jueves, 10 de septiembre de 2015


(Interesante vaticinio, cumplido en cuanto al fracaso peronista como fuerza nacionalista revolucionaria, que permitió , hoy día, se lo apropien tanto las ratas de ‘derecha’ como las  de ‘izquierda’; escrito por el  que fuera Jefe Nacional del Movimiento Nacionalista Tacuara, publicado en la revista  de Tacuara: “OFENSIVA” , nº 11, de noviembre de 1962)
LA  CRISIS  DEL PERONISMO
Alberto  Ignacio  Ezcurra
       La crisis que afecta a todas las fuerzas políticas argentinas se ha manifestado profundamente, en especial después del 18 de marzo, en el movimiento peronísta, colocandolo en una posición verdaderamente crucial… El dilema es de hierro: o el peronísmo se somete a una profunda revisión histórica,  táctica y doctrinaria, o su situación se irá asemejando cada vez más a la bastante trágica del radicalismo después de la caída de Irigoyen.
      Es inútil que se quiera esquivar el análisis refiriéndose con optimismo a su fuerza numérica después de siete años  de persecuciones y proscripciones.  Basta una visión superficial para darse cuenta  que se trata más de una supervivencia emotiva que de una vitalidad activa.
      Hay un hecho concreto: tres millones de votos en las urnas y ni un solo hombre en la calle para defender el triunfo  arrapiñado.
      Esquemáticamente, dos son las causas de esta falta de vitalidad en el movimiento peronísta:


      a). LA CARENCIA DE UNIDAD Y DEFINICIÓN DOCTRINARIA.
      b). LA FALTA DE CUADROS ESTRUCTURADOS JERÁRQUICA Y REVOLUCIONARIAMENTE.
      En el primer aspecto, la base  peronista está constituida por una masa cuyo único punto de coincidencia se encuentra en la adhesión puramente sentimental y afectiva  a la persona de Perón, y a una serie de “slogans” nacionales de muy variable interpretación. Adhesión  posiblemente muy respetable, pero políticamente inefectiva ante la carencia de una racionalización doctrinaria, como podría serlo el simple patriotismo sentimental con relación al Nacionalismo Revolucionario.
      En los cuadros activistas político-sindicales, encontramos tres sectores más o menos definidos:
      1). Un núcleo nacionalista formado en su mayor parte por hombres de anterior militancia nacionalista, muchos, inclusive, hasta 1955.
      2).Un núcleo más reducido, pero activo y con fuerte apoyo externo, de tipo marxista (izquierda nacional).
      3) Otro –esencialmente en el campo político- de elementos de todas las taras demoliberales y mentalidad regiminosa.
      Estas fuerzas, especialmente las dos primeras, mientras existe el factor aglutinante constituido por Perón, se dedica a ampliar su radio de acción e influencia, hasta que, desaparecido éste, se convertirán en las vías principales de bifurcación. 
      En cuanto al segundo punto, el Movimiento peronista no existe como unidad orgánica, sino como una variedad de fuerzas endeblemente coordinadas cuando ni antagónicas, que responden sólo –en última instancia- a la voluntad del conductor lejano a través de intermediarios caprichosos.
      La causa principal de esta anarquía es la carencia de dirigentes que se patentiza en los siguientes hechos:
a)      El 18 de marzo demostró el resurgimiento de los “borlenghis” que luego de medrar en el poder, contribuir a su derrota y permanecer ocultos durante los años malos, reaparecieron “con noble entusiasmo”, al amparo de la “legalidad”, a la caza de los cargos electivos en una pugna fervorosa.
b)      Falta de sinceridad de los dirigentes, que se limitan  a proclamar adhesiones fingidas o declamatorias a Perón en quien no creen (“Perón es necesario, es bandera”) o a repetir lugares comunes, para evitar actitudes que puedan acarrearles la “excomunión”, preocupados por  afirmar posiciones personales, o por el avance ideológico –copamiento- de sectores definidos a los que realmente responden.
c)      Carencia de cuadros revolucionarios, producto de la vaguedad doctrinaria y de lastre burgués que frustró el peronismo en el poder.  La subsistencia de los prejuicios democráticos y las ataduras mentales y reales con los esquemas del Régimen que fueron incapaces de destruir.
d)    Predominio de los intereses individuales y de sectores sobre el interés común del movimiento, que genera la anarquía y las fabulosas luchas intestinas en lo que vemos debatirse.
      La carencia de objetivos tácticos y doctrinarios y la natural desconfianza de la masa en sus dirigentes políticos y gremiales coloca al peronismo en el callejón sin salida en el que actualmente se encuentra. Cerrada la salida electoral y tras numerosos fracasos en el campo insurreccional, su futuro se presenta muy oscuro.
      Desde el 18 de marzo la situación –como dijimos- se ha agravado. Acercamientos “unitarios” con los sectores marxistas –desviación revolucionaria-, o componendas con la fuerzas burguesas –castración revolucionaria-,  y maniobras como la del  “giro a la izquierda”, chantaje demasiado peligroso y demasiado evidente para ser efectivo, son muestras de la desorientación que cunde.
      El peronismo se nos presenta como un inmenso flan que influye en la vida nacional por el solo peso muerto de su expresión numérica. Se trata de un gran potencial revolucionario, de una masa con sentido nacional pero su permanencia a la deriva,  como fuerza muerta,  en actitud de resistencia nostálgica y pasiva, puede convertirla en un factor retardador y disociante de todo intento  de solución nacional revolucionaria, pues el peor enemigo de la Revolución no es quien abiertamente la combate, sino el que la proclama y quiere capitalizarla, pero es incapaz de llevarla a cabo.
   Esto puede suceder por la falta de conducción de la masa hasta que el cansancio y la desorientación la lleven a buscar cualquier tipo de salida desesperada.
      Volveremos sobre estas reflexiones, inspiradas en la sinceridad y en intenciones constructivas. En nuestro estilo nacionalista no cabe la adulación ni la demagogia. Debemos mirar de frente la verdad y proclamarla. Hay que hacer punta, abrir la ruta para la Argentina del mañana, y no dejarnos arrastrar por el lastre hacia caminos fáciles. La Revolución que la Patria aún espera debe llevar nuestra doctrina, nuestro estilo y nuestros hombres.
      Nuestra misión es ser –para la masa- fermento revolucionario. Ser conducción y no rebaño. Y la conducción no se proclama. Hay que ganarla.+