Interesante artículo tomado de la revista SISINONO de
mayo 2009, donde se demuestra que la religión predominante en EEUU, el
puritanismo-“americanista”, es ni más ni menos
“una especie de judaísmo
talmúdico para los gentiles”, que se difunde por todo el mundo y llegó a nuestro
país, transformando la religión, la política, la moral, todo lo que nos define
como nación soberana, ante la mirada boquiabierta de los cipayos encandilados:
políticos, periodistas, Obispos, que ya tratan de acomodarse para sobrevivir al mesianismo talmúdico
globalizador, salvador del mundo.
Pero protesto, antes de comenzar su transcripción,
anotando esta salvedad: erróneamente, como ocurre generalmente en casi todas
las publicaciones europeas referidas a nuestro Continente, el autor designa a
los EEUU con el nombre genérico de América, como si ningún otro país existiese
en el Continente. desconociendo las diferencias excluyentes históricas,
religiosas, políticas, geográficas, entre América protestante y América
católica. ¡Nos relegan al olvido! ¡Desestiman las glorias de la España conquistadora
y evangelizadora!
¡Los europeos, psicológicamente apabullados, no logran
evadir la influencia obsesionante de la ilusión calvinista de Eldorado del dólar,
quizá ofuscados por las maravillas de Hollywood; que pesa aún sobre ciertos católicos, impidiéndoles distinguir y respetar las
diferencias entre los dos mundos! ¡Inclusive afirmando, sin más, que la
religión predominante en el Nuevo Mundo es el puritanismo! Es una actitud
europea enferma grave y ofensiva.
LOS “PASTELEROS”
NEOCOM.
LAS RAÍCES PURITANAS DEL
ESPÍRITU AMERICANISTA.
PROTESTANTISMO MODERADO Y
PROTESTANTISMO RADICAL.
Dijimos otrora (SISINONO enero 2009) que animados con el
propósito de presentar como un unicum la
civilización americana y la civilización europea, los “neo-conservadores” no
dicen ni una palabra respecto de la profunda fractura que el protestantismo
provocó en la historia de Europa, como que el espíritu americanista hunde sus
“raíces” en él.
La cristiandad vivió una gran crisis en el siglo XVI con
el protestantismo, que despedazó la unidad político-religiosa que existía
merced al Papado romano y al Sacro Imperio. La Iglesia romana había conocido
herejías desde su nacimiento, más había triunfado sobre ellas. La rebelión
herética de Martín Lutero (+1546), en cambio no pudo ser contenida y arraigó en
Europa del norte (especialmente en Alemania), donde los herejes se volvieron
mayoritarios y se organizaron en iglesias autónomas sostenidas oficialmente por
los príncipes alemanes. El protestantismo, en efecto, rechaza la Iglesia de
Roma (su credo, sus sacramentos y su ley) y el papado, y niégalos orígenes
apostólicos y petrinos de la esposa de Cristo.
Los Países Bajos (1) y las naciones escandinavas
(Dinamarca, Noruega, Suecia, Finlandia) siguieron a Alemania, la sobrepasaron
acusando a Lutero de moderación excesiva. No obstante, ya en Alemania se habían
dado manifestaciones extremistas con el movimiento de los campesinos (el
anabaptismo, que considera válido sólo el bautismo de los adultos). Parece4 ser
que estas corrientes llevaron al luteranismo a sus últimas consecuencias,
inclusive la negación de la Santísima Trinidad y de la divinidad de
Jesucristo. En Suiza, Juan Calvino
(+1564) exasperó la doctrina predestinacionista luterana y presentó el éxito
terrenal y mundano por signo de beneplácito divino. El calvinismo se denominó
“puritanismo” porque quería purificar la iglesia nacional anglicana de
cualquier residuo de papismo; desempeñó un papel de primera magnitud en el
nacimiento de América y del espíritu americanista, sobre todo por conducto de
sus pilares principales: el éxito mundano-económico y el antitrinitarismo.
EL PARAÍSO EN LA TIERRA.
EEUU “ha buscado siempre las raíces más profundas
de su identidad” en la fe de los puritanos radicales o “regenerados”. El
concepto puritano de vocación, “según el
cual el cristiano se manifiesta como instrumento de Dios no en los heroísmos de
la vida monástica, sino aceptando la propia posición en el mundo…, obrando con
éxito en el reino del demonio” (T. Bonazzi, Dizionario di política), entró en la sangre de los EEUU. La
“vocación” o ascesis terrenal y “mundana” de que habla el profesor Tiziano
Bonazzi es típica del calvinismo puritano, del americanismo, y hoy, del
neoconservadurismo cristianista.
El puritanismo se caracteriza, escribe Monseñor Leone
Cristiani, por ser “un partido y una
actitud psicológica en el seno de las diferentes confesiones [protestantes]…
cuyo propósito estriba en purificar la Iglesia de toda mancha papista […]; el
puritanismo es el hombre de la sola Biblia [sobre todo del Antiguo
Testamento]… las imágenes grandiosas de
la literatura hebrea le confirieron un extraño acento al sobrio entusiasmo del
puritano, que se volvió sentencioso, dogmático, apocalíptico […]. Entre las
consecuencias importantes del puritanismo figura el origen de las colonias americanas. Los famosos Padres Peregrinos,
que emigraron a América en el 1620 a bordo del Mayflower, eran puritanos. […]
fue responsabilidad del puritanismo, asimismo, la creación de aquella gentry
(gente bien) y aquella burguesía de comerciantes ingleses, severos, ávidos de
ganancia, que consideraban la riqueza como una bendición del cielo y la pobreza
como efecto del vicio” (10). El mismo Monseñor Leone Cristiani escribe en
el Dictionnaire deThéologie Catholique, voz Puritanismo): “El puritano tiene un espíritu de dureza y ostentación que huele a
fariseísmo: a) el culto de sola la Escritura [el espíritu subjetivista
revolucionario y milenarista: nota del autor];b) el dogma calvinista del predestinacionismo; el puritano es el hombre
que se siente predestinado para dominar el mundo […]. El puritano creó en el
campo moral el gusto por la “honorabilidad” impecable, que no está exenta del
peligro del fariseísmo… el cual se expresa en la observancia exterior y
escrupulosa dela ley, terminando así por favorecer la hipocresía, que cubre de
bellas apariencias los vicios escondidos e identifica falsamente la
honorabilidad con la santidad”.
Uno de los mayores escritores americanos, Charles Austin
Beard (1874-1948), explica en su monumental obra Nacimiento de la civilización americana (1927) que los puritanos
que se trasladaron a América estaban convencidos de ser el pueblo elegido al
cual le había sido destinada aquella tierra rica y poderosa, una especie de
paraíso en la tierra o tierra prometida. Georges Batault, por su parte, muestra
muy bien en Judaisme et puritanisme
(1921) la afinidad que liga al judaísmo talmúdico con el puritanismo (11). La
pseudorreforma protestante, explica el autor, fue esencialmente antirromana y
descubrió en la tradición judía tanto el espíritu de rebeldía y el milenarismo (Apocalissi giudaiche, en el Dizionario
Biblico, de Spadafora) cuanto la mentalidad mercantilista propia del
librecambismo angloamericano.
El puritanismo nace de la unión del anabaptismo con el
calvinismo; se funda en el libre examen luterano, o sea, en la interpretación
libre y subjetiva de la Biblia, con el resultado de interpretarla en un sentido
exclusivamente literal y material (como los judíos); de ahí que encuentre en el
Antiguo Testamento el espíritu farisaico del judaísmo postbíblico. Según
Batault, se puede decir que el puritanismo es una espacie de judaísmo talmúdico
para los gentiles.
Sigue diciendo Batault que los puritanos ejercieron un
gran influjo en la constitución de América; mejor dicho: fueron los auténticos
creadores del ideal americano. Hasta tal punto convergen los papeles
desempeñados en América por los judíos y los puritanos, que no es posible
distinguirlos. Los Estados Unidos se han convertido en la mayor potencia
política, económica y militar bajo el influjo judeo-puritano; además el
espíritu judeo-puritano se ha difundido en todo el mundo por conducto de
América.
Me parece que se puede afirmar que mientras en Europa el
judaísmo no pudo aprovecharse de la ayuda de la religión madre europea, el
catolicismo romano, que también en este
punto ejerció su función de “contenedor” del “misterio de iniquidad que está en
acción en el mundo” (San Pablo), en América, en cambio, la religión predominante
en el Nuevo mundo, el puritanismo, le dio no sólo tolerancia y emancipación
asimiladora, sino también plena libertad religiosa, social y política, que hizo
de él una sola cosa con el americanismo y lo convirtió en el padre cofundador
de los Estados Unidos: puritanismo y judaísmo sionista son coesenciales y
tienden teológicamente al dominio del mundo y a su transformación en una
especie de paraíso en la tierra en virtud del bienestar material obtenido
mediante el espíritu liberal-mercantilista (12).
Agostino Degli Espinosa escribe: “Europa lo era todo hasta finales del 1400, es decir, estaba ella sola
[…]. La Reforma luterana es el comienzo
del surgimiento de un mundo nuevo junto a este antiguo […]. El primer hecho que marcó el desgajamiento
material del nuevo mundo respecto del viejo fue el levantamiento de Holanda
contra España […]. El protestantismo
republicano holandés […] trasmigró
después a Inglaterra, donde, a diferencia del anglicanismo, que conservó su
carácter imperfecto al permanecer monárquico y no lejos del catolicismo en lo
dogmático, llegó a la extrema perfección política (con el republicanismo) y
religiosa (con el antitrinitarismo y la antirromanidad). […] Por eso es posible […] llamar puritano o protestante al movimiento
innovador y católico al conservador, en la lucha que se trabó desde el siglo
XVI en adelante […]. El siglo XVI
marca, en efecto, una revolución social de carácter económico; la industria,
partiendo de Italia, penetraba las demás naciones… unas naciones que antes
habían sido predominantemente campesinas y guerreras […]. Lo que colonizó América… no fue sólo la
religión… sino también el amor a la libertad universal [lo cual es históricamente falso, nota del
blog]. Los hombres que abandonaron sus
casas de Inglaterra […] para irse a
vivir al salvaje Nuevo Mundo eran los auténticos rebeldes a las leyes que
reinaban en el viejo mundo europeo […]; tales
hombres eran principalmente puritanos […] que lucharon contra la imperfección de la reforma religiosa anglicana y
contra la limitación de ésta al campo religioso […]. Sus adeptos emprendieron el camino de ultramar […] en busca de una tierra virgen donde crear el
Estado ideal, antimonárquico y anticatólico” (13).
El mencionado autor explica asimismo que América fue
sacudida por dos corrientes diferentes del mismo protestantismo: la inglesa,
conservadora y tradicional [anglicana y no excesivamente antirromana desde el
punto de vista dogmático” (14). Tales corrientes eran dos ramas de un mismo
árbol, pero mientras que Inglaterra se hallaba trabada, desviada e incompleta
en sus realizaciones a causa de la educación autoritaria y jerárquica aún
viva”, Holanda, “en cambio, era libre y estaba decidida a llegar a las extremas
consecuencias lógicas a las que tendía” (15). Ambas corrientes se volvieron a
encontrar en América, donde, sin embargo, prevaleció la más radical, de cuño
holandés. En efecto “hay que convencerse
íntimamente… de que la vida de las colonias americanas no es la continuación y
el perfeccionamiento de la vida inglesa”, sino que “la única nación europea de la que deriva la americana […] es Holanda (16), republicana,
democrática y anticatólica (entendemos por catolicismo lo siguiente: unidad y
trinidad de Dios; encarnación, pasión y
muerte Jesucristo, Verbo encarnado, consustancial al Padre y al Espíritu
Santo).
DAR GATO POR LIEBRE.
Se denominan antitrinitarios todos aquellos “que profesan
algún error contra el misterio de la Santísima Trinidad, ora afirmando que hay
en ella tres naturalezas (triteístas), ora sostengan haber en ella una sola
persona (monarquianos), ora nieguen la divinidad de alguna de las tres personas
divinas”.
La corriente antitrinitaria moderna surge en Holanda, en
el siglo XVI, con el anabaptismo y el milenarismo (próximo retorno de Cristo a
esta tierra), se trasladó después a los EEUU (a donde continuó emigrando hasta
1945) (17). Luego, en el siglo XVIII, el baptismo se adhirió en América del
Norte a la cristología neoarriana, y se llegó oficialmente, en 1719, a la
negación del dogma de la Santísima Trinidad; se formó el unitarismo afínales
del siglo XVIII (18).
Éste se caracteriza por la negación de la Trinidad, a la
que califica de idolatría; estuvo representado en la antigüedad (siglos II y
III) por el modalismo, el monarquismo, el sabelianismo y el arrianismo; en el
siglo XVI tuvo por representante al socianismo (19). La reforma protestante
permaneció fiel originariamente al dogma trinitario ( Lutero, Melanchton y
Calvino), pero sentó las premisas de su negaciónal sustituir la autioridad dela
revelación oraql, escrita y magisterial por el subjetivismo individualista (“a
nosotros nos parece que…”), con lo cual desencadená las reaccioneshumanísticas
antitrinitarias que, partiendo de la academia florentina de lod Médici, de los
talmudistas y los cabalistas del Renacimiento y de Erasmo de Rotterdam, se
propagaron a Hoilanda, Poloniua Inglaterra, y después, a los EEWUU (20). El
socianismo, escribe4 Mario Bendiscoli, es deudor del humanismo estoicizante y
pelagiano (y sobre todo cabalista), según el cual las capacidades éticas
naturales del hombre, que en su opinión no se halla herido por el pecado
original, basta para hacerle observar los mandamientos sin necesidad de la
gracia divina (21). El socianismo asumió la cristología arriana, al decir de la
cual Cristo no es Dios, sino tan sólo un gran hombre, desembocó en la
apocastástasis origeniana (que niega la eternidad del infierno), en el
liberalismo liberal dogmático y en la tolerancia absoluta y por principio, y
finalmente puso en marcha el liberalismo inglés (22). Monseñor Leone Cristiani escribe
que Arrio, en los siglos XVII-XVIII, reavivó en Polonia, Holanda e Inglaterra
y, por último, se estableció en los EEUU, donde conoció una expansión mayor que
en Europa. Antitrinitarios fueron Newton, Clarke y Milton, y como tal se
consideró a Locke. En 1794 los “cristianos liberales” se establecieron en los
EEUU, donde fundaron unas 500 iglesias, con otros tantos ministros y 60.000
fieles (hasta1925) (23). Lelio Socini (+1562) nativo de Siena y estudiante de
derecho en Padua, seguía la corriente del escepticismo humanista (cabalístico y
paganizante). Viajó por toda Europa ejerciendo de intermediario entre los
diferentes heresiarcas protestantes. Calvino lo recomendó al príncipe Nicola
Radziwill de Polonia (1556-1558), país en que fermentaba el espíritu novador
religioso y el irenismo protestante, esto es, la libre difusión y convivencia
de todas las sectas reformistas, por más distintas y contrarias entre sí que
fueran. Su sobrino, Fausto Socini (+1604), Piccolomini por parte de madre (una
familia que dio dos Papas a la Iglesia: Pío II y Pío III), siguió las huellas
del tío y se trasladó a Polonia, con los Hermanos
Polacos, una secta antitrinitaria de Luclawice, en Crocavia. Allí se
desposó con una joven noble del lugar y logró evitar la expulsión que había
decretado el rey Stefano Bathory en 1583 (gracias a la ayuda de la nobleza
liberal polaca, que había fundado varios cenáculos antitrinitarios en diversos
castillos, donde se reunían conventículos de humanistas-biblistas); no
obstante, medio siglo después fue cerrada la sede principal del
“antitrinitarismo cristiano” (24) (auténtica contradictio in terminis, visto que los dos misterios principales
del cristianismo son la Encarnación del Verbo divino y la unidad-trinidad de
Dios.
Naturalmente, el “cristianismo” puritano americano no es
antitrinitario totalmente y por naturaleza, sino que lo es tendencialmente, y
tiende en gran escala a rebajar, a omitir intencionalmente, si es que no a
negar la divinidad de Cristo y la trinidad de las personas divinas. Como quiera
que sea, sigue siendo veterotestamentario por esencia, y el Evangelio es casi
accidental para él. Por eso el puritanismo americano está más cerca del
talmudismo judaico que del cristianismo y del protestantismo de Lutero,
Melanchton y Calvino; sobre todo se opone diametralmente al catolicismo romano.
De ahí que buscar en los EEUU las raíces
del cristianismo europeo es como “dar gato por liebre”.
UN TESTIMONIO NADA SOSPECHOSO.
Monseñor4 Luigi Giussani escribió en 1967 un interesante
libro (Teología protestante americana),
que la editorial Marletti (Génova-Milán) hizo reimprimir en 2003. El fundador
de Comunión y Liberación estudia en
él en profundidad y elogia, con miras ecuménicas, la doctrina protestante.
Procuraré resumir los puntos principales de su trabajo.
Los colonos que huyeron a América eran, sobre todo, “anglicanos, calvinistas luteranos,
‘sectarios’ de diferentes orientaciones, sobre todo baptistas” (25).
Giussani explica que mientras en Europa el anglicanismo, el luteranismo y el
calvinismo permanecieron minoritarios, en los EEUU, por el contrario, el
calvinismo se mostró ampliamente mayoritario y dio a dicho país “un carácter más veterotestamentario que
cristiano” (26). La iglesia protestante americana se organizó en un
“congre3gacionismo”, esdecir, como independi3ente de la iglesia anglicana (si bien
no separada por completo de ésta) (27). La primera generación calvinista
americana (John Cotton +1652) era la “teocracia
feroz… de un Papa con mitra, de una comunidad que odiaba al Papa” (28).
Para ella, sólo los miembros de la iglesia congregacionista americana eran
ciudadanos de pleno derecho, a pesar de que, según su propia doctrina debía
regir una relación de separación total entre la Iglesia y el Estado” (29). El
congregacionismo conocerá su fase democrática con John Wise (+1725), superando
la incongruente teocracia de Cotton –dada la separación entre el poder
espiritual y el temporal-,y motivará la lucha por la independencia americana
(30). La segunda generación calvinista estadounidense (sínodo de Boston, 1662)
amplió el concepto de “iglesia” afirmando que el bautismo podían administrarlo
sólo los perfectos o santos de la iglesia congregacionista, sino, además,
cualquier adepto suyo, aunque no fuese santo o perfecto (31). Por otra parte
Jacobus Arminius (+1609), teólogo holandés emigrado a los EEUU, había impugnado
la rigidez del predestinacionismo calvinista y congregacionista al asegurar que
la libertad del hombre no puede estar determinada por la voluntad de Dios. Eso
significaba la destrucción del corazón de la doctrina calvinista.
Del “arminianismo” nació una corriente racionalista e
iluminista que reemplazó al calvinismo tradicional en el liderazgo americano al
poner en tela de juicio el dominio absoluto de la voluntad de Dios sobre la
libertad del hombre. Pero con Jonathan Edwards (+1758) vino la reacción del
puritanismo ortodoxo y antitradicionalista, que ratificó la supremacía absoluta
de la voluntad divina sobre la iniciativa humana. De Edwards nació una
corriente religiosa llamada “gran despertar”, que propugnaba un renacimiento” (revival) de la vida religiosa fundada
en la emoción sentimental. El enemigo era el deísmo “arminiano”. El racionalismo deísta-liberal
contratacó a su vez, a finales del siglo XVIII y´, rechazando la doctrina
‘revivalista’ edwardsiana, negó asimismo la Santísima Trinidad y la divinidad
de Cristo.
Nota monseñor Giussani con razón que dicha lucha fue sólo
un resultado natural del puritanismo americano, que contenía en sí los gérmenes
de las dos corrientes: la predestinacionista y la racionalista antitrinitaria.
Por eso “este resultado del puritanismo
de la New England no es una sorpresa inesperada: exalta uno de los dos polos de
la tensión dualista que lo caracteriza desde el origen. Por un lado […] una
fuerte percepción de la misteriosidad de lo divino […]. Por el otro […] una exigencia de racionalización” (32). El protestantismo
calvinista americano se ha caracterizado siempre por esta tendencia doble,
hecha de sobrenaturalismo exagerado y fideísta contra deísmo racionalista e
iluminista, de predestinacionismo contra liberalismo humanista y activista, de
fundamentalismo exegético antievolucionista contra secularismo antropocéntrico.
Las consecuencias de esta dicotomía son, en el ámbito moral el rigorismo
farisaico-puritano contra el permisivismo y el laxismo hedonista. A América se
la define, con razón, como “el país más religioso y más secularizado”.
Esto no es una chuscada, es la realidad, que se funda en
el dualismo y la contradicción ínsitos intrínsecamente en el calvinismo, que,
si por un lado es predestinacionista e interpreta el Génesis al pie de la letra
(fundamentalismo exegético), por el otro posee una carga de espíritu de libre
iniciativa y de activismo consiguiente al “dogma” predestinacionista según el
cual la bendición de Dios se ve en el éxito mundano-económico del hombre, quien
se siente así impulsado a obrar libre y
liberalmente para sentirse salvado por el
Dios tirano. De ahí que aunque, por una parte, se insiste en la
rigurosidad y casi en la tiranía dela voluntad divina, por la otra se ve uno
llevado a formar su personalidad –o carácter- como quintaesencia de toda la
moralidad (33). Si se enfoca tan sólo un elemento del protestantismo americano,
no se logra entender el espíritu aparentemente contradictorio del americanismo
y se corre el riesgo de erigirlo en ideal, como hacen los teocon(servadores)
europeos (34).
Las corrientes teológicas americanas posteriores
oscilarán entre teocentrismo tiránico y predestinacionista y antropocentrismo
liberal e inmanentista-panteísta, que son las dos caras de la misma moneda del
puritanismo americano. Esta tensión teológica explica políticamente el paso de
la teocracia calvinista a la de3mocracia puritano-americana.
Un rasgo acusado de la religión protestante americana,
continúa diciendo el cura Giussani, es el concepto de “experiencia religiosa”
de lo divino, un sucedáneo sensista-empirista y pragmatista del voluntarismo.
Dios no es objeto de fe como adhesión intelectual a dogmas revelados y
definidos, ni es tampoco, a la manera kantiana, un producto de la voluntad
humana, sino sólo objeto de experiencia sensible. La existencia de Dios no es
demostrable racionalmente, más es experimentable: a Dios se le “siente”. Fuera
de la experiencia no hay nada: la metafísica ha muerto, el idealismo clásico
está superado; sólo la experiencia sensible es fuente de “conocimiento” y de
acción, conforme al iluminismo filosófico británico, sensista y empirista. “El
temperamento y la cultura de los americanos –prosigue Giussani- rechazan la rigidez y el contraste […]. El
pensamiento americano irá ansiosamente en busca de puntos de contacto entre los
dos polos de lo natural y lo trascendente”, de manera que a Dios, aunque es un
“tirano” absoluto, se le “siente” o experimenta sentimentalmente dentro de
nosotros, y nos hace tan seguros de nosotros mismos que nos empuja al activismo
exasperado.
Ésta es la religiosidad americanista, tan próxima al
modernismo pero celebrad al mismo tiempo por Comunión y Liberación, por los teoconservadores y por Benedicto XVI
en su viaje a los EEUU (abril del 2008), un país definido como “modelo ideal”
de las relaciones entre el Estado y la Iglesia: ¡separación absoluta entre
ambos y libertad para todas las religiones, verdaderas o falsas!
TORQUATO
PEZZELLA.
NOTAS:
(1)- Los países
Bajos se componían de las provincias del sur (la Bélgica actual) que eran
católicas francófanas y las del norte (la actual Holanda que eran de lengua
flamenca y protestantes. Eran tierras muy ricas, dedicadas al comercio
marítimo. El rey de España no toleraba que los holandeses, (súbditos suyos)
fuesen protestantes, por lo que Flandes se rebeló contra Felipe II en 1576,
bajo el caudillaje del holandés Guillermo de Orange.
En Inglaterra, entre tanto, Isabel I, que
quería reforzar la iglesia nacional anglicana, perseguía a los puritanos, que
emigraron a América del Norte. Seguía no sólo una política de expansión
colonial en la América septentrional sino que, además libraba una guerra de
agresión contra la marina española que llevaba a la patria los tesoros delas
colonias americanas, valiéndose de los piratas o corsarios del mar capitaneados
por Francis Drake. La España de Felipe II estaba entonces en su apogeo, pero
comenzaba también su decadencia (1588:
derrota dela Armada Invencible). Junto a España, poco inclinada a la
nueva mentalidad especuladora y mercantilista, también los demás países católicos
comenzaron a declinar frente a los países protestantes, los cuales, por el
contrario, empezaron a emerger y a tomar la delantera económico-política,
mientras que los EEUU perfeccionaron el predominio del protestantismo holandés
y de los Padres Peregrinos ingleses, fugitivos de la madre patria, sobre el
anglicanismo de la corona británica.
(2)- L. Cristiani. Nótese que el puritanismo trasladó la festividad
del domingo (resurrección de Cristo) al sábado judío (reposo de JHWH en el
A.T.) a tenor de la numeración anglicana y calvinista.
(3)- Sobre el problema del judaísmo en Holanda, Inglaterra y
América puede consultarse la voz Ebrei en
la Enciclopedia Italiana, curante
Giorgio Levi Della Vida, quien escribe lo siguiente: “En virtud de la concesión
que Carlos V hizo a los marranos de residir en los países Bajos, no pocos de
ellos se asentaron allí…[…]. Después de la unión de Utrecht […] los marranos comenzaron a […] ejercer una
notable influencia en la nueva república, de suerte que, poco a poco, volvieron
lentamente al judaísmo… […]. El rabinato de la comunidad de Amsterdam… hizo
diligencias para la readmisión de los judíos en Inglaterra […] La
transformación del espíritu religioso en Inglaterra, después de la
preponderancia del protestantismo y de las guerras con España, hicieron pe4nsar
en la oportunidad de readmitir a los judíos […] Oliver Cromwell dio permiso a algunos
judíos, en 1657, para establecerse en Londres. En 1685 un decreto del rey
Jacobo II declaraba libre el ejercicio del culto judío. […] Los judíos se
asentaron en varias colonias de la América septentrional. Se trataba particularmente
de judíos de origen portugués provenientes de Holanda” (pg. 351-2).
(4)- Tocante a la
herejía modernista llamada “americanismo” y condenada por León XIII en Testem benevolentiae (1895), H. Delassus
en L’Americanisme et la conjuration
antichrétienne que en el orige4n del amer5icanismo doctrinal y ascético se
halla la Alliance Israelite Universelle.
(5), (6), (7), y (8)-: A. Degli Espinosa,
Imperialismo USA.
(9)- El más
activo de los antitrinitarios fue Miguel Servet, de quien Monseñor Leone
Cristiani escribe lo siguiente: “Miguel Servet, nacido el 29 de septiembre de
1511 en Tudela (Navarra) […] pretendía
restaurar el cristianismo de los orígenes más allá de la metafísica, la cual,
al decir de él, había destruido la fe primitiva […] Jesús no es un ser trascendente, sino un hombre entre otros hombres: no
es Dios por naturaleza, sino que fue santificado por el Padre […]. Además. Servet se declaró partidario del
antitrinitarismo y definió a la Santísima Trinidad como un ‘cerebro en tres
cabezas’ (…)”. Servet se adhirió a la
Reforma Protestante y sobrepasó incluso al calvinismo al abrazar el
anabaptismo, que dio lugar, en unión con el “puritanismo inglés” tradicional, a
la concepción más radical e innovadora, llamada “puritano-americana”, la cual
es una mezcla de puritanismo y anabaptismo, y, por ende, resulta ser tendencialmente,
y el algunos casos también formalmente, antitrinitaria y negadora de la divinidad
de Cristo (se comprende, entonces, que el judaísmo talmúdico pudiera triunfar
en la América puritano-anabaptista). Escribe también Mons. Cristiani, en la
Enciclopedia Católica que Servet fue “Un
hereje antitrinitario […]. Católico
exteriormente irreprensible, compuso su obra principal, que apareció con el
título de Christianismi restitutio [Restitución del cristianismo] (Viena1533)… Jesús es el Hijo del Dios eterno, no Hijo eterno de Dios […]. Por lo tanto, rechazó la doctrina trinitaria
y del Concilio de Nicea y la cristología del Concilio de Calcedonia […] y afirmó, además, una especie de
milenarismo”.
(10), (11), (12), (13)- Dizionario crítico di Teología. Además de los Socini, fueron unitarios también Giorgio
Biandrata (+1588), quien difundió el unitarismo en Italia del Norte y en Suiza,
y Miguel Servet (+1533), que probó a difundirlo en Ginebra, pero fue condenado
a muerte por Calvino. En tiempos más recientes se da cierto desarrollo de
iglesias unitarias en Inglaterra, con Teófilo Lindsey (+1808), el cual fundó la
Iglesia Unitaria de Inglaterra. Entre tanto Joseph Priestley (+1804) emigró a
los EEUU en 1794 y se unió a los congregacionistas unitarios estadounidenses
que negaban toda fórmula dogmática (reemplazada por la experiencia religiosa),
que profesaban un vago sentimentalismo moral o moralismo sentimental y el filantropismo liberal-.masónico (ibídem).
Secuaces polacos de los Socini fueron Valentín Schlalz (+1622), Adam Goslaw,
Andrés Woidowskj, Juan Crell (+1631), Martín Ruarus (+1657). Sería muy
interesante estudiar sus relaciones con los cabalistas y los talmudista de la academia medicea de Florencia, y con el ambiente
judaizante polaco, que tenía por referencia a Sobbetai Seví primero (1626-1676)
y luego a Jacob Frank (1726-1791). A, Rotondo, Estudi di storia ereticale del Cinquecento.
(14), (15), (16), (17),- Enciclopedia Cattolica.
(18) al (25),-
Teología protestante americana.
(26)- L.
Copertino, Spagetticon.
Pero Giussani es un modernista de aquellos.
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ResponderEliminarInteresante artículo, pero debieron haber cambiado ese término: "americano" y sus derivados por: "estadounidense", por ser mucho más exacto.
ResponderEliminarDesafortunadamente esa impresición llegó a muchos idiomas europeos, incluido el Español peninsular por la mala traducción del término: "America" como "América", cuando en realidad refiere a un territorio: Norteamérica, o más exactamente a una nación: Los Estados Unidos.