viernes, 25 de marzo de 2016

DOCTRINA NACIONALISTA
Jordán Bruno Genta
APÉNDICE  DEL LIBRO “EL NACIONALISMO ARGENTINO”, EDITORIAL CULTURA ARGENTINA.

A  PROPÓSITO  DEL  SOCIALISMO

 H
emos  demostrado  que el ateísmo sistemático es la raíz y la esencia tanto del Capitalismo liberal como del Socialismo marxista.  Hemos concluido también que el Socialismo marxista es el instrumento ideológico más eficaz para consolidar el Imperialismo Internacional del Dinero.
      Es un hecho notorio que la Revolución Rusa fue financiada a lo largo de su preparación y estallido final por la Banca Khun, Loeb y Co., cuyos directores incluían a Jacobo Schiff y Warburg, emparentados entre sí. Pero el hecho más significativo, de una coincidencia esencial, es que la construcción socialista de la Economía Soviética ha sido y continúa siendo obra de los mayores consorcios capitalistas de América y Europa, tanto en la parte financiera como en la parte técnica.
      El aporte soviético ha sido y es el trabajo forzado de la población, conforme a la imagen de la economía socialista que ha anticipado Lenin:
      “Toda la sociedad será una sola oficina y una sola fábrica, con trabajo igual, salario igual y condiciones iguales… Y esta disciplina  febril se hará extensiva a toda la humanidad” (“El Estado y la Revolución”).


      El Sr. Robert Klinck resume y comenta un importante libro sobre el tema en cuestión, “Western Technology and Sovit Economic Development”, 1917 a 1930, cuyo autor es el profesor Anthony Sutton, edición de la Hoover Institution on War, Revolution and Peace, Universidad de Stanford, año 1968.
      “En esta estudio cuidadosamente documentado, basado en informaciones de múltiples fuentes, ha mostrado que la idea  de la construcción socialista de la economía soviética es una pura ficción.  No ha sido el genio de Lenin ni el de Stalin, ni el celo de los trabajadores bajo la Dictadura del Proletariado, ni el grandioso Plan Quinquenal, los que han reconstruido el aparato productivo de Rusia. Esto fue realizado por esos mismo supercapitalistas que los bolcheviques declaran ser sus enemigos mortales”.
      Su análisis ha conducido a Sutton a concluir que el Primer Plan Quinquenal, comenzado en 1928, era un mito creado por la propaganda, en el sentido de que casi todos los proyectores mayores comprendidos en el plan fueron concebidos por Compañías Americanas”. Más adelante agrega: “Por lo menos el 95% de las estructuras industriales soviéticas han recibido ayuda de las Compañías del Oeste”.
      Las concesiones se hicieron en la forma de mecanismos contractuales, por los cuales las firmas americanas y europeas, organizaban y financiaban a las empresas industriales, dejando su aplicación a organismos soviéticos. En otros casos se agregaba la ayuda técnica.
      Veamos, por ejemplo, lo ocurrido con la explotación del petróleo. Desde el año 1921, el gobierno soviético importa cantidades masivas de equipos de explotación, suministrados por la International Barnsdall Corporation y la Lucey Manufactruring Co.
      En el mismo sentido, Hill Electrical Drill (USA), EMSCO (USA), la Metropolitan Vickers (auxiliar británica de la Westinghouse) y la General Electric, participaron ampliamente en el equipamiento de los campos de petróleo de Baku y de Grozny. Se financiaron también las refinerías y las obras hidroeléctricas.
      Lo mismo ha ocurrido con la explotación del carbón, del hierro, del cobre, del aluminio, con la industrialización de la agricultura, de la madera, con la producción de maquinarias y de energía eléctrica. Numerosas compañías americanas europeas y japoneses  han obtenido concesiones para el desarrollo de la economía socialista en Rusia. Loa nombres más representativos de la plutocracia internacional, como Rockefeller, Tyssen, Rathenau, figuran en la promoción de la economía soviética.
      No es paradójico, sino que responde a la más pura lógica de la identidad, la decisiva contribución de la plutocracia internacional al triunfo, consolidación y  expansión del Socialismo marxista o Comunismo ateo.           
      La perfecta coincidencia entre Capitalismo liberal y Socialismo marxista, explica la coexistencia pacífica y el pluralismo ideológico que se proclama  oficialmente en la  en la actualidad; pero nada puede ilustrar mejor las dos caras de la misma moneda falsa, con la confrontación gráfica del programa marxista con el que expuso el plutócrata Rathenau en sus dos obras: “In Days to Come” (1917) y “The New Economy” (1918):

Marx: 1. Abolición de la propiedad privada. Un impuesto sobre la renta, progresivo y arrasador.
Rathenau:  1. Toda propiedad privada deberá ser abolida progresivamente por las tasas sobre la propiedad y el impuesto sobre la renta.

M: 2: Abolición del derecho de herencia.
R: 2. El derecho de herencia reducido al extremo.

M: 3. Centralización del crédito en manos del Estado.
R: 3. El Estado en su calidad de banquero absorberá  todo el beneficio neto de la industria tasando el consumo, la renta y la propiedad.

M: 4.Centralización de los medios de transporte y comunicación en manos del Estado.
R: 4.  El Estado llegará a ser centro de la Economía.

M: 5. Aumento del número de usinas del Estado y de los medios de producción.
R: 5. Todo lo que se realice en la sociedad será hecho por el Estado y para el Estado.

M: 6. Obligación igual para todos los trabajadores.
R: 6. Pleno empleo y nivelación de todo trabajo humano.

      El aporte del Socialismo marxista a la reconstrucción de la economía,  es la provisión de servicios y seguridades por medio de un aparato técnico que se monta a través de la organización y la adaptación dirigidas. En el mejor de los casos lo que aporta  es seguridad, pero sin libertad. La socialización ahoga la personalidad, la libre iniciativa, el espíritu de empresa y de aventura, toda distinción, en aras de  una nivelación igualitaria, masiva, anónima, impersonal. El pueblo degrada en plebe  y la persona en un robot.

      Una política realista no puede fundarse en el hombre egoísta del liberalismo individualista, ni en el hombre gregario del Socialismo marxista. Su fundamento inmediato es el hombre esencial y su meta es el Bien Común temporal en la dirección del Bien Común trascendente y eterno. +