¿ ADonde va la libertad de enseñanza ?
Fray Domingo Renodière de Paulis, O. P.
(Publicado en la revista ‘Presencia’’, septiembre
1958)
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problema esencial que se presenta hoy
ante la conciencia católica es: ¿Qué y cómo deben defender los católicos
la llamada libertad de enseñanza?
En
primer lugar , el católico debe pedir al Estado el pleno reconocimiento jurídico que la Iglesia tiene de enseñar y abarcar todo el hombre
desde Dios y desde su revelación plena en el Evangelio. Por tanto, no puede
pedir una libertad de enseñanza que sea:
A.- Indiscriminada; es decir, sin diversificar el error doctrinal de la verdad, lo
cual es lo mismo que pedir la
promiscuidad de toda doctrina, sea verdadera o falsa, natural o revelada.
B.-
Consecuentemente, no puede pedir el ateísmo
del Estado, ya que, quien pide directamente que el Estado reconozca de un
modo absolutamente primario y neutro
la libertad de enseñar toda doctrina y de igualar desde esa neutralidad jurídica, que es violatoria,
tanto la herejía como la doctrina de la Iglesia ; el marxismo ateísta, el liberalismo, la
masonería y el espiritismo, etc., pide por ello equivalentemente un Estado neutro
que, en el orden de lo moral, es un Estado plenamente ateo; y lo pide, además,
como un derecho y una obligación del Estado. Esto ya ha sido,
de un modo equivalente, condenado por León XIII en la Encíclica “Libertas”.
C.-Democrática,
ya que los derechos naturales no provienen del régimen político-estatal, sino
que es algo preexistente a lo jurídico-político del Estado como régimen de
gobierno. Por tanto, la
Iglesia , solicita siempre sus derechos en un orden
jurídico-moral que precede a las contingencias y fluctuaciones de los regímenes
sociales. Mucho más, si el concepto de democracia actual es simplemente de
igualdad absoluta, indiscriminada y neutra del Estado, lo cual coloca a éste en
situación de apostasía de la fe y abandono de su responsabilidad frente a la
cristiandad.
Por
tanto, tal como se la plantea actualmente, la libertad de enseñanza
indiscriminada y promiscua, no puede ser defendida por los católicos. Estos,
cosa extraña, a menudo renuncian a pedir abiertamente los derechos de nuestro
catolicismo; en cambio los adversarios no atacan la libertad de enseñanza, sino
directamente, a la Iglesia y a su ‘dogmatismo’. Hemos caído en la peor de
las engañifas: Caifás profetiza, Caifás dice la verdad. La reversión es total.
Aquel que en su boca a puesto la blasfemia afirma, sin saberlo, el misterio
visible de Cristo. El adversario, el ateo, la FUBA , Risieri Frondizi y su marxismo oficial nos enseñan a descubrirnos, a despojarnos del
disfraz de libertarios, y si acaso, esos ‘católicos’ se quitasen sus ropajes de
arlequines de la libertad, se quedarían en soledad y desnudos, porque ya no les
quedaría ninguna otra mentira cabal y redonda con que embozarse, ni máscara que
ocultase sus ojos de mendigos noctámbulos de la fiel y pura pasión de la
igualdad.
Y
decimos más: ¿Qué es nuestro catolicismo si su apostolado se hace humanitarista
y laicizado, como en Emaús; que hay directores de almas que profesan el
Psicoanálisis en el confesonario y fuera de él; que si la doctrina escolástica
y la especulación es despreciado por lo ‘positivo’; que si se enseña más a
Romano Guardini que a Santo Tomás; que si nos atrevemos a defender el divorcio
con canonistas de nuestros claustros? Hay quienes están disociando, violando la
vida de nuestro catolicismo. Hay instituciones que corroen desde dentro todos
los campos esenciales de la vida de la Iglesia : la doctrina teológica y filosófica, la sociología
cristiana, la familia, la dirección espiritual y el apostolado que calla a
sabiendas el nombre de Cristo.+