CAPITALISMO USA: SIN ESCRÚPULOS MORALES.
Durante un debate
en la TV, sobre el fraude electoral que, según parece, se descubrió en los
EEUU, uno de los panelistas expresó su asombro y e indignación por dudar de la
honestidad política norteamericana, cuna y paradigma de la democracia mundial…
¡Palabras increíbles!
Estúpidas e insidiosas, dichas por un personaje ‘lunático’, al que no le resultó
convincente la historia de estos dos últimos siglos, donde se manifestó la perversa
política aplicada por los yanquis en nombre de la ‘democracia’; mintiendo y
engañando maquiavélicamente, a propios y extranjeros, para lograr violentamente
poder y riquezas, (Torres Gemelas, Pearl Harbor, racismo, Maine, etc.). Entonces,
¿qué impedimento moral podrían tener estos políticos para organizar un sencillo
fraude electoral?
W. Sombart,
en “El Burgués”, 161 sig., de donde extraje los párrafos que a
continuación publico, expone claramente
la mentalidad del empresario norteamericano, actuando con ambición sin límites,
ejerciendo un liberalismo extremo, impregnado de la inmoralidad que proviene de
la “religión del comercio” calvinista.
Es razonable comprobar
que este culto inmoral a Mamón, -para llegar a ‘Jehová’-, impulsa las acciones
de los trust y de la política norteamericana. Actualmente, de acuerdo a lo
actuado en esta época de la ‘Pandemia’, la aplicación de las vacunas, las
drogas, la reducción de la población mundial –abortos e eugenesia-, el gobierno
universal, la difusión de la inmoralidad, etc. son maniobras expresamente
programadas y ejecutadas por ciertos personajes siniestros e inescrupulosos.
¡Son para ellos
realizaciones ineludibles, pues rinden beneficios incalculables! ¡Pues ellos
todo lo pueden! ¡Para ellos todo es posible! ¡Las ‘Tablas de la Ley’ que manejan
los autorizan a hacer y deshacer los que se les antoje! ¡Peor aún, es lógico
que se encuentren obligados a programar cualquier maldad y crimen, mientras
rindan utilidades!
Escribió Sombart:
“Un tipo [de
empresario] que se hace cada vez más frecuente, sobre todo en los EEUU a medida
que las empresas se amplían, es aquel al que damos el nombre –a falta de otro
mejor-, de capitán de empresa. Estos
hombres encaran la combinación de los diferentes tipos que ya conocemos: son, a
la vez, filibusteros y calculadores, señores feudales y especuladores, como lo
comprobamos a través de los ejemplos norteamericanos que nos proporcionan los
magnates de los monopolios colosales”.
“Se proclama una libertad ilimitada, se exige la
supresión de todo lo que pueda oponerse a la obtención del lucro. Se trata, en
primer lugar, de la libertad formal, de la libertad de obrar y de holgar, a la que
considera como un factor esencial para la adecuada conducción de los negocios.
Se soportan con paciencia las restricciones impuestas por el derecho y la
moral. Sin parar en los demás, se querría tener el derecho de hacerles la competencia
desleal cuando el interés propio lo exigiese (y esta es la razón por la que se
renuncia también a la autoprotección); Se encuentra mal que el Estado o los representantes de los obreros digan su palabra cuando se trata
de concertar contratos de trabajo. Se repelen todas las trabas de épocas
anteriores. No se confía más que en la propia fuerza y en el juego natural para
asegurarse el éxito económico. (pg. 172).
“Un ejemplo elocuente de
esta ausencia de escrúpulos lo suministra la manera de proceder de los trust norteamericanos. […] Estas prácticas nos muestran, a lo vivo,
el significado de no arredrarse por escrúpulos ni detenerse ante ningún medio
susceptible de contribuir al éxito de la empresa. Para ensanchar su mercado, el
trust no hesitó en malvender sus productos,
en acordar a los intermediarios descuentos increíbles, en imitar a marcas
conocidas y en vender un producto inferior de apariencia engañosa.
[…] A los grandes
triunfadores de la carrera del capitalismo moderno se les puede aplicar lo que
se dijo recientemente de Rockefeller, a saber, que se han “sabido sustraer a
toda moral, con una falta de escrúpulos ingenua y natural”. El mismo John
Rockefeller, cuyas memorias reflejan a las mil maravillas esta mentalidad
infantil y simple, podría resumir su Credo
diciendo que está dispuesto a
subvencionar a un ejemplar con un
millón de dólares, a condición de que poseyendo las virtudes positivas
necesarias esté “desprovisto de todo escrúpulo” y demuestre suficiente coraje
como para “sacrificar, si fuera menester,
millares de personas”… *
Werner Sombart.
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