viernes, 15 de septiembre de 2017

Apuntes manuscritos de unas clases dictadas por el profesor Jordán Bruno Genta, en su cátedra privada de filosofía, sobre el tema: EL PODER.  Los mismos, tomados al correr de la pluma carecen de la  secuencia de la  magnífica oratoria de Genta. Pese a lo cual son sus mismas palabras y  se entienden bien sus conceptos, como para  considerarlos  importantísimos e imprescindibles para  elaborar la
Doctrina política nacionalista.
“Por delegación del de abajo se desprestigia la autoridad. El que delega es siempre el superior, el de arriba. Consagrar la autoridad por el número es liquidar su prestigio”.


EL PODER
Jordán Bruno Genta

CLASE DEL 20/V/1959

T
res puntos que constituyen la sustancia y el detalle del libro “Año X” de Hugo Wast,
     
      1-La Revolución de Mayo fue militar exclusivamente.
      2- El numen masónico, Mariano Moreno nada tuvo que ver, sólo cooperó:
a) con la masonería en la destrucción del orden católico.
b) con el comercio inglés como abogado de sus intereses.
      3- el verdadero jefe fue Cornelio Saavedra.

      Lo interesante es que la historia humana es ante todo historia política, historia del poder antes que historia de la cultura o de las instituciones sociales.
      Pues la historia es  el hombre mismo, su despliegue, su  desarrollo, la realización temporal en la existencia política de la naturaleza humana. Que es, por ser social, política, pues la política es la plenitud de lo social. Por eso Aristóteles decía: “El hombre es una animal político”.
      El Estado es el poder constituido, y en consecuencia la realización plena de lo social,  pues sólo en él el hombre alcanza su plenitud. Es el desarrollo de la convivencia humana.
      La historia es ante todo historia política, y por eso siempre decimos: en el tiempo  aconteció tal cosa; o en la época de César Augusto; etc., o sea que los políticos son los que sitúan el tiempo. Esto está afirmado por Aristóteles y reafirmado por Santo Tomás con estas palabras: “La política  es la más excelente de las cosas humanas”.
      El poder viene de Dios; es lo primero que afirmamos en el Credo, quien lo delega en el hombre; en un solo caso lo instituyó directamente: a Pedro. Y el poder es legítimo cuando cumple con el fin dispuesto: la idea de justicia. La justicia es necesariamente social; dándole a cada uno lo suyo; siempre supone por lo menos  a dos.
      Cuando el poder se aparta de Dios se hace demoníaco. La caída original fue un hecho de poder: fue una seducción del diablo que consistió en una especie de lujuria de poder; fue un acto de fuerza. Con una diferencia con respecto al seductor: el ángel caído no tiene historia;  su vida no se desarrolla en el tiempo; por eso la consecuencia del deseo de poder es para la eternidad; como el infierno; pues esto es lo único que el poder del diablo puede obrar.
      Lo que permite el regreso del hombre a Dios es amar a Dios; y el tiempo, el hombre hasta su muerte tiene siempre una chance; puede volver si se apartó. Se apartó sin Él y no puede volver sin Él. El demonio no tiene chance pues no tiene historia; es la condenación eterna; es el acto irrepetible e irrevocable.
      Toda vez que en la historia asistimos a una emancipación del poder político de Cristo, se hace necesariamente diabólico; entra en la jurisdicción del demonio. Donoso Cortés decías que en el fondo de toda cuestión  política hay una religiosa.
      La decisión de Mayo fue; o se entregaban, o  constituían un poder responsable. No pudo continuar así, pues fue introducido en el seno del poder, como parte del mismo, el abogado de los comerciantes ingleses y del demonio. Luego, estas expresiones del poder llevan implícitas la irreligión; un poder emancipado de Cristo y de la Iglesia.
      El poder político está orientado a obedecer a Dios o al demonio; que se convirtió en el Señor del mundo, pues el hombre así lo quiso. Pero siempre existe una chance: reversión o regreso al principio que dio el ser.+


CLASE DEL 27/V/1959.

E
xisten tres textos supremos sobre el ejercicio del poder político. El de San Agustín, figura en el tratado “De libre arbitrio”,  y  es el más fino y  más definitivo sobre el origen y ejercicio del poder. Si el poder se le puede quitar a la comunidad es que no es la titular. Para Suárez la comunidad sería  la titular necesaria del poder, que lo delega.
      Si nos atenemos a lo implícito en San Agustín, la comunidad no es la titular primaria del poder delegado por Dios.  Si no, ¿cómo se le podría quitar esa titularidad? ¿Y el que se la quita conferirla a cualquiera? De ninguna manera la comunidad es la titular inmediata del poder.
      Santo Tomás cita un texto en la cuestión 97, aunque no en ese sentido, no ahondando el problema, dándolo  por descartado, dice que la comunidad lo puede ejercer no por ser tal, sino por ser virtuosa.
      Suárez falló en esto  como en la distinción real entre la esencia y la existencia, dando la posibilidad  que surgiese un panteísmo. Con su teoría del poder dio pábulo  a que puedan coincidir el jacobinismo ateo y el pensamiento católico de la Compañía.
      Enrique Gil Robles,  padre del cedista. escribía en el ”Tratado de Derecho Político”, Salamanca 1899, tomo I yII, un texto extraordinario y difícil de encontrarlo mejor:
      “No hay desdoblamiento entre ejercicio y titularidad respecto del poder [1]; no hay, por lo tanto, distinción entre el sujeto primario y el sujeto secundario  del poder [2]. La autoridad es personalista ]3]. Nunca la comunidad es sujeto de la soberanía; lo es por derecho propio el superior [4]. Autoridad y comunidad son siempre términos distintos.  La soberanía no es, en efecto, necesidad de los individuos [5], sino derecho adventicio de los capaces para ejercerlo [6]. No necesita, por tanto el consentimiento de los súbditos, aunque es muy conveniente. El sujeto natural de la soberanía se ve determinado por la ley natural y los hechos y relaciones en los estados sociales anteriores a la perfección de la sociedad [7]. Y en general la soberanía tiende más a ser reconocida y acatada  que a ser constituida por elección [8]; tiende a fijarse en el Soberano de modo inconmovible, tiende a hacerse hereditaria. La elección será sólo un medio extraordinario y subsidiario”.

    
 [Comentarios del profesor Genta]: [1] Ser titular y ejercer es lo mismo; cuando existe una comunidad en la plenitud de la existencia, hay  una autoridad en acto. Una autoridad que no se ejerce no tiene sentido, no es una autoridad. No hay desdoblamiento entre ejercicio y titularidad, como cree Suárez. [2] esto está dirigido contra Suárez y en consecuencia contra Juan Jacobo. [3] O sea como la paternidad de Dios Padre, o la del padre carnal. [4] Dios no dijo: Tú asumirás el poder… pero le dio con qué ejercerlo. [5]  Ni de los individuos aislados ni de la suma de ellos. [6] El derecho existe cuando existe el capaz de ejercerlo. Si un barco está en peligro y el capitán  no está capacitado para salvarlo, el que lo reemplaza, el que asume toda la responsabilidad, tiene todo el derecho de hacerlo. [7] Es como una ley histórica que se va cumpliendo; se van puliendo, donde se van colocando las cosas en su lugar de acuerdo a sus dotes y capacidades. Cada cosa va naturalmente a su lugar, si no hay circunstancias externas que cambien esta ley; por ejemplo: la fuerza o la violencia, que aunque poder lo es negativo. [8] ¿cómo los de abajo vana elegir al de arriba?


      En su Carta Encíclica a Le Sillón, Pío X corrobora esas palabras:  “Pero prescindiendo de la anomalía de una delegación que sube cuando por su condición es natural que baje…”
      De Dios sí que baja el poder, pues Él lo delega; pero el que está para ser gobernado  no puede delegar el poder. Luego Pío X cita a León XIII cuando dice:  “Importa advertir en este lugar que los supremos gobernantes pueden en ciertos casos ser elegidos por la voluntad y decisión del pueblo, sin que la doctrina católica lo contradiga ni repugne. Bien que esta elección  designa al príncipe, más no le confiere los derechos del principado, no delega el poder, sino que determina por quién ha de ser ejercido”.
      Esto es indiscutible, pues es lo conforme con el criterio natural. En San Agustín todo esto está dicho.
      Por eso la forma más aberrante de concebir el origen del poder es la democrática: jacobina (liberal), o marxista. Es directamente satánica y  antinatural.
      En resumen:
1)      triunfo de lo abstracto sobre lo concreto, porque el “pueblo soberano” es una vaga y vacía abstracción, pues la Soberanía pensada, no ejercida, no existe.
2)      Esta  concepción democrática  es el triunfo de la masa sobre la selección y la jerarquía natural, que debe ejercer la soberanía; de las mediocridades sobre  las capacidades naturales Es el triunfo de  la masa y de lo mediocre sobre las capacidades naturales que determina el mismo Dios. Es atentatoria, entonces, contra las superioridades naturales que son irrevocables, para sustituirlas por las superioridades circunstanciales: dinero, habilidad, etc…
El pecado original es el primer acto de poder subversivo, en el cual Adán pretende imponer de hecho  su autoridad a la superioridad de Dios. Lo mismo sucede al sustituir  a Dios con una casta, un pueblo, un partido. El único atenuante es que lo hizo seducido; en cambio el ángel lo cometió por iniciativa propia. Por eso Dios tuvo la condescendencia de  enviar a su propio Hijo que cargó con toda la culpa humana.

CLASE DEL 10/VI/1959.

P
ara agregar a los tres textos anteriores de San Agustín, Gil Robles y San Pío X;  nos vamos a referir al “Comentarios al Príncipe de Maquiavelo” escrito por Benito Mussolini en 1924.
      El maquiavelismo señala ahora  asuntos políticos turbios. Pero Maquiavelo no era maquiavélico. En “El Príncipe” se limita a señalar con una experiencia enorme, a veces por experiencia propia, otras por lecturas, como se toman, como se conservan  y como se pierden los gobiernos.
      Tiene Maquiavelo una idea sumamente pesimista del hombre, lo cual, como anota Mussolini es natural; pues librado a sí mismo no es nada. Ya nadie puede suponer que los niños y menos aun los adolescentes sean buenos; librados así mismo el hombre no es sólo proclive al mal sino impotente a veces de hacer el bien que desea. Sin Cristo es más bien una cosa mala que buena, por el mal uso que hace de su libertad. La política no puede prescindir de esta idea ni tampoco de Cristo.
      El Duce en este tiempo, 1924, estaba fuera del catolicismo; era discípulo de la derecha de Hegel.
      “El Príncipe” tiene el escepticismo propio del hegelianismo. El último capítulo es un canto a Italia y a él mismo. Pero lo notable es la crítica a la Soberanía popular.
      Así como “El Príncipe” es un tratado fuera de la gracia, el comentario del Duce también. Sin Cristo, no queda sino la razón de Estado, la razón del Príncipe, que para perdurar debe actuar de acuerdo a las circunstancias que sirven para favorecerlo.
      Mussolini tiene el poder de las síntesis concretas.
      “En el concepto de Maquiavelo el Príncipe es el Estado. Mientras los individuos tienden empujados por sus egoísmos a la atomización social, el Estado representa una organización y una limitación (1).  El individuo tiende a evadirse constantemente, tiende a desobedecer las leyes, a no pagar los tributos, a no ir a la guerra. Pocos son aquellos héroes o santos, que sacrifican su propio yo en el altar del Estado.
      “Los revolucionarios de los siglos XVII y XVIII han intentado resolver esta discordia que está en la base de toda organización social-estatal, haciendo surgir el poder como una libre emanación de la  voluntad del pueblo [2]. Esa es una ficción y una ilusión más. Ante todo el pueblo no ha sido definido nunca. Es una entidad meramente abstracta… El adjetivo “soberano” adjudicado al pueblo es una trágica burla. El pueblo, todo lo más delega, pero nunca puede ejercer soberanía alguna” [3].
      “Los sistemas representativos perteneces más a la mecánica que a la moral. Aún en los países en que estos mecanismos (todos nos reducimos al mismo número, por eso la elección al azar era más lógica) están en más alto uso desde siglos y siglos, llegan horas solemnes en que  ya no se pregunta nada al pueblo; porque se presiente que su respuesta sería fatal; se le arranca las coronas de papel de la soberanía –coronas buenas para tiempos vulgares-  y se le ordena sin más o que  acepte una revolución o una paz o que marche hacia lo ignoto de una guerra”.
      “Se le deja la soberanía al pueblo cuando  es inocua, o como cuando tal se la considera, es decir, en momentos de administración corriente  (en momentos mediocres aún en el sentido maquiavélico, pero en el momento solemne seguirán con sus cobardías)
      Este sistema es el empleado en los países que se quieren entregar. Perón entregó el tesoro nacional halagando al pueblo y creando el mito de la explotación.


[notas del profesor Genta]:
[1]: simplifica la situación entre el Estado y el individuo; el Estado comporta un sentido de organización  y de limitación a los individuos que tienden a la anarquía. La antítesis es típicamente hegeliana. Para nosotros es evidente que los individuos tienden a la atomización como consecuencia del pecado original.
[2]: Han pretendido mediatizar el poder. El verbo mediatizar quiere decir subordinar una cosa a la otra; como el término lo dice es hacer media una cosa. En la época de Aristóteles, dialéctica era la lógica de las apariencias, de los sofistas. Se quiso mediatizar el poder haciéndolo emanar del pueblo.
[3]: el pueblo designa, no delega; (pero puede ser un error de la traducción).


CLASE DEL 19/VIII/1959:

C
uando el Poder deja de estar inspirado y controlado por la religión se convierte en un monstruo. Aún cuando aparezca con un aire inocente, dividido para evitar el absolutismo, según el espíritu de Montesquieu.
      Lo que Montesquieu dijo fue dicho por Platón y Aristóteles, pero en la unidad del poder político no distinguieron  las funciones legislativa, ejecutiva y judicial.
      Montesquieu dividió el poder postulando la separación  e independencia de cada una de las partes, con el pretexto de evitar que una sola persona detenga el poder.
      Esto es la negación del Poder. Las naciones que se han mantenido hasta ahora en estas condiciones  es porque la masonería está detrás. El mando único no se ve. No es que los Estados modernos subsistan  a pesar de la separación visible del Poder, pues bajo él esta  el Poder único e invisible que hace servir a los tres en la misma dirección.
      El Poder tiene que ser la encarnación misma de la unidad de la ciudad o reino. Sólo aparentemente puede aparecer como dividido.  Es falso si aludimos sólo al Poder visible.
      El Poder es la primera forma como se manifiesta Dios en el mundo. Y así iniciamos el Credo con la manifestación del Padre y del Hijo.
      En el orden humano el Poder  es la personificación y encarnación  de la ciudad. “La política es la más excelente de las cosas humanas” Santo Tomás. No es  superior a la contemplación pues está referid al orden humano social.
      El poder es tan terrible que hay muy pocos santos, reyes o poderosos  que lo hayan ejercido; aunque de estos depende toda la comunidad.
      Y cuando no se inspira en Dios lo hace en nombre del demonio. Y por eso el primer izquierdista y mentor es el Diablo.
      El liberalismo en cualquiera de sus expresiones  y el poder que se ejerce dentro de ese espíritu no podrá jamás fundar  tradición ninguna. Pues tradición es lo que permanece en una comunidad a través del tiempo.
      Todo lo que tiene derecho a seguir en vigencia tiene  que estar referido a la Verdad. Constancia, permanencia, son nombres del ser. Error, mentira, vulgaridad, es inconstancia, insustancial, carece de esencia pues es lo que no es.
      El liberalismo es radicalmente anti-tradicional y no puede jamás fundar  ni constituir tradición alguna. Lo único que puede hacer es acumular ruinas. Pues una posición que se afirma negativamente como negación de toda tradición ¿Cómo va a fundar algo verdaderamente tradicional? El no ser no puede ser jamás algo consistente, pues no es.
      Sobre todo con Carlos III comienza en España, vehiculizada por la masonería, a actuar el liberalismo.
      Y desde Caseros ¿ha fundado el liberalismo una conciencia democrática, ha creado alguna tradición real? Una tradición es algo vivo, que permanece, pues su contenido es de valor, de vida, en la cual se nutren las generaciones.
      No hay  conciencia democrática ni puede haberla; todo esto es ficción y propaganda. No en absoluto.
      Lo verdaderamente tradicional es de cosas esenciales, que se proyecta en individuos e instituciones… y sobre todo la lengua de una comunidad; documentos, poemas, cantos. El liberalismo hizo perder nuestra tradición de la palabra, vulgarizándola. Envilece y destruye todas las palabras esenciales. La palabra es el primer poder, y por eso es lo primero que se envilece; vaciándolas de sustancia y de esencia, sirven para nombrar cualquier cosa; su verdadero significado se envilece en la confusión.

CLASE DEL 26/VIII /1959.

“C
icerón definía  un pueblo como “una multitud de hombres que viven en comunidad de leyes e intereses comunes”; o “una multitud que vive reunida y pacífica bajo el imperio de la justicia”.
      San Agustín abandona esta definición pues toda sociedad humana donde no imperase la justicia no sería un pueblo. Y por lo tanto la única sociedad verdadera sería la cristiana;  pues la verdadera justicia es Cristo. Ni el pueblo romano en su apogeo hubiera sido un pueblo. “Un pueblo es un  grupo de seres racionales –dijo San Agustín-  unidos entre sí porque aman las mismas cosas”; y de aquí la conclusión: “dime lo que ama un pueblo y te diré lo que vale”. (San  Agustín, Ciudad de Dios, XXI, 24)
      Aquí el carácter de pueblo lo da aquello que une, por lo cual entran en comunidad, que es aquella preferencia común, aquello que la mayor parte prefiere y constituye el fin de la vida.
      Sobre esta base más amplia, pues lo que da el carácter a la comunidad es esa unión en la preferencia de un mismo bien, entran todas las comunidades que tengan una preferencia común.
      Cuando no se ama a Dios, uno se prefiere a sí mismo. Cuando en una sociedad no predomina el amor a Dios, prevalece el egoísmo, que es preferirse excesivamente por encima de todos, inclusive de Dios.
      Cuando un Príncipe, o un pueblo, tiene preferencia a su propio bien por encima del Bien común ambas formas salen del mismo pecado: el egoísmo.
      Es como si los que están unidos así dijesen: a mí no me gustan los otros por ser otros, por no ser yo; y me preocupo de los otros en vista de mi propio bien. Como esas amistades interesadas o por placer, donde uno de prefiere a sí mismo antes que al otro.
      Tomando como criterio el amor, la preferencia común, entran todas las sociedades. Cuando en una sociedad no hay una tendencia común sino un pulular de creencias, ideologías, valoraciones, costumbres, nos encontramos ante una pulverización de esa sociedad. Cada uno en realidad hace “rancho aparte”, sin nada en común. Aquí ni siquiera es pueblo, ni bueno ni malo.
      Cada individuo  se considera principio y fin de la sociedad; cada familia cree que   termina el mundo dentro de las paredes de su casa; cada sindicato lucha por el bien de su clase.
      En “La Ciudad de Dios”, San Agustín describe las dos ciudades. La ciudad que se prefiere a sí y la que prefiere a Dios.  El signo y la manifestación del poder en la Ciudad de Dios es el poder ejercido como servicio de Dios y del prójimo. Como ejerce Dios su poder en Cristo, que es de servicio, para servir al bien de sus criaturas. En la medida que se cristianiza un poder se convierte en un acto de servicio. No es que posea la fuerza del león y no la emplea, sino que  emplea esa fuerza o aún mayor  en bien de la sociedad. Esta es la idea imperial cristiana que desarrolló San Agustín. 
      Constantino fue el primer emperador romano que se convierte y con él toda la sociedad; igual sucedió en Rusia con la conversión del Príncipe Vladimiro. Pues el poder está estrechamente ligado a la religión.
      La misma sociedad pagana tenía  su fundamento en el culto de los dioses del hogar, luego en el de los de lessa patria. En la cristiandad  esto se  dio con mayor razón.
      El poder no sólo es el servicio a una comunidad sino que se hace ecuménico. La expansión universal se justifica pues es la portadora de un mensaje  ecuménico.  Esta es la idea de Carlos V ; que  no la pudieron hacer  los emperadores romanos, pues cuando se convierten el Imperio  está en decadencia. Carlomagno realizó esta gestión a medias. Sólo Carlos V personifica el poder ejercido como un acto de servicio, y no lo dirigió hacia el bien material solamente, sino antes que nada hacia la unión y el mantenimiento de la fe cristiana. Pues este es el signo del poder ecuménico.
      Mientras la religión estuviese confinada a una misión terrenal sería intrascendente. Sólo cuando une a todos los pueblos con sus instrumentos característicos: fe, lengua castellana, se hizo universal. Y así esta lengua tan profunda se hizo universal, como el latín, por obra del poder. Si se divide el poder es para disminuirlo.
      El amor a la humanidad es algo indeterminado. El amor es concreto, personal. No se ama a las personas en general sino a esta o aquella. No se ama  a las patrias sino a la Patria. Lo mismo cuando el amor está aplicado en las cosas. Por eso, ampliar esa preferencia a la humanidad no tiene objeto real amable y verdadero. Es una vaguedad sin objeto ni término verdadero. Así es como se unen para otras cosas o para ser usados  para otras cosas. Y aquí estamos también en la idea agustiniana de unirse hacia algo.
      El amor de Cristo no es a la humanidad. Él ha venido para todos lo que están y escuchan Su palabra, sin que tengan que dejar nada de lo que tienen.
      “No es verdad lo que se predica que con el cristianismo se abandonan los fines terrenales sino que ha venido a confirmarlos y perfeccionarlos”. El mejor ciudadano es el cristiano.
      ¿Si Dios creó los seres con su distinción propia, como van a suprimir esas distinciones naturales?.+
             
CLASE DEL 2/IX/1959. 
[Clase dedicada a comentar el libro “El hombre y el Estado”, de Maritain].

“E
l Poder lo ejercen unos hombres determinados  en los que reside periódicamente  la voluntad, dentro de ciertos límites fijo, por designación popular.  Y cuyo desempeño público se halla bajo la fiscalización popular; y sólo esto constituye  indicio suficiente para probar que el pueblo goza de una posición permanente de ese derecho a gobernarse, cuyo ejercicio delega en los hombres para que  ejerzan el mando sobre los demás, en virtud de la primera fuente de autoridad.  El gobernante es la imagen del pueblo, y el supremo delegado popular…”
      Esto es heterodoxia contra lo que el Evangelio,  San Pablo y los Santos Doctores y Papas han sostenido. Principalmente en Aeterni Patris, Diuturnum y El Sillon.
      El gobernante no puede ser jamás, bajo  nuestro punto de vista imagen del pueblo, sino imagen de Dios, que es la imagen más alta.
      Si el pueblo fuera el primer delegado del poder ¿cómo podría delegarlo a otro que debe gobernar? Es como si Dios delegase a otro el poder de gobernarlo a Él. 
      El titular del poder es el pueblo, dice, y como este tiene derecho a gobernarse nombra un delegado para que lo gobierne bajo la fiscalización del mismo pueblo.
      “El poder lo ejerce…”, es decir, el soberano fiscaliza… “y sólo esto constituye indicio suficiente para  probar que el pueblo  goza de una posesión  permanente de ese derecho a gobernarse…”. Es decir detenta permanentemente el poder y lo delega periódicamente como una vicaria; “cuyo ejercicio delega a los hombres para que ejerzan el mando…”. Delega el poder, pero el gobernante gobierna  en virtud de Dios. Y entonces ¿Cómo puede ser que el gobierno sea reflejo del pueblo?
      Verdaderamente reside en la sociedad o en el pueblo organizado. Pero no emana de él. ¿Qué multitud ha sido toda gobierno? La distinción entre titularidad y ejercicio es ociosa. No hay tal desdoblamiento. Tanto Suárez como los liberales sostienen además que para que sea legítimo tenga el consentimiento próximo o remoto de la colectividad.
      La autoridad tiende más a ser obedecida  y acatada que a ser elegida. A veces se elige, pero normalmente se impone el más capaz, el más fuerte, el más astuto.
      Gobernantes que son hechuras de sus gobernados, hechos a imagen del pueblo y no de Dios y que representan no los intereses sino las pasiones del pueblo; son gobernantes con aire de gobernados, y gobernados con aire de gobernadores.
      El principio que inspira a Maritain no es la doctrina cristiana sino la doctrina masónica: el gobernante a imagen del pueblo y la soberanía popular.
      El poder político es la más alta de las fuerzas humanas.
      El poder de Dios se manifiesta luego de Creador: humillándose  y ofreciéndose a sí mismo por su Hijo en la Cruz para redención del hombre; la plenitud de ese poder se inicia con la Creación, como un acto de amor a sus súbditos, como un acto de servicio.
      La Redención no borra el pecado sin el consentimiento del pecador. “La expiación por la Fe no vale sola”. El dios de los luteranos salva a cualquiera sin la expiación.
      El hombre no puede colmar la ausencia  de un bien sino es por Dios. Le da lo que le falta con su humillación; sólo un inocente podría hacerlo.
      Los vanidosos y orgullosos no aguantan al Dios crucificado, ni al Dios justiciero.
      La venida de Cristo transfiguró el Poder en el sentido de que,  el que puede avasallar se convierte en servidor, sin dejar de ser Señor.
      Si Cristo fuese indigente quizás lo pudieran aguantar, pero así humillado no.
   
CLASE DEL 9/IX/1959. 

L
a causa del desorden dentro de una comunidad se basa en que en lugar de gobernar un superior usurpa su lugar, por obra de las pasiones personales, la fuerza o  intereses.
      La razón del desorden es la sustitución de las autoridades naturales por los mediocres, los viles o los inferiores.  Esto es obra de la política actual contra el Antiguo Régimen. A través de estos últimos siglos este proceso es cada vez peor  y más difícil que una autoridad natural pueda manifestarse.
      Por eso, en los países que caen por esa pendiente se sustituye la educación selectiva por  la educación popular. Se cree que debe extenderse  una educación para que alcance a todos, en lugar  de centrar la educación preparando inteligencias verdaderas para elevar al pueblo, con la presencia de superioridades legítimas.
      Porque Aristóteles, y Santo Tomás lo recoge en la Suma contra Gentes, dijo: propio de la virtud intelectual es mandar, gobernar, ordenar y dirigir a aquellos que son menguados en ella, aunque puedan estar bien dotados en la virtud operativa, o sea en la acción. Y puede coincidir la mengua de la virtud intelectual con un cuerpo robusto, lo que lo hace apto como brazo ejecutor.
      Aristóteles no defendió la esclavitud como algo de principio natural, en el sentido de que algunos hombres por naturaleza deban ser esclavos. Pero ocurre que el dotado mínimamente, tanto intelectual como voluntariamente, es más indicado para ser dirigido por otros mejores.  Lo cual es una verdad definitiva que se ha querido desconocer.
      En el orden intelectual, manteniendo el principio igualitario que Descartes inicia en el Discurso: “el sentido común es la cosa mejor distribuída del mundo…”, fue reemplazando la antigua verdad natural: “aquellos  que poseen en alto grado la virtud intelectiva deben mandar a los que la poseen en bajo grado”. No se establece con esto una relación de esclavo a señor sino de apto a obedecer a apto para mandar.
      La sociedad, la comunidad como tal está incapacitada de mandarse a sí misma. El poder político no puede estar ejercido por la multitud, pues supone que todos son cabeza al mismo tiempo. Pero el poder es una cosa que se ejerce o deja de ser. El poder político está en acto.  El virtual no existe, como en las teorías de Suárez y Belarmino hasta Rousseau.
      En consecuencia es absurdo suponer que la comunidad como tal pueda ejercer el poder pues el titular es sólo el que lo ejerce. La potencia es siempre para el acto.
      Por otra parte el poder está ejercido por personas singulares y necesariamente independientes de las clases sociales, para no estar comprometido en sus ordenamientos al bien común.
      La monarquía es la que ha independizado  el poder político de las partes gobernadas con la creación de la Casa gobernante o la Dinastía. El riesgo de degenerar existe, pero en sus buenos momentos la monarquía hereditaria, temerosa de Dios, ha ejercido el poder en orden al Bien común cubriendo con su protección a los más débiles de la opresión de los más poderosos. Siempre existió la lucha de los nobles contra el Monarca. Y éste nunca se basó en las clases más bajas sino en las que más lo necesitaban. Servir al Bien Común es servir al que más necesita.
      De modo que el poder es ordenador, es director. Y el que lo ejerce está sometido a un poder más alto para no convertirse en un tirano que gobierne en vista de él o de su clase.
      El Poder ejercido por Dios es con Justicia y Misericordia. Y Él no tiene superior, pero lo que hace, lo hace con la Inteligencia, por el Verbo, y lo obra con Amor. Y como lo ha hecho con Sabiduría a cada uno le dio lo suficiente para conseguir la virtud.”

 
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1 comentario:

  1. ¿Promulgación" de la Nueva Misa?

    Antes de ir a la Sacrosanctum Concilium del Vaticano II debo señalar que, si leemos muy perspicazmente el decreto Missale Romanum del Papa Paulo VI, veremos que allí él jamás decretó, jamás promulgó el nuevo Rito de la Misa en reemplazo del antiguo Rito. De hecho, nunca, en absoluto, promulgó esta Misa, propiamente hablando.

    En una de mis conversaciones con Mons. Salvatore Lazo le señalé. "Excelencia, se debe ser muy perspicaz cuando se leen estos documentos, porque son tramposos. Parecen insinuar e implicar una cosa, sin establecerla. Tienen la apariencia de decretar algo con fuerza de ley, pero si los observa con mucho cuidado, nada es decretado allí". Mons. Lazo me respondió: "pero la Curia Romana, los dicasterios... ellos son nuestros padres espirituales. Nuestra relación para con ellos es de piedad filial, de hijos padres. No podemos esperar de ellos un engaño, tener que tomar la precaución de leer con extremo cuidado sus documentos". Pero más tarde se enfureció, porque finalmente se dio cuenta de que "se aprovecharon de nuestra piedad filial y nos engañaron".

    En el Vaticano II se dijo solemnemente, (respecto a lo que luego sería el así llamado Misal Romano, que no contiene el Rito Romano sino el Rito de Paulo VI): "lo que nosotros hemos decretado entrará en vigor el 30 de noviembre del año próximo". Ahora bien, la gente lee y entiende, como lo hicieron más de 30 años atrás: "Lo que nosotros hemos decretado tendrá fuerza de ley a partir del 30 de noviembe del año próximo. O sea, que este misal será la ley de la Iglesia. Este es el misal que tendremos que usar de noviembre del año que viene en más". Pero esa es la impresión que querían crear. Sin tomar la responsabilidad de firmar una verdadera legislación que lo ordenara.

    Luego si se relee el documento entero... ¡Léanlo entero nuevamente! ¿Qué es lo que se decreta? ¿Qué es lo que realmente ese documento decreta? ¿Qué es lo que tan solemnemente se dijo tendría fuerza de ley a partir del 30 de noviembre? Hay precisamente dos decretos en la constitución apostólica Missale Romanum de Paulo VI. El Papa decreta que se imprimirán tres nuevas plegarias eucarísticas en el libro. Decreta cuales han de ser las palabras de la consagración que han de figurar en las cuatro plegarias eucarísticas. Esto es lo único que decreta en todo el documento, así llamado "Misal Romano". Léanlo cuidadosamente. Verán que nada más se decreta allí en todo el documento. El Nuevo Rito de la Misa no es promulgado en ese decreto.

    Vean, como contrapartida, la Bula Quo Primum Tempore de Pío V… esto es una promulgación. De aquí en más, a perpetuidad, este misal ha de ser usado por todos los sacerdotes en todas las iglesias del Rito Romano, en todas las casas religiosas… con la excepción de aquellos ritos con más de 200 años de antigüedad, todo otro misal ha de ser descartado. Bien, esto es lo que llamamos una legislación. El Missale Romanum de Paulo VI meramente presenta un libro y decreta sobre unas nuevas oraciones que han de imprimirse en dicho libro… no hay nada de naturaleza disciplinaria en él. El nuevo misal no ha sido prescripto para ser usado por nadie. No hay autorización alguna para el uso del misal del Paulo VI.

    http://panoramacatolico.info/articulo/el-suicidio-de-la-alteracion-de-la-fe-en-la-liturgia

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