MARIANO MORENO, ABOGADO INGLÉS.
¡TRAIDOR A LA PATRIA!
OTRO
“PRÓCER” EXALTADO POR LA MASONERÍA, POR FOMENTAR LA INTROMISIÓN INGLESA EN
NUESTRA PATRIA, FAVORECIENDO LOS INTERESES BRITÁNICOS, EN CONTRA DE LOS
NACIONALES.
A continuación publico un excelente y exhaustivo
comentario del destacado nacionalista don Ramón Doll, al libro de Sergio Bagú:
“Mariano Moreno, pasión y muerte del hombre de Mayo”.
RAMÓN DOLL:
Los publicistas de avant garde en nuestro país, tienen
razón en no querer desprenderse de Mariano Moreno. El famoso paladín de la
revolución, el numen de Mayo, como lo titula Rojas, tenía, en primer lugar,
todo el estilo del político ultraliberal que piensa y que gobierna en el siglo
XIX, del cual a su vez los actuales izquierdistas son sus descendientes más
directos.
El secreto de ese estilo ampuloso y desproporcionado,
consiste en hablar siempre con desdén de lo que es, y con énfasis de lo que debe
ser. Ahora, mientras ese estilo no pasa de la oratoria o de cualquier otro
estilo literario, las cosas pasan más o menos desapercibidas; ya cuando el
estilo más que de expresión es de pensamiento, debemos inquietarnos porque el desdén distribuido, como lo dijimos más
arriba, trae como consecuencia que el pensamiento no sea pensamiento, sino
paralogismo o antilogismo y un pensamiento monstruoso lleva en potencia más
daños de los que se puede uno imaginar. Pero donde ya el asunto se complica, es
cuando ese estilo no es de mera expresión, ni de pensamiento, sino de políticas,
es decir de acción práctica en el terreno de gobierno.
Mariano Moreno es ese estilo de gobernante, el hombre que
gobierna lo que “debe
ser”,
lo que él cree que “debe ser” o puede ser, con más énfasis que lo que es. Ese
estilo ha causado males gigantescos, llena de desgracias la historia del
liberalismo, provoca crímenes horrendos y, sin embargo, hay un sector grande de
la humanidad que todavía la considera el silabario de la felicidad y el
catecismo de la doctrina política.
Por eso Sergio Bagú hace la biografía de Mariano Moreno,
lo exorna, lo enguirnalda, lo declara el fundador de la nacionalidad. Sergio
Bagú no dice más ni menos que Ricardo Rojas, que Octavio Amadeo, que Ricardo
Levene y que la Historia oficial. Por eso Sergio Bagú no trae discriminaciones
de ninguna especie sobre el estilo de gobernante que corporizaba Mariano
Moreno, ni puede colegir que males tremendos causó ese estilo a la
nacionalidad, ni se inquieta ante la posibilidad de que hoy, mañana o cualquier
día, él mismo Sergio Bagú, puede caer víctima de un político triunfante que
gobierne para sus locas pesadillas, para su sangriento frenesí de terrorista
aterrorizado o para un paraíso terrestre que flota en los sueños de un enfermo
de utopía.
Si un oficial suelta la lengua y en forma chocante y
burda dice algo que en el fondo no era tan absurdo en esa época la pluma de
Mariano Moreno escribe una cosa más chocante todavía, porque abomina de un
régimen monárquico al cual, sin embargo, en ese momento se le prestaba
acatamiento, por prudencia, por táctica, porque así lo exigía la más delicada
prudencia política. Era el fantasma, la entelequia para quien Moreno gobernaba,
desatendiendo la realidad: era el estilo.
Si los jefes militares querían tener las facultades omnímodas
que tienen los jefes militares y que no pueden no tener, a riesgo de que los subalternos
conviertan un ejército en una asamblea. Moreno hablaba en su club del nefasto
influjo de las armas, hacía antimilitarismo en los decretos, les acoplaba a los
jefes militares un oidor, un auditor, especie de Doctores Tirteafueras que
trababan la presteza, el automatismo de las ordenes y en fin, la eficacia del
servicio. Y todo eso, con enemigos a cuatro leguas del cabildo. Fantasmas,
antimilitarismo en los peores momentos para debilitar al militarismo. Lo que
“debe ser” gobernando sobre lo que “es”. Estilo político de Mariano Moreno.
Si hay que nombrar un gobierno con poderes de emergencia
hasta conseguir la emancipación, Moreno habla de las vilezas del esclavo que
ama la esclavitud, y redacta una circular a las provincias para reunir nada
menos que un Congreso constituyente. Pero cuando los congresales vienen y
quieren controlar la junta, extender el número de miembros, quitarle a él
atribuciones, entonces se acabó el constitucionalismo y el parlamentarismo y
hace cuestión con argucias curialescas. Constitucionalismo en los momentos en
que los barcos españoles depredaban en las orillas de Buenos Aires.
Organización de lo que todavía no existía. Era el estilo.
Ante esas distorsiones de un espíritu enfermizo, un
político que con esos devaneos no hacía sino enemistar, conspirar contra el que
tenía a su lado, distraer a la gente de las atenciones ingentes que recababa la
guerra, ante tanta anomalías Sergio Bagú
permanece casi extático frente a la figura de mariano Moreno y es que la
filosofía política de Bagú lo ha habituado a considerar el manejo de las almas
y de los cuerpos, de la salud, el honor y los bienes de los súbditos, es decir,
a considerar la política como el gobierno de conceptos vacíos de realidad pero
que tienen fuerza suficiente paras querer convertirse en realidad.
Esa filosofía no establece que el hombre es un ser débil,
lleno de necesidades y que por lo tanto la política es la ciencia de los
elementos tradicionales que subvienen a esas necesidades, orden, libertad,
bienestar, justicia. No .Lo primero que postula la política liberal es que el
hombre puede ser mejor y “debe ser” mejor de lo que es, de modo que los
elementos tradicionales y eternos de las sociedades, los declara pasados de
moda y se dedica a crear otros nuevos que no le sirven, claro está, para nada y
al rato ya está buscando entre los escombros, los que tiró despreciativamente.
El socialismo, por ejemplo, creyó que porque una máquina se perfeccionaba con
tornillos más o menos, el productor se perfeccionaba también, olvidando que el
hombre es eternamente igual un animal de presa tenga en sus manos una
ametralladora o un hacha.
Es ese estilo político de Mariano Moreno y de Sergio
Bagú, el que permite una conjunción sin dificultades, entre el biógrafo y el
biografiado, siempre que ambos estén en el “debe ser”, en lo deontológico,
diríamos.
Pero cuando se trata de hechos, realidades, Sergio Bagú no discrimina, ni
observa, ni examina. He aquí que Bagú no le concede ninguna importancia y hasta
condesciende a declararlo, al hecho de que Mariano Moreno haya formado parte de
la asonada de Martín de Álzaga en 1809. Sin embargo, estimado señor Bagú, esa
asonada contra Liniers es reaccionaria. ¿Por qué está ahí Moreno, el Repúblico,
el Jacobino? Se lo diremos. Mariano Moreno fue un agente de Inglaterra en el
Río de la Plata; la presencia de Liniers en el gobierno era peligrosa para la
emancipación que deseaban los ingleses, porque Liniers podría haber hecho una
revolución separatista contra España, pero no ideológica, conservando las
instituciones y hasta conservando él un título que el Rey había consagrado,
pero que él había conquistado en prestigio militar y arrastre popular en las
invasiones inglesas. Moreno no podía ver con buenos ojos que la Revolución se
iniciara teniendo al frente un enemigo de los ingleses. He aquí explicada su presencia en la asonada
del 1º de enero de 1809.
Que mariano Moreno estaba en relaciones con los ingleses,
lo dice el mismo Sergio Bagú cuando habla de la Representación de los
Hacendados y cuando se refiere a su correspondencia con Lord Strangford por
intermedio del espía Padilla, el mismo que hizo fugar a Beresford de Luján.
Pero Sergio Bagú sólo le da importancia al numen –como lo
llama Rojas a Moreno- al “noumeno”, a la entelequia, a las ideas puras, en cuyo
nombre se mata, se lanza al terrorismo y a la desesperación a una población hirviente, se desquicia una
sociedad y se le envenena desde las cuna con el virus de la anarquía, del
entendimiento con el extranjero inglés y de la indignidad nacional.+
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