Vox
populi vox dei
Todo ocurrió porque el Régimen gobernante necesitaba
imperiosamente una tragedia para distraer la opinión pública de la hecatombe
nacional, acabar con la “extrema
derecha” y salvar el honor, algo magullado, de la reina del afano.
Pero la policía no
se decidió a torturar ni asesinar a ningún inocente subsidiado, acción necesaria para concretar
los propósitos del Régimen y de paso excitar
el odio de esas turbas. Quizá el motivo
más imperioso para provocar esta tremenda tragedia ‘shakjespiana’ fue el deseo
de la reina del afano de protagonizar un 17 de octubre montonero.
En Argentina de la sentencia romana, no tenemos, nada de nada, ni Dios ni pueblo. Sólo
se oye la voz de un ‘diocito’ desatinado,
con una consecuente turbamulta de subsidiados que ‘interpreta’ sus mandatos. Ese
‘diocito’ falsificado es el Régimen, que
aunque se llame ‘democrático’ tiene poderes absolutos; transmitiendo sus órdenes a no más de unas
centenas de alborotadores que, en el barrio
En fin, es
razonable sospechar que ambos, el ‘Régimen’ y la turbamulta protagonizaron
conjuntamente un sainete con una puesta
en escena pésima, ridícula, risible, vergonzosa, para jolgorio del mundo sensato. Un sainete
de los peores que pudo haber imaginado Hollywood. Pero en vez de Boris Karloff,
en este tan cómico sainete casero debieran haber intervenido Minguito, Calabró
y Tristán. –
Por tanto, ‘huelo’, con mi receloso olfato de viejo nacionalista, ante
las tantas insidias del Régimen, que la producción, la dirección y el argumento,
si no fueron organizadas por el mismísimo Régimen, para confundir a la opinión
pública, distrayéndola de la vergüenza que nos hace vivir; nos han sido impuestas
desde
El inconcebible argumento tuvo tantas fallas que se muestra
absurdo al sentido común. Algunas fueron: el feroz asesino nazi-nipo-fascista que, según
parece, no fue linchado ni siquiera arañado, por la multitud, como era de
esperar; la entrada en escena del fotógrafo con su enorme aparato, preparado
anticipadamente para filmar el ‘regicidio’; la inercia policíal; los
guarda-espaldas privados distraídos; la desaparición de los fanáticos subsidiados que no defendieron la
vida de la reina; el gatillo ‘oxidado’ del brasilero, etc.
Un argumento escrito a
las apuradas por el Régimen absolutista que se arroga el derecho de
infamar a los opositores , con el fin de aniquilar la oposición, única real y
verdadera, la única política que
exacerba al Régimen: la “extrema
derecha”; o sea el nacionalismo, -que no ni extremo ni de derecha.
Don
Camilo y Peppone.
En la excelente publicación “SÍ,SÍ, No,No”, la señora Bárbara Frale explicó en un artículo,
interesante y muy elogiado, que S.S. Pío XII fue considerado el más grande de
los Papas luego de San Pedro, debido a que ambos féretros se ubicaron frente a
frente en el Vaticano. Tesis algo discutible, penando en la pléyade de Papas
insignes que gobernaron
Para ser admitida en el gran mundo de los pensadores políticamente correctos esta señora tuvo que
hincarse, y exhibir un pasaporte que obtuvo fácilmente denigrando al Duce.
Pero la agachada la conturbó, y escribió
de lo que no sabía.
El fascismo fue un remanso en la tormenta que asolaba Europa.
De Mussolini es suficiente recordar
que al asumir el gobierno, luego de la 1º guerra mundial, salvó a Italia del anarquismo,
la miseria y la vergüenza; creó la clase media, moralizó el país y lo elevó a la altura de las grandes potencias…
Sus opositores, por el contrario, finalizada la 2º guerra
mundial, arrumbaron a Italia, entregándola sojuzgada en la puja electoralista
liberal-marxista, con las inmoralidades consiguientes. Italia
retrocedió, nuevamente desacralizada, democratizada, y desmoralizada, olvidando
su estirpe y su religión, según ilustraron las bufonadas de Peppone y Don
Camilo
La
perversidad nacionalista.
Otro personaje que adhirió a la moda generalizada de
obtener pasaporte liberal y marxista
para ser admitido y publicitado en el gran mundo y en el Vaticano 2º, fue el padre Thomas Merton. De
pronto, sin venir a cuento, de meditaciones teológicas pasó a divagar sobre
política, dedicando un par de páginas de su libro “El Pan Vivo, a defenestrar
al nacionalismo europeo con un entusiasmo tan excesivo y grosero como desacertado. De las cuales
extraje, como muestra, este párrafo elocuente:
“Los estados
totalitarios manipulan inhumanamente a los seres humanos, degradándolos y
destruyéndolos a discreción, sacrificando cuerpos y espíritus en el altar del
oportunismo político, ni el más mínimo
respeto por el valor de la persona humana. Realmente casi se puede decir que
las modernas dictaduras han desplegado por doquiera un odio deliberado y
calculado `por la naturaleza humana en cuanto
tal. Las técnicas de degradación… […] Todas tienen un solo propósito: violar la
persona humana hasta dejarla irreconocible, con el objeto de transformar las
mentiras en evidencias…” [etc. etc.].
Parecería que don
Tomás escribió estas sandeces de “humanismo integral” estando alcoholizado, y
luego regurgitó esas basuras que lo desacreditan. Es inconcebible que don Tomás
no sea más que un repetidor de la propaganda bélica transmitida por los liados.
¿Es portavoz de Roosevelt o de Churchill, como buen anglosajón? ¿O de Stalin,
como buen ‘progresista’?
No es posible meter en una misma bolsa
a Hitler , José Antonio, Degrelle, Oliveira Salazar, Mussolini, etc.
Pues entre ellos había diferencias enormes y sustanciales. Aciertos y
desaciertos. Aunque desaciertos más graves hubo en la política “aliada”.
Desde el injusto e insensato tratado de Versalles se
preveía que la política de los “aliados” sería antieuropea y anticristiana;
eclosionando abierta y perversamente a partir de 1945; cada vez más agravada.
De manera que las
palabras arrojadas por don Tomás contra los nacionalistas, cualquier observador sensato, hubiera creído
más justo aplicarlas sobre Churchill, Roosevelt y Stalin. Estos personajes
siniestros,, por ser enemigos de los “tiranos” nacionalistas, serían según él,
los
salvadores del occidente “cristiano”, los luchadores por la “democracia y la
libertad, y que, luego de muertos los
totalitarios, sembrarían el mundo de caridad cristiana.
Hoy confirmamos que las teorías racistas y agresivas de
Hitler eran las de un simple aprendiz de brujo. Y que la predestinación para
gobernar el mundo, imponiendo maldades satánicas eran las “aliadas”.
Y al fin, don Tomás
logró su ambición, relegando su honestidad intelectual, de integrarse en el
mundo de los prolijamente correcto.
La pena de muerte
Como unos está en contra (los mafiosos) y otros a favor (las
víctimas), la sabiduría del eminente llorón presidencial, ideó un método que
satisface ambas partes: se ejecuta la penas de muerte, pero no muere nadie .Sólo
es necesario que el delincuente
pronuncie unas pocas palabras, en el momento oportuno, de la siguiente manera. La
escena se desarrolla así:
El ajusticiado está parado, los ojos vendaros, frente al
pelotón de fusilamiento.
El oficial antes de
pronunciar las fatídicas palabras, en un
acto de misericordia le pregunta:
- ¿ Cuál es su último deseo?
--¡Que dispare el brasilero!
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