemitismo y el nacionalismo denuncian. Órgano necesario de todo interés general, la monarquía realza la autoridad, las libertades, y el honor. Me asocio a la obra de restauración monárquica “.

“Me comprometo a servir por todos los medios”. Y Maurras en Encuesta sobre la Monarquía, dará la mejor y más certera definición de ésta íntima conjugación de pensamiento y acción que habría de caracterizar a la Action Francaise. Ésta no era “un simple partido de oposición política ni una escuela de filosofía para transformar las ideas y las costumbres –decía-. Somos una conspiración. Conspiramos para determinar un estado de espíritu ”.

Está bien claro. ”.El objetivo fundamental de Action Francaise es la acción.“El objeto verdadero de Action Francaise, -agrega Maurras- no es, a decir verdad, la monarquía, ni la realeza, sino el establecimiento de esa monarquía, el acto de instituir esa realeza”. ” He aquí porque la Action Francaise se sentía con derecho a definir qué monarquía se proponía establecer.

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Cuando se tiene por oficio leer y escribir, las cosas se ven bajo una faz distinta de como las ve la gente que se ocupa de otra cosa. De los hechos surge una cierta lógica para el que dedica su tiempo a  estudiarlos, a rastrear su genealogía. Cuanto más estudia la historia, más se desvanece la noción del azar, más liberado se siente el hombre de esa noción, más siente que el azar puede convertirse en su esclavo si así lo desea y ante todo cuando sabe que así puede suceder.

No hay empresa más innoble contra la libertad del hombre que esa sombría conjuración que pretende acreditar la existencia de “un sentido de la historia” que pesa sobre nuestros destinos con la implacable fatalidad de una verdadera predestinación.

Al respecto existe una página de Maurras, ya bastante antigua puesto que data de comienzos del siglo, pero cuyos argumentos no han perdido nada de su fuerza.

El académico Jules Lemaitre, que había encabezado la resistencia intelectual a la conspiración dreyfusista, acababa de publicar (en otoño de 1903) un opúsculo titulado Un nuevo estado de espíritu en el que, bajo la forma de diálogo con un amigo, el presidente de la Liga de la Patria Francesa dejaba translucir la incertidumbre en la que evolucionaba el nacionalismo francés en cuanto a las condiciones de su lucha. Maurras acababa de publicar su Encuesta sobre la Monarquía, la cual había perturbado profundamente a Lemaitre .

Había comenzado a caer en la cuenta de las mentiras de la historia tal cual había sido escrita por los republicanos del siglo XIX. La había emprendido contra Michelet y decía “no sólo él, no sólo los Lamartine y los Hugo, sino los  burgueses convencidos como Thiers y Mignet han abusado largo tiempo de mi inocencia. Estoy obligado a rehacer mi educación a los cincuenta años .¿No es lastimoso?

Sin embargo, aunque Jules Lemaitre había roto, en cuanto a su postura intelectual con al pasado tenía dudas en cuanto a las posibilidades de modificar el presente; un cierto quietismo se había apoderado de  un hombre decepcionado, “nacido, decía Maurras, de un sentimiento de la fatalidad política, que sólo conduce a la apatía y a la desesperación”.

Es habitual ver en Maurras, aunque no se compartan la totalidad de sus conclusiones, a un maestro eminente del pensamiento contemporáneo. Nadie ignora la enorme influencia que ejerció sobre las mentes y muchos saben cuánto gravitó sobre los hechos en momentos dados, pero generalmente se olvida que esa empresa no fue espontánea, que fue precedida por una tarea prolongada, paciente y meticulosa de crítica nacionalista, de la cual la Encuesta nos da apenas pequeña idea.

Maurrás  fue ante todo un maestro de energía.

*

Cuando Maurras se propuso impulsar a Jules Lemaitre a la acción, lo hizo con un capítulo que lleva el magnífico título de Necesidad positiva de la esperanza.

Y a Lemaitre y a sus amigos que especulan con “una solución que se impondrá o que intervendrá”, Maurras les pregunta con vivacidad :          ¿Cuál? ¿Cómo? ¿Sola? ¿Esa solución es pues una mujer de carne y hueso?”.

Y luego Maurras emprende la admirable demostración en la que se halla la famosa fórmula: “La desesperación en política me parece verdaderamente monstruosa”. Pero veamos esa página centellante:

“Ciertamente no es menester creer que los acontecimientos dependen de las improvisaciones de nuestro capricho. El porvenir surge de las acumulaciones del pasado y nosotros mismos estamos muy determinados por eso que ahora todos empiezan a llamar nuestros muertos .                      Si, los muertos son más activos que los más activos de los vivos. Pero es por medio de los vivos, en ellos, como actúan. Sea: nuestras iniciativas se plasman de sus cenizas. Pero las mismas quedarían inactivas si su fermento no determinase a nuestra voluntad.

“Y entre los agentes de la determinación, somos nosotros quienes contamos. Nuestro coeficiente personal entra en su integridad, que por eso mismo depende en gran parte de nuestra voluntad y nuestra razón.  Si así lo sentimos no estaremos dispuestos a soportar los acontecimientos, sino, dentro de lo humanamente posible, a hacerlos. Basta muy poco para cambiar el carácter, el rumbo y el valor de un acontecimiento.

“Aquel que advierte cuántos efectos diversos y consecuencias remotas pueden hacer de la más pequeña iniciativa de un hombre o de un grupo de hombres  bien dirigidos, cuando no se ejerce en sentido inverso de la mecánica general de la naturaleza, ese tal llega a ser del todo incapaz de desesperar.

“La desesperación, pecado venial del amigo de Lemaitre me parece en política verdaderamente monstruosa.

Y Maurras repite la objeción del amigo de Lemaitre como un último  grito de angustia antes de lanzarse a la lucha:

“--¡Ah! ¿  Cómo esperar?

“-- ¿ Cómo desesperar, más bien ? -retruca Maurras,  que se atiene al sublime movimiento de un pueblo en marcha a través de los tiempos.

“Lo que nuestra generación no ha hecho, podrá hacerlo la siguiente. Vencidos de momento, nuestros escritos, nuestros actos, nuestro recuerdo dejará su enseñanza.  La desesperación sólo se admite en quienes van a morir. Pero las naciones, con relación a los hombres son inmortales; quebradas y despedazadas, pueden renacer indefinidamente…”

 

Jaques  Ponclard  D’Assac

 

 

 

 

 

 

 

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