LOS BUITRES AUTÓCTONOS…, DE ALCURNIA
LIBERAL….
Durante estos
últimos años hemos asistido a una de las comedias tragi/cómicas a que nos
tienen acostumbrado nuestros gobernantes; auténticos comediantes del Averno.
Ellos despotrican vehementemente contra la avidez usuraria de los buitres judeo-calvinistas,
mientras sumisamente siguen pagando los intereses de la deuda interminable.
Ninguno investiga su legalidad, nadie reclama, pagan y pagan. Y así perduran
felices, acumulando mayores deudas, hasta la próxima elección.
Pues bien, la Historia nacional, como madre y maestra, nos descubre sus verdaderos acontecimientos.
Lo que sucede actualmente con la deuda usuraria que aplican los buitres del
Norte, viene ocurriendo de la misma manera desde poco después de Caseros; pero
sus beneficiarios en ese entonces eran buitres nativos; flor y nata del
liberalismo masónico. Financieros y políticos de la Ilustración y del Progreso;
de la Libertad contra la Tiranía.
Luego de Caseros comenzaron a gobernar los miembros de la logia de los cipayos, que
entregaron la Soberanía y se repartieron
los bienes que podían rapiñar, mediante negociados escandalosos por medio del
Banco.
Imagínese usted la depresión neurasténica que sufrían sólo
oyendo la posibilidad de la vuelta de la bárbara época rosista, donde ni los
gobernantes ni sus privilegiados colaboradores robaban ni un patacón.
Este desfalco a los bienes de la Nación y esta opresión
al pueblo trabajador fue programada luego de la época de Rosas, por supuesto, por
esos unitarios que se llenaban la boca gloriándose de su probidad. Hoy día, sus
descendientes, siguen machacando cínicamente que viven anhelando el Bien Común
nacional, mientras roban brutalmente y a mansalva, dinero y dignidad nacional.
El señor Ricardo Ortiz de Rosas en una Conferencia que
dictó en el año 1943, cuyo texto fue
publicado en la revista de Investigaciones Históricas JUAN MANUEL DE
ROSAS, dijo:
El Banco de 1854 era el del Estado desde 1836 y Vélez no
hizo otra cosa que tomarlo tal cual existía, vale decir es el Banco creado por
Rosas con los restos del Banco Nacional.
Para conocer la obra de esta mentada institución, lo
mejor es referirse a los que han historiado la época, con menos técnica financiera,
pero con más veracidad de lo que sucedía.
Oigamos a don Mariano Pelliza, unitario, enemigo de
Rosas, que desempeñó la Subsecretaría del Ministerio de Relaciones Exteriores
por muchos años, hasta su muerte. Lo que sigue son transcripciones de su libro La Organización Nacional:
“Este original establecimiento de crédito –dice Pelliza-
a que se llamó el coloso de los Bancos, el rey de los Bancos, no era más que
una modesta Caja de Ahorros donde los pobres llevaron sus economías, para que
los ricos que no tenían dinero disponible pudieran abrirse grandes créditos y
entrar en las especulaciones que vamos a descubrir.
“Estos depósitos acumulados llegaron a ser millones, que
el Banco, según su estatuto, prestaba libremente, descontando letras y pagarés
comerciales con un reducido descuento del 7% anual o ayudando a los
industriales o comerciantes de menos cuantía, con préstamos al mismo descuento
y amortización trimestral de 5%...
“Los que facilitaban el dinero en hipoteca eran los capitalistas
(los privilegiados, agrego yo) que obtenían del Banco las cantidades que
querían al 7% y que, con toda seguridad, la imponían en hipoteca sobre
excelentes propiedades en la Capital o en la campaña al 18%. Tan enorme usura
recogida sin trabajo ni modestia, acrecentaba enormemente las fortunas, que
hemos visto llegar a ser fabulosas”.
Agrega Pelliza: “No era difícil que al vencimiento
faltase la cancelación. Renovábase entonces el compromiso aumentando el
préstamo para percibir los nuevos intereses, y a poco de andar por este camino
de las renovaciones, llegaba la citación del remate, o el prestamista venturoso
se quedaba con la propiedad. Así el Banco contribuyó con sus préstamos
liberales a levantar muchas fortunas, y con egoísmo impremeditado a la ruina de
personas que, poseyendo bienes tenían que sacrificarlos a la usura de los
capitalistas provistos, para esos negocios, en las cajas del mismo
establecimiento”.
El negocio que se hacía con los agricultores era aún más
escandaloso. Oigamos:
“El generoso capitalista, se presentaba en la comarca con
la bolsa repleta de caudales y, a todos los que le merecían confianza
ofrecíales ayudarlos en sus cosechas, nada más que en sus cosechas,
proporcionándoles dinero al modesto interés del 5% mensual.” Es decir ¡al 60%
anual!
Ya conocemos, como se conseguía el dinero y cómo se
invertía sin rendición de cuenta, merced a las extraordinarias acordadas a los civilizados para disponer del tesoro
público.
Hemos visto también, cómo la célebre institución bancaria
de la Provincia, distribuía el dinero de sus cajas para beneficiar a los
‘civiles’ allegados.
Ahora agregaremos que el tesoro público también sirvió a
la gloria de sus gobernantes.
Alberdi,
refiriéndose a don Bartolo dijo
(advierto que lo dijo en 1874, años después de ser Mitre presidente): “Son juguetes que cuestan millones”,
agregando en un capítulo que titula: “Popularidades
que aumentan la deuda”:
“Una gran parte de la deuda
actual, proviene del dinero tomado a préstamo por el Estado y gastado en formar
la popularidad de sus gobernantes.
“La popularidad de Mitre (y de
otros que no nombro), que lo elevó y mantuvo en el poder, cuesta millones a la
República Argentina y a Buenos Aires.
“Esos señores no han ganado por sus escritos ni
discursos, sino por sus empleos públicos, en que han podido dar otros empleos
subalternos; es decir, salarios, comisiones; es decir, concesiones de obras y
trabajos; es decir. beneficios; y, por fin, dinero público en otras mil formas
de inversión, para pagar recompensas y servicios personales”.
Nota del blog: ya al día siguiente de Caseros los próceres unitarios, los de los bronces
repartidos por todo el territorio, para que nadie deje de venerarlos, estaban
tramando como estafar al Estado y al pueblo.
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