domingo, 3 de abril de 2016

LOS BORRACHOS GOBIERNAN EL MUNDO

¿Insólito? ¿Disparatado? ¿Increíble? Pero verdadero. Que los corruptos, fieles de Baco, Venus o Mamón,  gobiernen desde  la mayoría de los estratos políticos puede ser una novedad sólo  resistida por los abribocas encandilados por la TVBasura. Luego de la experiencia KK en nuestro país no deberían quedar incrédulos.  Es corrupto quien utiliza la política para provecho propio, desatendiéndose del Bien Común. Y cómplices  corruptos son también los que no la perciben o aceptan,  mirando para otro lado, como los legisladores y funcionarios KK.
Douglas Reed, en “La Controversia de Sión” (cap. 41), documenta la corrupción de los ‘aliados’ que gobiernan el mundo desde Yalta, en 1945, cuando los grandes jerarcas de  las potencias ‘libertadoras’, exaltados por el periodismo como los salvadores esperados de la novelita ‘rosa’, se apoderan del mundo.  Estando alcoholizados, entregaron media Europa a la barbarie comunista   y millones de personas a la muerte; gracias a la estrategia habilísima de papá Stalin, que sabía con los bueyes que araba. Pero corresponde una distinción; mientras los anglosajones estaban obnubilados, el ruso  dirigió el sainete fresco como una lechuguita obteniendo ampliamente lo que se había propuesto. Y si esta narración parece inaceptable, los acontecimientos del último medio siglo  convalidan la realidad de la  maniobra soviética. A continuación transcribo unos párrafos asombrosos,  escritos por Reed, de auténtica política internacional:

“E
n el momento de esta conferencia, los ejércitos anglo-americanos  estaban siendo retenidos en Europa para que los ejércitos rojos pudieran  empotrarse profundamente en el corazón de Europa. La enorme caída de la diplomacia Occidental (si la palabra no es demasiado cortés) de su alto nivel  anterior  fue mostrada claramente en la reunión de Yalta y la lectura de los archivos podría hacer anhelar a los occidentales de hoy, los antiguos días, cuando los plenipotenciarios y embajadores, en vestimenta formal y conciente de sus responsabilidades, se reunían dignamente para arreglar los asuntos de las naciones después de una guerra: en comparación con el Congreso de Viena y de Berlín, la conferencia de Yalta se parece a un concierto de fumadores en una taberna de mala clase.

Los líderes occidentales, ante la negativa del dictador Soviético para abandonar sus dominios, se reunió con él en Crimea; en las relaciones con asiáticos, esto es desde la partida una rendición. El presidente  norteamericano y su íntimo, el señor Hopkins, eran hombres moribundos, y en el caso del Sr. Roosevelt, esto quedo claro de los cuadros filmados en las noticias que las masas vieron; yo recuerdo la exclamación de espanto que salió de un público entre los cuales estaba. Algunos de los principales dignatarios se hicieron acompañar por parientes, por lo que el asunto asumió una visión de una excursión familiar, más bien como un escape bastante agradable de los pesados impedimentos de la guerra. Pero mucho peor fue el hecho que todos los visitantes fueron sujetos a (y muchos cayeron como víctimas de ello) uno de los trucos más viejos en negociación que se conocen en la astuta humanidad asiática: el uso del licor. [nota del blog: este método fue usado frecuentemente por los puritanos yanquis para estafar a los indios]. Un alto delegado, el Comandante General Laurence S. Kuter que representaba a la Fuerza Aérea de los Estados Unidos dice:

“El primer curso al desayuno fue un vaso de mesa mediano conteniendo… Coñac de Crimea. Siguiendo el brindis de honor y el coñac fueron repetidos sirviendo caviar y vodka allí… Luego se sirvieron cortes fríos ordenados… y con ellos un vino blanco… Finalmente, pequeñas manzanas duras de Crimea y con ellas dadivosos vasos de una champaña de Crimea bastante dulce… La última parte de este desayuno consistió en delgados y altos vasos de mesa de  té hervido, los cuales se acompañaban de copitas de coñac”. ¡Éste era sólo el desayuno!  ¿Cómo podría algún hombre con su estómago lleno de las sustancias descriptas anteriormente tomar una decisión racional o lógica en relación al bienestar de los Estados Unidos de América?…

Elliot Roosevelt, que fue con su padre a la conferencia, dijo que “prácticamente todos estábamos bebidos”. En la cena por la tarde, el Sr. Charles E. Bohlen que estaba presente como asistente del Ministro de Relaciones Exteriores e intérprete para el presidente Roosevelt, dijo de tales comidas que el Mariscal Stalin actuó  como anfitrión. La atmósfera de la cena fue muy cordial, y en cuarenta y cinco brindis todos estaban bebidos”.

En la cima de todo esto, el agonizante Presidente Roosevelt llegó a Yalta como el signatario del “Plan de Morgenthau”, diseñado por un agente soviético en su propio Departamento del Tesoro (el Sr. Harry Dexter White); y fiue acompañado por otro agente soviético, más tarde expuesto y declarado convicto, el Sr. Alger Hiss de su Departamento de Estado que en ese momento vital, era el consejero especias del presidente sobre los “asuntos políticos”. En el hecho, por consiguiente, el gobierno soviético estaba representado en dos lados de la mesa tripartita, y el resultado de la conferencia fue el resultado lógico”.