El voto "sagrado" y las
enseñanzas del Padre Ramirez O.P.
Hace un par
de año el blog “ Infocaótica” publico una polémica sobre el sufragio, de la
que recién me enteré, tanto es mi poco interés en esas noticias que vuelan y se
pierden en el olvido.
Comencé a leerla y la abandoné en cuando entendí
que el acusador mojaba su pluma en
veneno de yarará
, acusando al camarada
Antonio Caponnetto de anticristiano por oponerse al sufragio indiscriminado; también imputándolo de absolutista por creerse
dueño de la verdad; y de infalible, pues
considera que el que no acepta su criterio “sirve al Otro”.
La
importancia de esta acusación, provenga de quien sea, es nula, pues la actuación política del camarada Caponetto, personaje
señero en el nacionalismo argentino, de una intrepidez ejemplar, es la mejor justificación
de su prudencia política y de su ortodoxia, por lo que no necesita defensores.
Lo único importante de esta acusación es que
me da pie para recordar unas verdades y desenmascarar al autor, que aplicó la
costumbre liberal de mentir, infamar y embrollar.
Si el camarada
Caponetto, se opone al sufragio indiscriminado no es posible negar que tiene
toda la razón, pues según se practica en nuestro país, ocasionó y ocasionará
perjuicios inconmensurables. Es aberrante
y antipatriótico pensar de otra manera, considerando las míseras condiciones
morales e intelectuales de los argentinos,
con la mitad del país aclamando y votando a los corruptos y ladrones, con el
poder inmenso y decisivo de la publicidad, dirigida a imponer el sufragio
indiscriminado, con el fin de continuar la destrucción nacional; evitando, que
los mejores, y no los demagogos, gobiernen el país.
El acusador
llegó a afirmar que debe votarse por mandato divino, revelándose así como
liberal fanático y absolutista: sea distinguido
con el agregado de cualquier aditamento: derechista, conservador, peronista, o
demócrata cristiano, todas astillas del mismo palo. Pero nunca nacionalista
católico y jerárquico, hispánico y federalista; como deben ser los que
pretenden restaurar el país.
Porque afirmar que el voto universal e
indiscriminado es sagrado, significa divinizar la esencia misma del liberalismo
rusoniano; la esencia misma del Régimen liberal que nos atosiga.
De ninguna
manera la Doctrina de la Iglesia, el sentido común y la prudencia política,
aceptan que sea absolutamente el único camino agraciado. El sufragio tiene varias
decisivas e ineludibles restricciones, que al omitirlas causan verdaderos
desastres… como está aconteciendo en nuestra Patria. Más adelante copio las
enseñanzas del magistral teólogo Padre Santiago Ramirez O.P. en su libro “Pueblos y Gobernantes al servicio
del bien común”, compartidas por el nacionalismo, que aclaran definitivamente este asunto.
El señor que
escribe el blog, no debió dar cabida a esas infamias en su blog, porque así, de
alguna manera las comparte. Además se considera “independiente”, o sea neutro,
equidistante, ambiguo, respecto al nacionalismo, en medio de una batalla donde los
argentinos luchan por Dios y la Patria.
Esta postura es característica de los liberales que
consideran todo opinable, cambiable y ‘dialogable’, y que nadie, por tanto, es
dueño de la verdad, que cada uno se crea a su antojo. Para ellos no tiene
sentido luchar por la Tradición argentina.
Hoy en
nuestra Patria, dominada por el liberalismo (unitarismo,) los argentinos
debemos combatirlo y eliminarlo del país con las banderas federalistas
(nacionalistas), arraigadas entrañablemente en la realidad nacional. El
nacionalismo permite ciertas variantes, de acuerdo a las circunstancias, pero
ferreamente es inconmovible en la defensa de la real Tradición histórica
argentina, por lo cual debe desaparecer la ideología liberal. Sin opciones medias,
sin eludir responsabilidades, definidamente, ardientemente; el dilema para los
argentinos es irrenunciable; o liberales o nacionalistas sin aditamentos
ideológicos.
“PUEBLOS Y GOBERNANTES AL SERVICIO DEL BIEN
COMÚN”.
PADRE
SANTIAGO RAMIREZ O.P.
(Euramérica, pg.105, negritas mías).
Del capítulo: “Virtudes y cualidades del ciudadano en
orden al Bien Común”.
B.- LA
PARTICIPACIÓN EN EL GOBIERNO A TRAVÉS DE LA ELECCIÓN ACTIVA Y PASIVA DE CARGOS Y
DE LA FISCALIZACIÓN DE LAS GESTIONES DE GOBIERNO.
En los regímenes democráticos y en las formas mixtas de
gobierno, tal como las concibe Santo Tomás, y que antes expusimos, deben además
los ciudadanos tomar parte en el gobierno por medio de la elección activa o
pasiva a los cargos públicos y por medio de la fiscalización de las gestiones
de gobierno. Para lo cual hace falta una
educación política y cívica considerable y una virtud poco común. Una cultura
patria muy desarrollada, conociendo su historia, su estilo, su carácter, sus
problemas actuales, sus posibilidades futuras, sus hombres e instituciones,
para poder ejercer convenientemente el derecho de voto o el de crítica y
fiscalización sin apasionamiento, con justicia, con oportunidad, con verdadera
competencia. Todo esto supone un nivel
cultural y de honradez cívica verdaderamente notables, que ojalá fuera real
y frecuente en todos los pueblos, aún en aquellos que se llaman democráticos.
Desgraciadamente,
la mayor parte de los hombres carecen de virtud y de cultura (1-2, q.96,
a.2). Además, en las grandes naciones, en que los problemas son muy copiosos y
complejos y las personas se conocen menos, es más difícil tener la competencia
necesaria para ejercer con garantías de acierto el derecho del sufragio.
En naciones pequeñas y habituadas secularmente a ese
régimen plebiscitario, como ocurre en los cantones suizos, especialmente en los
más pequeños, como Appenzel y Zug, la participación del pueblo al poder y a la
elección de todos los cargos públicos es sumamente beneficiosa. Pero
cuando el sufragio es venal, cuando la campaña electoral es violenta y
apasionada, cuando los agitadores se cuentan por millares sin que nadie les
venga a la mano, es más prudente limitarlo en cuanto a las personas electoras y
elegibles y en cuanto a los cargos o asuntos que se les someten, como observa
Santo Tomás con San Agustín.
“Si el pueblo
es virtuoso, ponderado y sumamente celoso del bien común, es conveniente
concederle el derecho de elegir sus propios gobernantes. Más si por el contrario
ese mismo pueblo se ha ido depravando poco a poco, de suerte venda sus votos y
encomiende su gobierno a hombres malvados y criminales, entonces es justo se le
prive de semejante derecho, que debe restringirse a una minoría de los mejores
y más virtuosos” (1-2, q.97, a. 1c). En tal régimen democrático o mixto con un pueblo virtuoso
y educado políticamente, la información y propaganda por mitines y conferencias,
radio, cine, prensa, folletos, pasquines, caricaturas, es muy costosa y
complicada, aunque a veces está muy expuesta a abusos si no se reglamenta desde
el poder. Más esta misma reglamentación no debe hacerse sospechosa de amaños
desde las alturas. +
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