lunes, 6 de mayo de 2019


Doctrina Nacionalista
O el Estado paternal o el Estado de las fieras tiránicas.
Padre Leonardo Castellani
Párrafos extraídos de su libro “El Evangelio de Jesucristo”, ( ed. Itinerarium, pág.299) donde enseña que el Gobierno nacionalista y cristiano, -análogo al que ejerce el padre  de familia-, impugnando al oprobioso Estado liberal partidocrático, materialista, usurero e inmoral, e irresponsable, por la división de “poderes”, debe bregar ineludiblemente parar constituir una sociedad donde reinen:                                                                                                                                                      JUSTICIA, ORDEN Y TRABAJO.
JUSTAMENTE SON LAS TRES CONDICIONES QUE POSTULA EL NACIONALISMO;  Y QUE EL LIBERALISMO ESTÁ INCAPACITADO PARA LOGRAR, COMO SE COMPRUEBA TRAS SIGLO Y MEDIO DE GOBERNAR DESASTROSAMENTE

Escribió el Padre Castellani:
L
as naciones occidentales, perdida la religiosidad, se van convirtiendo de más en más en las “Fieras”  de la Escritura. El Estado moderno se vuelve de más en más tirano. El “Estado” es una consecuencia del pecado original, no es una creación directa de Dios, es la “creación más grande de la razón práctica” del hombre, enseña Santo Tomás. En el Paraíso Terrenal, si Adán no hubiera caído, hubiese habido gobierno, por cierto; pero no gobierno estatal, sino familiar y paterno. Eso no se puede obtener ya con perfección. Entre los extremos del gobierno tiránico y el gobierno paterno, oscilan todos los regímenes políticos humanos, después del Pecado.
En los grandes siglos cristianos se tendió a realizar el ideal del gobierno paterno: San Luis rey de Francia, San Fernando de España, San Eduardo el Confesor. Había un monarca que venía al trono con la naturalidad de la fruta en los árboles, que intentaba hacerse respetar y amar de todos, y que daba cuenta de sus acciones sólo a Dios; y había una cantidad de fuerzas políticas y sociales que tendían a mantenerlo dentro de la rectitud; de las cuales la religión era la principal. Eso se llamó la Monarquía Cristiana: duró diez siglos, hizo la Europa; y cayó. El ideal tendía a “una familia”: ideal inasequible en su totalidad, porque siempre habrá díscolos, la masa siempre será oscura, y el Estado siempre tendrá que usar de la fuerza; pero por lo menos había un conato continuo para sujetar la fuerza a la razón y la razón al amor; y para hacer llegar la nación a algo como “una familia”. Por eso justamente hay más sublevaciones en los países católicos que en los otros, y son más difíciles de gobernar; el ideal atávico de “la nación como una familia” trabaja terriblemente a los franceses, a los italianos, a los hispanos.  “Los países protestantes son más fáciles de conducir; pero si son conducidos mal, no tienen remedio” –dijo el líder irlandés Parnell.
Los hombres hoy día prefieren tener encima a tiranuelos irresponsables, agitados y pasajeros, que los opriman en nombre de “la libertad”. Las condiciones han cambiado, los hombres ya no pueden fiarse tanto unos de otros como para poner a la cabeza del bien público a una familia permanente e inamovible, con poderes absolutos.  Por tanto se ha vuelto más fácil el advenimiento de la “Fiera”, que es el otro extremo del eje político, el polo opuesto al “Padre”. Los grandes imperios paganos que precedieron a Cristo: Asiria, Persia, Grecia macedónica y Roma, fueron pintados por el profeta Daniel en figura de cuatro fieras; y con mucha razón.
En la actual economía del mundo, el rechazo de Cristo lleva necesariamente al otro extremo de la ordenación política; es decir, al Estado pagano duro e implacable. De la cuarta fiera, el Imperio Romano, que Daniel describe como una mezcla de las otras dos y la más poderosa y temible de todas, profetizó el vidente que surgirá después de muchos siglos y diversos avatares, la “Bestia del Mar” o sea el Anticristo: un poder pequeño que se hará grande, un poder muerto que resucitará, un poder inicuo que a causa de la apostasía del mundo llegará a enseñorearse de todo el mundo; afortunadamente, por muy poco tiempo.
Entretanto tenemos que ir viviendo y tendiendo al gobierno paternal en lo político y a la obediencia noble y caballeresca; aunque sean ideales hoy día casi inasequibles –por lo menos en este país sin esqueleto; quiero decir sin “estructuración política”; sin “Instituciones”.+


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