sábado, 7 de noviembre de 2020

 

Sobre el Gobierno

UNA NACIÓN SIN IDEALES PATRIÓTICOS SOBERANOS SUSBSISTE DOLOROSAMENTE HASTA SU DESAPARICIÓN IRREMEDIABLE. 

                        Padre Leonardo Castellani                                                                                                           

                                              Escribió un artículo incluido en el libro “Cristo y los Fariseos”, del que extraemos unos párrafos que nos conciernen políticamente. (ed. Jauja, pgs.223 sgs.).

[…] Es inútil: una sociedad cualquiera debe conspirar a algo común y para ello debe estar gobernada. Ese algo no puede ser la mera conservación de la misma sociedad y mucho menos (si es religiosa) el rejunte de dinero, o de la “falsa gloria que dan los hombres”. Ese es el tema de esta carta.

Sin conspiración a un ideal, toda sociedad se va contra un escollo. Conspirar a algo, y gobernar, significa tener los ojos constantemente puestos en el fin común y medir con él todas las cosas. Porque la sociedad no es tal sino por causa de una obra que hacer en común. La raza, el idioma, la religión, las fronteras son los elementos materiales de una nación; lo formal es el “quehacer colectivo”. Quitado esto languidece y se hunde la sociedad. El hombre va en la sociedad como la gota en la nube viajera. Pero para esto es menester que viaje la nube. Si la nube se estanca, la gota se pudre o se disuelve con acompañamiento de tronidos. Pues bien, eso le está pasando a nuestra amada Provincia [Jesuita], por falta de visión ideal arriba: no hay obra común ni quehacer colectivo. Somos una nube de tronados.

 Agudísima fue la conocida cifra política de Saavedra Fajardo: una flecha vertical y debajo el lema: “O sube o baja”. Eso es una sociedad. No es una cosa sino un movimiento. Es en todo instante algo que viene de- y va hacia. Córtese por una hora la vida de un Estado civil que lo sea realmente, y se hallará una unidad de convivencia que parece fundada en tal o cual elemento material: sangre, idioma, fronteras naturales. Una interpretación estática nos llevaría a afirmar: eso es el Estado. Pero pronto advertimos que esa agrupación humana está haciendo algo en común: conquistando otros pueblos, defendiendo sus intereses, fundando colonias, o independizándose o federalizándose. Es decir que en toda hora está superando el principio material de su unidad.  

 

Nota nacionalista del blog:  

El Estado debe unir a los miembros de una sociedad en el amor patriótico, (San Agustín), para que el entusiasmo los encamine hacia la grandeza nacional y el Bien Común. Para lo cual debe respetarse y acentuarse la esencia tradicional argentina, católica, hispánica y federal. Éstos son nuestros fundamentos argentinos, y por ellos  existe la Patria.

Los extranjeros de otras creencias que vivan en nuestro suelo, las mantendrán en su vida familiar, pero deben respetar públicamente esos fundamentos de la agentinidad que consolidan la unidad nacional.

Cuando un gobierno nacionalista, de la mano de un auténtico Caudillo nacionalista, como fué don Juan Manuel de Rosas, imponga un ideal político de grandeza nacional será respaldado por el entusiasmo patriótico popular; pues se sentirá elevado, participando realmente, en su medida, de su connatural vida política.

Al tiempo que desaparecerá este Régimen entreguista, antidemocrático oligárquico e inmoral, (que se nombra indistintamente gobierno liberal, democrático, progresista o montonero marxista); incitador y promotor de falsas divisiones y enfrentamientos entre los argentinos. Y con él desaparecerán todos los políticos corruptos entreguistas.

Por eso, para mantenernos sometidos como una factoría, los gobiernos cipayos, están cuidadosamente anulando el sentimiento patriótico de la población, incluso entre los escolares; impidiendo que resurja el entusiasmo de vivir en una Nación soberana.                                                                                                                                                                                                                         

Un gobierno ejercido paternalmente, sea monárquico, presidencial o dictatorial, puede propiciar los ideales políticos trascendentes; anulando el egoísmo y el resentimiento fomentado por las ideologías disolventes.  ¡Qué Dios nos aliente en la espera!

 

 

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