Comentario copiado de
la revista “ULISES” de abril 1966; escrito por Louis Salleron.
La política ecuménica protestante es tan
invariablemente falsa que actualmente se puede definir su
accionar con estas mismas palabras de Salleron escritas en 1960. Hoy día otros ridículos
Ramsey visitarán el Vaticano con el mandil puesto, manifestación de supremo
ecumenismo.
EL PROGRESISMO EN ACCIÓN.
RAMSEY
S
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egún
informaron abundantes crónicas, el Arzobispo de Canterbury y Primado de la Iglesia de Inglaterra, Dr.
Arthur Michael Ramsey, efectuó una visita oficial al Sumo Pontífice, a fin de
dar unos pasos a favor de la Unidad Cristiana.
Venimos
observando que, mientras sólo de dar pasos” se trate –es decir, de viajar y
hacer turismo- o de darse ecuménicos abrazos
en algún monasterio católico con pensión completa, los protestantes
están encantados con este asunto de la
Unión de las Iglesias. Pero ¡guay! que se les poda quieran
dignarse revisar sus doctrinas heréticas! ¡Ah, no! Ellos nada tienen que
corregir. Son los católicos los equivocados, es la Iglesia de Roma la
intolerante la triunfalista, la anquilosada y la oscurantista. ¿No lo han
reconocido acaso los mismos “expertos” del Concilio Vaticano?
Sabiendo
de los aires de superioridad que se gastan los anglicanos cuando nos miran con
lágrimas y nos llaman “papistas” porque obedecemos al Vicario de Cristo,
tuvimos curiosidad por conocer a su representante, esperando encontrar en él
alguna grandeza espiritual que justificara aquel orgullo y aquella suficiencia.
Y
nos dimos con un viejito travieso y macaneador que, según informa La Nación del 27 de marzo,
tiene en su haber las siguientes genialidades: “El sexo es algo limpio y
divertido”; “La castidad no es una gran virtud”; “La mokini es el modo de
expresión de la nueva generación”… ¡Basta!
Sospechamos
que la unión con semejantes paparrucheros no hará ningún bien al catolicismo y
que por eso el Espíritu Santo la está demorando, hasta que vengan tiempos (y
agentes) mejores
Tratemos
de imaginar la reunión con el Papa. El fiel hijo de Enrique VIII (aquel otro
enemistado con la castidad por un ardiente motivo llamado Ana Bolena) no habrá
podido con su genio y habrá largado media docena de disparates, mezclando a los
dogmas con los Beatles, a la política con los Sacramentos y a la liturgia con
las bikinis; todo ante la mirada angustiada de Pablo VI.
Luego
de despedirlo, el Papa habrá corrido presurosa a su Capilla privada, habrá
cerrado las puertas y, cayendo de rodillas frente al Sagrario con los brazos en
cruz, habrá exclamado: “¡Señor! ¡Te lo suplico! ¡Antes de convertirlo al
catolicismo, convierte a este buen hombre al sentido común! ¡Porque… demasiados
locos tenemos ya en casa!”.+
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VATICANO II
Los
efectos del Concilio se verán más tarde. Por ahora sólo estamos viendo los
efectos de un ciclón, Un clero que hace lo que le da la gana, órdenes
religiosas en plena anarquía, seminarios donde se aprende la teología en
Teilhard de Chardin, la filosofía en Marx y la espiritualidad en Freud, un
clima general de modernismo y un progresismo que destruye la fe y las
costumbres, mina las instituciones, desorienta a las familiias… un espíritu de
iluminación gnóstica, panteísta, comunista, pacifista, que intenta transformar
a la Iglesia
en un hormiguero de sectas ridículas; todo esto y mucho más se nos ha convertido en algo tan natural, que
ya ni lo notamos. El Papa si lo advierte. Y cuando nos habla de sus
preocupaciones “post-conciliares”, fácilmente podemos imaginarnos algunas…
¿Exageración?
No lo creo.
¿Pesimismo?
Los hechos son los hechos.+
Louis Salleron.