Los textos que frecuentemente
imprimo, como el presente, de los grandes maestros del nacionalismo, entre los
cuales descuellan el Padre Castellani y el profesor Genta, serían suficientes,
contando ¡O milagro!, con la buena voluntad y patriotismo de los políticos,
para restaurar
UNA
OBLIGACIÓN RELIGIOSA
PADRE LEONARDO
CASTELLANI
(publicado en “Jauja” Nº 20, agosto 1968)
Un joven amigo (treinta
años), escritor de nota y hábil periodista, nos dice que: “en el país anda mal
lo directivo, lo eclesiástico y civil, y anda bien lo submisivo obediencial”; o
sea, hablando en plata: “el pueblo es espléndido y los gobiernos son malos”,
trillado estribillo de todos.
Quisiéramos fuese así, pero tenemos
nuestras dudas: parece imposible un pueblo muy bueno pueda tener cien años de
tiranías. De algún modo u otro se hubiera librado de ellas; ya que
El desmejoramiento del
carácter de nuestros Jefes populares (de Rosas a Irigoyen, de Irigoyen a Perón)
muestra quizá el desmejoramiento de la casta. El patético final de don Hipólito
(a quien prácticamente mataron a tropelías y disgustos), muestra la villanía
encaramándose a las altas esferas.
Lo que parece el fondo de la
historia novísima de
Habiendo tantos recursos
naturales, al comienzo el filtraje de riquezas hacia el extranjero dejaba un margen,
con el cual la gente de aquí se acomodaba, había para todos; e incluso los
“acomodados” proclamaban a altas
voces la “prosperidad” desta feliz
nación; hasta que de repente nos encontramos “subdesarrollados”, con gente
hambrienta, desempleada, progresivamente asalariada y con malos salarios,
despojados de sus bienes los pequeños propietarios
Uno tras otros, los mejores
publicitas del país fueron haciendo la luz sobre las causas de la “crisis”; y
haciendo doler la llaga con el dedo en ella.
Ahora la opinión común no
puede llamarse a engaño: amplia y claramente se conoce la situación “colonial”
del país; de modo que cuando se celebró con más ruido que nueces el
“Sesquicentenario de
Hablando breve y mal, se
puede decir que en definitiva este Cono
Sur pasó de ser un Reino de las Españas a una factoría de
Las intenciones de los
Congresales de Tucumán eran buenas; el que los siguió inmediatamente hizo un
enorme esfuerzo para actuarlas. Después
vinieron… otros. Luego de la gran derrota nacional de 1852, en cuya calle vivo…
hay que decir las palabras brutas: entrega, soborno, estupidez, perdueles,
pasmarotería, cretinización.
¿Y ahora? Mucho hablar de
Revolución: o Argentina, o Nacional o Internacional. O sea que el país está
abocado a tres salidas; y la primera no es salida.
1º.- Seguir tirando por el
actual pantano, hundiéndose y en consecuencia pudriéndose; porque los patriotas sabemos que el estado colonial no
puede mantenerse, sino interviniendo la corrupción ; puesto que este coloniaje
hipócrita no es el de España, al cual le
convenía las buenas costumbres; a este le conviene el desorden, la obscuridad,
la división y la podredumbre. De ahí que para muchos de nosotros el
anticolonialismo ha devenido simplemente una obligación religiosa.
2º.- La verdadera Revolución
Nacional; o sea la reestructuración del país de acuerdo a sus orígenes: o a sus
“ancestros”, como dicen brutalmente los periodistas. Esta es la verdadera
salida, pero es muy difícil. Si el pueblo argentino es “espléndido”, como dicen
juvenilmente J.M.P. y C.P.T., la podrá hacer; pero lo malo es que ya debería
haberla hecho. (También nosotros, la otra generación, debemos arrastrar este
reproche en esta sporca vida). Cada día
que pasa se hace más problemática. El tiempo milita contra ella. El estado general
del mundo no la propicia nada.
3º.-
--Oh, A Inklaterra no, a
Inklaterra no—dijo el embajador inglés.
--A Inglaterra también—le
contestó tranquilamente Eugenio Pacelli, Legado Pontificio en Varsovia.
No se hagan ilusiones. Yo
creo que este pueblo ha sido sano, lo es todavía en parte; pero está sometido a
un formidable proceso de descomposición.
Mi maestro de Teología,
cardenal Ludovico Billot (el mayor teólogo de este siglo), escribió hace justo
cincuenta años en el proemio de su tratado De
Ecclesia (III), esta página que quiero traducir de su egregio latín patrístico:
“Habiendo ya dicho de la verdad de
Y ya hace cien años que estos principios comenzaron
gravemente a obscurecerse, incluso entre muchos católicos.
De donde se ha hecho dificilísimo persuadir de su verdad a
los que la educación y las costumbres de la presente circunstancia dan la
opinión predominante. Puede decirse que el mismo aire ambiente les ha imbuido
desde la niñez los dogmas del moderno liberalismo.
Paladinamente vemos que no hay esperanza de que
revivan y reflorezcan en la tierra las naciones cristianas, a no ser por una
vuelta rotunda a aquellos eternos principios.
Y si de su restitución hubiera que desesperar, sería
signo de que no anda nada lejos la última catástrofe: conforme a lo predicado
por el Apóstol en
Después de lo cual, el
Teólogo expresa su desconfianza de que el liberalismo está herido de muerte por
las avasallantes demostraciones de los más juiciosos publicistas, economistas,
políticos y filósofos, de los cuales nombra a De Maistre, De Bonald,
Kétteler,Veuillot, Le Play, Cardenal Pie, Liberatore…
Y expresa también su
confianza de que el Concilio Vaticano reanudado (a cuya preparación él mismo estaba
abocado), de igual modo que, en su primer
tramo, sepultó al Galicanismo y al Jansenismo, en su próximo segundo tramo
había de pulverizar al liberalismo.
Vino el segundo tramo…
Lo que pasó en la realidad lo
tenemos delante de los ojos.+
Padre Leonardo
Castellani.
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