LOS GRANDES PSICÓLOGOS DE MI INFANCIA!
(CINTO, CUCHARA, SANDALIA, ESCOBA)
¡Y LAS
CONSULTAS ERAN GRATIS!
¡¡¡Ay, si de pibe y en
mi temprana adolescencia me habrán venido a ver estos "Psicólogos"!!!
Por supuesto: A mis hermanos también los visitaban... Los tres éramos medios bravos,
¿vio? Mucha fogosidad e ímpetu, si no rebeldía y orgullo...
Enfrentados con tal actitud nuestra, la sana Virtud de Caridad
---de Verdadero e Intenso Amor--- de nuestros preocupados Padres por nosotros
---sus tan a menudo pícaros y tunantes hijos--- los llevaba a traernos estos
"Psicólogos", para que nos "ayudaran".
Estos no eran "Profesionales" de muchas
palabras pero sí de intensa acción, de tarea vibrante y
enérgica, y ¡siempre venían de la mano de los Viejos!
De nuestros queridísimos Viejitos del Alma ---que en paz
descansen---, que porque tanto nos amaban y querían criarnos derechos para
que un día fuéramos hombres de bien, con frecuencia se ayudaban de
estos Señores "Psicólogos", que eran tan, pero tan
eficientes en lograr que finalmente razonáramos y eligiéramos lo
correcto, y así mantuviéramos el buen rumbo...
Y cuando, en una de ésas, pasaba que nos desviábamos de este
beneficio, precipitándonos del orden al caos, inexorablemente estos Tan
Eficientes "Profesionales" ---de la mano de Papá o de
Mamá--- volvían a nosotros, y
nos dejaban el calorrrr de su visita...
Y, de corazón: ¡Gracias a Dios por cada una de esas visitas que
recibimos de estos "Psicólogos", quienes en la etapa inicial de
nuestras vidas tanto lograron asistiendo a mis hermanos y a mí a mantener
el correcto rumbo.
¡Gracias a Dios!
Y ¡Gracias, Viejitos del Alma! Sin estos
"Psicólogos" de cuyos servicios Ustedes no infrecuentemente nos
proveían, realmente no sé adónde habríamos ido a parar...
Aún así: ¡Ay! ¡Ay!
¡AAAyyy! ¡Mi nalga todavía recuerda el "accionar" de estos
"Grandes Psicólogos", cuyas consultas eran gratis!
Al presente, ¡pobres chicos!,
¡pobres jovencitos de hoy día! Ya no tienen la eficaz y tan necesaria ayuda que
brindaban estos Señores "Profesionales".
¡Y, lamentablemente, así les va...!
P. Ruben Horacio Gentili
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