El Super Estado, “yergue hoy con insolencia el ideal yanqui-capitalista-protestante
del panamericanismo…; fraguando una cosa que es antinatural y que nunca ha
existido. Ni habrá de
existir, según esperamos”: la
globalización universal.
A continuación el artículo:
“SUPER-ESTADO”, escrito por el Padre Castellani el 7 de septiembre de 1944, y
publicado en “Decíamos ayer”, pg. 167, ed. Sudestada, 1968.
SUPER-ESTADO.
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odos recordarán el proyecto de Federación Europea que
Briand lanzó allá por 1930, calcándola sobre la Sociedad de las Naciones. Si no
la recuerdan ustedes, yo la recuerdo perfectamente, pues estaba entonces
estudiando en Europa, y leía las revistas humorísticas europeas, que fueron, en
definitiva, según creo, las que torpedearon el proyecto. Briand, como buen masón,
era serio y solemne.
Pero, aunque masón, era inteligente, y limitaba sus
aspiraciones a Europa. Un presidente vecino ha hablado días pasados de “superar
todas las nacionalidades” en pro del mantenimiento de la paz, el
establecimiento de la justicia y la prosperidad de la democracia. El ideal de
Briand ha desbordado. Por cierto, que no es de Briand, sino de muchos otros
europeo mayores quer Briand, y (se puede decir) de todos los grandes europeos,
y aun de todos los europeos a secas, encarnado esporádicamente en mentes
excelsas de todas clases, Carlomagno, Dante, Catalina de Siena, Bonifacio VIII,
los Gibelinos, Carlos V, Napoleón, Tapparelli D’Azeglio, Vitoria. Es
simplemente la sombra del Imperio Romano, que Europa es impotente a olvidar con
el sueño del Reino de Cristo, que Europa necesita para vivir, la que han
escamoteado y adulterado y están parasitando estos vivillos masones y
delirantes protestantes. Sólo que cuando Europa sueña en la Federación, sueña
en una cosa que es natural y que ya ha existido; cuando el yanqui, por boca de
Amézaga, nos predica el Superestado, fragua una cosa que es antinatural y que
nunca ha existido. Ni habrá de existir, según esperamos.
Es sin embargo hoy día una idea en marcha, un signo de
los tiempos. En su libro Saggio di
Diritto Internazionale, el gran jurista jesuita Tapparelli D’Aseglio la
propuso con el nombre de Etarquía, añadiendo
que, aunque su corazón la deseaba, su previsión la veía muy lejana. En realidad,
ahora, después de las dos terribles guerras mundiales, se ha acercado mucho; y todo
parece indicar que no se va a detener y que tarde o temprano será realizada,
con Cristo o contra Cristo. Es uno de los ideales del mundo moderno, formulado
científicamente por el teólogo Francisco de Vitoria por vez primera. Para
nosotros, los sudamericanos, este ideal se formula positivamente en un dilema:
Hispanidad o Panamericanismo; Etarquía Hispánica o Superestado yanqui. Si la
Argentina, que nunca a sido del todo soberana, no se convierte en un factor
primo y cuerpo catalítico de una unificación federal bajo el signo de España,
“todos padeceremos sueltos la misma esclavitud”, como dijo días pasados el
eximio Rector de la Universidad de Méjico.
[…] Frente a este ideal, natural y tradicional, se yergue
hoy con insolencia el ideal yanqui-capitalista-protestante del panamericanismo. El sacerdote
democrático Luis Sturzo, no vaciló en proponerlo como antídoto contra el
fascismo en su libro L’Italie et le
Fascisme. Dice en el último capítulo que el mundo debe ser regido por los
anglosajones de este modo: Sud América por los Estados Unidos y el resto del
mundo por Inglaterra. No explica cómo va a hacer Inglaterra para regir a Rusia
y a Japón, que si pudiera, ya lo hubiera regido antes, sin esperar que el cura
se lo dijese. No se preocupa por la personalidad nacional de estas chiquitas naciones
del Sur, que da por nula. No se pregunta que será del catolicismo. No se aflige del supercapitalismo. En suma,
imagina una especie de inmenso imperio persa o cartaginés, dividido en
satrapías y hablando un slang inglés
¡cómo condición del adviento de Cristo! El despecho del político vencido había
en él: cree que la fuerza lo es todo en el mundo. Es un resentido.
Una exposición literaria sumamente lúcida de este ideal
anglosajón, se encuentra en el novelista inglés H.G.Wells, quien, desde 1900
acá ha escrito no menos de ¡20 libros! sobre el tema, diferentes y aun
contradictorios en sus profecías, pero idénticos en el espíritu. Entre
nosotros, la revista “Sur” ha publicado uno de esos libros, el más pesimista,
llamado Destino del Homo Sapiens.
El mejor de ellos es una novela llamada The
Shape of the Tings to Come (La forma del futuro), que poco ha fue traducida
entre el montón de libros perniciosos e inútiles que se difunden entre
nosotros, y de la cual además Hollywood ha sacado una cinta. El último de ellos que conozco, titulado The New World Order (1940), propone en
abstracto ese detallado programa del Superestado democrático y socialista, con
unas salidas tan delirantes que hacen temer seriamente si no estará el popular autor
de El Hombre en la Luna,
rematadamente lunático.
Pero los locos dicen las verdades. No se puede concebir un programa más
radical de descristianización del orbe, que el contemplado en esos dos libros,
que son sumamente claros. La extirpación total de la Iglesia Católica por medio
de la violencia más extrema, la imposición de una educación estadual compulsiva
de tipo socialista, la abolición de la propiedad privada, la erección de un
gobierno único en todo el mundo, constituyen las bases de un Paraíso Terrenal
que supera los esplendores de los viejos profetas hebreos: imagínense que la
ciencia suprimirá todas las enfermedades, la vida será una continua diversión,
entrecortada por hermosos viajes, el amor perderá todos sus riesgos, aumentando
todos sus encantos, y hasta llegarán los hombres a crear, por medio de
injertos, nuevos animales y plantas mejores que los actuales. Welles se profesa
socialista y maldice el comunismo, pero en realidad es el vocero más lúcido que
existe hoy día del espíritu mesiánico, milenarista y extremoso del comunismo.
El rigor y la crueldad de las modernas guerras totales, hacen gemir al
mundo por un substituto de la antigua Cristiandad, especie de federación
natural y religiosa de la Europa Medieval, rota definitivamente por la llamada Reforma. Mal que bien, nunca ha faltado,
entonces era un fenómeno humano que ahora se está tornando un desastre demoníaco.
Pero esta nueva cristiandad que se nos quiere imponer en nombre de la diosa
protestante Democracia, tiene todas las apariencias de una Contra-Cristiandad,
es decir, se parece a su madre, la seudo-Reforma. A los hispánicos, que nunca
hemos aguantado bien ni siquiera el Estado, nos vienen con un Superestado que asegún
va pintando, parece una enorme maquinaria judaicoprotestante para sacar plata.
Los transportes han achicado el mundo. Pero no es lo mismo arrimar los
cuerpos que acercar los corazones. Una reagrupación de las naciones se prenuncia.
Pero parta que sea sana, lo natural es que cristalice primero en federaciones parciales
de naciones afines, a la manera de los antiguos imperios o anfictonías. Una
alianza hispanoamericana, cuya base y cemento sea España resulta, pues, hoy,
aspiración necesaria. Veremos si nuestro país pastoril y pastoral, hasta ahora
carente de una doctrina diplomática sensata y de un ideal nacional definido, se
levanta a la altura de los eventos del mundo. +
Comentario del blog: Es
indispensable leer al Padre Castellani para entender lo que sucede en el mundo
y en nuestro país. ¿Para qué, entonces seguir escribiendo, si lo principal y lo
permanente ya está dicho? Quizá para
testimoniar que perdura una mesnada que no deja morir sus verdades. Sólo nos
cabe, humildemente, adaptar esos principios a los tiempos actuales, glosar esas
verdades de siempre. Repetirlas incansablemente. Aunque los que debieran
ponerla en práctica la repudien, pues sería el fin de la corrupción y de la
entrega del país. En lo cual son maestros.
Y veremos que los problemas y las
soluciones se repiten, porque están originados por el mismo Régimen. Sólo cambian
los personajes y las circunstancias. Por ejemplo. la política enunciada en la
Doctrina Monroe, claramente imperialista, impulsada descaradamente por los
“aliados”, al fin de la segunda guerra; continúa cada vez más agresiva; más
próxima a la instauración definitiva del Super Estado totalitario judeo-calvinista.
El “Régimen” unitario/demo/liberal
argentino, por la boca de sus pseudo-próceres, clamó por el imperialismo, y
ahora lo tenemos en casita al indeseable invitado, al que todavía el Régimen lo
acepta, lo halaga, le mendiga y se le somete. Nuestra dependencia al dólar es absoluta.
Cambiamos dignidad y patriotismo por un puñado de dólares. Agrego unas palabras
para ilustrar este espíritu colonial: luego de una reunión de Macri con Trump,
este declaró: me quiere vender limones, y yo le hablaba de la situación
internacional con China. El yanqui preocupado con su política exterior, y el
otro ¡Pobre Argentina! de frutero.
Capitalista.... ja ja de capitostes del Estado sionista en todo caso.
ResponderEliminarMucha cháchara el padre Castellani pero después bien que celebró el novus desordoe..... bla bla bla y su ídolito Castellani.
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