Comentarios escritos
por Julio Camba de su estadía en EEUU, hacia la década del ’30, tan verdaderos que permiten actualmente conocer ciertas características de ese país pese a los
años transcurridos. (“La Ciudad Automática ”
ed. Espasa, 1944). Tanto es así que anticipan algunos aspectos que muchos años
después escribiría Tomas Molnar en sus obras sobre los EEUU, principalmente
respecto al manipuleo, al conformismo y al desprecio de las elites intelectuales.
También Camba critica al desordenante enciclopedismo de la instrucción liberal, que tanto degradó la inteligencia de nuestros
egresados universitarios en nuestro país, alterando inclusive su
sentido común, salvo las
excepciones resistentes; tal como lo denunció siempre el padre Castellani; de
quien, a continuación del de Camba, cada uno con su estilo inconfundible, reproduzco su
artículo: “Lectores analfabetos”, escrito en París, día de Reyes de 1933, cuando se acercaba a su
cenit el embrutecimiento popular por el
periodismo. (publicado en su libro “Reforma de la Enseñanza , ed. Difusión,
1939).
Julio Camba
EL
EMBRUTECIMIENTO POR LA CULTURA
-I- LA INSTRUCCIÓN , CANTIDAD
NEGATIVA
En
la antigua América de Manco Capac, cuando nacía un niño se le metía el cráneo
en una prensa, y con esas prensas a guisa de sombreros, los ciudadanos
conservaban hasta el fin de sus días una mentalidad completamente infantil. El
objeto de las autoridades era lograr la uniformidad ideológica del pueblo por
medio de la uniformidad craneana. Suponiendo que las ideas se adaptan siempre a las cabezas en donde cuecen, y que con una
cabeza periforme no se pueden concebir más que pensamientos igualmente
periformes; pero en la América
moderna del presidente Roosevelt se sigue un procedimiento enteramente opuesto.
Aquí le cogen a usted el cráneo cuando está todavía tiernecito, lo llevan a una
escuela, y se lo atiborran a usted de Historia, Moral, Derecho, etc., etc. Lo
probable es que salga usted de la escuela con el cerebro tan atrofiado como si
lo hubiese tenido en la propia prensa de los incas; pero si la escuela no ha
conseguido idiotizarle a usted del todo, la Universidad se
encargará del resto. Luego vendrán los periódicos, las conferencias y los
clubes de lecturas, y a los veinticuatro o veinticinco años no tan sólo
estaré usted incapacitado para pensar de
un modo distinto al de los demás, sino que hasta su misma cabeza, al adaptarse
a las cuatro o cinco ideas generales que el Estado metió dentro de ella, habrá
tomado la forma y el aspecto de todas las otras.
Como
digo, el procedimiento de la
América moderna es enteramente opuesto al de la antigua; pero
el resultado viene a ser el mismo. Si en la antigua América el pensamiento
individual constituía un peligro para la seguridad del Estado, en la América moderna se va
deliberadamente a substituir la inteligencia con la mecánica. La inteligencia
yerra y la mecánica no. El tipógrafo y el contable se equivocan, y se equivocan
porque tienen inteligencia. La linotipia y la máquina de calcular, en cambio,
como carecen de inteligencia, no se equivocan nunca. Hay un libro muy
interesante del profesor Pitkins, The
Twilight of the american Mind, donde se sostiene la tesis de que si América quiere seguir adelante,
tiene que reducir su porcentaje de hombres inteligentes al uno por mil. “Con
ciento veinte o ciento treinta mil hombres inteligentes -dice Putkins, en
resumen- tenemos bastante. Los demás nos estorban”.
Yo
no sé si quedan ciento veinte o ciento treinta mil hombres inteligentes en
América, porque, aún suponiendo que queden, estarán trabajando en la Radio City , o vendiendo
manzanas por las esquinas, y prácticamente será igual que si no quedasen. El
hombre inteligente no tiene aplicación posible en esta civilización, que lo
rechaza de modo automático. Para hablar de la industria americana más conocida
en Europa, la industria cinematográfica, ¿cuántos hombres inteligentes han
tenido éxito en ella? Únicamente los que han renunciado a su inteligencia y se
han adaptado. Todos los demás fracasaron, y era natural. Las grandes
corporaciones funcionan siempre aquí de un modo puramente mecánico, y la
inteligencia es esencialmente contraria a la mecánica. En Europa, donde toda la
civilización está basada en la inteligencia ,un hombre inteligente es un hombre
defectuoso; pero esta civilización tiene otros principios, y aquí el hombre
defectuoso es precisamente el hombre inteligente.
Aquí,
en fin, la inteligencia se considera como una cosa anticuada, como un
instrumento de trabajo rudimentario y torpe. ¿No se han reído ustedes nunca del
pobre analfabeto que hace una operación matemática con los dedos? Con su tabla
de Pitágoras en la cabeza, ustedes se creían superiores a él, pero la tabla de
Pitágoras no es, en último término, más que una máquina de calcular, y al
reírse del analfabeta se ríes ustedes con una risa típicamente americana: la
risa de la mecánica infalible por la débil y vacilante inteligencia que la ha
creado.
-II-
EL ANALFABETISMO, CANTIDAD POSITIVA.
Parecer
que la joven República española va a tomarla con el analfabetismo. El
analfabetismo, como cosa de atraso y de barbarie, es una superstición de
nuestras izquierdas. “Hay que leer,”, se
dice; pero “¿qué es lo que hay que leer?”, preguntaría yo. Para mi este punto
es de una importancia capital, y mientras alguien no me lo aclare de un modo
satisfactorio, votaré por el analfabetismo. Yo creo, en efecto, que si España
quiere conservar la originalidad de su carácter y de su inteligencia, tiene que
poner a salvo de las pamplinas periodísticas y los lugares comunes literarios
un 50 por 100, cuando menos, de su población. Muy bien que en los Estados
Unidos, el país de los trajes hechos y las sopas hechas, la gente utilice
también pensamientos de fábrica. En este país el desarrollo de la instrucción
primaria está justificado por la necesidad de destruir el pensamiento
individual, pero España es el país más individualista del mundo, y no se puede
ir así como así contra el genio de una raza. Ahí cada cual quiere pensar por su
cuenta, y hace bien. Un pensamiento propio, por modesto que sea, vale más para
uno que todo Pascal o Rochefoucauld.
No
se puede homologar el analfabetismo a la estupidez. Al contrario, Sin hablar de
Homero, que era un analfabeto, ni de las sagas norsas, que fueron hechas por
analfabetos, ¿en donde hay una literatura comparable a la de nuestro refranero
y nuestra poesía popular? La cultura no aminora la estupidez de nadie. Puede
aminorar el entendimiento, eso sí, pero nunca la estupidez, para la que
constituye, en cambio, un instrumento precioso. Por mi parte opino que en
España sólo los analfabetos conservan íntegra la inteligencia, y si algunas
conversaciones españolas me han producido un placer verdaderamente intelectual,
no han sido tanto las del Ateneo o la Revista de Occidente como
la de esos marineros y labradores que, no sabiendo leer ni escribir, enjuician
todos los asuntos de un modo personal y
directo, sin lugares comunes ni ideas de segunda mano.
Convendría
dejar ya de considerar el analfabetismo español como una cantidad negativa y
empezar a estimularlo en su aspecto positivo de afirmación individual contra la
estandarización del pensamiento. Pizarro firmó con una cruz el acta notarial en
que se comprometía a descubrir un imperio llamado Birú o Pirú, que quizás
estuviese bastante al sur del Darien, y terminó la conquista con otra cruz; que
trazó con su propia sangre sobre las baldosas de su palacio de Lima, al caer en
él acribillado a estocadas. Y no es que Pizarro haya descubierto el Perú a
pesar de ser un analfabeto. Es que probablemente sólo muy lejos de las letras
de molde se pueden forjar caracteres de tanto temple.
Claro
que ningún país puede mantenerse en pleno analfabetismo. Alguien tiene en él
que saber de letras y de números, como alguien tiene que saber de leyes, alguien de ingeniería, alguien de
medicina, etc.; pero mi ideal con respecto a España es éste: mientras no se
descubra un procedimiento para que sean los analfabetos quienes escriban, que
el arte de leer se convierta en un profesión y que sólo puedan ejercerlo
algunos hombres debidamente autorizados al efecto por el Estado.+
Padre Leonardo
Castellani
LECTORES ANALFABETOS.
(Acerca de si saber leer es un bien
absoluto)
La
vera Universidad de hoy es la 8iblioteca ¿Quién dijo esto? Carlyle. Es macana
en parte y en parte cierto. Es macana de derecho
porque nada puede sustituir la enseñanza directa y viva; es cierto de hecho, por desgracia, y de esto es una
prueba el mismo Carlyle, formidable autodidacta. Paro lo que es aún más exacto,
de hecho, es que la vera escuela de hoy
es el diario.
El
diario es un invento moderno, es una cosa buena o por lo menos necesaria o
digamos inevitable. Sus más formidables enemigos (si los hubiera) tendría que
leerlo Hasta los mismos cartujos creo que tienen permiso hoy para leer el
diario, al menos algunos. ¿Cómo sabríamos sin eso la hora del tren, el cambio
del peso, cuando se abren los cursos y cuándo son los exámenes? ¿Cómo sabría el
colono en el último rincón de Misiones o Río Negro, la caída del Ministerio
Herriot, y eso a los dos o tres días, y lo que es más admirable, todos los retratos
de los nuevos Ministros, empezando por Boncour y acabando por Cherón? Nuestros
abuelos, si les hubiesen prenunciado esto, hubiesen gritado a la brujería. Y
con razón. Pues eso es hoy un hecho gracias a “La Nación ”.
Pero
hay que confesar nomás que este progreso tiene su tara. La tara consiste en que
el periódico, aumentando el radio de nuestra información, disminuyó el de
nuestro conocimiento. Llamo conocer, el saber una cosa con certidumbre. La certidumbre es el acto supremo de la inteligencia,
es su fin, su dicha y su descanso, es la CIENCIA (con todas mayúsculas) por las que estuvo
chiflado Platón. Todos los otros actos anteriores a éste (aprehensión,
comprensión y opinión) no son sino camino para éste y tienen precio sólo en
función de él. Llamo aprehensión el entender los términos (por ejemplo “alma”),
y comprensión el entender las cuestiones (“¿tengo
alma?”) y opinión asentir inclinándose (“creo que tengo alma”), a los cual cotona el triunfo de
la certidumbre, que se formula así: “Veo
que tengo alma”, o lo que es más alto y maravilloso aún “Veo mi alma”. Ahora bien, esta noticia,
visión o agarre, o llamémosle con un nombre que empleó mal Rubén Darío, este
“supremo contacto”, es un tesoro sin precio y no hay palabras en la lengua para
ponderarlo. Ahora mal, este tesoro me parece que es quien se va haciendo más
inaccesible, culpa que el periódico dispersa nuestras energías en los tres
actos anteriores.
Tengo
miedo que mi diario aumentándome las noticias me disminuya las verdades,
llenándome de ideas, cuestiones y opiniones que no me deje lugar para
convicciones. Esta es la noción que me voy formando desde una famosa
experiencia que tuve hace tres meses, me refiero al hallazgo increíble y
monstruoso del lector analfabeto. ¡Qué megaterio ni que ictiosaurio, estas sí
que son cosas antidiluvianas y tremendas, los lectores analfabetos! Cómo lo
encontré, fue una suerte.
Tuve
ocasión de deber pasar quince días en un asilo gratuito de viejos en Amiens,
departamento de la Somme :
y para matar el tiempo sobrante me entretuve en hacer una encuesta, que están
de moda, acerca del nivel intelectual de los ochenta paisanos picardos que
después de una vida de rudo trabajo, arribaban allí para vegetar plácidamente a
los cuidados soroales de esa especie de
ángeles vivos, que son las Hermanitas de los Pobres. Estudiante de Psicología,
la cosa era interesante y no muy difícil: ninguna necesidad de “test” ni de
psiconometría, puesto que buscaba conversar
familiarmente con ellos (eso si hablaban dialecto los tipos) hacerles
preguntas y observar sus discusiones y ocupaciones. Esta nación es la más culta del mundo o
cerca, la Francia ;
y esta región picarda es famosa en el mundo por su sentido común, que por eso
la deben llamar Picardía: y este pueblo
es el primero que implantó en el mundo la soberanía del pueblo; y en el siglo en que estamos, de
las luces, este Estado Moderno cuya capital se llama la Ciudad Luz , ha hecho del
desarrollo de la luz inteligencia una especie de manía por decirlo así y una
especie de industria. ¿Qué mejor material para
experimento verdaderamente serio?
Pues
bien, cuando publique mi encuesta, si lo hago,
los comentarios serán un poco desoladores. Dan la impresión estas
inteligencias-pueblo, como si su nutrimento diario, el diario, las hubiera
simplemente embrutecido. Hasta el sentido común nativo y atávico, que es una
cosa en ellos casi animal y hereditaria como el instinto, ha sido atacado y
mellado en partes por el torrente de nuevas venidas de las treinta y dos puntas
de la rosa de los vientos absorbidas diariamente en el diario, para apagar la
sed insufrible de conocer que según Aristóteles, es en el hombre la madre de la Filosofía. Y conste que los
diario franceses son menos “informados” y menos diletantes que los nuestros.
El
plato del día era el arreglo de la cuestión diplomática de las deudas y las
reparaciones. Estos decrépitos, estos a-un-paso-de-la-tumba, nulos de estudio,
pelados de plata y casi tonsos de vida, discurrían apasionadamente todo el día
acerca de las cuestiones financieras y diplomáticas más enredadas, acerca de
cosas lejanísimas, de cosas que estaban a cien leguas de ellos, o mejor dicho
en otro mundo. Yo tomaba tímidamente la
parte de los Estados Unidos para hacerles hablar. Ahora bien, los tipos tenían
una superioridad enorme y manifiesta sobre mí del lado de la información, que es lo que da municiones
en una discusión, y habiendo devorado día a día su diario calentito, disponían
memorialmente de una suma enorme de hechos,
que los convertía veramente en mis maestros, y no me dejaba a mí,
universitario y hombre de estudios, más que la pequeña superioridad
inconfesable de comprender que todo lo
que decía era perfectamente exacto y perfectamente imbécil. Sacando un 20%, los
demás hacían surgir en mi alma la visión monstruosa y desolada, el retrato trágico y ridículo del peor y más abandonado
de los analfabetos: el analfabeto que
sabe leer (ojo, cajista, no me meta aquí un “no”). ¡El analfabeto a fuerza de leer!
Esto
es injusto. Es injusto lo que la sociedad ha hecho o dejado hacer
con estos hombres. Es injusto que al fin de una vida larga y dura de
trabajo y de honradez, el hombre nacido para pensar o por lo menos para
entender, tenga la inteligencia, que es
todo su ser (porque no es el ser del hombre estas piltrafas lamentables
que se deshacen aquí enfundadas en bombachas caídas) tenga la de pensar
convertida en esta especie de mazacote o papilla absurda. Hay algo que falla
monstruosamente en la organización de esta sociedad, para que pueda darse esta teratología desolante.
¿Y
las ideas morales y religiosas, que son el refugio de la inteligencia pobre?
Porque el pobre no puede saber la fórmula del dimetilamina de calcio y magnesio
(ni tampoco comprarlo cuando está enfermo) pero podría al menos saber si hay
Dios, si o no. Y bien, estos viejos obreros son católicos los más, y saben de
religión la mayoría… lo necesario para recibir los sacramentos válidamente a la
hora de la muerte. Tradúzcales usted una de las admirables homilías al pueblo
de Winfrido (San Bonifacio) o de Paulo Diácono, de allá los tiempos bárbaros de
Carlomagno, lo que llamaban el siglo de hierro: es u n chiste ruso. ¡Qué van a
entender! De Wulf, el dicto historiógrafo de la filosofía medieval, ha hecho
notar el poderoso instrumento de educación popular que fue en otrora la
instrucción religiosa. Porque partiendo de cosas concretas y vividas, de la
realidad moral y psicológica y social que cada cual lleva en la panza, y
entrando por todos los sentidos con la liturgia, el culto y la práctica de la
vida, puede llevarse por la enseñanza oral
(que es la genuina enseñanza)
recibida constantemente años y años , rumiada y vivida, hasta el alcance de las
más altas verdades psicológicas y ontológicas. Y esto sin decirle al así
educado que él es un tipo profundo, sin ponderarle: “Esto es Psicología, esto
es ontología, esto es lógica y ciencia pura”. La viejecita de San Buenaventura,
si le hubiesen dicho que ella al lado
de muchos cultos de hoy, era una sabiaza,
hubiera exclamado: “¿Yo? Yo no se nada de nada. El que sabe es el Obispo.
Ca, yo no so letrada por fablar en
latino. Yo no se nada, nada nada”.
No sabe más que las homilías del Obispo, las
homilías de San Buenaventura. Hoy hemos sustituido las homilías por el
diario. Los resultados son inferiores.
Y
conste que todo esto lo hablo del diario bueno,
del diario serio, del diario imparcial y ponderado.
¿Qué
diríamos, pues, del diario logrero y aprovechador, del pasquín, fenómeno no
desconocido en la Argentina ?
(Yo creo que el día que en Europa se conozca Crítica, van a ir por allá los doctos en comisiones a estudiar ese
fenómeno de patología social: en Europa no he visto cosa igual). Del
pasquinismo diremos que psicológicamente y socialmente, es una pura y limpia
peste. Como acaba de definirla
Chesterton, la libertad desenfrenada de prensa, no es más en puridad que la “patente
del sofista”, el autorizar a los fuertes (intelectualmente) que abusen de los débiles.
Un obrero puede pagar un níquel por un pasquín, pero ni de lejos los largos
estudios precisos para inmunizarse de
sus mistificaciones. ¿Qué rectitud y qué justicia es permitir que el bachiller
fracasado que lo escribe, abuse talmente de la poca instrucción del pobre? Es
literalmente el abuso del más fuerte, la trompeadura del muchachote al pibe, el
“aprovecharse”, el “sobrarse”, las cosas que nuestros maestros castigaban y
llamaban la más vil del mundo y la menos argentina, el despotismo cobarde.
La
función del diario no es la cátedra. No es función periodística el definir. No
es del periodista el solventar los
problemas políticos, morales o filosóficos de la sociedad, ni gobernar, ni
desgobernar, ni controlar los gobiernos; para
lo cual no es competente. La función del diario, la esencial, sería
informar lo más fielmente posible sobre los hechos
que valgan ser conocidos.
Suma
sumarum, el diario no es (no debería ser) ni para averiguar, ni para enseñar,
ni para discutir, ni para dirigir. No sirve para eso. El diario es para noticiar. (Yo soy periodista, hijo de
periodista). Su objeto son los hechos
averiguados.+
París,
día de Reyes de 1933.