martes, 23 de julio de 2024

 

EL NACIONALISTA O EL PATRIOTA QUE DESCONOCE O RELEGA LA POLÍTICA DE DON JUAN MANUEL DE ROSAS NO COMPRENDE LOS MOTIVOS DE LA CATÁSTROFE QUE HUNDIÓ A NUESTRA PATRIA.

LA RESTAURACIÓN ARGENTINA SOBERANA DEBE COMENZAR DESDE CASEROS, ALLÍ MISMO DONDE SE DESPLOMÓ.

 Hasta quedar sin aliento debemos gritar repudiando la traición de Urquiza, pues en Caseros comenzó el drama argentino. Sólo defenestrando a Caseros y a sus ejecutores, y falsos próceres que lo divulgaron, y descubriendo la verdad Histórica, podremos encarar la Restauración patria.

A continuación un comentario de Luis Soler Cañas publicado en “Dinámica Social”,(año 1952),  a un libro de

Julio Irazusta:

URQUIZA  Y  EL  PRONUNCIAMIENTO.

Se presenta el libro de Julio Irazusta “Urquiza y el pronunciamiento”. Constituye algo más que un aporte interesante para el esclarecimiento de una cuestión que tiene profundamente divididas las opiniones de los argentinos del presente. Se trata a mi juicio de un libro útil y valioso del que no podrá prescindir quien desee considerar ese período de nuestra Historia.

Julio Irazusta integra, como es sabido, la corriente de historiadores argentinos calificados como revisionistas. En otros términos pertenece al sector rosista.  Y este sector rosista no está fanatizado ni se mueve al impulso de pasiones heredadas, sino que funda sus aserciones y sus conclusiones en el estudio sereno, imparcial de los hechos lo certifica precisamente este trabajo suyo, en el que el rigor analítico y una extremada lucidez estimativa se unen para conformar un panorama del momento argentino de 1851 que juzgo será imprescindible en adelante para un conocimiento cabalmente aproximado de ese trozo de historia argentina.

Sin entrar en un examen detallado de cuanto en él queda considerado y puesto en luz de claridad diré que de su lectura se extrae una idea muy buena y muy ilustrativa del estado del país, de las opiniones de los gobernantes del interior, del concepto de estos, así como prominentes ciudadanos porteños, tenían acerca de la situación argentina; también, del conocimiento que todo el país tenía sobre la gravedad y trascendente importancia de la situación de la República en relación con las naciones vecinas y con las naciones europeas.

Impresiona comprobar que los juicios de los gobernantes eran casi unánimes y coincidentes respecto a las cuestiones primordiales relacionadas con la existencia misma de la nación, su unidad y su soberanía, amenazadas por coaliciones foráneas, y como en ningún lugar del país se ignoraba el sentido y la trascendencia de la lucha que Rosas libró contra los poderes europeos interventores en los asuntos del Río de la Plata.

Surge del libro de Irazusta la conclusión irrefutable de que, pese  cuanto se ha afirmado en contrario, existía entonces ya, una profunda y verdadera unidad corroborándose así mediante otros elementos de juicio la demostración que a ese respecto ya hiciera magníficamente Ricardo Font Escurra en el libro “ La Unidad Nacional ”. Y que existía, además, conciencia de esa unidad,  reflejada en el apoyo reiteradamente dado al gobernante porteño y en la apreciación de los hechos internacionales como interesando y afectando a todas las provincias por igual.

El trabajo me parece igualmente esclarecedor por lo que se refiere a Urquiza, excelente guerrero, […faltan palabras en el original] , por imperio de sus escasas dotes de estadista. Y la figura de Rosas, analizando al dictador a través de actitudes aparentemente contradictorias o misteriosas se alza del estudio de Irazusta revestida de una grandeza inequívoca.

He aquí donde el libro interesará más profundamente al estudioso de los fenómenos sociales. Irazusta arguye que el país,  a pesar de apoyar a Rosas se encontraba fatigado. Y que el propio Rosas hallábase cansado de su larga permanencia en el poder ( Irazusta aventura la tesis de que sus reiteradas renuncias no eran fingidas ); que advertía con claridad como la opinión nacional se mostraba fatigada, avecinándose el momento en que otra política  debería forzosamente reemplazar a la suya.

La conclusión a la que arriba el autor de “ Urquiza y el Pronunciamiento ” es realmente amarga y dura: el país, dice, no quiso seguir el cumplimiento de una política de grandeza y defeccionó en el momento mismo en que esa política –la de Rosas—debía afirmarse mediante el enfrentamiento armado y declarado con el Brasil.

Caseros, infortunadamente facilitado por la ceguera política y las ambiciones de Urquiza, constituyó la coyuntura no buscada por el país, que éste aprovechó, sin embargo, para desligarse del compromiso de una alta empresa nacional: el engrandecimiento argentino a través de una reconstrucción del Virreinato –entonces todavía posible—y el fortalecimiento de su ser y de su influencia en América y frente a Europa.

Luis  Soler  Cañas.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario