*La Democracia totalitaria,
(Frases tomadas del
libro: “Nos los Representantes”, de José María Rosa, pg. 360)
EL PAÍS LEGAL.
La constitución de
1853 no se cumplió estrictamente ni podía cumplirse. La constitución no existió
como un sistema jurídico; vivió como un instrumento de dominación, temida por
los unos y adorada por los otros como tal.
No hubo Presidentes, ni legisladores, ni federalismo
ni nada de eso que esperaron, con mayor o menor ingenuidad los hombres del 53.
Presidente es quien preside, ejecutivo el que ejecuta; y ni Mitre, ni
Sarmiento, ni Avellaneda, ni Roca ni sus sucesores presidieron o ejecutaron;
sencillamente mandaron. Mandaron con
el congreso, sin el congreso o contra el congreso, y las más de las veces con
‘estado de sitio’. Tampoco los legisladores legislaron; su misión aparente era
decir discursos que pocos oían en el recinto y ninguno leía en los diarios de
sesiones, la trascendental era conseguir del Jefe de Estado el mayor número de
puestos públicos para su clientela electoral, o influir en las concesiones que
reclamaba la otra. Los gobernadores tampoco gobernaron, si “gobernar” se
entiende por conducir; en el siglo XIX el comandante de las fuerzas nacionales
preparaba una “revolución” local, por orden del ministro de guerra, si no
marchaban a la cadencia del Presidente; en el XX no hubo necesidad de
revoluciones porque los abogados descubrieron el “derecho de intervención” en
la construcción gramatical de los arts. 5º y 6º. El gobernador fue solamente el
“agente del P. E. nacional” que previsoiramente habían puesto los reformadores
del 60 en la constitución. Diputados que gestionaban puestos de maestras y
jueces temerosos de ser echados por un cambio administrativo, completaron el
equilibrio provincial de poderes.
El desorden escrito había substituido al
orden consuetudinario; el país legal del 53 al país real de la Independencia y
la Restauración.
[…] “El presidente tiene un poder
más grande que el que tuvo Rosas, sin la valentía de confesar la suma del poder
público no el prestigio del Gran Caudillo. Es un dictador por 6 años, cuya
voluntad es omnímoda. Pero es un mal dictador pues puede gobernar de espaldas
al pueblo, lo cual no está permitido a los dictadores. Y es elegido, no por
voluntad del pueblo, no por eclosión maravillosa y magnífica del démos, como
fue elegido Rosas y como fueron elegidos todos los dictadores francos, claros
del mundo, sino por fuerzas tenebrosas que se mueven en los corrillos de los
comités, de las legislaturas y de las casas de gobierno. En los actos de los
dictadores que no tenían miedo de llamarse dictadores, alentaba el pueblo del
cual el dictador era el Caudillo, es decir, la expresión. En los actos de los
dictadorzuelos falsamente democráticos viven las fuerzas anónimas de las
grandes empresas comerciales o industriales, para las cuales la Patria empieza
y termina allá donde empiezan y terminan sus intereses” (O.R.Amadeo, Política.
Bs. AS. 1916).
José María Rosa
Comentario del blog: La democracia en argentina es totalitaria
pues fue utilizada como ‘instrumento de dominación’ desde la implantación de la
Constitución de 1853, como alerta Rosa con razón. Desde ese entonces, el Régimen liberal gobierna
ferreamente Argentina. Ahora bien, para
degradar un país, la clase política liberal necesitaba engatuzar al pueblo para
mantener la paz social, y convencerlo de que su voto tenía importancia decisiva
en la política nacional. Este fue el gran fraude nacional, pues afecta a la
esencia misma del Sistema; mientras que el robo de urnas o el voto compulsivo,
que se dieron profusamente, carecían de importancia.
Así fue como,
lentamente, fueron corrompiendo al pueblo, ese pueblo que vivió heroicamente
bajo el gobierno de don Juan Manuel, repitiéndole machaconamente que es él
quien en realidad gobierna soberanamente. ¡Hasta que se creyó a pie juntillas
la indigna demagogia! Quedando feliz por ser obediente ciudadano suicida. Al
punto de exaltarse en la defensa del sistema partidocrático, que es su enemigo,
injuriando al que lo ataca: no sos democrático, sos fascistas, o nazi, o
totalitario.
En realidad, el Régimen liberal democrático no representa
al pueblo, sino a los intereses plutocráticos. El pueblo masificado vota aunque
no sabe ni entiende, como es natural y lógico. Porque si supiera y entendiese,
sabría que el sufragio partidocrático es un fraude, y no votaría, repudiándolo.
Un ignorante me reprendió: usted protesta contra la ‘democracia’,
pero gracias ella mantiene su
insignificante blog. Yo opino de lo que se, pues en mi juventud Dios me otorgó
la Gracia de escuchar, leer y asimilar a los grandes maestros nacionalistas que
hacían Patria en ese lejano entonces. Yo repito al pie de la letra sus
enseñanzas, pues gozan de plena actualidad; y sólo me animo a glosarlas. Más no
debo hacer. Esas palabras esclarecidas están ahogadas hoy día por el cuarto
poder.
Existe una confusión premeditada que torna peligrosísimo
consultar al pueblo en el estado en que se encuentra: atomizado, sin cuerpos intermedios, confundido
el entendimiento, ¡y hasta el sentido común!, por la escuela y la TV. Sin
Caudillos que lo representen. Pero el Régimen de la democracia totalitaria los
obliga a opinar y a votar. Todos opinan, todos votan; votan los diputados y los
mercachifles, las abortistas y los obispos, las maestras y los extranjeros, los
protestantes y los delincuentes, llenando de lugares comunes y hasta de insensateces
la turbiedad del ambiente político. Mientras el Régimen usa el ‘cuarto poder’
para fomentar y alentar el fraude. Siendo el resultado final siempre el mismo:
desazón, resentimiento, fracaso.
Hoy día, ‘corona’ mediante, el absolutismo democrático
tomó características abyectas, recluyendo a las poblaciones aterrorizadas en ‘campos
de concentración’ domiciliarios; siguiendo órdenes del mundo judeo/calvinista. Considerando
el éxito de esta campaña, ya podría hacer con los pueblos lo que se le ocurra.
Algunas personas más advertidas sufren una soledad
decepcionante y una ignorancia esclavizante frente al absolutismo del Régimen
entreguista y cipayo; indignadas por el manipuleo, y comprendiendo que gobierna
siempre contra sus intereses; al punto que actualmente ha quitado al pueblo su dignidad,
su patriotismo y hasta sus medios de vida.+
"Solamente los secretos insignificantes necesitan protección. Los grandes encubrimientos están protegidos por la incredulidad pública."- Marshall McLuhan
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ResponderEliminarhasta los simpson los predijeron