jueves, 11 de julio de 2024

 

 Leer, estudiar, pensar para que la indignación caliente nuestro ánimo y nos lleve a repudiar ardorosamente la corrupción impune y el cipayismo entreguista de los traidores liberales; amando cristianamente al prójimo más necesitado, fundamento de la justicia social y la convivencia fraterna.

 

¡PARA VOLVER A VIVIR  COMO CIVILIZADOS Y PATRIOTAS EN UNA NACIÓN JUSTA, LIBRE Y SOBERANA!

¡PARA QUE SEA RESPETADA EN EL MUNDO ENTERO, DEBEMOS ACABAR DE RAIZ  CON EL LIBERALISMO!  

 

A continuación copio el capítulo “La Disipación”, del libro del Padre Juan Sepich La Actitud del Filósofo” (pg. 37; CCC. 1946), dedicado a describir un problema trágico: el hombre moderno es un esclavo inconsciente de la   propaganda dirigida por fuerzas multinacionales que propagan un pensamiento que alimenta la degradación humana, convirtiéndonos en meros repetidores inconscientes y asfixiados de lo que ven en la TV y en su celular.  Ese es el mundo liberal; donde viven enclaustrados en su egoísmo de auténticos liberales, despreciándonos con su egoísmo, incomprensión y desinterés.  Más bien nos rodean burlándose de la vergüenza y el dolor de nuestro nacionalismo.

 

De alguna manera, estos párrafos del Padre Sepich, rango aparte , se relacionan con el artículo de Julio Camba, escrito con puro sentido común, que tiempo atrás publiqué : “La mecánica como civilización”.

 

EL DRAMA DE LA DISIPACIÓN

 

La disipación es una señal inconfundible de la convivencia actual. La necesidad de vivir hacia fuera está fundada en la naturaleza política del hombre. La soledad es divina o bestial ; nunca de otra manera . Transformar, empero, la disipación en la única norma de vida humana , sería negarse la posibilidad de tener acceso a una interioridad que implica ser por dentro algo mejor que por fuera.

 

El recogimiento se funda, pues, en que el hombre tiene además de la insuficiencia que lo lleva hacia fuera a convivir y disiparse  , una vida espiritual interior que lo lleva hacia adentro y recogerse.

 

El liberal es el hombre contraído , más no recogido . Evita la dispersión de los esfuerzos hacia fuera , más no para recogerse dentro sino para concentrarse en uno sólo de los puntos externos . La falta de recogimiento es consecuencia del horror natural al vacío y soledad de ausenci  ¿Qué va a buscar el hombre del liberalismo en su interior ? Allí no tiene a Dios , no tine vida espiritual insondable , ni artística ni filosófica . El recogimiento equivaldría a retirarse al desierto en el cual está privado de su única razón de vivir ; gozar de lo externo.

 

La vida espiritual, en cambio, atrae hacia sí, hacia lo interior; hacia una soledad que es rica en la presencia de todo lo que el espíritu puede ansiar. El recogimiento es un descanso de la fatiga externa y aun del placer externo. Esta falta de recogimiento en el hombre liberal y en el hombre común tiene la misma raíz.

 

Cuando la avalancha de los resentidos arrojen al hombre mejor a la impotencia y lo releguen a su exclusivo recogimiento , por la fuerza , entonces podrá surgir en este desplazado , una conciencia nueva de lo que debe ser el hombre para poder convivir . Volverá a renacer en el recogimiento , la conciencia de que la vida espiritual establece las condiciones para ser mejor.

 

Con posterioridad al choque de las fuerzas en lucha, el recogimiento hará posible reencontrar el camino de lo mejor, en el reencuentro de la Teología, de la filosofía , del arte , de la ciencia , en una palabra, de la auténtica vida espiritual que necesita el hombre de hoy. “Cuando viereis retoñar la higuera , es señal que está cerca el verano”.

 

El tema que obliga a repensar las actitudes es éste. ¿Lo harán en el recogimiento de hombres capaces de aun reaccionar de la miseria espiritual liberal ? Muy de temer que no busquen el recogimiento antes de verse obligadamente echados a la soledad y alejados del consorcio de las cosas de que ahora se han rodeado para hacer placentera la vida . Los síntomas de haber comprendido esto no son todavía visibles, y quizá haya conciencias que entrevén , más aun , que ya viven ; pero la convivencia social no ha tomado conciencia de esta necesaria actitud.

Enfrentados ya con la ola que los va a cubrir, se proclama en demasiado alta voz que no se está con los extremismos. Esta ceguera es típica ceguera liberal que huye de la “exageración”. Si decís a un liberal que únicamente Cristo puede redimiros, os dirá que exageráis. Para el liberal hay que ser     “ más justos ”.

 

Hay que conceder también algo a Mahoma, a Confucio, a los grandes de este siglo. Si asoma en la conciencia social el signo del recogimiento , se acerca la hora en que los hombres pueden encontrar el verdadero camino para ser “ mejores ”. Estos “ mejores ” no son privilegio de ninguna condición económica, ni de clase social o grupo alguno. El hombre mejor puede surgir en todas partes, si la convivencia es ordenada. Pero en su comienzo surgirá en aquellos cuya capacidad de recogimiento demuestre que no han extinguido en sí la centellita del espíritu. +

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