APOLOGÍA DE DON JUAN MANUEL DE ROSAS.
(Texto del libro de Ricardo Font Ezcurra "La Unidad Nacional", ed. La Mazorca, 1944)
"Don juan Manuel de Rosas “tiene” necesariamente que ser
considerado siempre como un “monstruo”, como si fuera una ·furia del infierno”
o cosa por el estilo. Lo exige así, imperiosamente, una especie de razón de
estado con toda su fría y premeditada injusticia característica, y por eso es
que nuestros historiadores pretenden dar
por terminada la investigación a su respecto y declaran sentenciosamente
cerrado el debate histórico.
"Esta pretensión que condena a Rosas a ser considerado
definitivamente y sin apelación como un monstruo, se explica por el temor que
produce el previo resultado de esa investigación y de ese debate. Admitirla no
sólo respecto de Rosas, sino de
cualquier otro, significaría hacer innecesaria la existencia de la historia,
ciencia investigadora por excelencia.
"Si a Rosas se le acreditaran los trascendentales
servicios prestados a su Patria, ¿Cómo se podría explicar la actuación de los
que formaron la “Comisión Argentina” de Montevideo, aliados a los invasores
para someter su Patria a la hegemonía extranjera? ¿Cómo tendría que ser juzgada la “Expedición
Libertadora” de Lavalle, financiada por el gobierno francés? ¿Cómo se podría
tolerar el recuerdo de Sarmiento y de Florencio Varela? ¿Cómo se podría justificar
a los “vencedores de Caseros”, aliados al Brasil para que éste, previo
derrocamiento de Rosas, obtuviera de la Argentina las enormes ventajas
territoriales y políticas perseguidas infructuosamente durante tanto tiempo?
"La leyenda del “monstruo” es la disculpa de su traición,
es el madero a que están asidos luego del naufragio de su dignidad. Desvirtuada
esta leyenda se vendría ruidosamente abajo toda la endeble armazón de su
presunta gloria originada de haber combatido un monstruo.
"Los intereses creados históricos actúan con tanta potencia
e injusticia como los económicos. Por eso esa leyenda que se origina en las
“inexactitudes a designio” de Sarmiento, en las calumnias de Florencio Varela,
en el rencoroso despecho de Marmol y en la degradada cleptomanía de Rivera
Indarte, es continuamente actualizada en las prolijas y periódicas reediciones
que se efectúan de sus obras, al mismo tiempo que se multiplican injustos y
excesivos homenajes con que, a manera de cortina de humo, se obstaculiza
premeditadamente el esclarecimiento de la verdad histórica.
"Por eso se le niega calumniosamente a Rosas su honradez
acrisolada, su éxito magnífico y rotundo frente a Francia y Gran Bretaña, su
admirable y heroica Campaña del Desierto y su honrosa y esclarecida gestión al
frente de las Relaciones exteriores. Por eso no sólo su nombre, sino también el
de sus colaboradores, es mantenido cuidadosamente ausente de las importantes
instituciones y centros de población que él fundara, y se le resta importancia
a la admiración sin reservas que le profesara el ilustre Libertador, quien le
otorgó la más alta recompensa a que pudiera aspirar un argentino. Por eso se
disimula la importancia del Pacto federal, suscripto por su iniciativa y por
eso se le niega el ser el creador de la Confederación Argentina.
“Defendió como pocos su débil país contra la agresión
extranjera- escribió Octavio Amadeo- … Defendió no sólo el honor sino también
la integridad de su país con pericia enérgica; y fue él, sólo él, quien mantuvo
aquella decisión inquebrantable. Las dos naciones más fuertes de la tierra se
inclinaron ante este minúsculo señor lejano, y al retirar Inglaterra sus tropas
y sus naves, entre las que había algunas fragatas de Trafalgar y algunos
soldados de Waterloo, los cañones de la Emperatriz de la India saludaron con 21
disparos de desagravio y homenaje a una humilde bandera, desconocida del mundo,
pero no ignorada por ellos”.
"La defendió no sólo contra la agresión extranjera sino
también contra los argentinos extraviados que pretendían entregarla al extranjero…
“La verdad se abre paso”, decía, como presintiendo el
futuro, el santo y seña del Restaurador. Y no tardará en llegar el día en que
la historia, justificando la razón de ser de su existencia y cumpliendo su
verdadera misión, que no es por cierto la de halagar engreídas vanidades, exiga
rendición de cuentas del colosal despilfarro del patrimonio patrio por cuya
virtud no ha podido comprender la totalidad de los límites del antiguo
Virreinato del Río de las Plata que correspondían, de acuerdo con sus legítimos
e indiscutibles derechos, a su sucesora universal: la Confederación Argentina,
la que hubiera quedado reducida a su
mínima expresión de haberse realizado la ocupación chilena de la Patagonia,
como lo pedía Sarmiento y de haberse independizado las provincias de Entre Ríos
y Corrientes, cuya desmembración tramitó Florencio Varela.
"Los que pretendieron entregar nuestra patria al
extranjero son nuestros próceres máximos y el que lo impidió “con pericia
enérgica”, ¡condenado a execración perpetua! ¿Es posible resignarse a semejante
injusticia?... Para combatir a don Juan Manuel que era su adversario político,
cometieron delito de alta traición, provocando conflictos internacionales en el
Norte, en le Sud, en el Este y el Oeste, y cada una de esas injustas agresiones
fue un granítico jalón que demarcaría la frontera futura, que a nuestra
diplomacia posterior le sería imposible rectificar.
"Y ese incesante martilleo de sus 4 puntos cardinales
resistido por don Juan Manuel de Rosas con denuedo ciclópeo, estimuló el
sentimiento patrio y concluyó de forjar la unidad nacional…+
Ricardo Font
Ezcurra, “La Unidad Nacional”, 1944.
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