sábado, 12 de septiembre de 2015

CHAPULTEPEC
CONSAGRÓ LA TRAICIÓN DE CASEROS
HISTÓRICO MANIFIESTO  DE  LA
ALIANZA  LIBERTADORA NACIONALISTA
(Junta Ejecutiva Provincial, Jujuy, año 1945)

L
a A.L.N. ante la actitud del Honorable Senado Nacional, ratificando las Actas de Chapultepec y de San Francisco, llama la atención del país sobre las nefastas consecuencias de dicha medida, que repugna al verdadero sentir nacional. El país ha sido traicionado por el Honorable Senado Nacional, que olvidó su juramento solemne  de preservar la soberanía de la Patria. El país entero asiste absorto a la vergüenza inconcebible planteada por la medida apresuradamente sospechosa de quienes se dicen representantes  legítimos del pueblo de la República.  La ratificación de las Actas de Chapultepec y de San Francisco significan de hecho abdicar nuestra soberanía, cubrir con un sudario el Acta de la Independencia nacional que preconiza no depender  de ningún poder extranjero.  absolutamente toda nuestra vida de país, hasta ayer independiente,  ha sido  comprometida por este crimen que en castellano tiene un nombre:  se llama traición. Nuestro ejército pasará a ser  una división más del gran ejercito mercenario del imperialismo, nuestras actitudes no podrán mostrarse  ante la faz del mundo, sin ser antes censuradas por Washington, nuestras escuela se verán calcadas bajo el modelo apátrida con que Estados Unidos ha inundado todos los lugares del mundo, menos naturalmente los Estados Unidos. Todas las luchas de los que nos dieron Patria resultarán estériles ante este bastardo acontecimiento consumado sin vergüenzas por un Honorable Senado que pasará a la Historia , como el más obsecuente y nefasto que ha tenido el país. La Argentina, la grande, bella y libre Patria nuestra dejará de ser la propia artífice de su destino para convertirse en un Estado más de una monstruosa confederación amasada con mentiras, crímenes y dólares.



P
ero sabemos que los argentinos de bien no olvidarán la afrenta y sabrán reconquistar más tarde o más temprano esa dignidad que los Senadores, han arrojado a las fauces abiertas de una fiera insaciable, que no se verá satisfecha hasta el día en que pueda convertir a la República en una estrella más de su pabellón pirata.

N
o todo se ha perdido, aunque todo se halle comprometido. Todavía hay sangre en las venas de los argentinos e indignación en muchos corazones. De esa sangre y de esos corazones surgirá un día la palabra de condenación para este crimen de lesa patria que ha sido consumado. El Senado que ha tomado esta medida, no es, no puede ser un Senado revolucionario, de un gobernante que fue abanderado de la soberanía. Parece un Senado de la fenecida Unidad Democrática, es decir, de los sirvientes del imperialismo brandenista y staliniano. Es el sentir apátrida del comunismo y el venal e inmundo de los lacayos del dólar el que parece haber triunfado. Pero la Patria resurgirá libre, pujante y soberana. Dios por testigo.+

ALIANZA  LIBERTADORA  NACIONALISTA

Comentario nacionalista; Este manifiesto, que tiene un valor entrañable para el patriotismo jujeño y argentino,   fue repartido, en 1945,  luego de la firma de las Actas,  en forma de volante. Sus presagios se cumplieron al pié de la letra.
Comentario del padre Castellani
(En su libro: “Decíamos Ayer”, parte del  prólogo II, ed. Sudestada, 1968)

C
uando escribo este Prólogo –justo cuando estoy  corrigiendo el artículo patriótico titulado Mil ocho diez y seis-mil novecientos cuarenta y dos-  se está aprobando sin reservas” por unanimidad casi virtual de ambas Cámaras, las llamadas Actas de Chapultepec, o sea el tratado con Panamérica, que pretende formar en el continente una especie Superestado titulado Panamérica o Unión Americana.
      El pueblo argentino en general no sabe a punto fijo lo que es eso: el asunto se ha llevado con el mayor sigilo, entre nubes de humo, evitando cuidadosamente una disciusión abierta y nacional. Siete diputados votaron en contra: Enrique Alvarez Vocos; Emilio M. Boullosa; Joaquín Díaz de Vivar; John William Cooke; Manuel García;  Carlos G. Gericke y Cipriano Reyes.
      La Iglesia dejó hacer las cosas como alelada. El pueblo permaneció distraído.
      La firma de este tratado es una desgracia nacional, equivale a una guerra perdida; y quizá peor. Es la ruptura con nuestra tradición hispánica. Es la consumación de la apostasía nacional de 1889. Es el emprendamiento del albedrío nacional a una nación lejana, protestante y atea. Es una claudicación.
      Esta claudicación se ha querido cohonestar con dos principios francamente lastimeros, a saber uno, el de la Política Realista (“no podíamos menos, no podemos vivir aislados, hay poderosas razones de Estado”… etc.) otro, el de la Religión Democrática (“hay que obtener la paz y la felicidad del género humano por los caminos del derecho, la justicia y el progreso”, etc.), que, abundantemente regados con coacciones y amenazas, se han hecho jugar con habilidad y astucia. La cosa está hecha. Argentinos, os deseo mucha felicidad.
      Lejos de nosotros el profesar que la llamada Soberanía sea una cosa absoluta: la idea de que las naciones son todas iguales y tienen voto parejo en el concierto  del mundo es una utopía liberal del siglo pasado, que funciona en el mate de los Saavedra Lamas, y que acusa ignorancia de los existencial. La misma idea está clara en Esteban Echeverría, por ejemplo. Es un ideal cristiano vuelto loco. Es una aspiración cristiana falsificada y demente.
      No somos tampoco tan zonzos como para ignorar que cada nación tiene la diplomacia de su fuerza, y que en las relaciones internacionales no solo debe considerar su derecho, sino también la realidad brutal de la fuerza injusta o prepotente de los demás. Cristo mismo reconoció esto en su Evangelio.
      Pero el putiferio que se nos ha infringido después de haber dado a esperar todo lo contrario, es demasiado desdichado para que no lloremos. Mujeres argentinas, actualmente votantes y votables, no lloréis sobre mí ni sobre vosotras, llorad sobre vuestros hijos
      Nos han atado al carro de los que hoy edifican una babélica y falaz Paz Universal, basada no en Dios y su Iglesia, sino en las solas fuerzas del Hombre descristianizado.  La pagaremos nosotros los débiles esa paz, tanto si se consigue como si no se consigue. Y por desgracia para mundo es posible que se consiga.
      “Todo lo que hemos hecho –dijo Percy Franklin, o sea Silvestre IV, el último Papa- no ha podido evitar una pacificación del mundo sobre una base que no es Cristo. La intención de Dios y de sus vicarios ha venido enderezada desde hace siglos a reconciliar a los hombres por los principios cristianos; pero rechazada una vez más la Piedra Angular, que es Cristo, ha surgido una unidad sin semejante y enteramente nueva en Occidente.  Esto es lo más peligroso y funesto, precisamente por el hecho mismo de contener  tantos elementos incontestablemente buenos. La guerra, según se cree, queda extinguida por largo tiempo, reconociendo al fin los hombres que la unión es más ventajosa que la discordia. Los bienes materiales se aumentan y amontonan , en tanto que las virtudes vegetan lánguidamente, despreciadas por los gobernantes y neglicidas, en consecuencia, por las masas. La filantropía ha reemplazado a la caridad, la hartura de goces y comodidades a la esperanza de los bienes invisibles; la hipótesis científica a la fe…” (R. H. Benson, The Lord of World, II parte, Cap. II, parágrafo IV).
      Esto dijo Silvestre IV; o mejor dicho dirá dentro de algunos años, si la hipótesis de la pacificación en el Anticristo se verifica. Hacia esa pacificación se han apresurado solícitamente a comprometer al país y a su limpia trayectoria nuestros representantes del pueblo. ¡Qué importa! ¡Ya verán ustedes los camiones y autos que nos van a mandar en seguida los Estados Unidos!
      Esto es lo que llaman política realista, los barcos cargados de ferreterías que nos mandarán en seguida en cambio de nuestro honor católico y español. ¡Ay, los realistas nuestros! Yo los conozco. Son muchachones improvisados, plebeyos encaramados, hombres sin clase, que de golpe se han visto donde Dios nunca los vio, en un timón de dirigir a los hombres, con un sueldo ocho veces mayor del que ganaban antes,  oportunidad para coimas, (en los dos sentidos) ilimitada, puestos que regalar a los amigos y aduladores que les dicen: “¡eres un hombre fenómeno!”. Ese Montiel del otro día que dijo que “la patria  de él estaba  donde le pagaban”, es el realista perfecto. Ese sí que es un realista lógico. Solamente una buena prostituta lo es un poquito más. “El caracol donde nace, pace”, dice un refrán  español. El caracol tiene patria. El que nace allí donde pace es el asno. La patria del asno es donde le paguen.
      Tememos que en muchos de nuestros flamantes  gobernantes, sea ese el caso, se han metido donde Dios no los llamaba, y ahora  con las  botas puestas piensan que no hay quien los juzgue. Se equivocaron grande.
      A causa de la deficiencia de nuestra educación, y a causa del bullir de la olla de garbanzos de nuestra política, somos una nación de improvisadores, apta para ser fumada en pito por cualquier equipo de vivillos. Si a ellos se sobrepone la corrupción moral, y encima de ella la perversidad ideológica sale lo que estamos viendo que sale.  “Lo que tenía que suceder” –como dijimos en un artículo reciente.
      Valía la pena aquí hacer una etopeya del gobernante nuevo. ¡Quién tuviera la pluma de Balzac –o siquiera un poco de tiempo y salud- para eso!
      De acuerdo al principio de la seudodemocracia que dice: “Siendo así que cualquier hombre sirve para cualquier cosa, hay que meter en cualquier momento a cualquier tipo en cualquier puesto”, el gobernante nuevo no mide la obligación del cargo, el peso de la rueda ni la anchura de sus fuerzas y méritos, sino con el metro de goma de su desaforada ambición y engreimiento; y en los momentos descarrilados en que vivimos, la audacia es la escalera infalible que usa para encaramarse. No tienen la menor idea de donde meten las manos y de los  riesgos que ciegamente incurren. Su democracia es esencialmente inestable, tornadiza y volteadora. Yo lo recordaba días pasados a un amigo trepador y apurado y él respondía:
      -¡Bah! Aquí en la Argentina no hay peligro. Pueden descubrirse  los mayores escándalos públicos y no pasa nada. Se arma un griterío de monos en jaula, José Luis Torres se hace el Catón y el Quijote, y al fin no pasa nada; todo acaba en un pantanito más. Los peores presidentes argentinos han muerto en la cama…
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      Todos somos responsables de esta humillación nacional y los hombres de Iglesia no menos que ninguno. Digo los hombres de Iglesia y no la  Iglesia, porque la Iglesia no es una institución dirigida a lo temporal histórico; es una institución de fin intemporal aunque encarnada en lo temporal