jueves, 8 de noviembre de 2018


EL ISLAM, ¿EMPRESA JUDÍA?

EXCELENTE ARTÍCULO DEL SEÑOR DON JULIO GARRIDO, (Verbo 191, abril 1979), EVIDENCIANDO QUE LA ACTUAL INVASIÓN MAHOMETANA A EUROPA, NECESARIAMENTE FUE PROGRAMADA Y SE ESTÁ EJECUTANDO ENTRE EL JUDAÍSMO Y EL MAHOMETANISMO, PARA DESCRISTIANIZAR EUROPA, CONJUNTAMENTE CON EL AUSPICIO DEL PROGRESISMO Y DEL ECUMENISMO CRISTIANO. ESTA ALIANZA ANTICRISTIANA ERA PALMARIA YA EN LA ÉPOCA DE LA RECONQUISTA ESPAÑOLA.

España tiene un bien merecido prestigio en el campo de los estudios sobre la civilización musulmana. Las escuelas de Madrid y de Granada, los nombres de Codera, Rivera, Asín Palacios, González Palencia, para citar sólo algunos de los ya desaparecidos son conocidos universalmente entre los orientalistas. Sin embargo, la ignorancia, los prejuicios y, sobre todo, la indiferencia son actualmente la tónica general del pueblo español frente a la religión musulmana.  Todos los estudios brillantes de los arabistas no han logrado disipar esta ignorancia ni sacudir esta indiferencia, principalmente porque se ha tratado de estudios de erudición que nunca han enfocado con claridad, valentías y objetividad el problema del origen, del significado y del papel del Islam en la historia religiosa de la humanidad y en el mundo actual.
Durante muchos siglos el Islam ha sido el enemigo número uno de los pueblos cristianos; la actitud imperialista y conquistadora de los musulmanes, la destrucción de las civilizaciones anteriores a la suya, originaron una reacción defensiva. Los poderes políticos de los países europeos emprendieron la lucha contra el Islam con la aprobación y el aliento de la Iglesia. La guerra contra los musulmanes fue considerada no sólo legítima, sino meritoria, y uno de sus más largos episodios, la reconquista, es una de las glorias de la Historia de España. Grandes santos, hombres llenos de fe, políticos prudentes e intrépidos militares emplearon todo su talento, sus energías y sus acciones en la lucha armada contra los infieles. El nombre de Cruzada ha permanecido en nuestro vocabulario, no sólo para toda acción militar en defensa de la fe, sino también para calificar toda lucha enérgica en favor de una buena causa.
Esta buena causa siendo en su origen una legítima defensa contra un agresor cuya finalidad era subyugar el mundo y cuyo medio era el “djihad”, la gran santa.
Cuando el Islam perdió su agresividad militar como consecuencia de la resistencia armada de los pueblos occidentales, y también como consecuencia de su incapacidad técnica, los países musulmanes pasaron casi en su totalidad bajo la dependencia de las naciones europeas, pero estas ya eran presa de un proceso de descristianización y consideraban el factor religioso como secundario, dando más importancia a los factores económicos y políticos, de modo que el mundo musulmán no fue ya considerado como una porción de la humanidad en la que se debía predicar el cristianismo, sino como una vasta región a desarrollar desde el punto de vista material y a  la que se le debía llevar los valores puramente “laicos” de la cultura europea.
Para establecer más fácilmente su dominación inmediata, los países europeos que dominaron el Islam, haciendo prueba de una miopía imperdonable, no facilitaron, y aun en muchos casos, impidieron la conversión de los musulmanes al cristianismo. Con fines políticos, todos ellos en mayor o menor grado, apoyaron al Islam. La gran mayoría de los sacerdotes y religiosos que pudieron establecerse en estos países gracias  una libertad religiosa amparada por las potencias dominantes, descargó su consciencia con la afirmación gratuita y cómoda de que “el musulmán no se convierte”, como si su condición de seguidores de Mahoma les impidiese recibir el mensaje que Cristo trajo a todos los hombres. Esta actitud de los que deberían ser misioneros en tierras musulmanas fue el origen de una confusión en las  ideas, de multitud de actitudes ambiguas y de una corriente que empezó predicando el respeto hacia la religión mahometana y terminó con un filoislamismo que dio origen a numerosos movimiento de amistad islamo-cristiana, especialmente en Francia, cuya premisa fundamental era el reconocimiento de los “valores espirituales” de la religión musulmana y la renuncia a todo género de apostolado.
 En este clima –de dimisión y de pasividad se han desarrollado en el seno de la Iglesia ciertas tendencias “ecuménicas” que han desintegrado el espíritu misionero que existía todavía en los medios religiosos que están en contacto con el Islam. A este triunfo de los eclesiásticos derrotistas se han unido los cambios políticos efectuados en los países musulmanes que han eliminado la influencia cristiana y las han hecho volver a su ancestral desprecio de la libertad religiosa y a su afán proselitista y conquistador.
No está de más que ante este cambio de situación hagamos aquí un breve examen de conciencia y demos a conocer los pocos pero importantes estudios que se han realizado estos últimos años sobre la religión islámica, en particular sobre sus orígenes judíos, estudios importantes desconocidos en España y que pueden iluminar el fondo del problema que no es ni político, ni económico, ni cultural, sino puramente religioso, teológico para ser más precisos, como ocurre con todas las corrientes ideológicas que constituyen el fundamento de la historia de la humanidad.
Pero antes de enfocar el problema de fondo es necesario hacer algunas consideraciones sobre el origen de las actitudes actuales frente a la religión musulmana, pues esta tipología de nuestros contemporáneos nos permitirá comprender por qué los estudios sobre el Islam han sido frecuentemente falseados aún por los mejores especialistas y la necesidad de eliminar un conjunto de prejuicios que oscurecen los aspectos fundamentales de este importante problema.
EL ORIGEN DE LAS ACTITUDES ACTUALES FRENTE AL ISLAM.
En 1965 publicamos en París un estudio detallado sobre esta cuestión (1), creemos que la posición del problema ha cambiado muy poco en estos últimos años y por eso expondremos aquí los resultados principales de nuestro medio remitiendo a la publicación francesa a aquellos que quisieran tener una información más detallada.
Decíamos en nuestro estudio que las actitudes que se encuentran actualmente con respecto al Islam son producidas por la influencia de dos órdenes de factores, unos de carácter subjetivo o sentimental que llamábamos factores superficiales, y otros que son consecuencia lógica de principios filosóficos o religiosos admitidos a priori y que son los factores profundos.
De la conjunción de estos dos órdenes de factores nacen las diversas actitudes que encontramos en el mundo actual, actitudes más o menos lógicas o sólidas según que los factores subjetivos sean concordantes o no con los principios filosóficos y religiosos admitidos. Hay que tener en cuenta que nuestro estudio se refiere únicamente a los individuos de formación y cultura europea, es decir, que tienen siempre un fondo más o menos velado de cultura cristiana.

No hay que creer que las opiniones más dignas de consideración son las que se encuentran entre los especialistas islamólogos; la experiencia enseña que los científicos y los especialistas, cuando opinan sobre cuestiones que están fuera de su estrecho campo de estudio, están tan influenciados por lo que llamamos factores superficiales como el común de los mortales. Se encuentran muy a menudo islamólogos que no se han planteado nunca los problemas fundamentales del Islam y disimulan su falta de ideas claras bajo un lenguaje técnico y complicado, de modo que en lugar de iluminar a sus lectores les dan la impresión de que se trata de cuestiones muy difíciles reservadas únicamente a los especialistas: es lo que llamaremos “la cortina de humo de la erudición”. De esta tendencia son característicos los trabajos de P. Anawati (2) cuya lectura aconsejamos a aquellos que quieran estudiar esta curiosa tendencia que deliberadamente siembra confusión.
Se encuentra a menudo ideas más justas y claras, ideas más inteligentes y profundas entre las gentes sencillas que conocen el problema real y que no han olvidado la doctrina de la Iglesia sobre los infieles y el mandato de Nuestro Señor de predicar su doctrina a todas las criaturas.
Los factores superficiales de orden subjetivo o sentimental que afectan las actitudes frente al Islam pueden clasificarse en las categorías siguientes:
La indiferencia o el camino de la facilidad, que consiste en desentenderse del problema, es, muchas veces, consecuencia de un sentimiento de desprecio hacia los musulmanes que se consideran incapaces y subdesarrollados.
La hostilidad, tentación constante para aquellos que conocen las vejaciones y las persecuciones de que son objeto los no musulmanes en los países islámicos y que no han olvidado el viejo antagonismo entre “moros y cristianos”.
La atracción del folklore corriente entre los turistas y los diletantes atraídos por los paisajes luminosos y las manifestaciones exteriores de piedad de los musulmanes.
La prudencia o el camino del interés, sentimiento frecuente entre los que tienen relaciones directas  y seguidas con los países musulmanes y que han comprendido lo peligroso que puede ser atacar o criticar a la religión mahometana.
La erudición no es en sí un factor subjetivo o sentimental, pero puede llegar a serlo cuando quiere superar su papel de instrumento para ejercer una especie de monopolio sobre el pensamiento de modo que hace perder todo sentido crítico y nos entrega indefensos en manos de un grupo de mandarines que prácticamente siempre están dominados por sentimiento de prudencia, cuando no de miedo, que les impide enfocar los problemas fundamentales con objetividad y valentía.
Finalmente, para terminar con esta rápida revista de los factores subjetivos o sentimentales, nos resta por examinar el principal de éstos y es el referente a la hipótesis progresista, que se basa en un sentimiento optimista que imagina que los pueblos musulmanes han de seguir necesariamente una evolución idéntica a la de los países cristianos: laicismo, primacía del aspecto económico y desarrollista, desprecio de  sus tradiciones, entusiasmo por la ciencia y el progreso y, finalmente, abandono de sus características propias para marchar hacia un mundo homogéneo y uniforme bajo el signo del hedonismo.
No parece que esta hipótesis se vaya confirmando en los países musulmanes, pues a medida que estos se desligan de la influencia europea reafirman su carácter islámico y la religión se utiliza como aglutinante para aumentar la unión entre lo espiritual y lo temporal, unión que ha sido siempre una de las bases de la civilización musulmana.
Las ideas de discriminación religiosa, de superioridad espiritual, cobran nuevo vigor en los países musulmanes y el proyecto de un imperio árabe conquistador yace latente en las masas y en las clases dirigentes.
Nuestra intención es aquí analizar las opiniones contemporáneas; en ellas intervienen estos factores superficiales de orden sentimental, pero en el fondo están gobernadas por los principios que inspiran a las diferentes familias espirituales que existen en el mundo actual; creemos que se puede obtener una buena clasificación tipológica considerando los cuatro grupos siguientes:
1)      El agnosticismo.
2)      El sincretismo.
3)      El marxismo
4)      El cristianismo.
En cada uno de estos grupos inciden los factores superficiales y se puede así tener una clasificación sencilla pero que permite ordenar prácticamente la totalidad del ancho abanico de opiniones que se encuentran actualmente.
EL AGNOSTICISMO.
El agnosticismo, que niega toda realidad al mundo sobrenatural y postula la imposibilidad del conocimiento metafísico y teológico profesa frente al Islam (como para todas las demás religiones) un olímpico desprecio o una condescendiente simpatía. Para los agnósticos, el Islam es sólo un hecho sociológico a estudiar. Admiten, a veces, que la moral y el dogma son inferiores al cristianismo, pero siendo más apropiados a ciertas razas, países o climas, serían un factor de civilización, una etapa en la evolución de la humanidad. En este sentido el agnóstico apoya de buena fe la islamización de pueblos primitivos y manifiesta exteriormente respeto por el Islam, sobre todo porque está influenciado por prejuicios anticristianos. Desde luego que la idea de organizar misiones para convertir a los musulmanes le parece descabellada y negativa.
Cuando por sus preocupaciones intelectuales o su posición geográfica está alejado de los países musulmanes resulta fuertemente influenciado por la indiferencia, pero cuando conoce directamente el Islam oscila entre la hostilidad y la atracción folklórica, atracción que cuando su corazón no está completamente reseco en sus fibras religiosas puede llevar a sentimientos de admiración y hasta de envidia, y conducir a algunos en el camino de la conversión (Psichari, Charles de Foucauld).
El agnóstico –progresista es, en general, un ser optimista, algo miope, que rehusa ver la realidad del Islam; mirando al porvenir está dispuesto a excusar todas las injusticias, a justificar todos los crímenes cuando van en el sentido de eliminar la influencia cristiana. Piensa que todos estos episodios de la descolonización son inevitables y que rápidamente todas las religiones desaparecerán para ser sustituidas por la ciencia y que con esto comenzará una era de felicidad para todos. Estas tendencias se acercan al marxismo y al teilhardismo, están actualmente de moda aun en ciertos medios eclesiásticos y disponen de poderosos medio de propaganda: es la filosofía de la ONU.
En el pensamiento agnóstico juega un importante papel la erudición y los agnósticos-eruditos o filoeruditos adoptan actitudes más o menos doctorales, pero se guardan muy bien, por prudencia, de chocar con las tesis oficiales del Islam y criticar los dogmas y principios de esta religión.
EL SINCRETISMO.
Ni el agnosticismo ni el sincretismo son sistemas únicos, homogéneos y definitivos; existen en estas dos posiciones gran número de variantes y de matices más o menos coherentes o lógicos, y existen también posiciones intermedias, de modo que el paso de una a otra posición puede hacerse insensiblemente y depende del mayor o menos interés hacia el problema religioso; los que carecen del sentido religioso se inclinan hacia el agnosticismo, mientras los que conservan la preocupación de los problemas teológicos o metafísicos son llevados más bien al sincretismo.
Para el sincretismo todas las religiones tienen una parte de la verdad y ninguna la posee de un modo completo; de modo que de lo que se trata es de llegar a una síntesis perfecta posible que acercará a la Verdad sin alcanzarla nunca.
Dos tendencias extremas existen en esta posición: una tradicionalista-esotérica y otra racionalista.
La primera admite que la síntesis buscada no la encontramos por nosotros mismos, sino que la recibimos de ciertos iniciados que la habrían recibido a su vez por una especie de iluminación interior que en el límite resulta algo así como una revelación (3).
A esta tendencia se adhieren muchos aficionados a la mística comparada y diletantes de la espiritualidad alucinados por el prestigio de la erudición en dominios exóticos.
La tendencia racionalista admite que podemos nosotros mismos, a partir de n religiones, extraer de todas ellas la parte de verdad que contiene y con este mosaico de verdades formar una nueva religión n+1 a la medida de nuestras preferencias.
El sincretismo tiene una partida fácil cuando trata de encontrar los puntos comunes entre el Cristianismo, el Judaísmo y el Islám, ya que, como veremos enseguida esta última religión se ha nutrido, en gran parte de las afirmaciones judaicas. De todos modos, a pesar de su falta de originalidad, Mahoma es considerado un gran profeta comparable a Krishma, Buda, Confucio y Jesucristo.
En todo sincretista que se respeta no hacen mella los sentimientos de indiferencia ni hostilidad, pero el atractivo folklórico suscita admiración como manifestación exterior dela “profunda espiritualidad islámica”. La hipótesis progresista es admitida a condición que la evolución se haga en el sentido de una confusión de todas las religiones para formar una religión superior universal (5).
EL MARXISMO.
Para el marxista el factor fundamental es el factor político, particularmente la eficacia política. Es bueno todo lo que sirve al triunfo del comunismo en el mundo y malo lo que puede ser un obstáculo a esto.
La actitud del marxista frente al Islam está dominada por este principio general. Mientras el Islam sea un factor útil para debilitar a los países occidentales, para obtener posiciones estratégicas, será considerado como un aliado, un factor que hay que manejar del modo más útil posible, siempre con la idea de eliminarlo cuando llegue el momento en que será declarado, según decía Lenin: “intrínsecamente perverso, pues mantiene la idea de Dios y Dios es el enemigo personal de la sociedad comunista”.
El estudio dela influencia de los “factores superficiales” sobre las actitudes marxistas respecto al Islam puede resumirse en dos frases. La hipótesis progresista, que es uno de los dogmas marxistas, no será nunca puesta en duda. Los otros factores subjetivos o sentimentales serán únicamente medios auxiliares que se deben utilizar inteligentemente para manejar la opinión adecuadamente según los lugares y los momentos. Los marxistas han visto perfectamente que se trata de factores superficiales cuyo papel es sólo circunstancial.
EL CRISTIANISMO.
A los ojos de los cristianos que no están contaminados por alguna de las tres ideologías que acabamos de estudiar, los musulmanes constituyen un pueblo de infieles que, de acuerdo con los mandamientos del Evangelio, de San Pablo y de la Tradición, deben ser iluminados por la fe cristiana para que se conviertan.  La regla de oro es :  “amar a los musulmanes, pues tienen un alma que salvar y rechazar el Islam que les impide conocer la verdadera religión”, es el principio cristiano que no manda amar a los pecadores y los que están en el error, pero nos obliga también a aborrecer y extirpar el pecado y el error.
A pesar de esta doctrina sencilla y clara se encuentra actualmente, en particular después de la propaganda que se ha hecho sobre el ecumenismo después del Concilio Vaticano II, una tendencia que rechaza la doctrina tradicional. Tendencia que es el fruto de la mentalidad postconciliar que ha dado tan amargos frutos para la vida religiosa de la humanidad (6).
Existe ahora una desorientación creciente en el pueblo cristiano solicitado por ideas dispares que tienden a destruir la idea de misión y a considerar como válidas todas las manifestaciones religiosas de los diferentes pueblos de la tierra; un análisis de estas posiciones con respecto al Islam puede verse en nuestro estudio ya citado; aquí sólo diremos algunas palabras sobre las diferentes actitudes que se encuentran actualmente entre los católicos.
Los católicos temerosos politizados; frecuente entre aquellos que conocen de cerca el problema musulmán y que ante todo procuran no tener problemas y desentenderse de sus obligaciones de cristianos. con pretexto de la humildad, y de comprensión y amistad hacia los mahometanos.
Los católicos islamófilos influenciados por el atractivo folklórico o por el ecumenismo no son raros; algunos llegan a minimizar u olvidar la Encarnación y la Redención y considerar a Mahoma como un profeta enviado de Dios.  De ellos nos ocuparemos en seguida, pues es esta islamofilia y son estas desviaciones doctrinales las que han impedido e impiden el estudiar el Islam objetivamente.
Para estudiar el Islam objetivamente hay que dejar a un lado la indiferencia, el temor, la política y la islamofilia y enfocar valientemente el problema con sentido realista. Los especialistas rara vez se han podido desligar del temor y de la política y muy a menudo han caído en la islamofilia, por eso sus trabajos carecen frecuentemente de la objetividad, sobre todo en lo referente a los problemas fundamentales (7), sobre el origen y significado de la religión musulmana. Para enfocar correctamente esta cuestión debemos estudiar la posición de los estudiosos en lo referente a la crítica histórica sobre los orígenes del Islam.
LA CRÍTICA HISTÓRICA Y LOS ORÍGENES DEL ISLAM.
Es curioso el hecho que la mayoría de los islamólogos resultan como paralizados por una especie de temor reverencial cuando abordan el tema del Corán. Los mismos que entran a saco con desenfado y sin ningún respeto cuando analizan el Antiguo y el Nuevo Testamento parecen estar llenos de consideración y de respeto frente al libro sagrado de los musulmanes. Todo se ha dicho, todo se ha analizado y criticado del contenido de la Biblia. La crítica histórica, la crítica racionalista, han querido muchas veces destruir las afirmaciones más claras de nuestro Libro sagrado, pero no ha existido ningún Renan islamizante que haya intentado destruir sistemáticamente el contenido positivo y sobrenatural del Corán. Más bien desde hace algún tiempo muchos autores católicos se han esforzado en cantar loas al Corán y lo han presentado como posiblemente de inspiración Divina.
Este filoislamismo ya empezó en el siglo XVIII con una Biografía apologética del conde de Boulaunvilliers aparecida en Amsterdam en 1731, Pero estaba tan arraigada la hostilidad contra el mahometanismo que el mismo Voltaire ridiculizó en su tragedia “Mahoma o el fanatismo” (1736) este incipiente filoislamismo, dice:
“El conde de Boulainvillers, ha querido hacer pasar a Mahoma como un gran hombre…M. Sale quiere presentar a Mahoma como un Numa o un Teseo. Reconozco que habría que respetarlo si nacido príncipe legítimo o apoyado por los suyos hubiere dado leyes sabias como Numa o defendido a sus compatriotas como Teseo. Pero que un mercader de camellos provoque una sedición en su poblado, que asociado a algunos desgraciados les persuada que habla con el ángel Gabriel, que pretenda haber sido elevado el cielo y haber  recibido un libro que hace temblar al sentido común a cada página; que para hacer respetar este libro traiga a su patria  la guerra y el incendio, extermine a los padres, rapte a las mujeres, dé como última alternativa a los vencidos su religión o la muerte, es realmente lo que ningún hombre puede excusar, salvo si la superstición ha ahogado todas las luces de su razón…”
Voltaire se considerará “bien recompensado por su trabajo” si puede servir para “desarraigarla intolerancia y probar que esta produce monstruos”. El monstruo que ha escogido para hacer esta demostración y encarnar el peor de los fanatismos es Mahoma “un falso profeta, el fondatore d’una falsa e barbara setta”, asi Voltaire calificaba a Mahoma y a su doctrina sin ninguna ambiguedad en la carta, por lo cual envió su pieza de teatro al Papa Benedicto XIV, “Vicario d’un Dio de verita e di mansuetidine” (Carta del 17 de agosto de 1745, publicada en la edición de Ginebra de 1768).
He aquí lo que podían leer aquellos antepasados nuestros que considerándose “filósofos” consultaban con mayor interés a Voltaire que a las obras recomendadas por la Iglesia y la Tradición. Sobre la evidencia del fanatismo y del carácter nocivo del mahometismo la “filosofía de las luces” y la Iglesia estaban de acuerdo.
Todavía a principios de este siglo la Iglesia no había cambiado en su posición y en su crítica a la religión musulmana. Así, por ejemplo, el Seminario de San Sulpicio, termina su libro “Mahoma y su obra (París 1901), por un capítulo que titula Le chef-d’oeuvre de génie du mal; que empieza así:
“Se puede afirmar sin temor a equivocarse que el mundo religioso no es acreedor a Mahoma ni de una idea, ni un sentimiento, ni una práctica. Lo que el Profeta enseña, recomienda o prescribe otros antes que él lo había enseñado, prescrito y recomendado. La constitución teocrática que ha dado a su pueblo es sólo una caricatura poco hábil de la constitución del pueblo judío,… Mahoma fue, en definitiva, más un eco que una voz…”
El libro termina con una frase lapidaria:  “Todo lo que es sano y fuerte en la humanidad romperá con la ayuda de Dios las cadenas sórdidas del Islam”. Después de esta casi unanimidad frente al Islam empieza a fines del XIX a desarrollarse en los países occidentales y en particular en Alemania una tendencia diferente y es la tendencia científica. No se considera ya el Islam como una religión a estudiar en sus ideas generales frente a la verdad del cristianismo o como un campo para el apostolado, sino como un dominio de estudio para los orientalistas positivistas, en general alejados de toda preocupación religiosa. Estos científicos se ocupan se ocupan del islamismo pero hacen estudios de detalle  y se alejan cada vez más de las ideas generales; aquí –empieza el reino de la imprecisión doctrinal y la atomización de la cultura. Es el reino de los especialistas que conocen perfectamente puntos muy concretos de la civilización musulmana. Fruto de esta actividad científica han sido las Enciclopedias islámicas (8) (que presentan perfectamente atomizados los problemas) y los numerosísimos estudios monográficos.
Algunos especialistas han ensayado, en general tímidamente, demostrar los orígenes judíos del Corán y las influencias cristianas en su formación, estudiando el texto con los recursos dela crítica histórica (9). Sin embargo, se trata siempre de estudios fragmentarios y que abordan rara vez la crítica doctrinal de las ideas fundamentales; además, estos trabajos son poco afirmativos y no han sido nunca vulgarizados de un modo claro, de modo que el público y los estudiosos que no son especialistas obtienen una información confusa.
Asó por ejemplo, en el gran diccionario de Teología católica (París 1927), que ha sido y es todavía la obra de referencia fundamental para los estudiantes de teología, en el artículo  “Mahoma”, tomo IX 2, pg. 1571, dice lo siguiente:
“A la edad de unos cuarenta años tuvo revelaciones del ángel Gabriel y predicó una doctrina nueva… Una cuestión se plantea: ¿Fue Mahoma sincero y lo fue siempre? A la primera parte de la pregunta se responde ahora: si, y en esto creo que no puede haber sombra de duda. No se puede ahora, como se hacía antes, considerar al profeta árabe como un impostor. A la segunda parte es más difícil responder. Parece que en el segundo período de su predicación, dada la fe absoluta de sus seguidores, abusó quizás de su credulidad. No creo, sin embargo, que haya tenido nunca el propósito deliberado de inventar una revelación. Concluyo, pues, que su sinceridad fue absoluta y constante”.
A partir del momento en el que se concluye en una sinceridad “absoluta y constante” de un personaje del que se admite que ha intentado “abusar dela credulidad de sus seguidores”, el camino para la incoherencia queda abierto. Desde el momento en que se afirma “sin sombra de duda (y también sin sombra de demostración) que el “profeta” que se ha considerado falso durante mil años por todas las autoridades de la Iglesia, ha sido sincero y que ha recibido revelaciones del ángel Gabriel, el camino está abierto para todas las herejías.
Esta actitud ambigua y desorientadora no es una excepción, se encuentra en la mayoría de los escritores autores contemporáneos. Así en el monumental y excelente tratado del RPFM PAREJA (10) que contiene infinidad de datos interesantes, el autor rehúsa tratar los puntos fundamentales y delicados, por ejemplo, el origen del Corán.
En este tratado, de más de mil páginas, donde este problema debería ser tratado “in extenso”, el autor se limita a decir:  “Para los musulmanes, Mahoma es solamente el transmisor de la palabra divina… en efecto, Allah antes de crear el mundo de la nada creó la tabla (al lawh) y la pluma (al-qalam). En seguida, y por orden de Allah, la pluma escribió sobre la Tabla todo el futuro y todo lo que puede ser conocido… Mahoma no hizo más que repetir los pasajes de la Tabla a medida que Gabriel se los comunicaba. Resulta claro que partiendo de esta base la cuestión de las fuentes del Corán no se puede plantear. Sin embargo, los  eruditos no-musulmanes, partiendo de lavase que Mahoma es el autor del Corán y considerando que se encuentran en el texto numerosos fragmentos idénticos o paralelos con otro documentos antiguos, han buscado las fuentes en las que Mahoma ha podido encontrar sus doctrinas…”.
No se habla para nada de los orígenes bíblicos o haggádicos del Corán. Los autores recientes tienen tendencia a poner en evidencia los aspectos simpáticos del islamismo y hacer aceptables a los lectores cristianos las tesis musulmanas.
Una vez lanzados en esta vía resbaladiza, algunos autores extremistas llegan a hacer una verdadera apologética en favor del Islam. Así el padre Moubarac considera el Islam como de origen divino (11) que contiene una “doctrina original” que “no se puede considerar como una falsa religión” (p. y 155). Insinúa que contiene una “preparación mesiánica” (pg.158)… El Islam tendría un destino providencial… sería un “acontecimiento en los planes de Dios” (pgs. 158/62) “un Israel espiritual comparable con la Iglesia” (pg. 1554)… De estas consideraciones a aconsejar una conversión al Islam sólo hay un paso… (12).
Como excepción a estas obras filoislámicas desorientadoras, encontramos en la literatura algunas obras objetivas como las de un misionero de la vieja escuela que publicó (bajo seudónimo) (13) dos obras fundamentales: la primera (14) trata de los orígenes del Islam y de la personalidad de Mohamed, aporta todos los datos obtenidos a partir de la fuentes musulmanas mismas.
Se trata de una obra en dos tomos con abundantes notasen árabe y que hace un estudio comparativo entre las personas y las doctrinas de Jesucristo y Mahoma. En total 800 páginas densas que deberían ser conocidas por todo aquel que se quiera documentar sobre el Islam. Lástima que la edición haya sido destruida por los superiores de la orden religiosa del autor por haberla considerado carente de espíritu ecuménico. Afortunadamente yo poseo un ejemplar que podría ser fotocopiado sui se desea.
La segunda obra (15) del mismo autor es un estudio sobre los pretendidos milagros de Mohamed. La primera edición también fue destruida pero, afortunadamente, existe una segunda edición reciente; en esta obra se plantea valientemente el problema de saber si el Corán es verdaderamente de origen divino y cuáles son las pruebas que quieren aportar los musulmanes para demostrar que Mahoma ha sido escogido por Dios como su enviado. La lectura de estas dos obras es suficiente para destruir las falacias en las que se basa la religión musulmana, en particular la pretendida autoridad de un hombre que se presenta como investido de una misión divina.
Es lástima que estas obras, por la intolerancia de ciertos superiores, no puedan difundirse como debían. Otras obras fundamentales recientes que enfocan con objetividad y valentía el problema del Islam, son las del dominico francés R.P.G.Théry que también tuvo que escribir con seudónimo, pues sus superiores le prohibieron escribir obras de crítica del Islam. Se dedicó el P. Théry a estudiar los orígenes del Islam llegando a conclusiones importantes y seguramente sorprendentes para muchos. Creemos importante darlas a conocer.
LOS TRABAJOS DEL R. P. THÉRY
El R.P. Gabriel Théry, de la orden de Santo Domingo, murió el 27 de enero de 1959 mientras recitaba piadosamente el Santo Rosario. Se trata de una poderosa personalidad en el campo de la investigación histórica y cuyas conclusiones tienen todas las garantías de objetividad y seriedad que estos estudios requieren.
Los satos biográficos pueden leerse en un artículo necrológico escrito por Etienne Gilson en los Archivos d´Histoire Doctrinale et Litéraire du Moyen-Age, prestigiosa revista iniciada y fundada por el padre Théry, que era un famoso medievalista; la lista de sus trabajos llena más de 95 páginas de ese artículo. Nació el P. Théry en Nurlu (Somme), en 18891, y sus principales trabajos versaron sobre los místico renanos y se ocupó también de los filósofos árabes haciendo numerosos viajes a África del Norte donde tuvo una actuación importante como agente francés al servicios de los aliados durante la guerra. Su biógrafo y continuados, el P. Joseph Bertuel, en una interesante biografía, dice (16) del P. Théry: “En intelecto siempre en movimiento, metódico, increíblemente rápido para penetrar en el fondo de los problemas, dotado del genio de los análisis, favorecido con una memoria extraordinaria, llevaba de frente varios trabajos y, para descansar de uno, pasaba al otro…” Todos los que lo hemos conocido pudimos apreciar su amabilidad y sencillez y la claridad con que nos explicaba los puntos dudosos que en nuestras primeras armas de islamología le preguntábamos, hace ya unos quince años, cuando tuvimos el privilegio de contar con sus enseñanzas.
Fue la curiosidad intelectual la que llevó al P. Théry a interesarse por la religión musulmana durante sus viajes a África del Norte. Los primeros contactos que tuvo con el Corán, que examinó con espíritu crítico y sin prejuicio alguno, le llevaron a darse cuenta de dos evidencias: 1º, el orden absurdo de los capítulos, clasificados de acuerdo con su longitud decreciente, que hacen perfectamente ininteligible la lectura del Corán;  2º, la ausencia total de novedades doctrinales en estas pretendidas “revelaciones de Allah”.
Con su formación de historiador especializado en el análisis de textos, el P. Théry pensó que el Corán debía ser estudiado como cualquier otro texto histórico, establecer su antigüedad, restablecer el texto exacto, hacer  la crítica interna y desentrañar las ideas en él contenidas, su origen y su historia. Se lanzó, pues, con una actitud joven y nueva, pero paciente y detallista, al trabajo de la reconstrucción lógica del Corán, reconstrucción que le llevaría a una aproximación aproximadamente cronológica de los capítulos.  Después de hecho este estudio previo se dio cuenta que por su esfuerzo intelectual y sus análisis había obtenido un orden análogo al preconizado por el gran islamólogo Nöldke, demostrando una vez más que en todo trabajo bien hecho los investigadores llegan a resultados concordantes y que la afición desmedida a tener en cuenta los trabajos de los demás antes de emprender una investigación impide muchas veces este género de comprobaciones por confluencia de los resultado de investigaciones independientes. El P. Théry trabajó siempre independientemente de los otros investigadores sobre los documentos originales y solamente después de llegar a sus conclusiones personales estudiabas los trabajos de los que le habían precedido. Leyó los trabajos que otros investigadores habían hecho sobre el Corán pero no se dejó nunca influir por ellos, tuvo, según él mismo ha confesado, que hacer un esfuerzo para liberarse de conjuntos de tonterías y de insólitas disquisiciones anticientíficas que se encuentran en la mayoría de los trabajos de los islamólogos. Por esto, en sus publicaciones, se abstuvo de dar una bibliografía completa reduciendo ésta a lo indispensable, pues en los estudios coránicos ”Historiadores de renombre y teólogos diplomados exponen tales extravagancias sobre la inspiración, las revelaciones o la ciencia religiosa de Mahoma (añadiendo a veces, en sus comentarios consideraciones pseudomísticas) que nos preguntamos a menudo en qué escuela teológica estos teólogos han pescado sus diplomas y dónde estos historiadores han aprendido a escribir sobre historia” (17).
En 1944 el P. Théry publica una obra titulada “Toledo, grande ville de la renaissance mèdievale, point de jonction entre les cdultures musulmane el chrètienne” en la cual ya se indica su intención de abordar el problema fundamental del Islam. Allí nos habla de dos personajes del siglo XII que se encuentran en Toledo, Pedro de Poitiers, que revisó el texto de la traducción arábigo-latina del Corán, realizada por Roberto de Ketene y Hermann el Dámata, y Pedro el Venerable, abad de Cluny, que había encargado la traducción. Pedro de Poitiers consideraba esta traducción como la primera etapa de un ataque magistral a lo que él llamaba la herejía mahometana. El “Corán, una vez traducido”, dice el padre Thèry, “había que tratar primero del papel de los judíos y de los cristianos en la transmisión de las Escrituras. Luego, tomando el toro por los cuernos, demostraría que el Corán es sólo una deformación de las Sagradas Escrituras y que Mahoma es sólo un miserable. En conclusión, se insistirá sonbre esta idea que el Corán y el Islam sólo son un tejido de abominaciones emparentando a las sectas heréticas más depravadas”.
Entonces parece que se quería presentar a Mahoma como el autor del Corán, que lo habría recibido por una “revelación”, pero que en realidad era sólo un plagio que se puede calificar de impostor.
La obra sobre Toledo, dice el P. Bertuel (18), ocupa un lugar lógico en los trabajos de erudición sobre la historia literaria medieval a los que se dedicaba el P. Théry desde 1926… ya entonces había llegado a conclusiones claras sobre la inspiración de Mahoma y sobre la originalidad del “Corán”. No es difícil para un teólogo el comprender que el “Corán” es de una perfecta nulidad con respecto a una Revelación original… en una conferencia histórica, pronunciada en Tlemcen en 1945, el P. Théry afirmó: “El Profeta de la Meca… se nutría en la misma fuente que los cristianos. El Corán primitivo no es una refutación del Antiguo Testamente y del Evangelio. Cristianos y Musulmanes son gente del Libro Eterno, en lenguas diferentes. El problema del Islam primitivo no es un problema de concepto religioso, es un problema de dialectos, y lo que buscan en el siglo VII los nuevos conquistadores del Magbreb, no es la conversión del país sino la dominación del pueblo”.
En 1955, después de varios intentos infructuosos para organizar un centro de estudio sobre filosofía árabe en el que se pudiese estudiar objetivamente el pensamiento musulmán, el P. Théry tomó la decisión de publicar el resultado de sus pacientes estudios sobre el origen del Corán, pero para no chocar con sus superiores, atacados por el complejo de prudencia y temor frente a los musulmanes, escribe su obra bajo  pseudónimo: Hanna Zakarias, bajo el título de El Islam, empresa judía. De Moisés a Mahoma (19); más adelante, y ya fallecido el autor, aparecieron los dos últimos volúmenes presentados por el R.P.J. Bertuel (20). Además, como resumen de su tesis para los que no tengan posibilidad de leer la obra fundamental que tiene cerca de 1500 páginas, el P. Théry publicó una obrita de divulgación de más fácil acceso (21).
La tesis de Hanna Zakarías se presenta como revolucionaria, monstruosa para muchos islamólogos, impía para los musulmanes, pues suprime de la historia universal una de las tres grandes religiones monoteístas que resulta ser una simple deformación de la religión judaica y reduce a uno sólo los libros revelados: la Biblia, de la cual el Corán es sólo eco y deformación.
Ya varios islamólogos habían reconocido la existencia en el Corán de relatos emparentados con el Pentateuco, con leyendas rabínicas, con los evangelios apócrifos y una moral calcada sobre la tendencia judía, pero H. Zakarías va más lejos: no se trata de relatos emparentados, ni de influencias; se trata de una obra judía y no árabe. De un intento para convertir a los árabes al judaísmo y no para fundar una religión nueva. H. Zakarías ha interpretado todos los capítulos del Corán en función de esta hipótesis. De este estudio se ve que la identidad de los temas, la existencia de detalles bíblicos, la misma redacción indica que no se puede tratar de simples coincidencias. Los musulmanes explican este paralelismo admitiendo que el Dios Único se reveló en el Pentateuco y en el Corán y pudo repetirse. Sin embargo, por poco que se piense en esta solución, se aprecia su falta de sentido pues ¿cómo es imaginable que Dios haya repetido mezclados algunos fragmentos de la Revelación al pueblo de Israel, junto con leyendas judías, todo ello deformado, a menudo confundido y materializado? El instructor de Mahoma no pudo ser el Yahvé de Moisés. Hace falta un intermediario entre el texto bíblico y el “profeta” y aquí viene la hipótesis de H. Zakarías y es que un rabino de la Meca  fue el que se encargó de predicar a Mahoma el texto del Antiguo Testamento. El inspirado de Mahomed no fue el Dios único ni el ángel Gabriel, sino simplemente un judío, un rabino erudito que organizó esta catequesis para convertir a los árabes al judaísmo.
Esta tesis ya había sido lanzada por dos autores ingleses poco conocidos (22), pero que son precursores de los estudios de H. Zakarías, y ninguno de los dos se atrevió a considerar a Mahoma, no como el fundador de una nueva religión, sino como el discípulo de un judío.
En el Corán ya consta que lo detractores de Mahoma decían que su maestro no era Dios sino un mortal (23). El instructor de Mahoma era un judío y un judío bilingüe que tradujo al árabe con fines proselitistas en parte o totalmente el Pentateuco y el Talmud.
El Islam, mero subproducto del judaísmo, carece de originalidad. Las pretenciones árabes se derrumban y sólo quedan como producto de la Revelación divina, el judaísmo mosaico y el cristianismo… El Islam, religión marginal, sólo tiene un interés histórico, ya no tiene ningún valos propio, como dice el R.P.G. de Nantes en una serie de luminosos artículos aparecidos en 1961 y 1962 (24).
EL ORIGEN JUDÍO DEL ISLAM.
Según las conclusiones del P. Théry (H. Zakarías), Mahoma no ha compuesto el Corán, sólo ha sido su trasmisor (como él mismo afirma repetidas veces), pero el texto no le fue dictado por Dios ni por el ángel Gabriel, sino que es sólo la enseñanza apologética que un judío de la Meca le dictó en árabe y a esta enseñanza doctrinal de origen bíblico de unen las crónicas del apostolado en la Meca y en Medina, de modo que en el Corán actual existen dos partes distintas: una que corresponde a las enseñanzas del rabino instructor y de las cuales seguramente sólo se conservan algunas partes, que fueron las que Mahoma retuvo en su memoria, y otra parte que constituyen unas verdaderas Actas del Islam.
Las ideas básicas de la catequesis judía eran la aceptación de la ley Mosaica y del monoteísmo y el rechazo de toda idolatría y como corolario el odio a la doctrina cristiana como opuesta al monoteísmo mosaico (no olvidemos que Jesucristo fue condenado por decirse Hijo de Dios). La finalidad del rabino era convertir a las tribus árabes en prosélitos judeo-árabes.
Pero los árabes que aceptaron las enseñanzas de Mahoma que repetía lo que le enseñaba el rabino, no aceptaron la fusión y menos la autoridad de los judíos, de modo que se organizaron en comunidad autónoma frente a los judíos y se sintieron orgullosos de tener ellos también un Libro revelado por Dios, un libro sagrado en árabe, lengua que hasta entonces era hablada casi exclusivamente por hombres primitivos e ignorantes. Sin embargo, los cálculos del rabino no resultaron muy afortunados, pues dice H. Zakarías:
Si el rabino era un judío celoso y piadoso, teólogo y lingüista astuto e inteligente, no parece que fuera un político muy sagaz… Escribiendo un Libro árabe, un Libro de Revelaciones divinas destinado a las tribus árabes, el rabino preparó el arma que serviría para expulsar a los judíos un día. Gracias al rabino, Arabia conoce ahora el Corán de Moisés, el de Yahvé de los judíos; pero gracias a él también Arabia tiene ahora su Libro, su Libro propio. Por la forma árabe que el rabino había tenido la genial imprudencia de dar a los relatos del Pentateuco, la revelación originalmente hebraica ¿no estaba en trance de convertirse en una revelación específicamente árabe? Arabia tiene su libro, pero, con este Libro ¿no está llamado a ser igual a Israel? ¿No se corre el riesgo de olvidar rápidamente la fuente y el modelo del Libro? Arabia tiene su Libro. El rabino había dicho y repetido que cada nación había tenido su apóstol y cada período su Libro. Después de Israel podía llegar a ser Arabia la depositaria de las revelaciones divinas. Con su Libro, que debía unirle al judaísmo, Arabia buscará, por el contrario, conquistar su autonomía. El Corán porque está escrito en árabe hará nacer en las tribus árabes ambiciones y sueños de dominio. Se pueden notar ya al fin del período de la Meca muchos síntomas de esta desviación… Llegará un próximo día en el que los Árabes en el nombre del Libro se esforzarán con saña a expulsar su influencia en el Mediterráneo…
Reacciones frente a la tesis del P. Théry:
Los comentarios elogiosos que se publicaron cuando aparecieron las obras de H. Zakarías (24 a 29), a decir verdad no han sido muy numerosos. En efecto, decir a los árabes que el Islam en su esencia es una empresa judía y decir a los judíos que el judaísmo está en un error y ha traicionado radicalmente la Alianza mosaica, esto no puede ser del gusto ni de los árabes ni de los judíos, ni aceptado públicamente por aquellos que por prudencia, temor o sentido político, no quieren causar pena a ninguno de los dos. Se corre el riesgo de atraer el odio de los dos grupos que, aunque enemigos irreductibles, tienen de común su estructura teocrática. El hecho de ser enemigos es una razón más en favor de su origen común ya que en toda civilización en la que no se hace distinción entre Dios y el César (y ni el Islam ni el judaísmo lo hacen) por el hecho de ser una teocracia que se pretende absoluta, no soporta ser escindida, y si la escisión se produce cada uno de los fragmentos se erige como un absoluto; deallí los odios y las luchas.
Si las reacciones públicas en favor de las tesis de H. Zakarías no fueron lo numerosas que deberían haber sido, dada la importancia de su obra, por lo menos las reacciones privadas expresadas por cartas particulares fueron numerosísimas, hasta el punto que H. Zakarías, en una publicación posterior (30) reseña un número impresionante de cartas recibidas, lo que indica queso no han tenido más repercusión sus ideas es únicamente por el complejo de temor que existe en lo referente al Islam y del cual ya hemos hablado al principio de nuestro trabajo.
Este temos (o prudencia) ha hecho que se haya montado alrededor de la obra del P. Théry una verdadera conspiración del silencio. Hasta parece que ha habido consignas expresas de hablar lo menos posible de estos libros “escandalosos”, pues en la mente de muchos progresistas es mucho más escandaloso el atacar al Islam que el poner en duda dogmas fundamentales de la religión católica.
Sin embargo, algunos islamólogos se han visto obligados a responder públicamente a H. Zakarías. Algunos superficialmente, como el P. Gaspar (31), otra con más detalle, como el P. Jomier (32), en un artículo criticado con detalle y justeza por el P. G. Nantes (33).
A pesar de su tono despectivo, el P. Jomier en el fondo casi corrobora la tesis de H. Zakarías, no aporta ninguna razón de peso en contra y únicamente trata de ahogar con palabras ambiguas la clara y sencilla tesis del autor que critica.
Así habla de “valores religiosos” del Islam y su carácter bíblico y rabínico. Pero el P. Jomier acaba, sin embargo, reconociendo que “en el texto actual del Corán existen alusiones muy claras a ciertos israelitas con los cuales Mahoma y sus seguidores estarían en relación”. Termina diciendo que  “la existencia de un hombre que se considera ser el informador de Mahoma está afirmada netamente en el Corán y este es el fondo de la tesis de H. Zakarías”.
En cuanto a las reacciones de los musulmanes frente a la obra de nuestro autor, poco podemos decir. No existe prácticamente ningún musulmán estudioso que se ocupe de estudiar criticar las publicaciones cristianas sobre su religión; lo pocos que tienen preparación para hacer estos estudios están paralizados por el tabú del Corán, libro divino que se debe aceptar y nunca criticar o analizar. La única reacción musulmana que conocemos es la prohibición de la entrada y venta de los libros de H. Zakarías en varios países. Frente a los estudios de los islamólogos occidentales los musulmanes profesan el más profundo desprecio por tratarse de obras sacrílegas procedentes de infieles. Así la revista de la Universidad de El-Azhar del Cairo, que es la principal revista musulmana en la actualidad, en uno de los contados artículos que publicó sobre los islamólogos occidentales, termina diciendo: “la mayor parte de los que lo orientalistas llaman mística musulmana no tiene nada que ver con el Islam”.
ORÍGEN JUDÍO DE LA HEREJÍAS.
La tesis del P. Théry sobre el origen judío del Islam puede darse por bien establecida desde el punto de vista histórico. Algunos detalles podrán modificarse, se podrán aportar nuevas precisiones y complementos, pero la idea fundamental permanece y por ahora nadie ha podido rebatirla. El Corán no es una revelación divina pero contiene muchos elementos de la Revelación, y estos elementos son judaicos. Pero como el Corán es posterior a la venida de Nuestro Señor y posterior a la Revelación completa dada por el Nuevo Testamento, la religión musulmana no ha tenido más remedio que consignar la existencia del Cristianismo; el Corán habla de Jesús, hijo de María y los musulmanes lo consideran como un profeta, pero se escandalizan ante la afirmación: “Jesús es Dios” y niegan su crucifixión y gloriosa Resurrección. Por esto algunos autores han considerado al islam como una herejía, una herejía límite pues niega la inmensa mayoría de los dogmas de la Iglesia; pero de todos modos una herejía.
Frente a algunos de los cristianos ecumenistas filoislámicos que han afirmado que la Iglesia “nunca ha condenado al Islam como religión”, hemos tenido la curiosidad de estudiar sistemáticamente las condenas solemnes de las tesis musulmanas; en realidad, esta religión conserva un número muy pequeño de verdades, que son las que también admite el judaísmo. Es pues, el Islam una de las doctrinas más alejadas de la Doctrina ortodoxa.
Es interesante comprobar cómo en el origen de todas las herejías se encuentra una influencia judía; parece ser esta una constante de la historia de la humanidad y la tesis del P. Théry nos demuestra que el gran enemigo del cristianismo que es el Islam, también tiene un origen judío. Porque el pueblo judío ha sido y es un pueblo excepcional en la historia de la humanidad, los demás pueblos, las diversas civilizaciones, han sido efí8meras, en cambio el pueblo judío continúa influyendo y actuando en el proceso profundo de la historia.  Y como dice enérgicamente el P. Julio Meinvielle (35): “Todo lo malo que se perpetra en los veinte siglos de historia cristiana debe ser primero y principalmente judaico. Los otros pueblos, lo gentiles, si quieren obrar la iniquidad tendrán que venir a la zaga de los judíos; los gentiles, quieren carnalizar, tendrán que judaizar; así con gran exactitud teológica los Santos Padres llaman judaizantes a los gentiles que diseminan la herejía” (pg. 29), y más adelante añade: “Después que Cristo fue levantado en alto sobre el monte Calvario, el mundo ha quedado entregado a dos fuerzas verdaderamente opuestas: la judía y la cristiana.
“En el mundo actual, en todas las manifestaciones de la vida no puede haber más que dos modos verdaderamente fundamentales, dos polos de atracción: el cristianismo y el judío; sólo dos religiones: la cristiana y la judía. Sólo dos internacionalismos: el cristiano y el judío. Todos lo que no sea de Cristo y para Cristo, se hace en favor del judaísmo De aquí la descristianización del mundo corre paralelamente con su judaización”.
El Islam, a pesar de ser un subproducto del judaísmo no par3ece a primera vista entrar en el esquema del P. Meinvielle por su oposición actual a Israel, pero es también una constante de la historia que los enemigos del cristianismo se oponen con frecuencia unos a otros, sobre todo cuando el cristianismo no constituye peligro para ellos.
Por ahora, lo pueblos cristianos, atacados de parálisis y de falta de iniciativa y distraídos por sus preocupaciones materialistas, son incapaces de mantener ideas claras y reaccionar frente a los enemigos de su religión. Por esto, para terminar esta exposición, creemos útil decir unas palabras sobre un punto que nos parece de fundamental importancia: el despertar de La conciencia cristiana con respecto al islam y al judaísmo.
LA CONCIENCIA CRISTIANA FRENTE AL ISLAM.
Los estudios y deducciones sobre el origen del Islam, las tesis históricas o doctrinales más o menos brillantes que hemos reseñado brevemente no deben servir únicamente como un interesante recreo intelectual o un tema de discusiones y consideraciones entre los eruditos y los aficionados, sino que cobrarán su verdadero valor si sirven para reavivar el interés por el fondo religioso e ideológico de la trama de los acontecimiento del mundo en que vivimos y aclarar nuestras ideas sobre los deberes y lo imperativos que nuestra condición de cristianos no exigen.
Esto es tanto más importante cuanto que se están desarrollando en el seno dela Iglesia unas tendencias de autocrítica y culpabilismo que han conducido a una inversión de la posición que unánimemente se admitía con respecto a los pueblos infieles. Se llega a afirmar que desde ahora en adelante son los misioneros los que deben instruirse y recibir enseñanzas de parte de lo no cristianos, cuyos “valores espirituales” deben admirar y servir abandonando la idea de instruir y convertir. No tenemos más remedio que admitir, si queremos ser sinceros, que las ideas que inspiran esta actitud se basan muchas veces en ciertas afirmaciones del Decreto Ad Gentes del Concilio Vaticano II. La evangelización parece que se quiere sustituir por el diálogo y el servicio. Un diálogo en el que se procure eliminar toda pretensión a tener la verdad y un servicio que en la práctica va en detrimento de la civilización europea y finalmente contra el prestigio y la influencia católica en los países de misión. Parece como si la principal preocupación de los misioneros debía ser el cultivo de los valores profanos; enseñanza neutra, sanidad, técnica y desarrollo material, en el fondo lo que hacen, o pretenden hacer, los innumerables expertos” que se envían a los países subdesarrollados.
Un ejemplo práctico lo tenemos  en el actual conflicto árabe-israelí, en el que los cristianos juegan únicamente el papel de espectadores o ayudan más o menos disimuladamente a uno u otro de los bandos inspirándose únicamente en motivos políticos; pero parecen no darse cuenta del escándalo que constituye el que los Santos Lugares permanezcan en manos de los infieles, limitándose, muy tímidamente, por cierto, a indicar que algunos de los Lugares Sagrados deberían gozar de un régimen internacional que garantice la libertad de las tres religiones monoteístas, o sea que nos contentamos con tener los mismos derechos que el Islam y el judaísmo.
Los cristianos con estos principios que circulan ahora de “estar a la escucha del mundo” adoptan actitudes pasivas dejando la iniciativa a los judíos que querrían dominar el mundo con sus poderosos medios financieros y su inteligencia privilegiada y a los musulmanes que, conscientes de la fuerza que emana de una fe común, querrían reconstruir una poderosa federación islámica con tendencias proselitistas y conquistadoras.
La doctrina de la pasividad y el abandono de la idea de misión, sólo puede traer el desastre para la civilización cristiana.
Estas doctrinas nuevas postconciliares rompen con todos los principios hasta ahora admitidos y, como dice el R.P.G. de Nantes (36), “en el fondo hacen abstracción y silencian el hecho fundamental de la historia humana: LA CRIZ DE CRISTO y borran la línea divisoria entre el Antiguo y el Nuevo Testamento e inaugurarán una nueva era, una era mesiánica definitiva en la que los cristianos, silenciando el ACONTECIMIENTO esencial de Cristo se reintegrarán a un judaísmo universal. Y el Islam y el marxismo (que son sucedáneos del judaísmo, uno conservando el monoteísmo antitrinitario de Israel, y el otro el mesianismo sociomórfico, carnal y sectario en el que el Partido es el nuevo Pueblo mesiánico)… ”se reintegrarán a este judaísmo universal y que condenará de nuevo a Cristo por creerse igual que Dios, y entonces la Iglesia se dará cuenta que buscar la unidad de los hombres fuera de Cristo es una apostasía”.
Frente a este espíritu de dimisión que ha invadido a la cristiandad ¿Cuál ha sido la reacción del Islam?
Ni más ni menos de lo que se podía esperare: desprecio hacia los cristianos, refuerzo de sus ambiciones y continuación de su política de discriminación y negación de la libertad religiosa, impidiendo la predicación del cristianismo y continuando con su costumbre de ejercer represalias contra aquellos que se atreven a abandonar el islam y abrazar el cristianismo. En un congreso musulmán mundial que se celebró en Mogadiscio (37), se habló de la coordinación y la consolidación de las misiones islámicas en el mundo y la utilización de todos los medios políticos y sociales para frenar el progreso de las otras religiones “importadas” hasta llegar a su eliminación completa. Los delegados de los 34 países participantes han decidido la unificación de los medio de propaganda y de enseñanza y la edición de un Corán tipo que será el único texto oficial. La lengua árabe, se declara, debe convertirse en el latín de los musulmanes y constituir para el islamismo el fermento de unidad y el factor de universalidad que el latín tuvo hasta ahora en la cristiandad. Se creó una comisión permanente en Khartum dirigida en su estrategia político-religiosa desde el Cairo, para desde allí propagar en toda ÁfrIca las consignas del panislamismo.
En el Islam no se desarrolla el espíritu derrotista y ecumenista ni se suprimen las tendencias misioneras y proselitistas.
Mientras las circunstancias no permitan reorganizar la acción misionera en los países islámicos es necesario conservar, aunque sean en minorías reducidas, el interés por la conversión de los musulmanes y desarrollar argumentos y medios que se podrían utilizar en el momento en que Dios lo permita. Las tesis del P. Théry desmontando claramente la impostura de Mahoma, nos aportan armas muy valiosas para futuros combates.
En la práctica y en nuestras relaciones con los musulmanes no debemos nunca olvidar que el proselitismo no excluye ni los sentimientos de amistad ni el respeto de las personas. Por el contrario, esta amistad, para ser verdadera y sincera, debe basarse en la lealtad y la verdad, lo que excluye toda falsificación o disminución del Cristianismo y todo silencio sobre los puntos de discrepancia, de modo que el diálogo islamo-cristiano no se convierta en un diálogo islamo-liberal. No hay que olvidar que para entablar conversaciones con los musulmanes hay que partir de la base de que se trata de asuntos puramente religiosos; los católicos tienen que librarse de ciertos prejuicios que circulan ahora entre ellos y que tienden a dar importancia demasiado grande  a los factores económicos y sociológicos. Lo primero que hay que hacer es persuadir a los musulmanes que no se puede emprender ninguna conversación seria si no abandonan los aspectos políticos y nacionalistas del Islam, que son el primer obstáculo a todo estudio serio de las creencias religiosas. Es solamente en una atmósfera serena de investigación religiosa independiente del tiempo y del lugar que se puede desarrollar un verdadero diálogo islamo-cristiano basado sobre el respeto a las personas y sobre la búsqueda objetiva de la verdad. +
NOTAS: (sintetizadas)
1 -Garrido: Attitude face àlÌslam. París 1965.
2--G. Anawari. Vers un Dialogue Islamo-cherètien. Revue Thomiste, 1964.
3-Es curioso señalar que uno de los más brillantes defensores de esta posición, René Guenon, después de haber buscado la verdad sintética tradicional en la sabiduría hindú, terminó por convertirse al Islam y en él murió.
4-Una buena exposición de esta tendencia se encuentra en la conocida obra de Schure Los grandes iniciados. Se ha afirmado que esta obra influyó considerablemente sobre el pensamiento del P. T. de Chardín.
5-Con esta tendencia se relacionan numerosos movimientos ecuménicos-sincretistas de los cuales quizás el más significativo sea el Templo de la Comprensión…
6- J. Garrido: La mentalidad post-conciliar y las verdades de la fe. Buenos Aires, 1968.- E. Delmare, L. de Poncins, Infilttrarions ennemies dans l´’Iglise, 1970.- P. Viron, Mystère d´Iniquité, 1966.
7- M. Lammnes, L´Islam, Beyrouth, 1943.
8- Encyclopedie of Islam, Leiden, 1913-38.
9- Geiger; Koelle; Schapiro, etc.
10- Pareja, Islamología, Madrid.
11- Moubarac, L´Islam, Patís 1962.
12- No es de extrañar que uno de mis corresponsales, musulmán que ocupa un puesto religioso importante, me escribiera en carta del 2 de marzo de 1964: “La dialéctica cristiana se hace huidiza, confusa e inestable en cuanto a la significación de las palabras y en su interpretación”, ¡a esto conduce el espíritu ecuménico!
13- El hecho que aquellos que se permiten escribir objetivamente sobre el Islam se vean forzados a hacerlo sin revelar su personalidad hará ver cuán delicado es el chocar contra las tesis oficiales islámicas, filoislámicas o ecuménicas.
14- Abd Oui-Masih, Algeria
15- S.Khairouddin, Les miracles, Bayrouth, 1972.
16 a 18-- Bertruel, Itinéraires.
19 a21- H.Zakarías, varias obras.
22- Sweetman y Torrey, The Jewish foundation of Islam.
23- Corán, s.XVI: sabemos que los infieles dicen, ”Este hombre tiene por maestro sólo aun mortal. Pero la lengua del que ellos aluden es una lengua bárbara y la Predicación está en clara lengua árabe”.
24- G. de Nantes, L´Islam religión marginales, varios número de L´Ordre Francaise, 1962. Es lástima que el P.P. de Nantes y lo miembro de su comunidad no hayan podido continuar lo estudios que tenían comenzados en la línea de H. Zakarías. Las tareas más urgentes de la Liga de la Contrarreforma Católica absorben todas sus actividades.
25- H. Zakarías, De Moise  a Mohammed.
26-La revista Itineraires, Nº 53,  publicó lista de artículos favorables a H. Zakarías.
27- P. Spico OP.
28- P. Aubray, Le Coran serait un libre juif, 1967.
29- L´Islan, religión revelée ou bluff historique, 1960.
30- H. Zakarías.
31- Gaspar, Les thésis d´H. Zakarías. 1961.
32- Jonier, Les Idées d´H. Zakarías, 1961.
33- G. de Nantes, L´Ordre Francais Nº 57.
34- Garrido, Cahiers D´Saint Bernard Nº1.
35- P. Meinvielle, El judío en el misterio de la historia.- De la cábala al progresismo.
36- G. de Nantes, La Contre- Réforme…, Nº 58.
37- Bertruel ,Regards sur l´Islam , Itinéraires, 1961.























EL ISLAM, ¿EMPRESA JUDÍA?
EXCELENTE ARTÍCULO DEL SEÑOR DON JULIO GARRIDO, (Verbo 191, abril 1979), EVIDENCIANDO QUE LA ACTUAL INVASIÓN MAHOMETANA A EUROPA, NECESARIAMENTE FUE PROGRAMADA Y SE ESTÁ EJECUTANDO ENTRE EL JUDAÍSMO Y EL MAHOMETANISMO, PARA DESCRISTIANIZAR EUROPA, CONJUNTAMENTE CON EL AUSPICIO DEL PROGRESISMO Y DEL ECUMENISMO CRISTIANO. ESTA ALIANZA ANTICRISTIANA ERA PALMARIA YA EN LA ÉPOCA DE LA RECONQUISTA ESPAÑOLA.
España tiene un bien merecido prestigio en el campo de los estudios sobre la civilización musulmana. Las escuelas de Madrid y de Granada, los nombres de Codera, Rivera, Asín Palacios, González Palencia, para citar sólo algunos de los ya desaparecidos son conocidos universalmente entre los orientalistas. Sin embargo, la ignorancia, los prejuicios y, sobre todo, la indiferencia son actualmente la tónica general del pueblo español frente a la religión musulmana.  Todos los estudios brillantes de los arabistas no han logrado disipar esta ignorancia ni sacudir esta indiferencia, principalmente porque se ha tratado de estudios de erudición que nunca han enfocado con claridad, valentías y objetividad el problema del origen, del significado y del papel del Islam en la historia religiosa de la humanidad y en el mundo actual.
Durante muchos siglos el Islam ha sido el enemigo número uno de los pueblos cristianos; la actitud imperialista y conquistadora de los musulmanes, la destrucción de las civilizaciones anteriores a la suya, originaron una reacción defensiva. Los poderes políticos de los países europeos emprendieron la lucha contra el Islam con la aprobación y el aliento de la Iglesia. La guerra contra los musulmanes fue considerada no sólo legítima, sino meritoria, y uno de sus más largos episodios, la reconquista, es una de las glorias de la Historia de España. Grandes santos, hombres llenos de fe, políticos prudentes e intrépidos militares emplearon todo su talento, sus energías y sus acciones en la lucha armada contra los infieles. El nombre de Cruzada ha permanecido en nuestro vocabulario, no sólo para toda acción militar en defensa de la fe, sino también para calificar toda lucha enérgica en favor de una buena causa.
Esta buena causa siendo en su origen una legítima defensa contra un agresor cuya finalidad era subyugar el mundo y cuyo medio era el “djihad”, la gran santa.
Cuando el Islam perdió su agresividad militar como consecuencia de la resistencia armada de los pueblos occidentales, y también como consecuencia de su incapacidad técnica, los países musulmanes pasaron casi en su totalidad bajo la dependencia de las naciones europeas, pero estas ya eran presa de un proceso de descristianización y consideraban el factor religioso como secundario, dando más importancia a los factores económicos y políticos, de modo que el mundo musulmán no fue ya considerado como una porción de la humanidad en la que se debía predicar el cristianismo, sino como una vasta región a desarrollar desde el punto de vista material y a  la que se le debía llevar los valores puramente “laicos” de la cultura europea.
Para establecer más fácilmente su dominación inmediata, los países europeos que dominaron el Islam, haciendo prueba de una miopía imperdonable, no facilitaron, y aun en muchos casos, impidieron la conversión de los musulmanes al cristianismo. Con fines políticos, todos ellos en mayor o menor grado, apoyaron al Islam. La gran mayoría de los sacerdotes y religiosos que pudieron establecerse en estos países gracias  una libertad religiosa amparada por las potencias dominantes, descargó su consciencia con la afirmación gratuita y cómoda de que “el musulmán no se convierte”, como si su condición de seguidores de Mahoma les impidiese recibir el mensaje que Cristo trajo a todos los hombres. Esta actitud de los que deberían ser misioneros en tierras musulmanas fue el origen de una confusión en las  ideas, de multitud de actitudes ambiguas y de una corriente que empezó predicando el respeto hacia la religión mahometana y terminó con un filoislamismo que dio origen a numerosos movimiento de amistad islamo-cristiana, especialmente en Francia, cuya premisa fundamental era el reconocimiento de los “valores espirituales” de la religión musulmana y la renuncia a todo género de apostolado.
 En este clima –de dimisión y de pasividad se han desarrollado en el seno de la Iglesia ciertas tendencias “ecuménicas” que han desintegrado el espíritu misionero que existía todavía en los medios religiosos que están en contacto con el Islam. A este triunfo de los eclesiásticos derrotistas se han unido los cambios políticos efectuados en los países musulmanes que han eliminado la influencia cristiana y las han hecho volver a su ancestral desprecio de la libertad religiosa y a su afán proselitista y conquistador.
No está de más que ante este cambio de situación hagamos aquí un breve examen de conciencia y demos a conocer los pocos pero importantes estudios que se han realizado estos últimos años sobre la religión islámica, en particular sobre sus orígenes judíos, estudios importantes desconocidos en España y que pueden iluminar el fondo del problema que no es ni político, ni económico, ni cultural, sino puramente religioso, teológico para ser más precisos, como ocurre con todas las corrientes ideológicas que constituyen el fundamento de la historia de la humanidad.
Pero antes de enfocar el problema de fondo es necesario hacer algunas consideraciones sobre el origen de las actitudes actuales frente a la religión musulmana, pues esta tipología de nuestros contemporáneos nos permitirá comprender por qué los estudios sobre el Islam han sido frecuentemente falseados aún por los mejores especialistas y la necesidad de eliminar un conjunto de prejuicios que oscurecen los aspectos fundamentales de este importante problema.
EL ORIGEN DE LAS ACTITUDES ACTUALES FRENTE AL ISLAM.
En 1965 publicamos en París un estudio detallado sobre esta cuestión (1), creemos que la posición del problema ha cambiado muy poco en estos últimos años y por eso expondremos aquí los resultados principales de nuestro medio remitiendo a la publicación francesa a aquellos que quisieran tener una información más detallada.
Decíamos en nuestro estudio que las actitudes que se encuentran actualmente con respecto al Islam son producidas por la influencia de dos órdenes de factores, unos de carácter subjetivo o sentimental que llamábamos factores superficiales, y otros que son consecuencia lógica de principios filosóficos o religiosos admitidos a priori y que son los factores profundos.
De la conjunción de estos dos órdenes de factores nacen las diversas actitudes que encontramos en el mundo actual, actitudes más o menos lógicas o sólidas según que los factores subjetivos sean concordantes o no con los principios filosóficos y religiosos admitidos. Hay que tener en cuenta que nuestro estudio se refiere únicamente a los individuos de formación y cultura europea, es decir, que tienen siempre un fondo más o menos velado de cultura cristiana.
No hay que creer que las opiniones más dignas de consideración son las que se encuentran entre los especialistas islamólogos; la experiencia enseña que los científicos y los especialistas, cuando opinan sobre cuestiones que están fuera de su estrecho campo de estudio, están tan influenciados por lo que llamamos factores superficiales como el común de los mortales. Se encuentran muy a menudo islamólogos que no se han planteado nunca los problemas fundamentales del Islam y disimulan su falta de ideas claras bajo un lenguaje técnico y complicado, de modo que en lugar de iluminar a sus lectores les dan la impresión de que se trata de cuestiones muy difíciles reservadas únicamente a los especialistas: es lo que llamaremos “la cortina de humo de la erudición”. De esta tendencia son característicos los trabajos de P. Anawati (2) cuya lectura aconsejamos a aquellos que quieran estudiar esta curiosa tendencia que deliberadamente siembra confusión.
Se encuentra a menudo ideas más justas y claras, ideas más inteligentes y profundas entre las gentes sencillas que conocen el problema real y que no han olvidado la doctrina de la Iglesia sobre los infieles y el mandato de Nuestro Señor de predicar su doctrina a todas las criaturas.
Los factores superficiales de orden subjetivo o sentimental que afectan las actitudes frente al Islam pueden clasificarse en las categorías siguientes:
La indiferencia o el camino de la facilidad, que consiste en desentenderse del problema, es, muchas veces, consecuencia de un sentimiento de desprecio hacia los musulmanes que se consideran incapaces y subdesarrollados.
La hostilidad, tentación constante para aquellos que conocen las vejaciones y las persecuciones de que son objeto los no musulmanes en los países islámicos y que no han olvidado el viejo antagonismo entre “moros y cristianos”.
La atracción del folklore corriente entre los turistas y los diletantes atraídos por los paisajes luminosos y las manifestaciones exteriores de piedad de los musulmanes.
La prudencia o el camino del interés, sentimiento frecuente entre los que tienen relaciones directas  y seguidas con los países musulmanes y que han comprendido lo peligroso que puede ser atacar o criticar a la religión mahometana.
La erudición no es en sí un factor subjetivo o sentimental, pero puede llegar a serlo cuando quiere superar su papel de instrumento para ejercer una especie de monopolio sobre el pensamiento de modo que hace perder todo sentido crítico y nos entrega indefensos en manos de un grupo de mandarines que prácticamente siempre están dominados por sentimiento de prudencia, cuando no de miedo, que les impide enfocar los problemas fundamentales con objetividad y valentía.
Finalmente, para terminar con esta rápida revista de los factores subjetivos o sentimentales, nos resta por examinar el principal de éstos y es el referente a la hipótesis progresista, que se basa en un sentimiento optimista que imagina que los pueblos musulmanes han de seguir necesariamente una evolución idéntica a la de los países cristianos: laicismo, primacía del aspecto económico y desarrollista, desprecio de  sus tradiciones, entusiasmo por la ciencia y el progreso y, finalmente, abandono de sus características propias para marchar hacia un mundo homogéneo y uniforme bajo el signo del hedonismo.
No parece que esta hipótesis se vaya confirmando en los países musulmanes, pues a medida que estos se desligan de la influencia europea reafirman su carácter islámico y la religión se utiliza como aglutinante para aumentar la unión entre lo espiritual y lo temporal, unión que ha sido siempre una de las bases de la civilización musulmana.
Las ideas de discriminación religiosa, de superioridad espiritual, cobran nuevo vigor en los países musulmanes y el proyecto de un imperio árabe conquistador yace latente en las masas y en las clases dirigentes.
Nuestra intención es aquí analizar las opiniones contemporáneas; en ellas intervienen estos factores superficiales de orden sentimental, pero en el fondo están gobernadas por los principios que inspiran a las diferentes familias espirituales que existen en el mundo actual; creemos que se puede obtener una buena clasificación tipológica considerando los cuatro grupos siguientes:
1)      El agnosticismo.
2)      El sincretismo.
3)      El marxismo
4)      El cristianismo.
En cada uno de estos grupos inciden los factores superficiales y se puede así tener una clasificación sencilla pero que permite ordenar prácticamente la totalidad del ancho abanico de opiniones que se encuentran actualmente.
EL AGNOSTICISMO.
El agnosticismo, que niega toda realidad al mundo sobrenatural y postula la imposibilidad del conocimiento metafísico y teológico profesa frente al Islam (como para todas las demás religiones) un olímpico desprecio o una condescendiente simpatía. Para los agnósticos, el Islam es sólo un hecho sociológico a estudiar. Admiten, a veces, que la moral y el dogma son inferiores al cristianismo, pero siendo más apropiados a ciertas razas, países o climas, serían un factor de civilización, una etapa en la evolución de la humanidad. En este sentido el agnóstico apoya de buena fe la islamización de pueblos primitivos y manifiesta exteriormente respeto por el Islam, sobre todo porque está influenciado por prejuicios anticristianos. Desde luego que la idea de organizar misiones para convertir a los musulmanes le parece descabellada y negativa.
Cuando por sus preocupaciones intelectuales o su posición geográfica está alejado de los países musulmanes resulta fuertemente influenciado por la indiferencia, pero cuando conoce directamente el Islam oscila entre la hostilidad y la atracción folklórica, atracción que cuando su corazón no está completamente reseco en sus fibras religiosas puede llevar a sentimientos de admiración y hasta de envidia, y conducir a algunos en el camino de la conversión (Psichari, Charles de Foucauld).
El agnóstico –progresista es, en general, un ser optimista, algo miope, que rehusa ver la realidad del Islam; mirando al porvenir está dispuesto a excusar todas las injusticias, a justificar todos los crímenes cuando van en el sentido de eliminar la influencia cristiana. Piensa que todos estos episodios de la descolonización son inevitables y que rápidamente todas las religiones desaparecerán para ser sustituidas por la ciencia y que con esto comenzará una era de felicidad para todos. Estas tendencias se acercan al marxismo y al teilhardismo, están actualmente de moda aun en ciertos medios eclesiásticos y disponen de poderosos medio de propaganda: es la filosofía de la ONU.
En el pensamiento agnóstico juega un importante papel la erudición y los agnósticos-eruditos o filoeruditos adoptan actitudes más o menos doctorales, pero se guardan muy bien, por prudencia, de chocar con las tesis oficiales del Islam y criticar los dogmas y principios de esta religión.
EL SINCRETISMO.
Ni el agnosticismo ni el sincretismo son sistemas únicos, homogéneos y definitivos; existen en estas dos posiciones gran número de variantes y de matices más o menos coherentes o lógicos, y existen también posiciones intermedias, de modo que el paso de una a otra posición puede hacerse insensiblemente y depende del mayor o menos interés hacia el problema religioso; los que carecen del sentido religioso se inclinan hacia el agnosticismo, mientras los que conservan la preocupación de los problemas teológicos o metafísicos son llevados más bien al sincretismo.
Para el sincretismo todas las religiones tienen una parte de la verdad y ninguna la posee de un modo completo; de modo que de lo que se trata es de llegar a una síntesis perfecta posible que acercará a la Verdad sin alcanzarla nunca.
Dos tendencias extremas existen en esta posición: una tradicionalista-esotérica y otra racionalista.
La primera admite que la síntesis buscada no la encontramos por nosotros mismos, sino que la recibimos de ciertos iniciados que la habrían recibido a su vez por una especie de iluminación interior que en el límite resulta algo así como una revelación (3).
A esta tendencia se adhieren muchos aficionados a la mística comparada y diletantes de la espiritualidad alucinados por el prestigio de la erudición en dominios exóticos.
La tendencia racionalista admite que podemos nosotros mismos, a partir de n religiones, extraer de todas ellas la parte de verdad que contiene y con este mosaico de verdades formar una nueva religión n+1 a la medida de nuestras preferencias.
El sincretismo tiene una partida fácil cuando trata de encontrar los puntos comunes entre el Cristianismo, el Judaísmo y el Islám, ya que, como veremos enseguida esta última religión se ha nutrido, en gran parte de las afirmaciones judaicas. De todos modos, a pesar de su falta de originalidad, Mahoma es considerado un gran profeta comparable a Krishma, Buda, Confucio y Jesucristo.
En todo sincretista que se respeta no hacen mella los sentimientos de indiferencia ni hostilidad, pero el atractivo folklórico suscita admiración como manifestación exterior dela “profunda espiritualidad islámica”. La hipótesis progresista es admitida a condición que la evolución se haga en el sentido de una confusión de todas las religiones para formar una religión superior universal (5).
EL MARXISMO.
Para el marxista el factor fundamental es el factor político, particularmente la eficacia política. Es bueno todo lo que sirve al triunfo del comunismo en el mundo y malo lo que puede ser un obstáculo a esto.
La actitud del marxista frente al Islam está dominada por este principio general. Mientras el Islam sea un factor útil para debilitar a los países occidentales, para obtener posiciones estratégicas, será considerado como un aliado, un factor que hay que manejar del modo más útil posible, siempre con la idea de eliminarlo cuando llegue el momento en que será declarado, según decía Lenin: “intrínsecamente perverso, pues mantiene la idea de Dios y Dios es el enemigo personal de la sociedad comunista”.
El estudio dela influencia de los “factores superficiales” sobre las actitudes marxistas respecto al Islam puede resumirse en dos frases. La hipótesis progresista, que es uno de los dogmas marxistas, no será nunca puesta en duda. Los otros factores subjetivos o sentimentales serán únicamente medios auxiliares que se deben utilizar inteligentemente para manejar la opinión adecuadamente según los lugares y los momentos. Los marxistas han visto perfectamente que se trata de factores superficiales cuyo papel es sólo circunstancial.
EL CRISTIANISMO.
A los ojos de los cristianos que no están contaminados por alguna de las tres ideologías que acabamos de estudiar, los musulmanes constituyen un pueblo de infieles que, de acuerdo con los mandamientos del Evangelio, de San Pablo y de la Tradición, deben ser iluminados por la fe cristiana para que se conviertan.  La regla de oro es :  “amar a los musulmanes, pues tienen un alma que salvar y rechazar el Islam que les impide conocer la verdadera religión”, es el principio cristiano que no manda amar a los pecadores y los que están en el error, pero nos obliga también a aborrecer y extirpar el pecado y el error.
A pesar de esta doctrina sencilla y clara se encuentra actualmente, en particular después de la propaganda que se ha hecho sobre el ecumenismo después del Concilio Vaticano II, una tendencia que rechaza la doctrina tradicional. Tendencia que es el fruto de la mentalidad postconciliar que ha dado tan amargos frutos para la vida religiosa de la humanidad (6).
Existe ahora una desorientación creciente en el pueblo cristiano solicitado por ideas dispares que tienden a destruir la idea de misión y a considerar como válidas todas las manifestaciones religiosas de los diferentes pueblos de la tierra; un análisis de estas posiciones con respecto al Islam puede verse en nuestro estudio ya citado; aquí sólo diremos algunas palabras sobre las diferentes actitudes que se encuentran actualmente entre los católicos.
Los católicos temerosos politizados; frecuente entre aquellos que conocen de cerca el problema musulmán y que ante todo procuran no tener problemas y desentenderse de sus obligaciones de cristianos. con pretexto de la humildad, y de comprensión y amistad hacia los mahometanos.
Los católicos islamófilos influenciados por el atractivo folklórico o por el ecumenismo no son raros; algunos llegan a minimizar u olvidar la Encarnación y la Redención y considerar a Mahoma como un profeta enviado de Dios.  De ellos nos ocuparemos en seguida, pues es esta islamofilia y son estas desviaciones doctrinales las que han impedido e impiden el estudiar el Islam objetivamente.
Para estudiar el Islam objetivamente hay que dejar a un lado la indiferencia, el temor, la política y la islamofilia y enfocar valientemente el problema con sentido realista. Los especialistas rara vez se han podido desligar del temor y de la política y muy a menudo han caído en la islamofilia, por eso sus trabajos carecen frecuentemente de la objetividad, sobre todo en lo referente a los problemas fundamentales (7), sobre el origen y significado de la religión musulmana. Para enfocar correctamente esta cuestión debemos estudiar la posición de los estudiosos en lo referente a la crítica histórica sobre los orígenes del Islam.
LA CRÍTICA HISTÓRICA Y LOS ORÍGENES DEL ISLAM.
Es curioso el hecho que la mayoría de los islamólogos resultan como paralizados por una especie de temor reverencial cuando abordan el tema del Corán. Los mismos que entran a saco con desenfado y sin ningún respeto cuando analizan el Antiguo y el Nuevo Testamento parecen estar llenos de consideración y de respeto frente al libro sagrado de los musulmanes. Todo se ha dicho, todo se ha analizado y criticado del contenido de la Biblia. La crítica histórica, la crítica racionalista, han querido muchas veces destruir las afirmaciones más claras de nuestro Libro sagrado, pero no ha existido ningún Renan islamizante que haya intentado destruir sistemáticamente el contenido positivo y sobrenatural del Corán. Más bien desde hace algún tiempo muchos autores católicos se han esforzado en cantar loas al Corán y lo han presentado como posiblemente de inspiración Divina.
Este filoislamismo ya empezó en el siglo XVIII con una Biografía apologética del conde de Boulaunvilliers aparecida en Amsterdam en 1731, Pero estaba tan arraigada la hostilidad contra el mahometanismo que el mismo Voltaire ridiculizó en su tragedia “Mahoma o el fanatismo” (1736) este incipiente filoislamismo, dice:
“El conde de Boulainvillers, ha querido hacer pasar a Mahoma como un gran hombre…M. Sale quiere presentar a Mahoma como un Numa o un Teseo. Reconozco que habría que respetarlo si nacido príncipe legítimo o apoyado por los suyos hubiere dado leyes sabias como Numa o defendido a sus compatriotas como Teseo. Pero que un mercader de camellos provoque una sedición en su poblado, que asociado a algunos desgraciados les persuada que habla con el ángel Gabriel, que pretenda haber sido elevado el cielo y haber  recibido un libro que hace temblar al sentido común a cada página; que para hacer respetar este libro traiga a su patria  la guerra y el incendio, extermine a los padres, rapte a las mujeres, dé como última alternativa a los vencidos su religión o la muerte, es realmente lo que ningún hombre puede excusar, salvo si la superstición ha ahogado todas las luces de su razón…”
Voltaire se considerará “bien recompensado por su trabajo” si puede servir para “desarraigarla intolerancia y probar que esta produce monstruos”. El monstruo que ha escogido para hacer esta demostración y encarnar el peor de los fanatismos es Mahoma “un falso profeta, el fondatore d’una falsa e barbara setta”, asi Voltaire calificaba a Mahoma y a su doctrina sin ninguna ambiguedad en la carta, por lo cual envió su pieza de teatro al Papa Benedicto XIV, “Vicario d’un Dio de verita e di mansuetidine” (Carta del 17 de agosto de 1745, publicada en la edición de Ginebra de 1768).
He aquí lo que podían leer aquellos antepasados nuestros que considerándose “filósofos” consultaban con mayor interés a Voltaire que a las obras recomendadas por la Iglesia y la Tradición. Sobre la evidencia del fanatismo y del carácter nocivo del mahometismo la “filosofía de las luces” y la Iglesia estaban de acuerdo.
Todavía a principios de este siglo la Iglesia no había cambiado en su posición y en su crítica a la religión musulmana. Así, por ejemplo, el Seminario de San Sulpicio, termina su libro “Mahoma y su obra (París 1901), por un capítulo que titula Le chef-d’oeuvre de génie du mal; que empieza así:
“Se puede afirmar sin temor a equivocarse que el mundo religioso no es acreedor a Mahoma ni de una idea, ni un sentimiento, ni una práctica. Lo que el Profeta enseña, recomienda o prescribe otros antes que él lo había enseñado, prescrito y recomendado. La constitución teocrática que ha dado a su pueblo es sólo una caricatura poco hábil de la constitución del pueblo judío,… Mahoma fue, en definitiva, más un eco que una voz…”
El libro termina con una frase lapidaria:  “Todo lo que es sano y fuerte en la humanidad romperá con la ayuda de Dios las cadenas sórdidas del Islam”. Después de esta casi unanimidad frente al Islam empieza a fines del XIX a desarrollarse en los países occidentales y en particular en Alemania una tendencia diferente y es la tendencia científica. No se considera ya el Islam como una religión a estudiar en sus ideas generales frente a la verdad del cristianismo o como un campo para el apostolado, sino como un dominio de estudio para los orientalistas positivistas, en general alejados de toda preocupación religiosa. Estos científicos se ocupan se ocupan del islamismo pero hacen estudios de detalle  y se alejan cada vez más de las ideas generales; aquí –empieza el reino de la imprecisión doctrinal y la atomización de la cultura. Es el reino de los especialistas que conocen perfectamente puntos muy concretos de la civilización musulmana. Fruto de esta actividad científica han sido las Enciclopedias islámicas (8) (que presentan perfectamente atomizados los problemas) y los numerosísimos estudios monográficos.
Algunos especialistas han ensayado, en general tímidamente, demostrar los orígenes judíos del Corán y las influencias cristianas en su formación, estudiando el texto con los recursos dela crítica histórica (9). Sin embargo, se trata siempre de estudios fragmentarios y que abordan rara vez la crítica doctrinal de las ideas fundamentales; además, estos trabajos son poco afirmativos y no han sido nunca vulgarizados de un modo claro, de modo que el público y los estudiosos que no son especialistas obtienen una información confusa.
Asó por ejemplo, en el gran diccionario de Teología católica (París 1927), que ha sido y es todavía la obra de referencia fundamental para los estudiantes de teología, en el artículo  “Mahoma”, tomo IX 2, pg. 1571, dice lo siguiente:
“A la edad de unos cuarenta años tuvo revelaciones del ángel Gabriel y predicó una doctrina nueva… Una cuestión se plantea: ¿Fue Mahoma sincero y lo fue siempre? A la primera parte de la pregunta se responde ahora: si, y en esto creo que no puede haber sombra de duda. No se puede ahora, como se hacía antes, considerar al profeta árabe como un impostor. A la segunda parte es más difícil responder. Parece que en el segundo período de su predicación, dada la fe absoluta de sus seguidores, abusó quizás de su credulidad. No creo, sin embargo, que haya tenido nunca el propósito deliberado de inventar una revelación. Concluyo, pues, que su sinceridad fue absoluta y constante”.
A partir del momento en el que se concluye en una sinceridad “absoluta y constante” de un personaje del que se admite que ha intentado “abusar dela credulidad de sus seguidores”, el camino para la incoherencia queda abierto. Desde el momento en que se afirma “sin sombra de duda (y también sin sombra de demostración) que el “profeta” que se ha considerado falso durante mil años por todas las autoridades de la Iglesia, ha sido sincero y que ha recibido revelaciones del ángel Gabriel, el camino está abierto para todas las herejías.
Esta actitud ambigua y desorientadora no es una excepción, se encuentra en la mayoría de los escritores autores contemporáneos. Así en el monumental y excelente tratado del RPFM PAREJA (10) que contiene infinidad de datos interesantes, el autor rehúsa tratar los puntos fundamentales y delicados, por ejemplo, el origen del Corán.
En este tratado, de más de mil páginas, donde este problema debería ser tratado “in extenso”, el autor se limita a decir:  “Para los musulmanes, Mahoma es solamente el transmisor de la palabra divina… en efecto, Allah antes de crear el mundo de la nada creó la tabla (al lawh) y la pluma (al-qalam). En seguida, y por orden de Allah, la pluma escribió sobre la Tabla todo el futuro y todo lo que puede ser conocido… Mahoma no hizo más que repetir los pasajes de la Tabla a medida que Gabriel se los comunicaba. Resulta claro que partiendo de esta base la cuestión de las fuentes del Corán no se puede plantear. Sin embargo, los  eruditos no-musulmanes, partiendo de lavase que Mahoma es el autor del Corán y considerando que se encuentran en el texto numerosos fragmentos idénticos o paralelos con otro documentos antiguos, han buscado las fuentes en las que Mahoma ha podido encontrar sus doctrinas…”.
No se habla para nada de los orígenes bíblicos o haggádicos del Corán. Los autores recientes tienen tendencia a poner en evidencia los aspectos simpáticos del islamismo y hacer aceptables a los lectores cristianos las tesis musulmanas.
Una vez lanzados en esta vía resbaladiza, algunos autores extremistas llegan a hacer una verdadera apologética en favor del Islam. Así el padre Moubarac considera el Islam como de origen divino (11) que contiene una “doctrina original” que “no se puede considerar como una falsa religión” (p. y 155). Insinúa que contiene una “preparación mesiánica” (pg.158)… El Islam tendría un destino providencial… sería un “acontecimiento en los planes de Dios” (pgs. 158/62) “un Israel espiritual comparable con la Iglesia” (pg. 1554)… De estas consideraciones a aconsejar una conversión al Islam sólo hay un paso… (12).
Como excepción a estas obras filoislámicas desorientadoras, encontramos en la literatura algunas obras objetivas como las de un misionero de la vieja escuela que publicó (bajo seudónimo) (13) dos obras fundamentales: la primera (14) trata de los orígenes del Islam y de la personalidad de Mohamed, aporta todos los datos obtenidos a partir de la fuentes musulmanas mismas.
Se trata de una obra en dos tomos con abundantes notasen árabe y que hace un estudio comparativo entre las personas y las doctrinas de Jesucristo y Mahoma. En total 800 páginas densas que deberían ser conocidas por todo aquel que se quiera documentar sobre el Islam. Lástima que la edición haya sido destruida por los superiores de la orden religiosa del autor por haberla considerado carente de espíritu ecuménico. Afortunadamente yo poseo un ejemplar que podría ser fotocopiado sui se desea.
La segunda obra (15) del mismo autor es un estudio sobre los pretendidos milagros de Mohamed. La primera edición también fue destruida pero, afortunadamente, existe una segunda edición reciente; en esta obra se plantea valientemente el problema de saber si el Corán es verdaderamente de origen divino y cuáles son las pruebas que quieren aportar los musulmanes para demostrar que Mahoma ha sido escogido por Dios como su enviado. La lectura de estas dos obras es suficiente para destruir las falacias en las que se basa la religión musulmana, en particular la pretendida autoridad de un hombre que se presenta como investido de una misión divina.
Es lástima que estas obras, por la intolerancia de ciertos superiores, no puedan difundirse como debían. Otras obras fundamentales recientes que enfocan con objetividad y valentía el problema del Islam, son las del dominico francés R.P.G.Théry que también tuvo que escribir con seudónimo, pues sus superiores le prohibieron escribir obras de crítica del Islam. Se dedicó el P. Théry a estudiar los orígenes del Islam llegando a conclusiones importantes y seguramente sorprendentes para muchos. Creemos importante darlas a conocer.
LOS TRABAJOS DEL R. P. THÉRY
El R.P. Gabriel Théry, de la orden de Santo Domingo, murió el 27 de enero de 1959 mientras recitaba piadosamente el Santo Rosario. Se trata de una poderosa personalidad en el campo de la investigación histórica y cuyas conclusiones tienen todas las garantías de objetividad y seriedad que estos estudios requieren.
Los satos biográficos pueden leerse en un artículo necrológico escrito por Etienne Gilson en los Archivos d´Histoire Doctrinale et Litéraire du Moyen-Age, prestigiosa revista iniciada y fundada por el padre Théry, que era un famoso medievalista; la lista de sus trabajos llena más de 95 páginas de ese artículo. Nació el P. Théry en Nurlu (Somme), en 18891, y sus principales trabajos versaron sobre los místico renanos y se ocupó también de los filósofos árabes haciendo numerosos viajes a África del Norte donde tuvo una actuación importante como agente francés al servicios de los aliados durante la guerra. Su biógrafo y continuados, el P. Joseph Bertuel, en una interesante biografía, dice (16) del P. Théry: “En intelecto siempre en movimiento, metódico, increíblemente rápido para penetrar en el fondo de los problemas, dotado del genio de los análisis, favorecido con una memoria extraordinaria, llevaba de frente varios trabajos y, para descansar de uno, pasaba al otro…” Todos los que lo hemos conocido pudimos apreciar su amabilidad y sencillez y la claridad con que nos explicaba los puntos dudosos que en nuestras primeras armas de islamología le preguntábamos, hace ya unos quince años, cuando tuvimos el privilegio de contar con sus enseñanzas.
Fue la curiosidad intelectual la que llevó al P. Théry a interesarse por la religión musulmana durante sus viajes a África del Norte. Los primeros contactos que tuvo con el Corán, que examinó con espíritu crítico y sin prejuicio alguno, le llevaron a darse cuenta de dos evidencias: 1º, el orden absurdo de los capítulos, clasificados de acuerdo con su longitud decreciente, que hacen perfectamente ininteligible la lectura del Corán;  2º, la ausencia total de novedades doctrinales en estas pretendidas “revelaciones de Allah”.
Con su formación de historiador especializado en el análisis de textos, el P. Théry pensó que el Corán debía ser estudiado como cualquier otro texto histórico, establecer su antigüedad, restablecer el texto exacto, hacer  la crítica interna y desentrañar las ideas en él contenidas, su origen y su historia. Se lanzó, pues, con una actitud joven y nueva, pero paciente y detallista, al trabajo de la reconstrucción lógica del Corán, reconstrucción que le llevaría a una aproximación aproximadamente cronológica de los capítulos.  Después de hecho este estudio previo se dio cuenta que por su esfuerzo intelectual y sus análisis había obtenido un orden análogo al preconizado por el gran islamólogo Nöldke, demostrando una vez más que en todo trabajo bien hecho los investigadores llegan a resultados concordantes y que la afición desmedida a tener en cuenta los trabajos de los demás antes de emprender una investigación impide muchas veces este género de comprobaciones por confluencia de los resultado de investigaciones independientes. El P. Théry trabajó siempre independientemente de los otros investigadores sobre los documentos originales y solamente después de llegar a sus conclusiones personales estudiabas los trabajos de los que le habían precedido. Leyó los trabajos que otros investigadores habían hecho sobre el Corán pero no se dejó nunca influir por ellos, tuvo, según él mismo ha confesado, que hacer un esfuerzo para liberarse de conjuntos de tonterías y de insólitas disquisiciones anticientíficas que se encuentran en la mayoría de los trabajos de los islamólogos. Por esto, en sus publicaciones, se abstuvo de dar una bibliografía completa reduciendo ésta a lo indispensable, pues en los estudios coránicos ”Historiadores de renombre y teólogos diplomados exponen tales extravagancias sobre la inspiración, las revelaciones o la ciencia religiosa de Mahoma (añadiendo a veces, en sus comentarios consideraciones pseudomísticas) que nos preguntamos a menudo en qué escuela teológica estos teólogos han pescado sus diplomas y dónde estos historiadores han aprendido a escribir sobre historia” (17).
En 1944 el P. Théry publica una obra titulada “Toledo, grande ville de la renaissance mèdievale, point de jonction entre les cdultures musulmane el chrètienne” en la cual ya se indica su intención de abordar el problema fundamental del Islam. Allí nos habla de dos personajes del siglo XII que se encuentran en Toledo, Pedro de Poitiers, que revisó el texto de la traducción arábigo-latina del Corán, realizada por Roberto de Ketene y Hermann el Dámata, y Pedro el Venerable, abad de Cluny, que había encargado la traducción. Pedro de Poitiers consideraba esta traducción como la primera etapa de un ataque magistral a lo que él llamaba la herejía mahometana. El “Corán, una vez traducido”, dice el padre Thèry, “había que tratar primero del papel de los judíos y de los cristianos en la transmisión de las Escrituras. Luego, tomando el toro por los cuernos, demostraría que el Corán es sólo una deformación de las Sagradas Escrituras y que Mahoma es sólo un miserable. En conclusión, se insistirá sonbre esta idea que el Corán y el Islam sólo son un tejido de abominaciones emparentando a las sectas heréticas más depravadas”.
Entonces parece que se quería presentar a Mahoma como el autor del Corán, que lo habría recibido por una “revelación”, pero que en realidad era sólo un plagio que se puede calificar de impostor.
La obra sobre Toledo, dice el P. Bertuel (18), ocupa un lugar lógico en los trabajos de erudición sobre la historia literaria medieval a los que se dedicaba el P. Théry desde 1926… ya entonces había llegado a conclusiones claras sobre la inspiración de Mahoma y sobre la originalidad del “Corán”. No es difícil para un teólogo el comprender que el “Corán” es de una perfecta nulidad con respecto a una Revelación original… en una conferencia histórica, pronunciada en Tlemcen en 1945, el P. Théry afirmó: “El Profeta de la Meca… se nutría en la misma fuente que los cristianos. El Corán primitivo no es una refutación del Antiguo Testamente y del Evangelio. Cristianos y Musulmanes son gente del Libro Eterno, en lenguas diferentes. El problema del Islam primitivo no es un problema de concepto religioso, es un problema de dialectos, y lo que buscan en el siglo VII los nuevos conquistadores del Magbreb, no es la conversión del país sino la dominación del pueblo”.
En 1955, después de varios intentos infructuosos para organizar un centro de estudio sobre filosofía árabe en el que se pudiese estudiar objetivamente el pensamiento musulmán, el P. Théry tomó la decisión de publicar el resultado de sus pacientes estudios sobre el origen del Corán, pero para no chocar con sus superiores, atacados por el complejo de prudencia y temor frente a los musulmanes, escribe su obra bajo  pseudónimo: Hanna Zakarias, bajo el título de El Islam, empresa judía. De Moisés a Mahoma (19); más adelante, y ya fallecido el autor, aparecieron los dos últimos volúmenes presentados por el R.P.J. Bertuel (20). Además, como resumen de su tesis para los que no tengan posibilidad de leer la obra fundamental que tiene cerca de 1500 páginas, el P. Théry publicó una obrita de divulgación de más fácil acceso (21).
La tesis de Hanna Zakarías se presenta como revolucionaria, monstruosa para muchos islamólogos, impía para los musulmanes, pues suprime de la historia universal una de las tres grandes religiones monoteístas que resulta ser una simple deformación de la religión judaica y reduce a uno sólo los libros revelados: la Biblia, de la cual el Corán es sólo eco y deformación.
Ya varios islamólogos habían reconocido la existencia en el Corán de relatos emparentados con el Pentateuco, con leyendas rabínicas, con los evangelios apócrifos y una moral calcada sobre la tendencia judía, pero H. Zakarías va más lejos: no se trata de relatos emparentados, ni de influencias; se trata de una obra judía y no árabe. De un intento para convertir a los árabes al judaísmo y no para fundar una religión nueva. H. Zakarías ha interpretado todos los capítulos del Corán en función de esta hipótesis. De este estudio se ve que la identidad de los temas, la existencia de detalles bíblicos, la misma redacción indica que no se puede tratar de simples coincidencias. Los musulmanes explican este paralelismo admitiendo que el Dios Único se reveló en el Pentateuco y en el Corán y pudo repetirse. Sin embargo, por poco que se piense en esta solución, se aprecia su falta de sentido pues ¿cómo es imaginable que Dios haya repetido mezclados algunos fragmentos de la Revelación al pueblo de Israel, junto con leyendas judías, todo ello deformado, a menudo confundido y materializado? El instructor de Mahoma no pudo ser el Yahvé de Moisés. Hace falta un intermediario entre el texto bíblico y el “profeta” y aquí viene la hipótesis de H. Zakarías y es que un rabino de la Meca  fue el que se encargó de predicar a Mahoma el texto del Antiguo Testamento. El inspirado de Mahomed no fue el Dios único ni el ángel Gabriel, sino simplemente un judío, un rabino erudito que organizó esta catequesis para convertir a los árabes al judaísmo.
Esta tesis ya había sido lanzada por dos autores ingleses poco conocidos (22), pero que son precursores de los estudios de H. Zakarías, y ninguno de los dos se atrevió a considerar a Mahoma, no como el fundador de una nueva religión, sino como el discípulo de un judío.
En el Corán ya consta que lo detractores de Mahoma decían que su maestro no era Dios sino un mortal (23). El instructor de Mahoma era un judío y un judío bilingüe que tradujo al árabe con fines proselitistas en parte o totalmente el Pentateuco y el Talmud.
El Islam, mero subproducto del judaísmo, carece de originalidad. Las pretenciones árabes se derrumban y sólo quedan como producto de la Revelación divina, el judaísmo mosaico y el cristianismo… El Islam, religión marginal, sólo tiene un interés histórico, ya no tiene ningún valos propio, como dice el R.P.G. de Nantes en una serie de luminosos artículos aparecidos en 1961 y 1962 (24).
EL ORIGEN JUDÍO DEL ISLAM.
Según las conclusiones del P. Théry (H. Zakarías), Mahoma no ha compuesto el Corán, sólo ha sido su trasmisor (como él mismo afirma repetidas veces), pero el texto no le fue dictado por Dios ni por el ángel Gabriel, sino que es sólo la enseñanza apologética que un judío de la Meca le dictó en árabe y a esta enseñanza doctrinal de origen bíblico de unen las crónicas del apostolado en la Meca y en Medina, de modo que en el Corán actual existen dos partes distintas: una que corresponde a las enseñanzas del rabino instructor y de las cuales seguramente sólo se conservan algunas partes, que fueron las que Mahoma retuvo en su memoria, y otra parte que constituyen unas verdaderas Actas del Islam.
Las ideas básicas de la catequesis judía eran la aceptación de la ley Mosaica y del monoteísmo y el rechazo de toda idolatría y como corolario el odio a la doctrina cristiana como opuesta al monoteísmo mosaico (no olvidemos que Jesucristo fue condenado por decirse Hijo de Dios). La finalidad del rabino era convertir a las tribus árabes en prosélitos judeo-árabes.
Pero los árabes que aceptaron las enseñanzas de Mahoma que repetía lo que le enseñaba el rabino, no aceptaron la fusión y menos la autoridad de los judíos, de modo que se organizaron en comunidad autónoma frente a los judíos y se sintieron orgullosos de tener ellos también un Libro revelado por Dios, un libro sagrado en árabe, lengua que hasta entonces era hablada casi exclusivamente por hombres primitivos e ignorantes. Sin embargo, los cálculos del rabino no resultaron muy afortunados, pues dice H. Zakarías:
Si el rabino era un judío celoso y piadoso, teólogo y lingüista astuto e inteligente, no parece que fuera un político muy sagaz… Escribiendo un Libro árabe, un Libro de Revelaciones divinas destinado a las tribus árabes, el rabino preparó el arma que serviría para expulsar a los judíos un día. Gracias al rabino, Arabia conoce ahora el Corán de Moisés, el de Yahvé de los judíos; pero gracias a él también Arabia tiene ahora su Libro, su Libro propio. Por la forma árabe que el rabino había tenido la genial imprudencia de dar a los relatos del Pentateuco, la revelación originalmente hebraica ¿no estaba en trance de convertirse en una revelación específicamente árabe? Arabia tiene su libro, pero, con este Libro ¿no está llamado a ser igual a Israel? ¿No se corre el riesgo de olvidar rápidamente la fuente y el modelo del Libro? Arabia tiene su Libro. El rabino había dicho y repetido que cada nación había tenido su apóstol y cada período su Libro. Después de Israel podía llegar a ser Arabia la depositaria de las revelaciones divinas. Con su Libro, que debía unirle al judaísmo, Arabia buscará, por el contrario, conquistar su autonomía. El Corán porque está escrito en árabe hará nacer en las tribus árabes ambiciones y sueños de dominio. Se pueden notar ya al fin del período de la Meca muchos síntomas de esta desviación… Llegará un próximo día en el que los Árabes en el nombre del Libro se esforzarán con saña a expulsar su influencia en el Mediterráneo…
Reacciones frente a la tesis del P. Théry:
Los comentarios elogiosos que se publicaron cuando aparecieron las obras de H. Zakarías (24 a 29), a decir verdad no han sido muy numerosos. En efecto, decir a los árabes que el Islam en su esencia es una empresa judía y decir a los judíos que el judaísmo está en un error y ha traicionado radicalmente la Alianza mosaica, esto no puede ser del gusto ni de los árabes ni de los judíos, ni aceptado públicamente por aquellos que por prudencia, temor o sentido político, no quieren causar pena a ninguno de los dos. Se corre el riesgo de atraer el odio de los dos grupos que, aunque enemigos irreductibles, tienen de común su estructura teocrática. El hecho de ser enemigos es una razón más en favor de su origen común ya que en toda civilización en la que no se hace distinción entre Dios y el César (y ni el Islam ni el judaísmo lo hacen) por el hecho de ser una teocracia que se pretende absoluta, no soporta ser escindida, y si la escisión se produce cada uno de los fragmentos se erige como un absoluto; deallí los odios y las luchas.
Si las reacciones públicas en favor de las tesis de H. Zakarías no fueron lo numerosas que deberían haber sido, dada la importancia de su obra, por lo menos las reacciones privadas expresadas por cartas particulares fueron numerosísimas, hasta el punto que H. Zakarías, en una publicación posterior (30) reseña un número impresionante de cartas recibidas, lo que indica queso no han tenido más repercusión sus ideas es únicamente por el complejo de temor que existe en lo referente al Islam y del cual ya hemos hablado al principio de nuestro trabajo.
Este temos (o prudencia) ha hecho que se haya montado alrededor de la obra del P. Théry una verdadera conspiración del silencio. Hasta parece que ha habido consignas expresas de hablar lo menos posible de estos libros “escandalosos”, pues en la mente de muchos progresistas es mucho más escandaloso el atacar al Islam que el poner en duda dogmas fundamentales de la religión católica.
Sin embargo, algunos islamólogos se han visto obligados a responder públicamente a H. Zakarías. Algunos superficialmente, como el P. Gaspar (31), otra con más detalle, como el P. Jomier (32), en un artículo criticado con detalle y justeza por el P. G. Nantes (33).
A pesar de su tono despectivo, el P. Jomier en el fondo casi corrobora la tesis de H. Zakarías, no aporta ninguna razón de peso en contra y únicamente trata de ahogar con palabras ambiguas la clara y sencilla tesis del autor que critica.
Así habla de “valores religiosos” del Islam y su carácter bíblico y rabínico. Pero el P. Jomier acaba, sin embargo, reconociendo que “en el texto actual del Corán existen alusiones muy claras a ciertos israelitas con los cuales Mahoma y sus seguidores estarían en relación”. Termina diciendo que  “la existencia de un hombre que se considera ser el informador de Mahoma está afirmada netamente en el Corán y este es el fondo de la tesis de H. Zakarías”.
En cuanto a las reacciones de los musulmanes frente a la obra de nuestro autor, poco podemos decir. No existe prácticamente ningún musulmán estudioso que se ocupe de estudiar criticar las publicaciones cristianas sobre su religión; lo pocos que tienen preparación para hacer estos estudios están paralizados por el tabú del Corán, libro divino que se debe aceptar y nunca criticar o analizar. La única reacción musulmana que conocemos es la prohibición de la entrada y venta de los libros de H. Zakarías en varios países. Frente a los estudios de los islamólogos occidentales los musulmanes profesan el más profundo desprecio por tratarse de obras sacrílegas procedentes de infieles. Así la revista de la Universidad de El-Azhar del Cairo, que es la principal revista musulmana en la actualidad, en uno de los contados artículos que publicó sobre los islamólogos occidentales, termina diciendo: “la mayor parte de los que lo orientalistas llaman mística musulmana no tiene nada que ver con el Islam”.
ORÍGEN JUDÍO DE LA HEREJÍAS.
La tesis del P. Théry sobre el origen judío del Islam puede darse por bien establecida desde el punto de vista histórico. Algunos detalles podrán modificarse, se podrán aportar nuevas precisiones y complementos, pero la idea fundamental permanece y por ahora nadie ha podido rebatirla. El Corán no es una revelación divina pero contiene muchos elementos de la Revelación, y estos elementos son judaicos. Pero como el Corán es posterior a la venida de Nuestro Señor y posterior a la Revelación completa dada por el Nuevo Testamento, la religión musulmana no ha tenido más remedio que consignar la existencia del Cristianismo; el Corán habla de Jesús, hijo de María y los musulmanes lo consideran como un profeta, pero se escandalizan ante la afirmación: “Jesús es Dios” y niegan su crucifixión y gloriosa Resurrección. Por esto algunos autores han considerado al islam como una herejía, una herejía límite pues niega la inmensa mayoría de los dogmas de la Iglesia; pero de todos modos una herejía.
Frente a algunos de los cristianos ecumenistas filoislámicos que han afirmado que la Iglesia “nunca ha condenado al Islam como religión”, hemos tenido la curiosidad de estudiar sistemáticamente las condenas solemnes de las tesis musulmanas; en realidad, esta religión conserva un número muy pequeño de verdades, que son las que también admite el judaísmo. Es pues, el Islam una de las doctrinas más alejadas de la Doctrina ortodoxa.
Es interesante comprobar cómo en el origen de todas las herejías se encuentra una influencia judía; parece ser esta una constante de la historia de la humanidad y la tesis del P. Théry nos demuestra que el gran enemigo del cristianismo que es el Islam, también tiene un origen judío. Porque el pueblo judío ha sido y es un pueblo excepcional en la historia de la humanidad, los demás pueblos, las diversas civilizaciones, han sido efí8meras, en cambio el pueblo judío continúa influyendo y actuando en el proceso profundo de la historia.  Y como dice enérgicamente el P. Julio Meinvielle (35): “Todo lo malo que se perpetra en los veinte siglos de historia cristiana debe ser primero y principalmente judaico. Los otros pueblos, lo gentiles, si quieren obrar la iniquidad tendrán que venir a la zaga de los judíos; los gentiles, quieren carnalizar, tendrán que judaizar; así con gran exactitud teológica los Santos Padres llaman judaizantes a los gentiles que diseminan la herejía” (pg. 29), y más adelante añade: “Después que Cristo fue levantado en alto sobre el monte Calvario, el mundo ha quedado entregado a dos fuerzas verdaderamente opuestas: la judía y la cristiana.
“En el mundo actual, en todas las manifestaciones de la vida no puede haber más que dos modos verdaderamente fundamentales, dos polos de atracción: el cristianismo y el judío; sólo dos religiones: la cristiana y la judía. Sólo dos internacionalismos: el cristiano y el judío. Todos lo que no sea de Cristo y para Cristo, se hace en favor del judaísmo De aquí la descristianización del mundo corre paralelamente con su judaización”.
El Islam, a pesar de ser un subproducto del judaísmo no par3ece a primera vista entrar en el esquema del P. Meinvielle por su oposición actual a Israel, pero es también una constante de la historia que los enemigos del cristianismo se oponen con frecuencia unos a otros, sobre todo cuando el cristianismo no constituye peligro para ellos.
Por ahora, lo pueblos cristianos, atacados de parálisis y de falta de iniciativa y distraídos por sus preocupaciones materialistas, son incapaces de mantener ideas claras y reaccionar frente a los enemigos de su religión. Por esto, para terminar esta exposición, creemos útil decir unas palabras sobre un punto que nos parece de fundamental importancia: el despertar de La conciencia cristiana con respecto al islam y al judaísmo.
LA CONCIENCIA CRISTIANA FRENTE AL ISLAM.
Los estudios y deducciones sobre el origen del Islam, las tesis históricas o doctrinales más o menos brillantes que hemos reseñado brevemente no deben servir únicamente como un interesante recreo intelectual o un tema de discusiones y consideraciones entre los eruditos y los aficionados, sino que cobrarán su verdadero valor si sirven para reavivar el interés por el fondo religioso e ideológico de la trama de los acontecimiento del mundo en que vivimos y aclarar nuestras ideas sobre los deberes y lo imperativos que nuestra condición de cristianos no exigen.
Esto es tanto más importante cuanto que se están desarrollando en el seno dela Iglesia unas tendencias de autocrítica y culpabilismo que han conducido a una inversión de la posición que unánimemente se admitía con respecto a los pueblos infieles. Se llega a afirmar que desde ahora en adelante son los misioneros los que deben instruirse y recibir enseñanzas de parte de lo no cristianos, cuyos “valores espirituales” deben admirar y servir abandonando la idea de instruir y convertir. No tenemos más remedio que admitir, si queremos ser sinceros, que las ideas que inspiran esta actitud se basan muchas veces en ciertas afirmaciones del Decreto Ad Gentes del Concilio Vaticano II. La evangelización parece que se quiere sustituir por el diálogo y el servicio. Un diálogo en el que se procure eliminar toda pretensión a tener la verdad y un servicio que en la práctica va en detrimento de la civilización europea y finalmente contra el prestigio y la influencia católica en los países de misión. Parece como si la principal preocupación de los misioneros debía ser el cultivo de los valores profanos; enseñanza neutra, sanidad, técnica y desarrollo material, en el fondo lo que hacen, o pretenden hacer, los innumerables expertos” que se envían a los países subdesarrollados.
Un ejemplo práctico lo tenemos  en el actual conflicto árabe-israelí, en el que los cristianos juegan únicamente el papel de espectadores o ayudan más o menos disimuladamente a uno u otro de los bandos inspirándose únicamente en motivos políticos; pero parecen no darse cuenta del escándalo que constituye el que los Santos Lugares permanezcan en manos de los infieles, limitándose, muy tímidamente, por cierto, a indicar que algunos de los Lugares Sagrados deberían gozar de un régimen internacional que garantice la libertad de las tres religiones monoteístas, o sea que nos contentamos con tener los mismos derechos que el Islam y el judaísmo.
Los cristianos con estos principios que circulan ahora de “estar a la escucha del mundo” adoptan actitudes pasivas dejando la iniciativa a los judíos que querrían dominar el mundo con sus poderosos medios financieros y su inteligencia privilegiada y a los musulmanes que, conscientes de la fuerza que emana de una fe común, querrían reconstruir una poderosa federación islámica con tendencias proselitistas y conquistadoras.
La doctrina de la pasividad y el abandono de la idea de misión, sólo puede traer el desastre para la civilización cristiana.
Estas doctrinas nuevas postconciliares rompen con todos los principios hasta ahora admitidos y, como dice el R.P.G. de Nantes (36), “en el fondo hacen abstracción y silencian el hecho fundamental de la historia humana: LA CRIZ DE CRISTO y borran la línea divisoria entre el Antiguo y el Nuevo Testamento e inaugurarán una nueva era, una era mesiánica definitiva en la que los cristianos, silenciando el ACONTECIMIENTO esencial de Cristo se reintegrarán a un judaísmo universal. Y el Islam y el marxismo (que son sucedáneos del judaísmo, uno conservando el monoteísmo antitrinitario de Israel, y el otro el mesianismo sociomórfico, carnal y sectario en el que el Partido es el nuevo Pueblo mesiánico)… ”se reintegrarán a este judaísmo universal y que condenará de nuevo a Cristo por creerse igual que Dios, y entonces la Iglesia se dará cuenta que buscar la unidad de los hombres fuera de Cristo es una apostasía”.
Frente a este espíritu de dimisión que ha invadido a la cristiandad ¿Cuál ha sido la reacción del Islam?
Ni más ni menos de lo que se podía esperare: desprecio hacia los cristianos, refuerzo de sus ambiciones y continuación de su política de discriminación y negación de la libertad religiosa, impidiendo la predicación del cristianismo y continuando con su costumbre de ejercer represalias contra aquellos que se atreven a abandonar el islam y abrazar el cristianismo. En un congreso musulmán mundial que se celebró en Mogadiscio (37), se habló de la coordinación y la consolidación de las misiones islámicas en el mundo y la utilización de todos los medios políticos y sociales para frenar el progreso de las otras religiones “importadas” hasta llegar a su eliminación completa. Los delegados de los 34 países participantes han decidido la unificación de los medio de propaganda y de enseñanza y la edición de un Corán tipo que será el único texto oficial. La lengua árabe, se declara, debe convertirse en el latín de los musulmanes y constituir para el islamismo el fermento de unidad y el factor de universalidad que el latín tuvo hasta ahora en la cristiandad. Se creó una comisión permanente en Khartum dirigida en su estrategia político-religiosa desde el Cairo, para desde allí propagar en toda ÁfrIca las consignas del panislamismo.
En el Islam no se desarrolla el espíritu derrotista y ecumenista ni se suprimen las tendencias misioneras y proselitistas.
Mientras las circunstancias no permitan reorganizar la acción misionera en los países islámicos es necesario conservar, aunque sean en minorías reducidas, el interés por la conversión de los musulmanes y desarrollar argumentos y medios que se podrían utilizar en el momento en que Dios lo permita. Las tesis del P. Théry desmontando claramente la impostura de Mahoma, nos aportan armas muy valiosas para futuros combates.
En la práctica y en nuestras relaciones con los musulmanes no debemos nunca olvidar que el proselitismo no excluye ni los sentimientos de amistad ni el respeto de las personas. Por el contrario, esta amistad, para ser verdadera y sincera, debe basarse en la lealtad y la verdad, lo que excluye toda falsificación o disminución del Cristianismo y todo silencio sobre los puntos de discrepancia, de modo que el diálogo islamo-cristiano no se convierta en un diálogo islamo-liberal. No hay que olvidar que para entablar conversaciones con los musulmanes hay que partir de la base de que se trata de asuntos puramente religiosos; los católicos tienen que librarse de ciertos prejuicios que circulan ahora entre ellos y que tienden a dar importancia demasiado grande  a los factores económicos y sociológicos. Lo primero que hay que hacer es persuadir a los musulmanes que no se puede emprender ninguna conversación seria si no abandonan los aspectos políticos y nacionalistas del Islam, que son el primer obstáculo a todo estudio serio de las creencias religiosas. Es solamente en una atmósfera serena de investigación religiosa independiente del tiempo y del lugar que se puede desarrollar un verdadero diálogo islamo-cristiano basado sobre el respeto a las personas y sobre la búsqueda objetiva de la verdad. +
NOTAS: (sintetizadas)
1 -Garrido: Attitude face àlÌslam. París 1965.
2--G. Anawari. Vers un Dialogue Islamo-cherètien. Revue Thomiste, 1964.
3-Es curioso señalar que uno de los más brillantes defensores de esta posición, René Guenon, después de haber buscado la verdad sintética tradicional en la sabiduría hindú, terminó por convertirse al Islam y en él murió.
4-Una buena exposición de esta tendencia se encuentra en la conocida obra de Schure Los grandes iniciados. Se ha afirmado que esta obra influyó considerablemente sobre el pensamiento del P. T. de Chardín.
5-Con esta tendencia se relacionan numerosos movimientos ecuménicos-sincretistas de los cuales quizás el más significativo sea el Templo de la Comprensión…
6- J. Garrido: La mentalidad post-conciliar y las verdades de la fe. Buenos Aires, 1968.- E. Delmare, L. de Poncins, Infilttrarions ennemies dans l´’Iglise, 1970.- P. Viron, Mystère d´Iniquité, 1966.
7- M. Lammnes, L´Islam, Beyrouth, 1943.
8- Encyclopedie of Islam, Leiden, 1913-38.
9- Geiger; Koelle; Schapiro, etc.
10- Pareja, Islamología, Madrid.
11- Moubarac, L´Islam, Patís 1962.
12- No es de extrañar que uno de mis corresponsales, musulmán que ocupa un puesto religioso importante, me escribiera en carta del 2 de marzo de 1964: “La dialéctica cristiana se hace huidiza, confusa e inestable en cuanto a la significación de las palabras y en su interpretación”, ¡a esto conduce el espíritu ecuménico!
13- El hecho que aquellos que se permiten escribir objetivamente sobre el Islam se vean forzados a hacerlo sin revelar su personalidad hará ver cuán delicado es el chocar contra las tesis oficiales islámicas, filoislámicas o ecuménicas.
14- Abd Oui-Masih, Algeria
15- S.Khairouddin, Les miracles, Bayrouth, 1972.
16 a 18-- Bertruel, Itinéraires.
19 a21- H.Zakarías, varias obras.
22- Sweetman y Torrey, The Jewish foundation of Islam.
23- Corán, s.XVI: sabemos que los infieles dicen, ”Este hombre tiene por maestro sólo aun mortal. Pero la lengua del que ellos aluden es una lengua bárbara y la Predicación está en clara lengua árabe”.
24- G. de Nantes, L´Islam religión marginales, varios número de L´Ordre Francaise, 1962. Es lástima que el P.P. de Nantes y lo miembro de su comunidad no hayan podido continuar lo estudios que tenían comenzados en la línea de H. Zakarías. Las tareas más urgentes de la Liga de la Contrarreforma Católica absorben todas sus actividades.
25- H. Zakarías, De Moise  a Mohammed.
26-La revista Itineraires, Nº 53,  publicó lista de artículos favorables a H. Zakarías.
27- P. Spico OP.
28- P. Aubray, Le Coran serait un libre juif, 1967.
29- L´Islan, religión revelée ou bluff historique, 1960.
30- H. Zakarías.
31- Gaspar, Les thésis d´H. Zakarías. 1961.
32- Jonier, Les Idées d´H. Zakarías, 1961.
33- G. de Nantes, L´Ordre Francais Nº 57.
34- Garrido, Cahiers D´Saint Bernard Nº1.
35- P. Meinvielle, El judío en el misterio de la historia.- De la cábala al progresismo.
36- G. de Nantes, La Contre- Réforme…, Nº 58.
37- Bertruel ,Regards sur l´Islam , Itinéraires, 1961.









































  



















4 comentarios:

  1. https://www.youtube.com/watch?v=yGKG4iI0wTk
    Ecumaníacos...en Ceuta

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  2. “El próximo domingo, la iglesia de San Rumoldo, catedral de la Archidiócesis de Malinas-Bruselas, transmitirá el adhan o llamada a la oración musulmana, durante un ‘concierto por la paz’ para conmemorar a los caídos en la Primera Guerra Mundial, informa el diario local Het Laatste Nieuws.

    También se recitará el Kadish, la oración judía por los muertos.

    Tal vez la iniciativa sea una especie de ensayo para cuando la catedral, como sucedió con Santa Sofía en Estambul, se convierta en una mezquita.

    Y, sobre todo, este ecumenismo que transciende con mucho los límites impuestos al original -es decir, que va más allá del diálogo con los ‘hermanos cristianos separados’- es la orden del día en la nueva Iglesia del Papa Francisco”

    https://infovaticana.com/2018/11/08/la-catedral-primada-de-belgica-transmitira-la-llamada-musulmana-a-la-oracion/

    Malinas es la sede episcopal primada de Bélgica y ha sufrido a dos pastores perdularios. Ahora paga el precio.

    “En 1998, el arzobispo Godfried Daneels, fue procesado por encubrir a un cura violador. El actual primado, Josef De Kesel, declaró en 2016 que la Iglesia no podía exigir el celibato de todos los sacerdotes y en junio pasado recibió a una delegación LGBT a la que prometió un reconocimiento simbólico de las uniones homosexuales, con una “celebración de agradecimiento” o una “celebración de oración”

    https://reinformation.tv/appel-muezzin-cathedrale-malines-detail-determinant-mille-89996-2/

    http://catapulta.com.ar/?p=6705

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    1. ¡¡SINVERGÜENZAS CANALLAS HIJOS DEL TRAIDOR wojtyla!!!

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