viernes, 14 de mayo de 2021

 

¿SAN MARTIN MASÓN?

Genta afirmaba una idea que desconcertaba mis pulcros oídos juveniles, sonando como una herejía, todavía imbuidos del totalitario adoctrinamiento electoralista, allá cuando recién comenzaba mi hermosa aventura nacionalista. Decía Genta: el poder político viene de Dios, y el pueblo nada tiene que dar; no lo puede delegar pues nada tiene. Hay personajes predestinados por la Gracia de Dios para recibirlo y ejercerlo, para bien, cuando su política autoritaria y legítima se desarrolla en orden al Bien común. Y para mal, cuando lo asume un autócrata totalitario liberal o marxista en beneficio personal o de partido, aunque se proclame ‘democrático’.

Para ser efectivo un gobierno, en cualquiera de sus tres formas clásicas, debe ser autoritario; asesorado por lo más granado de la intelectualidad. O sea, lo opuesto al que rige nuestra Patria.

Pobre país el que no cuenta con un hombre predestinado para calzarse la corona del poder; pues desaparecerá lentamente convertido en factoría del más poderoso. Nuestro país tuvo la gloria de que sus dos máximos héroes, San Martín y Rosas asumieron el poder convencidos de tener la misión providencial de defender y engrandecer la Patria contra los entreguistas unitarios, liberales y marxistas; hoy día llamados cipayos e imperialistas, encarnados, por ejemplo, en  Kirchener y Macri…y antecesores.

Ambos llevaron una vida ejemplar, privada y pública; impusieron la moral y el orden y fomentaron, aun con el ejemplo personal, la religión católica. Respetando la realidad e idiosincrasia nacional. Aceptaron, con responsabilidad y patriotismo, en la hora en que todavía se podía soñar con la máxima grandeza patriótico, el desafío que lanzó Aparici y Guijarro a los españoles: “Si no hay un español que se anime a calzarse la corona de Isabel, vergüenza para los españoles”.

El Libertador se autoproclamó Protector del Perú, para evitar los conciliábulos anarquistas de ideólogos revolucionarios que, contrariando los intereses del Perú comenzaban a luchar por el poder, admitíendo la ingerencia inglesa para balcanizar América latina. Con su abnegado desinterés, tuvo la intención de entregarlo, sin aceptar honores, cuando las circunstancias lo hubieran fecho posible,  debido a la turbulencia de los tiempos, para sostener el orden político; evitando que los ‘demócratas’ de la Revolución francesa entregaran el poder a  la masa, manejada por ellos desde bambalinas. Actitud genial de desprecio al liberalismo y al electoralismo absolutamente opuesta a la ideología masónica.

Este es el hecho verídico y consumado: la vida del Libertador fue una lucha constante para defender la integridad soberana americana contra la prepotencia inglesa, culminando con su ejemplar amistad con el Restaurador don Juan Manuel de Rosas; odiado satánicamente por la masonería. Por tanto fue enemigo acérrimo de las intenciones masónicas de apoderarse de América.

Su actitud más elocuente, sellando su oposición a los intereses masónicos, fue su amistad con Rosas. Juntos, complementándose, fundaron la patria. Sin San Martín, Rosas no hubiera podido restaurar la Soberanía; y sin Rosas, la patriada de San Martín hubiera quedado trunca.  

Por esta unidad indisoluble si San Martín hubiera sido masón, también lo hubiera sido Rosas… ¡o ninguno de los dos!

Además manifestó clara y concluyentemente su patriotismo, con el desprecio que sentía por ese masón depravado, alucinado estafador y asesino, B. Rivadavia; y por el odio masónico que este recíprocamente sentía por el Libertador.

Pero, después de todo, ¿qué importancia política podría haber tenido su afiliación a la masonería, si su actuación pública proclamaba abiertamente su anti masonismo?; De manera tan convincente  y manifiesta que la masonería debiera haberlo expulsado de la secta. Si no lo condenó fue porque de hacerlo, hubieran documentado que nunca fue masón. Y para conservarlo fraudulentamente como hermano tres puntos, debieron desfigurar su personalidad presentándolo como santo laico, sometido a los ingleses.

Es intolerable la deshonestidad de los historiadores liberales, y ridículo que haya babiecas que los escuchen, enjuiciando la grandeza magnífica de nuestros dos más grandes próceres, comparándolas con sus propias estaturas de enanos perversos. Estos nuevos inquisidores laicos, unos y otros, no son más que lacayos de la historia, que husmean  con ojos enlodados por el ojo de la cerradura, regocijándose si descubren que los héroes tienen sus mismas apetencias y necesidades, pues sólo descubren sus miserias comunes a todos los humanos; no llegando a comprender , o no queriendo comprender que existan héroes.  

Por lo dicho, afirmamos rotundamente que San Martín nunca fue ni pudo haber sido  masón.

   

3 comentarios:

  1. Logia Lautaro no era masónica.

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  2. El babieca de Lons...jaja

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  3. Si hubo uno providencialmente para gobernar el país para el bien común pero falleció el año pasado Cosme Beccar Varela que se embromen todos los que por estúpidos prejuicios no lo apoyaron en su gesta.

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