jueves, 26 de octubre de 2017

REPETIREMOS HASTA EL CANSANCIO:  EL IMPERIALISMO YANQUI Y EL SOVIÉTICO PLANEABAN EL MISMO FIN: EL DOMINIO MUNDIAL SOBRE PAÍSES ESCLAVIZADOS. A TAL EFECTO, LOS ALIADOS PROVOCARON SUBREPTICIAMENTE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL CONTRA ALEMANIA, NO POR RAZONES HUMANITARIAS, NI RACIALES, NI DEMOCRÁTICAS, NI LIBERALES, NI ANTI-IMPERIALISTAS, CON LAS QUE SE LLENABAN LA BOCA MENTIROSA, SINO PORQUE ALEMANIA DIFUNDÍA POR EL MUNDO, CON SU EJEMPLO, LA POLÍTICA NACIONALISTA DE EXALTAR LAS INDIVIDUALIDADES PROPIAS DE CADA PUEBLO;  CONVIRTIÉNDOSE EN EL OBSTÁCULO QUE IMPEDÍA LA INSTAURACIÓN DEL PODER PURITANO-TALMÚDICO  GLOBALIZADOR.
COMO AFIRMABA EL PROFESOR GENTA, AMBOS FICTICIOS POLOS ALIADOS, TANTO EL PURITANISMO-“AMERICANISTA” YANQUI, JUDEO-CALVINISTA, COMO EL  MESIANISMO ESLAVO, (¿LO ACTUALIZARÁ PUTIN?) , DEPENDÍAN DE UN MALIGNO PODER UNIVERSAL QUE LOS GOBERNABA SECRETAMENTE, (TAL CUAL HOY DÍA), CON  EL MISMO PROPÓSITO:  VOLCAR SOBRE EL MUNDO, LUEGO DE LA VIL TRAMOYA DE YALTA, EL MISMO HORROR DESTRUCTOR QUE LE IMPUTABAN A LOS ALEMANES; PRETENDIENDO ASÍ JUSTIFICAR EL ANIQUILAMIENTO  DE  ALEMANIA Y DE LOS NACIONALISMOS POR EL MUNDO.
EN ESTE ARTÍCULO, PUBLICADO EN LA REVISTA “DINÁMICA SOCIAL”, EN SEPTIEMBRE DE 1954, EL PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD DE BARCELONA, GEORGE USCATESCU, DENUNCIA LA POLÍTICA BOCHEVIQUE CONSISTENTE EN DESARRAIGAR LA EXISTENCIA REAL DE RUMANIA, DEGRADÁNDOLA COMO UNA COLONIA COMUNISTA AMORFA, INDIFERENTE, INDEFINIDA, INSUSTANCIAL, VACIÁNDOLA   DE  SU AUTÉNTICA PERSONALIDAD SOBERANA.
COMO ES EVIDENTE, SE TRATA DE UNA POLÍTICA GLOBALIZADORA SEMEJANTE, A LA QUE ACTUALMENTE CONTINÚA  EJECUTANDO  EEUU. (Y “ALIADOS”) CONTRA NUESTRO PAÍS; AUNQUE CON UNA TÁCTICA DISTINTA, PUES LUEGO DE MÁS DE CIENTO CINCUENTA AÑOS DE LIBERALISMO DESCASTADOR EN EL GOBIERNO, DE FALSIFICACIÓN DE NUESTRA HISTORIA Y TRADICIONES, DE REPUDIAR NUESTRO ORIGEN HISPANO, OCULTANDO NUESTRAS GLORIAS CONTRA EL IMPERIALISMO INGLÉS. RECIBIENDO TODA LA BASURA DEL MUNDO A CAMBIO DE NUESTRA SOBERANÍA, ARGENTINA ESTÁ INERME Y PROPENSA, PACÍFICAMENTE, A ADMITIR CUALQUIER PLAN GLOBALIZADOR PARA CONTINUAR SOMETIDA ¡CON LA COMPLICIDAD DE CIPAYOS NATIVOS!  
DE MANERA SEMEJANTE PUEDE EXPLICARSE LA ACTUAL EMIGRACIÓN MASIVA DE MUSULMANES HACIA EUROPA.

EL DRAMA DE LA EUROPA “AUSENTE”.
D
urante la segunda mitad del siglo pasado, la idea latina como fórmula cultural integradora tuvo muchos entusiastas adeptos. Desde Provenza, pequeño y puro rincón de latinidad, patria de uno de los mejores momentos líricos de Occidente, Federico Mistral, lanzó un vibrante mensaje de latinidad viva, dinámica universal. A partir de entonces, poetas y escritores ilustres de Francia, Italia, España, Hispanoamérica y Rumania han ido guardando una constante fidelidad a ese mensaje u otros parecidos.
En realidad, en los últimos congresos de unión latina, todos los pueblos latinos han tenido una presencia normal. Sus gobiernos se han sentido hasta cierto punto por lo menos identificados con este nuevo modo de resucitar  y actualizar un concepto  prometedor, sobre todo en esta época en que se busca principalmente criterios unitivos y modos universales de integración. Todos, menos uno. El pueblo rumano no ha podido tener en esos congresos una presencia normal. Nación mártir de una Europa “ausente”, Rumania representa hoy en el ámbito de una idea latina nuevamente en marcha la intimidad “ausente”. Por ello, ella no ha podido aportar ideas concretas, fórmulas de organización visibles, proyectos de hacer de la idea latina argamasa para un nuevo orden mundial pacífico.
Es verdaderamente curioso, al menos así lo parecerá a muchos protagonistas nuevos de la idea latina en marcha, que en pleno siglo XX, la latinidad siga siendo una realidad tal, que hasta se la puede declarar en peligro. Sin embargo, la Rumania de hoy representa simplemente esto: la idea latina en peligro de muerte. Y es porque, mientras los demás pueblos latinos, en sus momentos cruciales, han podido o pueden aún remontarse a realidades históricas y espirituales, que no fuesen la idea latina en sus formas genuinas o que fuesen simplemente variantes de la idea latina en aquellas formas suyas genuinas, el pueblo rumano se puede decir que ha encontrado siempre en esta idea su ancla  histórica de salvación.  Cada vez que a lo largo de su azarosa vida, se ha luchado contra sus perfiles culturales y humanos, el enemigo, consciente del lugar donde tenía que asestar los golpes más fuertes, para plegar las más vigorosas resistencias, atacaba con mayor furia o la más hábil insidia, precisamente lo que había de latino  en aquellos perfiles y modos culturales y humanos.
Desde su misma cuna estos perfiles latinos tuvieron que ser defendidos tanto en la vida como en la tierra y el rebaño. Las invasiones bárbaras amenazaron siempre este último trozo de latinidad con su mismo desencadenamiento arrollador de proporciones cósmicas. El pueblo rumano defiende su latinidad con medios similares. Con sus instintos vitales, con sus fuerzas de ahínco en las tradiciones y el idioma. Pasan los siglos y la latinidad del pueblo rumano se halla amenazada ya no por fuerzas inconscientes, casi movidas por la naturaleza misma. Contra esta latinidad, milagrosamente defendida, se lanzan ahora ideas y doctrinas.
La primera es la idea eslava. Durante siglo ella intenta aplastar la realidad espiritual romana de Oriente, rodeada por todas partes de pueblos eslavos. Sometiéndola a una existencia mísera y oscura, a un terrible silencio cultural. Luego esta misma idea eslava, movilizada al servicio de una doctrina política imperialista, conocida más tarde por paneslavismo, ataca de frente la latinidad del pueblo rumano. En la época post-renacentista la latinidad deviene para los rumanos autoconciencia cultural dinámica.


La fase silenciosa está superada y formas culturales objetivas surgen por milagro en medio del océano de pueblos eslavos. Tan es así que en pleno siglo XVIII, Catalina II “la Grande”, emperatriz de Rusia, quiere crear allí un reino “de la Dacia”, con su favorito Potemkin como Rey. Estamos en plena fase de la lucha insidiosa, en la cual para emprender la etapa de exterminio total del único pueblo capaz de frenar la “unión de todos los eslavos” por su simple presencia física, había que reconocer sus orígenes romanos y sus perfiles, precisamente aquellos orígenes y perfiles que luego habría que destruir.
Pero el pueblo rumano tuvo que defender con todos sus resortes vitales su latinidad, no sólo contra la idea eslava. Después del peligro turco, en su fase virulenta, el pueblo y la cultura rumana registran , a lo largo de los siglos XVII y XVIII, el peligro griego, es decir, de grecización de su cultura y su espíritu, de su mentalidad y su idioma.

Y
  esta lucha no ha cesado nunca. Cuando en pleno siglo XIX, la cultura, la filología y la historiografía occidental reconocen plenamente no sólo la latinidad “de facto” del pueblo rumano sino su permanencia dentro de  los mismos horizontes geográficos, sin interrupción, desde el año 106, cuando el emperador Trajano conquista la Dacia y crea la más oriental Provincias  del Imperio, el historiador alemán Roessler, al servicio de una tesis política que tenía todo, menos una preocupación de objetividad científica, seguido por toda una ”escuela” del mismo carácter, viene a demostrar que para el pueblo rumano la idea latina sigue siendo una idea de combate.
Desde luego, los rumanos ya no necesitaban defender esta idea y la doctrina de la continuidad en el espacio actual, sin interrupción, durante casi dos mil años. Se estaba en plena vigencia del principio de las nacionalidades y las razones políticas se puede decir que ya no necesitaban de razones históricas. A pesar de ello, los historiadores y los filólogos rumanos defendieron la idea de la “continuidad” romana, con un tesón, con un “pathos”, que demostraba aún que los rumanos siguen entendiendo la latinidad como algo dinámico, que implica lucha en todos los terrenos. Y la realidad es que la más seria y más objetiva ciencia histórica europea, los siguió y apoyó eficazmente en la tarea.
Hasta nuestros días la latinidad ha seguido siendo una idea en marcha, uno de los elementos motores tanto en las tareas culturales importantes como en la conciencia popular difusa.  Y con esta idea en marcha se han enfrentado los rumanos con el mayor peligro de su historia. El peligro de su desfiguración espiritual llevado hoy a cabo por la intensa  obra rusificadora y deslatinizadora  del pueblo rumano, convertido en uno de los pueblos cautivos más trágicamente probados por el destino.

C
uando las tropas rusas invadieron Rumania como consecuencia de la guerra y el llamado armisticio del 23 de agosto de 1944, una política rusa tradicional  volvió a tener actualidad plena y trágica. Mientras para todos los demás pueblos ocupados en la Europa “ausente”, el problema básico es simplemente sovietizar, introduciendo ampliamente instituciones y modos de vida ensayados en Rusia durante treinta años, en Rumania se planteó desde el primer momento, un doble orden de cuestiones. Primero se trataba de rusificar al pueblo rumano. En segundo lugar, había que someterlo a la presión y desfiguradora sovietizadora.
Rusificar significa y ha significado desde que Rusia hizo su aparición –y lo hizo cuando el pueblo rumano llevaba dieciséis siglos en el mismo espacio geográfico- en los confines del pueblo rumano destruir su latinidad no sólo como realidad presente sino como conciencia histórica. Los zares rusos, tan propensos, por el mismo desquiciado mesianismo y profetismo del pueblo ruso, a perspectivas conquistadoras, propugnan en sus múltiples “testamentos” la necesidad de borrar del mapa al pueblo rumano, con el fin de que los eslavos del Norte y del Sur puedan unirse. Mientras Constantinopla sigue siendo el sueño dorado de la política rusa, los rumanos tenían que ser suprimidos radicalmente o convertidos en un pueblo eslavo más.
Durante la primera guerra mundial, en plena ”alianza” ruso-rumana contra los imperios centrales, esta preocupación rusa adquiere formas verdaderamente frenéticas. Las recientes “Memorias” del entonces Ministro de Francia en Bucarest, Conde de Saint Aulaire, consagran una gran cantidad de páginas a este dramático problema.
La confirmación, una vez más, por parte del pueblo rumano, de que el “aliado” persigue una destrucción suya mucho más radical que el mismo enemigo de enfrente. Durante más de un siglo de ocupación de la Besarabia rumana, desde el 1812 hasta el 1918, el imperio de los zares pone en práctica todos los medios, para borrar cualquier rasgo de latinidad entre los rumanos oprimidos. En lenguaje moscovita hasta el nombre de “rumano” desaparece, para designar a la única minoría de origen latino comprendida en el imperio de los zares. Y los comunistas han heredado también esta costumbre, al heredar y multiplicar los métodos de rusificación zarista.
En efecto, a los rumanos de la Besarabia y la Transistria, ni la propaganda zarista, ni tampoco la de los comunistas, jamás llamaron por su nombre, capaz de sugerir su ascendencia romana. Han sido llamados siempre y siguen llamándose “moldavos”.
En esta forma se ha sabido últimamente que miles de campesinos “moldavos” de la Besaravia rumana, han sido trasladados a la región de Arhangelsk, en las desoladas y lunares tierras árticas, donde forman grandes colectividades agrícolas porque, desde luego, llevando al último extremo los métodos de rusificación zarista, el comunismo emplea los desplazamientos masivos de población como el método más eficaz en su obra rusificadora. La Dobruja rumana se ha convertido en muy pocos años en una región mitad rusa mitad rumana. El puerto de Constantza ha doblado su población por los rusos establecidos allí. Los cambios de población rumana, de las fronteras occidentales de Rumania, con población rusa traída del Este han sido ampliamente practicados. Por lo que se refiere a la población de la Besarabia y la Bucovina del Norte, oficialmente anexionadas a la URSS, la acción rusificadora mediante este método ha alcanzado proporciones escalofriantes, que ni siquiera la propia propaganda comunista tiene el pudor de ocultar.
Pero acaso más dramática que esta rusificación física, es la obra de eslavización y rusificación cultural y moral en toda Rumania. Para ello ningún método ha sido despreciado. La obra y las personas de todos los historiadores, filólogos y escritores rumanos, que es como decir la obra y las personas de todos ellos, vivos o muertos, que habían estudiado  y puesto de relieve la latinidad de este pueblo, en su ascendencia, tradiciones, costumbres e idioma, han sido perseguidas sin descanso. Los archivos han sido destruidos, las bibliotecas han sido “depuradas” al máximo, las obras de investigación o literatura mutiladas hasta la desfiguración.
Se trataba de enseñar, en primer lugar, a las actuales y futuras generaciones rumanas, que su pasado ha sido simplemente, el pasado de uno de tantos pueblos eslavos. Lo que significa –por muy absurdo que parezca el paralelismo- que una hipotética invasión árabe sustituiría por métodos soviéticos , únicos en el mundo, la tradición racial y cultural  iberolatina de España y hasta su mismo idioma, por esquemas correspondientes árabes, en virtud de la conocida  convivencia arábigo-hispana.
De esta forma, se trata en primer lugar de demostrar que la cultura rumana en sus orígenes, ha sido una cultura eslava. Se trata de hacer diluir gradualmente la idea de los orígenes del pueblo rumano. Los manuales de historia utilizados hoy en Rumania – el célebre manual Roller confeccionado según modelos rusos de manuales únicos- escamotea casi por completo los orígenes del pueblo rumano. La conquista de la Dacia por Trajano, la colonización romana, la azarosa vida de este nuevo pueblo europeo durante las invasiones bárbaras, han de ser ignoradas por las nuevas generaciones.
Las ulteriores formaciones estatales medievales rumanas, son convertidas en formaciones eslavas en este nuevo sistema educativo. Los momentos más gloriosos de la historia rumana son también escamoteados y sustituidos, cuando es imposible hacerlo por la glorificación de lo eslavo y lo ruso, por híbridas interpretaciones de la lucha de clases. Los últimos tres siglos de la historia nacional rumana, cuando este pueblo no tuvo peor amenaza para su misma existencia que la amenaza rusa, son convertidos en simples reflejos de la historia rusa.  Y a los jóvenes en las escuelas se les enseña, con absoluto desprecio de la más elemental verdad histórica, que el pueblo rumano no ha tenido otro amigo y “protector” en esta época, que al pueblo y la política de los zares.

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estruir primero la idea de una latinidad originaria. Destruir en segundo término la idea de toda continuidad cultural, religiosa y hasta idiomática latina. Destruir todo rasgo propio de la historia nacional de un pueblo siempre en combate, siempre vigilante en las fronteras de Europa. Pero donde más dramática se plantea la lucha contra esta realidad latina, es decir, contra las esencias íntimas del pueblo rumano, es en la incesante campaña de desfiguración de su idioma. El problema es central. Porque borrado todo recuerdo histórico –si esto es posible en plena acción stajanovista de los educadores comunistas de la Rumania de hoy-, destruido todo nexo espiritual con un pasado de glorias y dolores personales, queda en pie un certificado vivo, actual, capaz de desmentir toda ofensiva deslatinizadora del pueblo rumano. Es su propio idioma. Y el idioma es de por sí todo un mundo.  De sugerencias y de evocaciones, de modos se sentir y pensar, de afinidades y elevaciones. Y en el idioma rumano perdura el milagro de su romanidad.
Ahora bien, la lucha deslatinizadora de las tradiciones, instituciones y bienes culturales rumanos culmina con la lucha encarnizada contra el mismo idioma. Durante los últimos años no ha podido aparecer un solo estudio filológico en Rumania que no proclame el carácter preponderantemente eslavo del idioma rumano. Los diccionarios amenazan con la muerte a miles de palabras con casi veinte siglos de existencia, la gran movilidad del rumano para integrar también centenares de neologismos, naturalmente aceptados provenientes de los idiomas neolatinos, se halla también víctima del dogmatismo de las “normas” eslavistas.
Las revistas y los estudios lingüísticos publicados durante los últimos años en Rumania podrían provocar la enorme carcajada de todos los filólogos romanistas del mundo libre, si bajo su letra fría y estúpida no se percibiera la enorme tragedia espiritual de un pueblo sometido a la incalculable esclavitud de las normas. Todo ello culminando en la  absurda invasión en el idioma  de tecnicismos soviéticos. En pocos años ellos han invadido la prensa, la radio, las novelas, la poesía misma. Bajo su signo todo ímpetu creador ha desaparecido. Porque nadie había visto hasta ahora la palpitante tragedia de un idioma, cuando la palabra deja de ser expresión del espíritu y se convierte en monstruo y verdadera letra muerta.
¿Sobrevivirá el pueblo rumano a esta ofensiva implacable deslatinizadora, que equivale a la muerte de lo último que puede morir en el seno de una colectividad, su patrimonio espiritual, sus lazos con realidades transcendentes?+.


George Uscatescu

2 comentarios:

  1. ¡Toda esa zona del este de Europa está llena de mezquitas!! miren los videos en youtobe de una mejicana, Gris Aminah, ex católica, que ahora se pasó al islam, se casó con un turco y en viajes recientes por esas regiones de los Balcanes se advierte tal cantidad de mezquitas que asusta.

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  2. Lástima que el nacionalismo alemán tuvo un fondo pagano.

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