Y LOS SUEÑOS, SUEÑOS
SON…
Recordando mis sueños del amanecer.
Leyendo al Padre Castellani en su libro: “Cristo y los
fariseos”, me sobresaltó esta intimación
tan apropiada para ser impuesta a nuestra apostasía nacional:.
“ Sólo Cristo, el último y mayor de los Profetas podía pronunciar esta
imprecación y esta amenaza. El destino inmediato de Jerusalén estaba presente a
sus ojos. También el suyo propio. Añade Cristo la profesia final:
¡ Jerusalén ,
Jerusalén!
Que matas a los
profetas,
Y lapidas a los que
te son enviados. ¡ Cuántas veces quise congregar tus hijos
Como la gallina
congrega sus pollos
Bajo sus alas –
y rehusaste!
He aquí que vuestra casa quedará desierta
”.
Estimados camaradas : en mi ensueño imaginé que la
terrible condena que pesaba sobre la soberbia de Jerusalén es la que se está avecinando
rápidamente sobre nuestra Patria. Con
razones valederas y similares , pues la evidente apostasía Argentina, que es la
separación y la incomunicación –quedarnos solos sin la protección de la
Santísima Trinidad— provocará la
desolación y el aniquilamiento de nuestra Patria. ¡Porque el maldito gobierno
liberal se resiste a aceptar Su ayuda y protección!
¿Estamos aún a tiempo de reconciliarnos con Dios? ¿Será
inevitable la “balcanización” o la destrucción total de nuestra Patria, en
manos de los nuevos fariseos, el yanqui y el judío? ¿Surgirá a tiempo el
Caudillo esperado por los patriotas que restaure la grandeza patria aceptando
la ayuda Divina?
Y mi sueño terminó recordando un cuento “teológico” del tucumano
Capuchón Gonzales:
“Crecía el
Paraná, y sobre el techo de un rancho entrerriano un criollo atisbaba angustiado
que no mermaba la crecida. Le llegaba el agua a la cintura cuando se presentó
una lancha vecinal: -suba, paisano-; --no gracias les contestó: --“¡el Señor me
salvará!”. Tiempo después, llegándole el agua al cuello, divisa una lancha de
Cruz Roja, y se repite la escena: La misma ayuda y la misma contestación: “¡El
Señor me salvará”. Al fin, con el agua en la comisura de los labios baja del
Cielo un helicóptero de Prefectura: --¡suba! ¡No pierda ni un minuto más! Y el paisano, barboteando los últimos suspiros
repitió: –“el Seños me salvará” --.
“Fue el fin del creyente y despistado paisano.
Subió al Cielo y dirigiéndose a Dios le dijo; --esperaba Tu ayuda--. Y el Señor le contestó: todavía te quejas, gaucho
cabeza dura y engreído, te mandé dos lanchas y un helicóptero ¡ y no quisiste
subir! “.
Dios no nos descuida ni abandona y quiere nuestra
salvación ; pero requiere nuestros libre y agradecido consentimiento, cuando la
oportunidad se nos presenta, pues sin Él nos ahogamos en la miseria.
Desde 1852, el gobierno unitario/liberal/fariseo mantiene
tozudamente la apostasía argentina, cada vez más diabólica. Sin aceptar al
Señor, la maldición sobre Jerusalén caerá también sobre nosotros. +
LA LEYENDA DE LA
SALAMANCA:
En You Tube apareció un documental “novelado” sobre la
leyenda o mito de la “Salamanca”. El autor lo presenta con intención
pedagógica, seguramente. Exponiendo que la leyenda y su recuerdo actual está
principalmente radicado en el pueblo de Salavina, en Santiago. Allí realizó
entrevistas con paisanos del lugar, ya “pasados” por la TV, quienes tienen
respecto al mito ciertas reminiscencias lejanas, que ya poco inciden en sus
vidas cotidianas. Pero sin lugar a dudas creen que responde a la ambición de Satanás
de cosechar las almas de quienes se la
entregan -que es lo que los identifica como seres libres e inteligentes—por un
esporádico triunfo en la vida comercial o
artística. ¿Tendrá alguna realidad espiritual la Salamanca?
Pues bien, queridos camaradas; en el año 1963, viviendo
yo en el inolvidable Cafayate, solía con mi amada esposa recorrer emocionados
los históricos alrededores, plenos de Tradición, pisando senderos frecuentados centenares
de años atrás por los primitivos habitantes, que allí dejaron huellas de sus
vidas.
Durante uno de esos paseos, en esa oportunidad
acompañados con dos inolvidables amigos,
que por esos días vacacionaban en nuestra casa: el veterano nacionalista
Ernesto Heritier, revisionista y excelente dibujante, y el joven Alberto
Balzanelli, futuro brillante director de coros en el Teatro Colón. Pues bien,
en una quebrada no muy lejana al pueblo, topamos con un rancho precario
habitado por un gaucho salteño, de edad avanzada, con un nombre sorprendente y respetable,
apropiado al lugar de su residencia: Don Alejandro Magno.
Tratamos amistosamente con él, deseando conocer lugares
históricos especiales. Aceptó y convenimos en que al día siguiente nos llevaría
a conocer la Cueva del Suri ¿Dónde nos encontraríamos? Muy sencillo: partiendo
del pueblo al amanecer, nos aclaró, subiendo por el sendero, mucho más arriba de
su rancho, nos esperaría en el gran peñón, al costado del sendero.
La sorpresa de nuestros porteños invitados fue mayúscula.
Decime, me decían, acá hay cientos de peñas, y después del amanecer puede ser
todo el día. Acostumbrados a citas
puntuales en Corrientes y Esmeralda, a las tantas en punto. Dudaban: ¿Estás
seguro de todo esto no es un cuento?
Me consideré afectado en mi falsa veteranía de andante por
los cerros, y los tranquilicé; pero dentro de mí corría una incertidumbre: si
la cita fallaba mis amigos se burlarían hasta el cansancio.
Al amanecer siguiente comenzamos la esforzada escalada.
Mirá, a cada rato me decían, ese debe ser
el peñón, pero don Alejandro no está. Al fin grité, casi adivinando, es ese, y
estaba esperándonos a pesar de no tener
reloj minutos más ,minutos menos ,mucho más cómodo y puntual , que si estuviese
en Esmeralda y Corrientes. De ninguna manera faltó a su palabra.
Allí nos desviamos subiendo por una picada hasta la
famosa Cueva del Suri, adornada con muchas petrografías. De entrada nomás nos
aclaró: él no quería paga alguna, sólo convenimos en un detalle trascendente:
si encontrábamos la Campana de Oro de la Salamanca él sería el dueño absoluto.
Antes de penetrar en la Cueva nos enfrentamos con un
obstáculo insalvable: su entrada estaba tapada por una capa de arena que sólo permitía
entrar como lagartijas. Y lo peor fue que la capa era tan liviana como talco, cernida
por los siglos, pues al penetrar se levantó tal polvareda que casi a oscuras y
ardiéndonos los ojos, salimos a la disparada. Yo me hice de un precioso trozo
de una tutuma policromada, que aún conservo, pero la Campana nunca sonó.
Fue algo decepcionante, pero amenizado por las vituallas que
mi esposa llevó y entonados por el buen patero, los cuatro nos alegramos
sobremanera de haber conocido a un auténtico creyente en el mito de la Salamanca,
viviendo feliz en la soledad y el silencio; ajeno al fragor de la degradante
vida ciudadana, poblada de jubilados despreciados e histéricos. Dueño y Señor
de su ambiente y de su libertad, soñaba con poseer la famosa Campana.
Disfrutamos caminando por senderos maravillosos donde
resplandece intacta la Gloria de Dios, Creador y protector de la naturaleza y
de la vida. Nunca olvidaremos. +
MARAVILLA DE LA CREACIÓN:
Otro documental me trajo la noticia siguiente: bajo sus alas las moscas
tienen una especie de hélice de helicóptero, que les permite realizar todas las
piruetas durante el vuelo. Una verdadera maravilla de la Creación. Dios, con
humor divino, se les adelantó algunos siglos a De la Cierva y a los tecnócratas
belicistas modernos, --que se rompen el coco buscando inventar máquinas
infernales--, haciéndoles notar su Poder.
Y puso a esos repugnantes, sucios y apestosos insectos, que comen en plato
ajeno e invaden nuestras vidas. Seguramente
causan mas muertes que las
guerras, bajo el mandato, hasta el fin de los tiempos, del Rey de las Moscas. DIOS
presagió lo que sucedería a la humanidad en cuanto se aleje un tranco de Él.
Por eso, al amanecer siguiente, al despertar, pensé que había cierta
relación entre moscas y helicópteros, ambos imperialistas, cubriendo el mundo.
Y así medio amodorrado imaginé que las moscas eran helicópteros yanquis dirigidos
por el Rey de las Moscas y manejados por los sionistas contra Gaza. Y a cada mosca que mataba, caía un
helicóptero y yo gritaba alborozado: ¡Viva Gaza libre de asesinos! Me desperté
reconfortado. +
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