sábado, 21 de junio de 2014



¿ ADonde va la libertad de enseñanza ?
Fray Domingo Renodière de Paulis,  O. P.

(Publicado en la revista ‘Presencia’’, septiembre 1958)

E
l problema esencial que se presenta hoy  ante la conciencia católica es: ¿Qué y cómo deben defender los católicos la llamada libertad de enseñanza?

En primer lugar , el católico debe pedir al Estado el pleno reconocimiento jurídico que la Iglesia tiene de enseñar y abarcar todo el hombre desde Dios y desde su revelación plena en el Evangelio. Por tanto, no puede pedir una libertad de enseñanza que sea:


A.- Indiscriminada; es decir, sin diversificar el error doctrinal de la verdad, lo cual es lo mismo que pedir la promiscuidad de toda doctrina, sea verdadera o falsa, natural o revelada.

B.- Consecuentemente, no puede pedir el ateísmo del Estado, ya que, quien pide directamente que el Estado reconozca de un modo absolutamente primario y neutro la libertad de enseñar toda doctrina y de igualar desde esa neutralidad jurídica, que es violatoria, tanto la herejía como la doctrina de la Iglesia; el marxismo ateísta, el liberalismo, la masonería y el espiritismo, etc., pide por ello equivalentemente un Estado neutro que, en el orden de lo moral, es un Estado plenamente ateo; y lo pide, además, como un derecho y una obligación del Estado. Esto ya ha sido, de un modo equivalente, condenado por León XIII en la Encíclica “Libertas”.

C.-Democrática, ya que los derechos naturales no provienen del régimen político-estatal, sino que es algo preexistente a lo jurídico-político del Estado como régimen de gobierno. Por tanto, la Iglesia, solicita siempre sus derechos en un orden jurídico-moral que precede a las contingencias y fluctuaciones de los regímenes sociales. Mucho más, si el concepto de democracia actual es simplemente de igualdad absoluta, indiscriminada y neutra del Estado, lo cual coloca a éste en situación de apostasía de la fe y abandono de su responsabilidad frente a la cristiandad.

Por tanto, tal como se la plantea actualmente, la libertad de enseñanza indiscriminada y promiscua, no puede ser defendida por los católicos. Estos, cosa extraña, a menudo renuncian a pedir abiertamente los derechos de nuestro catolicismo; en cambio los adversarios no atacan la libertad de enseñanza, sino directamente, a la Iglesia y a su ‘dogmatismo’. Hemos caído en la peor de las engañifas: Caifás profetiza, Caifás dice la verdad. La reversión es total. Aquel que en su boca a puesto la blasfemia afirma, sin saberlo, el misterio visible de Cristo. El adversario, el ateo, la FUBA, Risieri Frondizi y su marxismo oficial  nos enseñan a descubrirnos, a despojarnos del disfraz de libertarios, y si acaso, esos ‘católicos’ se quitasen sus ropajes de arlequines de la libertad, se quedarían en soledad y desnudos, porque ya no les quedaría ninguna otra mentira cabal y redonda con que embozarse, ni máscara que ocultase sus ojos de mendigos noctámbulos de la fiel y pura pasión de la igualdad.

Y decimos más: ¿Qué es nuestro catolicismo si su apostolado se hace humanitarista y laicizado, como en Emaús; que hay directores de almas que profesan el Psicoanálisis en el confesonario y fuera de él; que si la doctrina escolástica y la especulación es despreciado por lo ‘positivo’; que si se enseña más a Romano Guardini que a Santo Tomás; que si nos atrevemos a defender el divorcio con canonistas de nuestros claustros? Hay quienes están disociando, violando la vida de nuestro catolicismo. Hay instituciones que corroen desde dentro todos los campos esenciales de la vida de la Iglesia: la doctrina teológica y filosófica, la sociología cristiana, la familia, la dirección espiritual y el apostolado que calla a sabiendas el nombre de Cristo.+