EL PELIGRO
AMARILLO.
Henri Massis, en la primeras décadas del
siglo pasado, denunció el peligro amarillo para Europa, en su obra “Defensa de
Occidente”, porque era previsible, ya en
ese entonces, que aconteciera la
invasión china a Occidente. Por supuesto
los líderes democráticos se
taparon los ojos, las orejas y callaron. También iba surgiendo el
ecumenismo para acabar con el
catolicismo en Europa. Massis advirtió
el peligro, y Julio Camba
comprobó con sus ojos el comienzo
de la invasión amarilla, cuando
vivió en Inglaterra, hacia los
treinta del siglo XX; narrando sus
impresiones de esta manera, que copio
íntegramente pues a través de su humor, el peligro chino es políticamente
actual; ya está en ciernes sobre nuestro
país. Son evidentes los mercados, talleres y tiendas que se abrieron en estos
últimos años, cuyos manejos son
extraños. ¿Será la invasión de una nueva quinta columna, no tan agresiva, por
ahora, en el trato personal como la protestante? El nacionalismo
sospecha, y teme, por amor a la
Patria ¡nadie más se preocupa! (más sobre este tema en
:”Huroneando en junio 2016).
EL VERDADERO PELIGRO AMARILLO
La
población de Cardiff ha linchado a los
chinos. Ha saqueado sus tiendas, ha incendiado sus casas. Si no existiese en
Inglaterra un odio nacional contra los chinos, el pueblo no los hubiese tratado
con tanta violencia por haber sustituido a los huelguistas en el puerto de
Cardiff.
Los
chinos son el peligro interior de Inglaterra. En Londres hay un barrio chino
mucho más grande que una ciudad española. En Liverpool ocurre casi lo mismo. En
Cardiff el número de chinos es enorme. Los chinos se reproducen como una sarna en la piel suave de
Inglaterra.. No hay manera de exterminarlos, Allí donde quede un chino, un solo
chino, a la vuelta de veinticinco años habrá quinientos. Trabajan mucho, comen
poco y se multiplican fabulosamente. De una cazuelita de arroz , un chino es
capaz de sacar una nueva China.
Por
donde pasan los chinos, la mano de obra se abarata y los salarios disminuyen.
Su ocupación principal es el lavado de la
ropa. En Liverpool casi han monopolizado esta industria. Amarillos como
son, sienten una inclinación especial a dejar blancas las prendas de uso
interior. En Cardiff los primeros establecimientos chinos que ha incendiado la
multitud han sido los talleres de lavado.
La
población de Cardiff, como la de Liverpool, acusa a los lavaderos chinos de
especular clandestinamente con las inglesas pobres. Su industria, a lo que
parece, no es muy limpia, por mucho jabón que inviertan en ella. El London Magazine dice francamente que los
hombres amarillos se dedican a la trata de blancas.
Todo
esto sería, sin embargo, percata minuta.
Lo peor es que los chinos se muestran directamente de una peligrosa iniciativa
con las inglesas. No. Aquí los chinos no se entretienen únicamente en lo que
dice el chiste. Algunas inglesas se casan, y entonces empiezan a brotar
mestizos una proporción fabulosa. Londres, Cardiff, Liverpool están llenos de
mestizos. Este es el peligro: el peligro amarillo. Inglaterra va a perder sus
hermosos colores.
¡Tantos
esfuerzos como se han hecho para evitarla la procreación de mestizos en las colonias británicas, y he
aquí que los mestizos surgen innumerables en la propia isla de Mr. John Bull!
¡Ah, no! Hay que matar a los chinos. Hay que quemarlos. Que no queden ni las
coletas.
Inglaterra
es un pueblo muy limpio, y esta sucia invasión china le produce un efecto de
repugnancia invencible, como si fuese una enfermedad de la piel. Las pomadas
más violentas le parecerían dulces para curarse.
Y
esto es lo que explica los linchamientos de Cardiff.+