domingo, 18 de enero de 2015

LA RELIGIÓN NOÁQUIDA

L
a  religión’ noáquida es  una pseudo religión ficticia, puramente natural, inventada por el rabino Benamosegh, basada en el  pacto entre Dios y Noé (Gen. 9), según la cual  Israel  será la nación que gobernará el mundo y los rabinos  sus sacerdotes. Previamente   la Religión Católica deberá desacralizarse, abandonando sus ‘mitos’:  la divinidad de Jesucristo, la Santísima Trinidad, etc.; convirtiéndose  en una secta más, de las tantas que pulularán  en el mundo globalizado; es posible que la ONU apoye la instauracuón del ‘noaquismo’, considerando la similitud de fines.

 N. Berdiaeff  (“El sentido de la historia”, ed. Araluce, pág. 120), menciona que “el espíritu mesiánico comienza a experimentar un desdoblamiento interno, repartiéndose entre la conciencia mesiánica racionalista que está vinculada exclusivamente al destino del pueblo de Israel… y la conciencia mesiánica universal, que esperaba una manifestación divina que fuera heraldo de felicidad para el Universo entero…” Esta última es la que genera el noaquismo.

El padre Castellani en su profundo y sobrecogedor libro “Cristo y los fariseos” (ed. Jauja, pág.11), dice unas palabras  que confirman lasintenciones judías de gobernar el mundo. Escribió: “Sin el fariseísmo toda la historia de Cristo hubiera cambiado; y también la del mundo entero. Su Iglesia no hubiese sido como es ahora y el universo hubiese seguido otro derrotero, enteramente inimaginable para nosotros, con Israel cabeza del pueblo de Dios y no deicida y disperso”.  Pero los fariseos existieron, crucificaron a Nuestro Señor Jesucristo, y ya no son la cabeza del Pueblo de Dios, aunque pretenden serlo, sustituidos por la Iglesia; y persisten en la creencia de ser elegidos, voceros, mandantes de Jehová; pues  dicen que el Pacto fue unilateral, y  Jehová debe cumplirlo.  El ‘noaquismo’ es  entonces, una  manifestación del  mesianismo judío.

Es lógico pensar  que el ‘noaquismo’ sea  el pensamiento de los fariseos talmúdicos. Pues para ellos el fariseísmo es una postura normal judía, y  no “un vicio espiritual”, y menos un  “pecado contra el Espíritu Santo”. La encarnación, vida y muerte de Nuestros Señor Jesucristo a los ojos de los rabinos, fue un acontecimiento simplemente histórico que no pudo haber cambiado las ambiciones mesiánicas de Israel. El único escollo que se les presenta es la Iglesia Católica, a la que tendrán que presionar para que abandone sus ‘supersticiones’.

Si recapacitamos en los acontecimientos vaticanos de los últimos tiempos, observaremos que el acercamiento filo-judío propiciado por los Papas del Vati-dos; la consiguiente cesión a los judíos de la primogenitura, como ‘hermanos mayores’ en la fe; la Iglesia convertida en una asociación filantrópica desacralizada;  el ecumenismo delirante; son síntomas del avance de la herejía judeo-cristiana, preludio del noaquismo, donde los rabinos serán los únicos sacerdotes de la humanidad; y la Iglesia  una secta como las demás, supervisada por la Sinagoga.
  
En “Historia de los Judíos” don Vicente Risco nos dice que luego del movimiento místico-cabalístico de los ‘Hassidim’, en el siglo XVIII, un siglo después surge como reacción dentro de judaísmo Moisés Mendelshon iniciando el movimiento racionalista y anti-místico, la ‘Haskala’… una especie de ‘puritanismo judío’, … “una interpretación humanitaria del judaísmo muy propia de la Ilustración. Coincidía en muchos puntos con los deístas… para que el judío se adapte y aprenda a vivir en el mundo”. (la emancipación política del judaísmo se concretó con la Revolución francesa). O sea, tratando de conciliar la ley de Moisés con el deísmo volteriano, diciendo que aquella doctrina purificada ha de ser la religión del porvenir… (notamos que Walsh en Felipe II, 353, dice que los masones consideran a Moisés como uno de sus fundadores)… Pero la Haskala se fue transformando en un deísmo que, negando la idea de un Mesías personal, la sustituyó por la ‘misión mesiánica’ del pueblo de Israel… que se ha de realizare en la época ‘mesiánica de la humanidad’. En conclusión, ‘Israel que rechazó al verdadero Mesías en persona, acaba, al fin, por desprenderse de la idea misma del Mesías… e Israel se autodiviniza, afirmando su superioridad sobre los demás pueblos’.
    
Ya estaba esbozado el surgimiento del Noaquismo; faltaba solo dar el último tranquito. El Noaquismo es una curiosa manifestación del cosmopolitismo judaico, sin desligarse de la ortodoxia…, idea bastante extendida entre los judíos modernos, y que tiene su expositor en el rabino Elías Benamozegh, ‘maestro del pensamiento judío contemporáneo’. “Según esta doctrina- continúa Vicente Risco- la verdadera religión, la que Dios destina a la ‘Humanidad’, no data solamente de Moisés, ni lleva la huella de un pueblo especial. El plan de Dios es más vasto, la religión de la ‘Humanidad’ es el Noaquismo, esto es, la religión de Noé… es una religión en la que han de comulgar todos los hombres. Dentro del Noaquismo, los judíos son como los sacerdotes de la humanidad, Israel forma una especie de Órden monástica dentro del Noaquismo, o religión universal de la fraternidad humana”. (no podemos dejar de pensar en el trato inhumano con que estos ‘sacerdotes de la humanidad fraterna’ están aplastando al pueblo palestino ¡Dios nos libre de caer en tales manos sionistas!).
    
A propósito del Noaquismo, recordamos que en la Masonería del Rito Escosés Antiguo y Aceptado, el iniciado en el grado 21 lleva el título de Noaquita o Caballero Prusiano. En  ‘Simbolismo de la Masonería’ Monseñor León Meurin S.J. citando a Isaías XLI, 2,9,25, dice que “la idea del grado 21, digna de un caballero prusiano es la del cesaropapismo ejercido por los judíos en todos los lugares de la Tierra. ¡Este príncipe reinará en nombre de Lucifer y con él, sobre todos los pueblos de la tierra, los descendientes de Sem, Cam y Jefet”; será la religión universal, donde el Hombre es su propio Rey; una religión natural, exclusivamente humana, que reinará una vez que se eliminen las religiones monoteístas y fundamentalmente la Católica, única verdadera, única instituida por Dios. Y si  se permitiera subsistir a la Iglesia sería luego de un ‘lavado de cerebro’ que seguramente tomará a su cargo el ‘progresismo cristiano’, para desacralizarla.

Dice el judaísmo noaquista que los siete mandamientos de Noé se aplicarán a todos los pueblos de la tierra. Estas leyes son: 1-establecimientos de tribunales de justicia, de modo que la ley gobierne la sociedad mundial; prohibición de: 2-blasfemia; 3- idolatría; 4-incesto; 5-derramamiento de sangre; 6-hurto; 7-comer carne de animales vivos.

Agreguemos que Michel Laurigan escribió un artículo fundamental para comprender la vigencia y pretensión del Noaquismo, titulado ‘Del Mito de la Sustitución a la Religión Noáquica’ (el texto se encuentra en: www.statveritas). La gran idea que propuso el rabino de Livorno, Benamozegh, fue ‘no borrar de la superficie de la tierra el catolicismo sino ‘transformarlo’ según los criterios de la ley Noáquica… pues ha comenzado una nueva época en la historia de la humanidad… En las relaciones judeo-cristianas los cristianos por fin abrieron los ojos y sus oídos al dolor y a la herida de los judíos. Quieren llevar el peso sin transferirlo a otros y no pretenden aparecer como inocentes… (recordar los sorprendentes ‘mea culpa’ de Juan Pablo II y de Benedicto XVI).
    
Tan importante es la intervención del ‘progresismo católico’ filojudío para modificar la Teología milenaria respecto al judaísmo, que el Cardenal Lustiger, Arzobispo de París, fanático exponente de esa postura judaizante herética, en una conferencia confirmó las expresiones del rabino Benamozegh. Además de Lustiger, antes y durante el Concilio, intervinieron vivamente, con turbios tejes y manejes Juan XXIII y Pablo VI, el Cardenal Bea y sus acólitos   judíos,   los   teólogos      progresistas Congar, de Lubac, etc…y en la votación decisiva, la ignorancia de más de 2000 Obispos que sin entender nada sobre las relaciones judeo-cristianas, se dejaron arrastrar por los ‘medios’ filo-judíos, absorbidos y determinados por la ‘psicología’ de masas, y por el empuje del personaje principal durante esa parte del Concilio: Jules Isaac… y la siempre inmiscuida: la Logia B’nai B’rith.. “Pronto la herencia será devuelta a su legítimo propietario, el pueblo judío, verdadero Israel, que vuelve a convertirse en pueblo sacerdotal, que traerá la auténtica salvación a las naciones, la paz a los gentiles… y aquella unidad de que el mundo tiene necesidad”…

Para atenuar esta soberbia y  rigurosa afirmación teológica  y hacerla más asequible  y aceptable, W. T. Walsh, en “Felipe II” (Espasa Calpe, pág.353), describió que ciertos rabinos apelan a destacar una supuesta relación ‘familiar’ entre judíos y cristianos;  que bien podría haber inspirado a los Papas del Vaticano II la famosa frase: “hermanos mayores en la fe”. “¿No nos parece oír la voz de un suave marrano español haciendo un acatamiento circunspecto a Cristo, tal como suelen hacerlo hoy los rabinos norteamericanos en algunos de sus sermones, y halagando a los ingleses cristianos con el eco talmúdico de la leyenda de que él, el cristiano, es una especie de primo hermano del judío, casi tan bueno como él, que recibirá su parte  cuando, al fin,  aparezca el Mesías? La negación de que Cristo es el Mesías está hecha con tanta habilidad que la víctima de esta propaganda podría preguntarse si el futuro Mesías a quien debe reconocer no será tal vez el Anticristo”.
    
Pero se oyeron otras voces sensatas que aclararon: “entre hebraísmo y cristianismo (…) no existe ni jamás existió un diálogo. El concepto de una tradición  hebreo-cristiana (…) es solo un mito de la peor especie: es una mentira”. (“La ‘regressione’ giudaizzante del Vaticano II: la ‘menzogna’ del giudeo-cristianesimo” rabino Jacobo Neusner; citado en: www.doncurzionitoglia.com; traducido en este blog). Y otro rabino, citado por Carlos Disandro (‘La herejía judeo-cristiana’, Editorial Struhart, 34) dijo: “Por más elocuencia que pongan los defensores judíos o gentiles en sostener que los Judíos y Cristianos adoran realmente al mismo Dios, tal afirmación es absolutamente falsa y equívoca… La verdad  es que nosotros (los judíos) sostenemos que ambas deidades son enteramente irreconciliables …”
    
El Vaticano 2º documentó esta toma de conciencia en la Declaración ‘Nostra Aetate’, propagándola en numerosas ocasiones bajo la batuta de Juan Pablo II. El judeo-cristianismo de Lustiger niega toda la obra redentora de Jesucristo continuada por la Iglesia     ¿Alguno en el Vaticano se alarmó indignado? A nadie se oyó. Continúa Laurigan: “Las discusiones que siguieron a la ‘toma de conciencia’  del Vaticano II fueron preparando poco a poco al mundo cristiano para asumir una nueva teología de las relaciones de la Iglesia con el judaísmo”. El objetivo de las directivas del Vaticano y de los episcopados desde hace casi cuarenta años se encaminó a transformar la mentalidad ‘por un gran esfuerzo de educación’ de los pueblos del ‘espacio cristiano’. Este esfuerzo lento pero constante tiende a:

1.- recordar la perpetuidad de la primera alianza.
2.- inculcar el aprecio al pueblo judío (infiel), pueblo sacerdotal.
3.- renunciar a la conversión de los judíos.
4.- familiarizarse constantemente con el diálogo y la cooperación con el judaísmo.
5.- preparar los caminos a la religión noaquica.
    
En definitiva, para solucionar las relaciones judeo-cristianas la Iglesia católica debería:

I.- Cambiar la visión del pueblo judío, fiel a Dios, “al que le cabe predicar la felicidad y la unidad de la humanidad’, contra la opinión de san Pablo.
II.- renunciar a la divinidad de Jesucristo.
III.- aceptar una reinterpretación –no una supresión- del misterio de la Santísima Trinidad.

Reunidas estas tres condiciones, ‘la Iglesia católica es la Iglesia del verdadero catolicismo’, verdadero catolicismo que Benamozegh llama noaquismo, una religión destinada a todos los pueblos del ‘espacio cristiano’, como decía Lustiger.

 Esta  nueva religión, judeo-cristiana, (leer: ‘La Herejía Judeo Cristiana’, Carlos Disandro),  debe interpretarse a la luz de la lucha, siempre antigua y siempre nueva,  entre Jesús (y María) y Satanás, entre la Iglesia y la Sinagoga.

La tremenda consecuencia de todo lo escrito es que  en “El Apokalypsis”  (pág. 201), el padre Castellani, luego de afirmar que el Anticristo sería un hombre,  describe sus características:  “Sobre las ‘doctrinas’ del Anticristo tenemos cuatro puntos ciertos: 1º negará que Jesús es el Salvador Dios (I Joa. Cap. II) 2º, se erigirá como salvador absoluto de la humanidad (I Joa. Cap. V) 3º, se divinizará (II Thess. II) 4º, suprimirá, combatirá o bien falsificará todas las otras religiones (Dan. VI)”.  El ‘noaquismo, sorprendentemente, como se ha leído, postula exactamente estos  mismos principios; es lógico entonces  pensar que sea el movimiento religioso, apoyado a su vez por el ecumenismo cristiano filo-judío, que  prepare el terreno para  la aparición del hombre-Anticristo.+ 



Horacio Bonfiglioli