Extrema
derecha
Un PP (iniciales de periodista o
político, lo mismo da, porque son intercambiables en sus oficios, ejecutados
deplorablemente), se refirió, no sé porque motivo, a un “grupúsculo” de
individuos, del que formo parte, por la gracia de Dios, llamándonos con el
epíteto más infamante que los liberales pronuncian: “extrema derecha”. Y a
continuación de lo cual nos nombran con una retahíla de los insultos más osados
e injustos que ellos imaginarse puedan; y tanto, que estos PP deben inventar los
más viles, para congraciarse con los “amos”: anti-demócratas, racistas,
genocidas, nazis, patrioteros, etc.
Y todo esto porque somos
fundamentalmente anti-liberales y anti-marxistas; o sea los verdaderos y únicos
opositores a la existencia misma del Régimen corrupto; en donde ellos maman. Y
esto les resulta imperdonable. Somos la escoria política, que no podemos ni
debemos convivir con los “demócratas”; no dándosenos cabida en ningún medio
periodístico. Somos parias, excluidos, discriminados. Más aún, no existimos
como seres reales, nos consideran sombras malignas del Averno.
Ahora bien, el verdadero nombre
de este “grupúsculo” es: NACIONALISMO, el movimiento político arraigado
noblemente en la gran tradición hispánica y federalista; Nacionalismo es la
Patria erguida y exaltada para lograr el destino histórico que le asignó Dios;
es la Patria que lucha por recuperar su identidad. Ni patrioteros, ni nazis, ni
genocidas, ni racistas, ni anti-demócratas.
Somos ARGENTINOS, que ponemos la Patria
sólo debajo de Dios. Herederos de los héroes federales asesinados por los
unitarios ¡Porque las ideas liberales asesinan! ¡Las conciencias cipayas no
perdonan a los patriotas!
Actualmente nos siguen asesinando
políticamente por ser los verdaderos argentinos, empleando cualquier medio,
legal o no, honrado o delictivo, comenzando por una ruin campaña de difamación,
que emprenden absolutamente todos los medios periodísticos. Porque excluir de
los medios de publicidad, en “democracia” es la muerte política. La “democracia”
partidocrática, la que nosotros anatematizamos, porque no es demócrata, vive de
la publicidad. Que de alguna manera hay que pagarla- con dinero del pueblo, por
supuesto-. Y la única publicidad que nos ofrecen es cuando nos infaman públicamente.
Entre nosotros, cuando formábamos el
Movimiento Nacionalista de Jujuy, el “turco” dueño del lamentable diario
“Pregón”, si queríamos publicidad nos cerraba las puertas, pretendiendo
cobrárnosla mucho más cara que la propaganda comercial, siendo que debía ser
gratis.
Ahora bien, en un extremo del
semicírculo del salón parlamentario se sientan otros extremistas, los de la
izquierda. Pero a diferencia del trato excluyente que nos aplican, para ellos
son todas zalamerías, pues son unos muchachotes inocentones, algo utópicos,
alegres y un poco bullangueros; y si alguna vez se les va la mano tratando de
asesinar policías, son efluvios del entusiasmo juvenil, nada reprochable, por
tanto. Son considerados profundamente democráticos y adhieren al Régimen (para
que todo siga igualmente corrupto). Y por si fuera poco, son benefactores del
proletariado, como documentan la vida suntuosa que lleva la gente menesterosa en
Cuba y Venezuela.
Ya Molnar
en sus libros sobre USA denunciaba como,
en ese reino de la democracia, se excluía, no sólo de la vida política, sino aún
de la social, a los que se quejaban del “Sistema”, mirándolos con mala cara,
condenados al aislamiento y la discriminación. Allí está mal visto hablar de
política en las reuniones, por miedo que algún zafado critique al “Sistema”. Igualmente,
en nuestro país, cuando pretendemos exponer nuestras ideas nacionalistas, nuestros
conciudadanos, con su liberalismo entrañable y obtuso nos consideran locos
sueltos; no entienden lo que decimos. Es que copiamos sólo lo malo de
yanquilandia.
José Antonio Primo de Rivera, mártir del
nacionalismo español, decía, con toda la razón del mundo, que Falange estaba por encima de esa división
ficticia entre derechistas e izquierdista, que rezuma un tufo sangriento al Terror
de la guillotina; y estaba por encima, porque ni derechas ni izquierdas
representaban a España. De manera semejante, entre nosotros, ni los partidos
derechistas ni los izquierdistas representan a la Patria, y ninguno de ellos
podría concebir y cumplir el lema falangista: PATRIA, PAN Y JUSTICIA, que
hacemos nuestro. Y menos aún, como
decía, lograr la soberanía nacional. Los primeros por la cicatería liberal de
esos “bolcheviques de los privilegios”, temerosos de perderlos, que gobiernan
sin pan ni justicia para los más necesitados; mientras los zurdos prometen
utopías que nunca han cumplido ni cumplirán porque son, una vez en el poder,
tan descaradamente privilegiados como los otros. Todos ellos son materialistas
que no conciben la grandeza argentina, rechazando una verdad política
fundamental: sin Soberanía política no habrá Justicia social ni Independencia
económica. El nacionalismo, por el contrario, conjuga el amor a la Patria y el
amor a los más necesitados; para lo cual la Revolución nacionalista y federal,
deberá acabar con las falsas disputas parlamentarias entre esas dos variantes
políticas de un mismo proceso desintegrador de la Patria.
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