TODAVÍA NO SOMOS EMPANADAS
Algunos “camaraditas” (si es que lo son) gritan :¡ lo que está sucediendo nosotros lo
pronosticamos hace diez o veinte año ! .Deberían saber que el Nacionalismo viene advirtiendo el derrumbe
nacional desde Caseros ; catastrófico desde 1955 ¡ Por favor sean más humildes !
Es un largo proceso de decadencia: el
enemigo es siempre el mismo y su propósito también, transformarnos en su
quintita. ¡ La historia se repite ! ¡ Los
ingleses quieren revancha, por no poder completar la factoría ! Porque todavía quedan patriotas…
¡ y la protección divina ! ¡ y las empanadas las haremos con la dura y flaca
carne inglesa, con gusanos y toda la podredumbre de esa raza acostumbrada a
robar alimentos…¡ para que se acostumbren a la antropofagia !
Yo vengo denunciando esta agresión, alentada por
los liberales, desde hace años, con los artículos de prestigiosos patriotas . Enrique
Osés denunció, a fines del ‘30 la vergonzosa subordinación al imperio masónico
anglo/hebreo; en esa oportunidad
cuando la masonería pretendía abandonásemos la neutralidad durante la 2ª guerra
mundial, enviando soldados argentinos a pelear a favor de ellos, nuestros
enemigos. ¡Inconcebible!. Actualmente insisten en lo mismo: mandar a nuestros
soldados a luchar en favor de esos malditos anglo/israelitas; y los que queden
que cultiven la tierra para engordarlos.
ENRIQUE P. OSÉS,
en: ”MEDIOS Y FINES DEL NACIONALISMO”, pg.
45,Editorial Mazorca, 1941, esribió:
¡ JAMÁS PELEAREMOS POR UN PAÍS EXTRAÑO !
Anoche –si es que el Régimen lo ha permitido—debe haberse
realizado un acto nacionalista en el Augusteo, organizado por Afirmación
Argentina, para proclamar un postulado nuestro: la neutralidad absoluta frente
a la actual contienda. Y si es que ese acto se ha realizado deben haberse leído
estas líneas que envié a sus organizadores: “Camaradas de Afirmación Argentina.
Aquí estoy con ustedes, en aquello que nos une más a los nacionalistas, que la simple
presencia física. Estoy con ustedes en la plenitud del espíritu. Griten, sin
ponerle sordina a nuestros principios. Proclamen que ante esta criminal
confabulación cipaya que nos quiere arrastrar a la guerra para servir a la
demoplutocracia yanqui/judía de Wall Street, de Roosevelt y de Churchill, los argentinos
decimos que no ¡ No ! Mil veces no ! Que peleamos por lo nuestro. Que lucharemos
hasta dejar la vida por lo nuestro. Pero jamás, por ningún imperialismo
extranjero, sea cual sea. Desde mi celda de procesado por proclamar esta
conducta nacionalista, estoy con ustedes, juventud combatiente del Nacionalismo.
Sin transacciones con el Régimen. Sin esperar nada, absolutamente nada, de las
eternas confabulaciones pseudo revolucionarias masticadas en banquetes y
elaboradas en torno a una mesa de copetines. Estoy con ustedes, entre este
pueblo al cual hay que dirigir a pesar de él, y al que hay que amar con un
franciscanísimo y argentinísimo amor cristiano. Por nuestra Patria, camaradas.
Contra todos los que estén contra nuestra Patria.
Y bien. Nada tengo que añadir, sino querer recalcar, a
estos dos conceptos, de los cuales participa el Nacionalismo, entretantos otros
que integran nuestra doctrina, nuestra lucha, nuestra finalidad. Un concepto
circunstancial, por obra de las circunstancias: la neutralidad. Y un concepto fundamental, la no participación en
confabulaciones pseudo revolucionarias. De aquí no nos apeará nadie, por más
rosados horizontes que se nos presenten, por más buena intención que anime a
algunos ilusos. Sobre la neutralidad de nuestra
Nación, no creo que haya una sola
discrepancia en el Nacionalismo.
Sobre confabulaciones revolucionarias hay algunas
seguramente más por una inexacta valoración de nuestras fuerzas, más por quemar
las etapas, que por convicción razonada. Y alguna vez, hasta por debilidad. Por
ceder a cantos de sirena que todos conocemos y no todos rechazan con igual
decisión. Sobre neutralidad, repetimos, ninguna discrepancia.
Acabamos de leer el discurso de clausura del presidente
del Cabildo abierto de Acción Argentina.
Ese sólo discurso, síntesis sin tapujos del pensamiento belicista cipayo, sería
suficiente para que los argentinos todos, nos colocáramos en el extremo
opuesto. Jamás se han dicho, como por boca de el ingeniero Noble, más
disparates ni más envenenados conceptos. “Inglaterra
pelea por nosotros. Debemos nosotros luchar por ella”. Y no. Inglaterra
pelea por su supervivencia. Por la supervivencia del régimen de opresión
democrática que ha impuesto al mundo. Pelea porque le ha llegado la hora
justiciera de pagarlas todas juntas por todos los pueblos que esclavizó, que
oprimió y que unció a la coyunda comercial del Imperio. Inglaterra pelea para que se salven sus doscientas familias poseedoras, sobre la
pobreza colonial de 400 millones de súbditos. Inglaterra pelea –y arrastra a la
lucha a los demás pueblos del mundo—porque ni en tierra, ni en mar ni en aire, ha sido jamás
otra cosa que S. M. la Rapiña. Y comprueba que todo eso se le esfuma ahora.
Vayan a pelear por ella el ingeniero Noble, el doctor
Alvear, el doctor Repetto, los guacamayos de Acción Argentina, que son los
únicos belicistas de estos lares. Vayan a pelear por Inglaterra –al lado de su
pariente Estados Unidos--, los directores de todos los diarios coloniales.
Nadie se opondrá a ello. Pero dejen de hablar en nombre del pueblo argentino,
porque el pueblo argentino, la única vela que pondrá en este entierro del
Imperio Británico, será para despedirlo de este mundo, a mayor gloria de la Paz
y la Libertad . Si no fuera trágico
sería para reír a carcajadas.
Se han pasado nuestros demócratas haciendo del pacifismo
–cuando tenían el pleno dominio y usufructo del poder—su estandarte. Y ahora
son ellos los que piden la guerra, naturalmente, para que vaya el que siempre
va a la guerra, el pueblo. Igualitos que los Reynaud y los Blum, que los
Príncipes Jorge y los Benes, que toda la cáfila antes gobernantes de Europa,
ellos –nuestros Alveares y Nobles y Repettos
y Araujos, y compañía—pelearán, sí, como el último criollo, si llegara el caso que sus delirios
prosperaran, pero desde atrás. Lo más atrás posible de las líneas de fuego.
¡ Lincharlos a
todos –a la democrática manera yanqui , por las dudas— sería
poco !...
[…]+
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