miércoles, 23 de agosto de 2017

Transubstanciación
LA PALABRA DEFINITORIA, ‘MUY CATÓLICA’, DEL MISTERIO SOBRECOGEDOR.
Por aceptarlo y adorarlo, fueron torturados brutalmente y asesinados  miles de católicos, a mano de   los protestantes, en la Inglaterra de la pseudo-Reforma anglicana; durante la sanguinaria Inquisición protestante, tan esmeradamente ocultada por la Historia “oficial”.
¿Tendremos fortaleza moral y fe íntegra, si fuera necesario  imitar a esos mártires?
 Personalmente, sin la ayuda divina, me sería imposible.
El odio asesino protestante se renovó en la España republicana, cuando era común oír a los rojos blasfemar contra la Sagrada Hostia;  testimoniando así, indirectamente,  su verdad.
Pero, ¿qué pensarán de la Transubstanciación los Papas que, por ejemplo. entregaron la Sagrada Hostia a los de Taizé? ¿O los curas que en tantas oportunidades la reparten a los fieles indiscriminadamente, como si fuesen golosinas, ante el regocijo popular?
Hoy día tanto el “progresismo” cristiano como el “progresismo” ateo coinciden en desacralizar el Sacramento de la Eucaristía.
Recientemente, al fin de la celebración de un matrimonio Novus
 Ordo, el sacerdote, allegado a Mons. Laguna,  hizo comulgar a los contrayentes y a los padrinos. Me consta que  no sabía o no le interesó saber si la recibían dignamente. ¿Habrá leído la advertencia de San Pablo?
 Me aterra pensar en caer en esas manos

Copio del libro
“LA MISA CATÓLICA”
DE PAUL AULAGNIER,
El Capítulo: “La Presencia Real”

L
a segunda proposición que debemos recordaros es la siguiente: todo sacrificio exige una víctima. No hay sacrificio sin víctima.
      Ahora bien ¿Cuál es la víctima del Santo Sacrificio de la Misa? Es Nuestro Señor Jesucristo presente verdadera, real y sustancialmente, bajo las apariencias del pan y del vino. Esta es la segunda proposición que creéis y que es necesario creer para ser católico. Es un artículo de fe divina, católica, definida. Por lo tanto, quien niegue obstinadamente tal proposición es HEREJE.

La Iglesia, lo sabéis, para justificar su Fe invoca la Sagrada Escritura, la Tradición Apostólica…

La SAGRADA ESCRITURA: la Iglesia recuerda naturalmente la frase y la afirmación de Nuestro Señor Jesucristo: “ESTE ES MI CUERPO, ESTA ES MI SANGRE”. Y la Iglesia aclara bien, en particular en el Concilio de Trento, que esas frases no pueden ser interpretadas en un sentido simbólico sino que debe interpretarse en sentido literal, a la letra.

La Iglesia recuerda también lo que San Pablo dice a los Corintios:

Por tanto examínese a sí mismo el hombre, y, de esta suerte, coma de aquel pan  y beba de aquel cáliz, porque quien lo come y bebe indignamente, se traga  y bebe su propia condenación, no haciendo el debido discernimiento del Cuerpo del Señor” (1 Cor. 11,28).

Del mismo modo San Pablo dice:

“El cáliz de bendición que bendecimos ¿no es la comunión de la Sangre de Cristo? Y el pan que partimos ¿no es la participación del Cuerpo del Señor? (1 Cor. 10,16).

La Iglesia invoca no sólo la Sagrada Escritura sino también la TRADICIÓN APOSTÓLICA; San Ambrosio, San Juan Crisóstomo, San Agustín. Todos los Padres afirman la Presencia real y substancial de Nuestro Señor Jesucristo en la Sagrada Eucaristía.
     
Y es menester recordaros asimismo que Nuestro Señor Jesucristo está presente en la Eucaristía todo entero con su Cuerpo, Sangre, Alma, Divinidad y Humanidad. Esta presente, como sabéis, todo entero bajo cada una de las especies.

Esta presente con su Cuerpo bajo las especies del pan: “ESTO ES MI CUERPO”. Santo Tomás de Aquino dice en la Suma: “…vi verborum”… en razón misma del poder de las palabras de la Consagración pronunciadas por el sacerdote “in persona Christi”.

Pero Nuestro Señor Jesucristo está presente bajo las especies del pan, no sólo con su CUERPO sino que también está presente bajo las especies del pan con su Sangre, con su Humanidad, con su Alma y si Divinidad. Y ¿Porque esto? En razón no de las formas del Sacramento sino por “concomitancia”, y el Concilio de Trento lo explica muy bien: porque la Sangre, Alma y Divinidad son inseparables del Cuerpo, todas estas cosas estarán también en el Sacramento, no en virtud de la Consagración sino por la unión que tienen con el Cuerpo, o como dicen los teólogos: “por concomitancia”.

Por lo tanto Nuestro Señor Jesucristo está presente todo entero en la Eucaristía, y, de esta afirmación se deduce necesariamente una verdad en la cual la Iglesia insiste mucho, o sea, la conversión de la sustancia del pan en la sustancia del Cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo, la conversión de la sustancia del vino en la sustancia de la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo. La Iglesia explica esta conversión, ese cambio sustancial mediante una palabra muy apropiada, muy católica y de todos conocida, esa palabra es TRANSUBSTANCIACIÓN.

Os recuerdo la fe católica. En efecto, si leéis la Sesión XIII del Concilio de Trento, esa magna obra de la Iglesia, veréis que la Iglesia consagra dos cánones de esta Sesión XIII a la Eucaristía:

“Si alguien niega que en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía están contenidos verdaderamente [grabad bien estos términos] real y substancialmente, el Cuerpo y la Sangre conjuntamente con el Alma y la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, y por consiguiente Cristo todo entero, y si dice que sólo están en él en signo, o figura, o virtualmente: sea anatema”.

El canon segundo nos habla explícitamente de la conversión, del cambio de la substancia:

“Si alguien dice que en Santísimo Sacramento de la Eucaristía permanecen la substancia del pan y del vino conjuntamente con el Cuerpo y la Sangre de Nuestros Señor Jesucristo [lo que la teología protestante llama “empanación”] y niega esta conversión admirable y única, de toda la substancia del pan en su Cuerpo y de toda la substancia del vino en su sangre en tanto que permanecen solamente las apariencias del pan y del vino, conversión [grabad bien esto…] que la Iglesia Católica llama de manera sumamente apropiada TRANSBSTANCIACIÓN: sea anatema”.

Tal es la fe católica sobre este punto segundo, sobre la Víctima de nuestros altares, Nuestro Señor en su Divinidad, en su Humanidad substancialmente presente.+

    



1 comentario:

  1. Quisiera hacer unas aclaraciones y pido sean reflexionadas.
    Para que haya Transubstanciación es necesario que haya Sacerdocio legítimo y válido (cosa que desde 1968 con los cambios introducidos en los Rituales de Consagración de Obispos y Ordenación de Sacerdotes, por Montini, alias Pablo VI, ha dejado de existir: de esto hace ya casi 50 años).
    Además la Santa Misa o Renovación incruenta del Sacrificio de la Cruz ha sido reemplazada por la Cena del Señor o Sinaxis sagrada, también -vaya coincidencia- por el mismo Montini, con lo cual quita los obstáculos que impedían la entronización de Humanismo-naturalismo y todas las aberraciones de las que somos -no solo nosotros- conocedores hasta el hartazgo: El Santo Sacrificio y el Orden Sacerdotal. Ahora bien, sabido es -aunque muchos han olvidado las lecciones del Catecismo- que el Papa es INFALIBLE tanto en su Magisterio Extraordinario como en el Ordinario, pues SIEMPRE está asistido por el Espíritu Santo para CONFIRMAR en la FE a toda la Iglesia, según aquella Promesa de Jesucristo a San Pedro: "he rezado por tí para que tu Fe no desfallezca" (se entiende "en todo momento"). Por tanto es IMPOSIBLE que un Papa pudiera caer en herejía, pues si es hereje NO ES Papa, pero Montini rubrica todo eso "autoridad apostólica", y como no es posible para un Papa errar en materias de Fe, Moral y Costumbres, se desprendre -como fruta madura- que Montini NUNCA fue Papa y NUNCA tuvo "Autoridad Apostólica" porque ha errado él en la Fe.
    Dicho esto se concluye que la secta conciliar fundada por Roncalli-Montini hasta el actual impío y embaucador Bergoglio NO PUEDE SER la Iglesia Católica fundada por Jesucristo, ni haber en ella ni verdadero Sacerdocio ni verdaderos Sacramentos...y por supuesto ni hablar de Transubstanciación.
    Conviene recordar que en el Sacramento de la Eucaristía no interviene la Fe del creyente para que se realice el cambio completo de las substancias de pan y vino en el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo, sino las palabras que dice un verdadero sacerdote "in persona Christi" en la verdadera Misa, por tanto en la secta conciliar sin Misa ni Sacerdocio NO HAY Eucaristía.

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