CHAPULTEPEC
CONSAGRÓ LA TRAICIÓN DE CASEROS
HISTÓRICO MANIFIESTO DE LA
ALIANZA LIBERTADORA NACIONALISTA
(Junta Ejecutiva Provincial,
Jujuy, año 1945)
L
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a
A.L.N. ante la actitud del Honorable Senado Nacional, ratificando las Actas de
Chapultepec y de San Francisco, llama la atención del país sobre las nefastas
consecuencias de dicha medida, que repugna al verdadero sentir nacional. El
país ha sido traicionado por el Honorable Senado Nacional, que olvidó su
juramento solemne de preservar la
soberanía de la Patria. El
país entero asiste absorto a la vergüenza inconcebible planteada por la medida
apresuradamente sospechosa de quienes se dicen representantes legítimos del pueblo de la República. La ratificación de las Actas
de Chapultepec y de San Francisco significan de hecho abdicar nuestra
soberanía, cubrir con un sudario el Acta de la Independencia
nacional que preconiza no depender de
ningún poder extranjero. absolutamente
toda nuestra vida de país, hasta ayer independiente, ha sido
comprometida por este crimen que en castellano tiene un nombre: se llama traición. Nuestro ejército pasará a
ser una división más del gran ejercito
mercenario del imperialismo, nuestras actitudes no podrán mostrarse ante la faz del mundo, sin ser antes
censuradas por Washington, nuestras escuela se verán calcadas bajo el modelo
apátrida con que Estados Unidos ha inundado todos los lugares del mundo, menos
naturalmente los Estados Unidos. Todas las luchas de los que nos dieron Patria
resultarán estériles ante este bastardo acontecimiento consumado sin vergüenzas
por un Honorable Senado que pasará a la Historia , como el más obsecuente y nefasto que
ha tenido el país. La
Argentina , la grande, bella y libre Patria nuestra dejará de
ser la propia artífice de su destino para convertirse en un Estado más de una
monstruosa confederación amasada con mentiras, crímenes y dólares.
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ero
sabemos que los argentinos de bien no olvidarán la afrenta y sabrán
reconquistar más tarde o más temprano esa dignidad que los Senadores, han
arrojado a las fauces abiertas de una fiera insaciable, que no se verá
satisfecha hasta el día en que pueda convertir a la República en una
estrella más de su pabellón pirata.
N
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o
todo se ha perdido, aunque todo se halle comprometido. Todavía hay sangre en
las venas de los argentinos e indignación en muchos corazones. De esa sangre y
de esos corazones surgirá un día la palabra de condenación para este crimen de
lesa patria que ha sido consumado. El Senado que ha tomado esta medida, no es,
no puede ser un Senado revolucionario, de un gobernante que fue abanderado de
la soberanía. Parece un Senado de la fenecida Unidad Democrática, es decir, de
los sirvientes del imperialismo brandenista y staliniano. Es el sentir apátrida
del comunismo y el venal e inmundo de los lacayos del dólar el que parece haber
triunfado. Pero la Patria
resurgirá libre, pujante y soberana. Dios por testigo.+
ALIANZA
LIBERTADORA NACIONALISTA
Comentario nacionalista; Este manifiesto,
que tiene un valor entrañable para el patriotismo jujeño y argentino, fue
repartido, en 1945, luego de la firma de
las Actas, en forma de volante. Sus
presagios se cumplieron al pié de la letra.
Comentario
del padre Castellani
(En su libro: “Decíamos Ayer”, parte del prólogo II, ed. Sudestada, 1968)
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uando
escribo este Prólogo –justo cuando estoy
corrigiendo el artículo patriótico titulado Mil ocho diez y seis-mil
novecientos cuarenta y dos- se
está aprobando sin reservas” por unanimidad casi virtual de ambas Cámaras, las
llamadas Actas de Chapultepec, o sea el tratado con Panamérica, que
pretende formar en el continente una especie Superestado titulado Panamérica
o Unión Americana.
El
pueblo argentino en general no sabe a punto fijo lo que es eso: el asunto se ha
llevado con el mayor sigilo, entre nubes de humo, evitando cuidadosamente una
disciusión abierta y nacional. Siete diputados votaron en contra: Enrique Alvarez Vocos; Emilio M. Boullosa; Joaquín
Díaz de Vivar; John William Cooke; Manuel García; Carlos
G. Gericke y Cipriano Reyes.
La firma de este tratado es una desgracia
nacional, equivale a una guerra perdida; y quizá peor. Es la ruptura con
nuestra tradición hispánica. Es la consumación de la apostasía nacional de
1889. Es el emprendamiento del albedrío nacional a una nación lejana,
protestante y atea. Es una claudicación.
Esta claudicación se ha querido
cohonestar con dos principios francamente lastimeros, a saber uno, el de la Política
Realista (“no podíamos menos, no podemos vivir
aislados, hay poderosas razones de Estado”… etc.) otro, el de la Religión
Democrática (“hay que obtener la paz y la felicidad
del género humano por los caminos del derecho, la justicia y el progreso”,
etc.), que, abundantemente regados con coacciones y amenazas, se han hecho
jugar con habilidad y astucia. La cosa está hecha. Argentinos, os deseo mucha
felicidad.
Lejos de nosotros el profesar que la
llamada Soberanía sea una cosa absoluta: la idea de que las naciones
son todas iguales y tienen voto parejo en el concierto del mundo es una utopía liberal del siglo
pasado, que funciona en el mate de los Saavedra Lamas, y que acusa ignorancia
de los existencial. La misma idea está clara en Esteban Echeverría,
por ejemplo. Es un ideal cristiano vuelto loco. Es una aspiración cristiana
falsificada y demente.
No somos tampoco tan zonzos como para
ignorar que cada nación tiene la diplomacia de su fuerza, y que en las
relaciones internacionales no solo debe considerar su derecho, sino también la
realidad brutal de la fuerza injusta o prepotente de los demás. Cristo mismo
reconoció esto en su Evangelio.
Pero el putiferio que se nos ha
infringido después de haber dado a esperar todo lo contrario, es demasiado
desdichado para que no lloremos. Mujeres argentinas, actualmente votantes y
votables, no lloréis sobre mí ni sobre vosotras, llorad sobre vuestros hijos
Nos han atado al carro de los que hoy
edifican una babélica y falaz Paz Universal, basada no en Dios y
su Iglesia, sino en las solas fuerzas del Hombre descristianizado. La pagaremos nosotros los débiles esa paz,
tanto si se consigue como si no se consigue. Y por desgracia para mundo es
posible que se consiga.
“Todo lo que hemos hecho –dijo Percy Franklin, o sea Silvestre IV, el
último Papa- no ha podido evitar una
pacificación del mundo sobre una base que no es Cristo. La intención de Dios y
de sus vicarios ha venido enderezada desde hace siglos a reconciliar a los
hombres por los principios cristianos; pero rechazada una vez más la Piedra Angular , que es Cristo,
ha surgido una unidad sin semejante y enteramente nueva en Occidente. Esto es lo más peligroso y funesto,
precisamente por el hecho mismo de contener
tantos elementos incontestablemente buenos. La guerra, según se cree,
queda extinguida por largo tiempo, reconociendo al fin los hombres que la unión
es más ventajosa que la discordia. Los bienes materiales se aumentan y
amontonan , en tanto que las virtudes vegetan lánguidamente, despreciadas por
los gobernantes y neglicidas, en consecuencia, por las masas. La filantropía ha
reemplazado a la caridad, la hartura de goces y comodidades a la esperanza de
los bienes invisibles; la hipótesis científica a la fe…” (R. H.
Benson, The Lord of World, II parte, Cap. II,
parágrafo IV).
Esto dijo Silvestre IV; o mejor dicho dirá
dentro de algunos años, si la hipótesis de la pacificación en el Anticristo
se verifica. Hacia esa pacificación se han apresurado solícitamente a
comprometer al país y a su limpia trayectoria nuestros representantes del
pueblo. ¡Qué importa! ¡Ya verán ustedes los camiones y autos que nos van a
mandar en seguida los Estados Unidos!
Esto es lo que llaman política
realista, los barcos cargados de ferreterías que nos mandarán en
seguida en cambio de nuestro honor católico y español. ¡Ay, los realistas
nuestros! Yo los conozco. Son muchachones improvisados, plebeyos encaramados,
hombres sin clase, que de golpe se han visto donde Dios nunca los vio, en un
timón de dirigir a los hombres, con un sueldo ocho veces mayor del que ganaban
antes, oportunidad para coimas, (en los dos
sentidos) ilimitada, puestos que regalar a los amigos y aduladores que les
dicen: “¡eres un hombre fenómeno!”. Ese Montiel del otro día que dijo que “la
patria de él estaba donde le pagaban”, es el realista perfecto.
Ese sí que es un realista lógico. Solamente una buena prostituta lo es un
poquito más. “El caracol donde nace, pace”, dice un refrán español. El caracol tiene patria. El que nace
allí donde pace es el asno. La patria del asno es donde le paguen.
Tememos que en muchos de nuestros
flamantes gobernantes, sea ese el caso,
se han metido donde Dios no los llamaba, y ahora con las
botas puestas piensan que no hay quien los juzgue. Se equivocaron
grande.
A causa de la deficiencia de nuestra
educación, y a causa del bullir de la olla de garbanzos de nuestra política,
somos una nación de improvisadores, apta para ser fumada en pito por cualquier
equipo de vivillos. Si a ellos se sobrepone la corrupción moral, y encima de
ella la perversidad ideológica sale lo que estamos viendo que sale. “Lo que
tenía que suceder” –como dijimos en un artículo reciente.
Valía la pena aquí hacer una etopeya del
gobernante nuevo. ¡Quién tuviera la pluma de Balzac –o siquiera un poco de
tiempo y salud- para eso!
De acuerdo al principio de la seudodemocracia que dice: “Siendo así
que cualquier hombre sirve para cualquier cosa, hay que meter en cualquier
momento a cualquier tipo en cualquier puesto”, el gobernante nuevo no mide la
obligación del cargo, el peso de la rueda ni la anchura de sus fuerzas y
méritos, sino con el metro de goma de su desaforada ambición y engreimiento; y
en los momentos descarrilados en que vivimos, la audacia es la escalera
infalible que usa para encaramarse. No tienen la menor idea de donde meten las
manos y de los riesgos que ciegamente
incurren. Su democracia es esencialmente inestable, tornadiza y volteadora. Yo
lo recordaba días pasados a un amigo trepador y apurado y él respondía:
-¡Bah! Aquí en la Argentina no hay
peligro. Pueden descubrirse los mayores
escándalos públicos y no pasa nada. Se arma un griterío de monos en jaula, José
Luis Torres se hace el Catón y el Quijote, y al fin no pasa nada; todo acaba en
un pantanito más. Los peores presidentes argentinos han muerto en la cama…
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Todos somos responsables de esta
humillación nacional y los hombres de Iglesia no menos que ninguno. Digo los
hombres de Iglesia y no la Iglesia , porque la Iglesia no es una
institución dirigida a lo temporal histórico; es una institución de fin
intemporal aunque encarnada en lo temporal