jueves, 18 de septiembre de 2025

 

UN DULCE Y AMANERADO TRAIDOR.

“La riqueza es sustancia y esencia de la libertad… El oro es la libertad…porqué es el poder.” J. B. Alberdi.

La intención de esta nota es destacar ciertos aspectos de la vida de Juan Bautista Alberdi, expuestas por Juan Pablo Oliver, en su excepcional estudio de auténtica Historia argentina: “EL VERDADERO ALBERDI”, (Dictio, 1975) de donde extraje los datos que anotaré a continuación --(las palabras de Alberdi y los comentarios de Oliver en negritas)--.  

La política entreguista, --compartida fundamentalmente por Sarmiento, resquemores aparte--, repudiando la realidad argentina, basada en la herejía liberal, auspició y legalizó, hoy intensamente, de la mano de Milei, la escandalosa miseria que está destruyendo nuestra Patria, humillando a la Argentina frente al escarnio internacional.

Tanto Alberdi como Milei fanáticamente renegaron del amor a Dios, la Patria y la Familia, cada cual a su manera. Repudiaron la ley natural y divina; indispensables para orientar la política de un buen gobernante.  Abjuraron de la vida moral y espiritual, de la gran política nacionalista que se logra amando, respetando y sirviendo a Dios, a la Patria, al pueblo y a la familia.

Lo verdaderamente transcendente, entonces, es que Alberdi elaboró una política que libera de límites a un extremo egoísmo personal y político, adhiriendo a las leyes de la herejía calvinista, contaminado por su amigo y patrocinante el puritano William Wheelwright, enseñando que la posesión de dinero es la virtud por excelencia. Y condenando salvajemente la pobreza e imponiendo el racismo y la distinción de clases sociales en el pueblo argentino, a la manera protestante. (ver abajo el caso “Petronita”).

En ocasiones –dicho esto a modo de ejemplo--de acuerdo a su conveniencia personal, con un cinismo sorprendente, alabó y en otras atacó la política de don Juan Manuel de Rosas (próximamente, Dios mediante, comentaré la interesantísima narración narrada por Oliver al respecto).

Actualmente predomina ostensiblemente Alberdi, sobre todos los unitarios, porque es el paradigma de los traidores; revivido de la mano de su discípulo, el payaso Milei, quien lo puso en billetes que, como él, cada vez valen menos, pero con la intensión de elevarlo en el concepto popular como el “prócer” egregio ubicado en la peana más alta del altar de la “religión” liberal.

 Milei, el irresponsable que lo activó, surgió de la nada, mejor dicho, de los antros imperialistas del mundo globalizador, para concluir liquidando nuestra Patria, con premisas semejantes a las de su maestro Alberdi, adaptadas a nuestra época.

Al respecto, deseo destacar, para respetar la realidad, que entre Alberdi, --el dulce gentleman inglés, (como le gustaba lo llamen) --, y el grosero y chabacano payaso, entre un traidor de guante blanco y otro delincuente desvergonzado, existe una degradación similar a la que sufrió la nación.

Entre ellos hay diferencias solo aparentes, casi de hábitos domésticos; ni sustanciales ni de propósitos, pues comparten la ambición de conquistar gloria y dinero; repudiar a la Argentina y entregarla a los extranjeros para que hagan con ella y con su población lo que quieran.

El antiguo conspirando con Wheelwright, el nuevo con la Jabad Lubavich. Los asesores de Milei acertaron reviviendo a Alberdi, para que sea el mentor de la actual política destructiva y entreguista gubernamental.

A medida que leemos el libro de Oliver vamos descubriendo que, como la de Milei, la vida privada de Alberdi era al menos sorprendente, con actitudes raras e irracionales, inconcebibles, que no parecen originarse en una mente sana.

Reniegan de Dios.  

Alberdi fue un deísta o libre pensador, (pg. 330), quizá un anticipado creyente en un cristianismo progresista y desacralizado. Al abjurar de la Gracia y la providencia de Dios y de la ley natural y divina, fue natural sustituir a Dios por una abstracción masónica: el Progreso anglosajón traído de la mano del anarco-liberalismo sin límites morales. De esta manera traicionó a su Patria, pues se dedicó fervorosamente a imponer el imperialismo inglés en América. Y como solterón empedernido y egoísta fué incapaz de formar una familia normal. Terminó sus días, como era lógico, en una triste soledad, comiendo “el amargo pan del destierro”, en París, en 1884.

Murió sin auxilio religioso, quizá impenitente, rodeado de algunos conocidos; pero tiempo después la masonería se encargó de organizar apoteósicas exaltaciones laicas del muerto, con el fin de imponerlo como numen del entreguista filo-inglés.

Milei, por su parte, también ajeno a Dios, es un judío chiflado, que llora en el Muro de los lamentos, y toma poses exageradamente cariñosas con su rabino; promueve la abusiva y prepotente influencia israelí en Argentina; y también, solterón empedernido, formó una extraña y desconcertante unión familiar con sus perros charlatanes y su hermanita delirante.

 Ambos voluntariamente vivieron en un destierro, cultural y político; sin echar raíces en la realidad donde nacieron y los rodeaba. Vidas fantasiosas e irreales, pero muy provechosas para ganar dinero y bienes materiales. A costa de perder dignidad y estragar el país.

Renegando de la Patria.

WILLIAM WHEELWRIGHT.

Para conocer realmente a Alberdi, es racionalmente imposible separarlo de las andanzas del pirata inglés Wheelwright; pues ambos se complementaban a las maravillas.          

Escribió Oliver: “Interesa conocer las actividades y antecedentes de mister Wheelwright,  aun cuando más no fuere por haber sido el deus ex machina de un famoso libro argentino llamado Bases, y consecuentemente fuente prístina de la Constitución del 53, acerca de la cual nadie ha dicho una palabra”. […]  Cabe advertir que, pese a ser William Wheelwright  norteamericano de nacimiento [y puritano] tanto por su personalidad, gustos, residencia europea, vinculaciones e intereses que representaba, debe ser considerado como un típico empresario británico –por no decir inglés—de la época, consubstanciado a la expansión capitalista del Reino Unido”.  (pg.313/4).

Wheelwright, que comenzó sin un duro su extraordinaria expansión naviera y ferroviaria, monopolizó, por cesión de los respectivos gobiernos, el comercio marítimo en el Pacífico, entre Chile y Colombia.  Imposible detallar sus malandanzas políticas y comerciales que lo enriquecieron, como también a Alberdi, pues éste “era el abogado de todas ellas”. […] “ de 1847 en adelante , el doctor Alberdi fue asesor legal y abogado de los principales hombres de negocios e importadores británicos de Valparaíso, entonces el más importante puerto del Pacífico, y especialmente consejero legal y político, gestor administrativo, patrocinante ante los tribunales y agente periodístico del  empresario mister William Wheelwright y de sus múltiples empresas, posiblemente las más importantes de Sud América”. (pg. 325).

 [nota del blog: --durante esos años Rothschild impulsó el negocio ferroviario por toda Europa; no sería extraño que con sus enormes capitales se haya concretado la escandalosa concesión ferroviaria a los ingleses en nuestro país, luego de Caseros maniobras muy bien tratadas por Oliver, que omito--) .  

“Era un extranjero en esos países –comenta Alberdi respecto a Wheelwright—y todo su caudal  consistía en lo que tenía Colón en España, cuando concibió atravesar el mar Atlántico. Todo su caudal era una idea, una gran idea…”. La gran idea, --década de 1840, cuando la Confederación luchaba heroicamente contra Inglaterra-- consistió en enriquecerse, ponerse a las órdenes de la Corona británica y luchar contra los Estados nacionales y la envidia y la resistencia de los americanos del Pacífico, que ya percibían que el dominio inglés en vez de Progreso les traería miseria y vergüenza.  

Nota del blog: --Imitando a los racistas ingleses, Alberdi denominaba despectivamente a los argentinos como “nativos”, no argentinos--).

“Tales eran en resumen, los antecedentes de la empresa subvencionada por SMB., de la cual era factotum mister Wheelwright, y abogado, asistente legal y agente de publicidad el doctor Juan Bautista Alberdi.

Entre 1846/54  “el doctor Alberdi con su doble profesión de abogado y periodista-industrial, reunió una regular y legítima fortuna, que en  los años sucesivos no haría más que consolidar”. (pg. 326). En Europa “fue invirtiendo preferentemente en títulos de renta extranjeros, que en Europa le administraron la Banca Gil y la Banque de París, y en Chile la Banca Edwards, entidades privadas”. (pg. 330).

Tan estrecha era la relación que, cuando WW. emigró a Europa, Alberdi lo siguió, para continuar trabajando a su servicio.

”Luego, volver para instalarse tranquilamente con haberes y renombre en el  Buenos Aires de su juventud, que tanto añoraba, pero siempre que no le acarreara molestias,  pues de lo contrario, se  reintegraría  a la placidez de las Delicias”.  (su mansión chilena). Siempre dando prioridad a su sensualidad. (pg. 331).

En 1885 Alberdi llegó al extremo de aceptar representar a su país ante las cortes europeas, sin dejar por ello de continuar tutelando allí importantes gestiones de su principal cliente, frente a su propio gobierno y tratando de favorecerlo como era su deber profesional pero, aparentemente, en contra de sus obligaciones oficiales

Oliver (pg.364) respeta sus actividades profesionales, en cierta manera, pero: “Hasta nos parecería de toda justicia que su busto presidiera solemnemente el directorio de la Cámara de Comercio Británico en                                      Buenos Aires, o de cualquier importante empresa concesionaria extranjera, pues evidenciaría el condigno agradecimiento hacia quien abogó por ellos tan celosamente, y continúa haciéndolo después de su desaparición física.  Todo eso estaría bien.

“Pero con la misma imparcialidad consideramos una paradoja y, en definitiva un escarnio pretender –como se ha hecho—erigir a las Bases en dogma tutelar de nuestra vida económicosocial y elevar al autor a la glorificación de las estatuas, cual prócer de la argentinidad. Implícitamente, eso constituye condenar simbólicamente a la nación a una inopia perpetua,   al descastamiento y a la subalternización”.

Renegando de la familia:

Parecería, según Oliver y otros, que Alberdi no se emocionaba ante el espectáculo de las mujeres bonitas. Y no es que hubiera hecho voto de castidad. Quizá era sexualmente imperturbable e indiferente.

Viviendo en Buenos Aires, por el año’37, fundó este joven mundano y modosito una revista de modas, “con intrascendencias femeninas”, dedicada a importar modas y costumbres europeas a las bellezas argentinas; todo lo referido en cuanto se refiere a peinados, vestidos, calzado, cintas, cuellitos, sombreros, como cabalgar, en asuntos de conversación general… etc. etc. (pg. 86).

Firmaba con el seudónimo de “Figarillo”. “Las [críticas] menos malas no pasan de sarcasmos o impertinencias de petimetre a las llanas costumbres de cepa criolla: a que las señoras en sus saraos hagan la ronda del mate en lugar de ofrecer champagne a sus jóvenes contertulios; a que lo ceben chinas o morenitas y no lacayos de librea”(pg. 86).En el colmo del desatino esto ocurría mientras el país luchaba para subsistir ante la agresión extranjera. Agobiado por deudas a la imprenta clausuró la revista porque nadie la leía, afirmó despechado.

Hacia 1838, viviendo todavía en Buenos Aires, escribió Oliver: “No, Alberdi no sufrió persecuciones del Dictador, [don Juan Manuel], pero debió sufrirlas, en cambio, de… Petronita”. Aficionado románticamente –no creo apropiado imaginarlo enamorado-- de esta señorita, su relación con ella fue despreciable.

Petronita pertenecía a una familia de clase media, no era de la alcurnia que ansiaba Alberdi, pues necesitaba una mujer distinguida para presentarla en sociedad y obtener relaciones comerciales y políticas beneficiosas.

Se avergonzaba de ella, terminando por repudiarla y abandonarla luego de tener un hijo con ella: Manuel Alberdi, al que también repudió. “Al hijo lo presentó como “sobrino”, lo cual provocó algunos equívocos y tensión espiritual entre padre e hijo” (pg.101). En su testamento lo identificó como “pariente querido”. Es imposible imaginar su casamiento con alguna “nativa”, como Petronita, pensando en su descrédito ante los rígidos racistas ingleses. Todo esto es vergonzoso y repugnante.

“Sin razón pública que lo explicara, después de obtener sin dificultad Alberdi su pasaporte en la Policía, abandonó imprevistamente Buenos Aires, el 23 de noviembre de1838, dejando aquí a su amante e hijo recién nacido”. (pg. 100).

En la bella mansión que adquirió en Chile en1849, “rodeado de flores, libros y rostros amables”, pasaba su vida bucólica, soñando románticamente; bien a la moda europea de la época.

“De ademanes finos, medidos –abate por sus modales-- no dejaba exteriorizar sus frecuentes arrebatos pasionales, que conjugaba a solas, con su pluma; y si al escribir resultaba claro y contundente, al hablar lo hacía con voz meliflua, algo tiple, pleno de circunloquios; y hasta cuando reía   llevaba la mano a la boca como para ocultar esa expresión tan natural; caminaba con paso quedo “como gato con patitas de terciopelo”, según anotó maliciosamente Sarmiento”. (pg. 330).

Sintió cierto apego por algunas pocas damas chilenas, pero ”posiblemente no pasaron de amoríos platónicos”. […] fuera timidez congénita, irresolución o lo que se quiera hay en este aspecto de su vida una evidente zona de penumbra, una frontera voluntaria, que no hay por qué traspasar”. (pg. 329).

“En cuestión sentimental, es curioso observar cómo se presenta en su vida el amor físico desdoblado del platónico, delimitados por una rigurosa prevención de clase o jerarquía social; debió agradar mundanamente dado su natural don de gente y culta sociabilidad, pero nunca sería el macho que seduce, que rinde a las hembras. Sus grandes amores no pasaron de cerebrales o platónicos, con mucho más de tierna amistad que pasión…” (328).

*

Estos datos son suficientes para comprender que Alberdi fue un obsesionado en servir profesionalmente los intereses extranjeros contra los de nuestra (‘su’) Patria. Quizá poseído de un placer infame, enfermizo, patológico, totalmente egoísta, de poder infringir la ley del patriotismo y la ley del amor familiar impunemente, sintiendo que podría expandirse y obrar sin límites; que su obrar era su propia ley y su catecismo el anarco-liberalismo; que inspira a su actual “doble” filo-judío, superando demencialmente al maestro.

Los ignorantes miembros del ‘soberano’ que admiran a estos dos delirantes deben saber, al menos, que ambos infames personajes son semejantes. Ambos, empeñados en repudiar a la nación argentina en su totalidad, entregándonos al imperialismo inglés o al hebreo, convertida en miserable colonia. Así de claro, sin vueltas. ¡Hay que expulsarlos del país y de su verdadera Historia ¡

La opción de una parte del pueblo argentino por Milei significa que esta profundamente corrompido o que es un absoluto ignorante. Es indispensable, entonces, que el nacionalismo unido, del modo que pueda  se dedique a desburrar al ”soberano”. Continuando y difundiendo la labor pedagógica del Padre Castellani y del profesor Genta, y actualmente del camarada Soaje Pinto con su TLV1.

El excelente libro de Oliver consta de más de 700 páginas definitivas, documentadas, indiscutibles, imposible de resumirlas en pocos párrafos. Pero como colofón anoto algunas frases originales de Alberdi que podrían ser rubricadas, y son puestas en práctica por Milei.

Pero leamos con esta prevención: “ si el doctor Alberdi escribió con  tanto apuro las Bases y el Sistema Económico no fue pensando en la  Argentina ni menos en los argentinos, o sea en el país real, sino en tanto y en cuanto convenía a mister W. Wheelwright y a sus adláteres. Por ellos y para ellos estampó y exageró todos los recaudos necesarios para evitarles cualquier competencia nacional, fuere privada o del Estado, la posibilidad de una política aduanera proteccionista, eventuales alzas colectivas de salarios y mejoras que pudieran exigir los trabajadores mediante gremios y otros medios. Nada de esto convenía a sus clientes”… ( pg. 375).

* ”¿Queremos plantar en América la libertad inglesa, la cultura francesa, la sabiduría alemana? Traigamos pedazos vivos de ellos en los hábitos de sus hijos y trasplantémoslos a nuestro suelo…” (pg. 370).

* ”Haced pasar al roto, unidad elemental de nuestras masas  por todas las transformaciones del mejor sistema de educación; en cien años no haréis de él un obrero inglés, que trabaja, consume y vive confortablemente”.

* “Proclamad la libertad de sus aguas… no más exclusiones ni clausuras, sea cual fuere el color que se invoque, no más exclusiones en el nombre de la patria” (pg. 373).

* “Si hemos de componer nuestra población… es necesario fomentar en nuestro suelo la población anglo-sajona. Ella está identificada al vapor, al comercio y la libertad”.

* “Proteged al mismo tiempo empresas particulares para la construcción de ferrocarriles… Colmadlas de ventajas, de privilegios, de todo el favor imaginable sin deteneros en los medios… Rodead de inmunidades y de privilegios al tesoro extranjero…” (pg. 377). Adversario del patriota Manuel Fragueiro en la construcción de los ferrocarriles, olvidado intencionalmente por el Régimen según narra ampliamente Oliver …parea ensalzar a Alberdi.

* “¿Qué nos importa a nosotros que la bota que calzamos se fabrique en Buenos Aires o en Londres?”

*”Es pobre (el criollo) la más de las veces  porque es vago y holgazán y no es holgazán por falta de trabajo sino por sobra de alimentos”. (pg. 378); debe, entonces, comer menos.

* Etc, etc, etc,…

Las citas serían interminables, todas del mismo tenor. Concluyo con estas palabras de Oliver:

“Fue, así, el filósofo para una factoría y no para un Estado nacional, en cuya actuación no pasó de reflejar sus intereses profesionales y pertinente conformación mental, propia de meteco, plena de complejos vergonzantes respecto a los suyos y, por ende, alegando invariablemente  contra cualquier causa de su pueblo, pero conveniente a extraños.

“Y esto constituye la clave de su apoteosis, pues habiendo continuado la   Argentina sobre vaivenes transitorios sometida a un régimen  configurado por el predominio de intereses foráneos, incluso en el orden publicitario y cultural, resulta lógico se procurara imponer su figura como numen de la Argentina  y sus libros como  biblia o dogma de los desatinos nacionales. Es comprensible, pues se lograba con ello el símbolo emotivo humano e instrumento ideológico más adecuado, para la perpetuación del sistema, a costa del país”. (pg. 671).

HOY DIA, CONTINUANDO LA POLÍTICA MASÓNICA EXTRAJERIZANTE, EL SISTEMA COLONIAL SE REMOZÓ PLENAMENTE GRACIAS A MILEI. ES INDISPENSABLE QUE TODOS LOS ARGENTINOS CONOZCAN LAS VERDADES HISTÓRICAS DE ESTE MAGNÍFICO LIBRO. +

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