SOBRE MALVINAS ARGENTINAS.
Transcribo textualmente
un folleto con una versión inédita, --según creo--, de la guerra inconclusa de
Malvinas. La narración se basa en el “BESO DE LA MUERTE”, parodia del sacrílego
beso de Judas.
Durante los
inciertos momentos anteriores a la invasión a Malvinas, Menachem Begin –famoso
terrorista y asesino sionista-- aplicó sobre el gobierno argentino una táctica
perversa, --que usaron frecuentemente los sionistas en otras ocasiones--, donde
el “beso” fue figura de hipócrita amistad y camaradería entre los sionistas y los
argentinos, en lucha conjunta contra un supuesto enemigo común: Inglaterra, para
recuperar las Malvinas. Hipócrita porque los sionistas eran, en realidad,
aliados a los ingleses y enemigos de los argentinos.
Los militares
argentinos, --y en general toda la “casta” dirigente—actuaron y actúan desconociendo
nociones elementales de política internacional.
Las desconocen u obvian –por ignorancia y por miedo, --o por ser
masones--, cayendo siempre en la trampa enemiga como chorlitos; y confirmando
la tradicional felonía del cipayismo liberal. Así engañaron a Galtieri, según esta
narración, quien cometió el enorme error político de confiar en sionistas y
norteamericanos. ¡ Cría cuervos y te sacarán los ojos !
Begin “besó” a
Galtieri , lo aduló y le prometió respaldo bélico para que declare la guerra, que
beneficiaba a sionistas y anglo/yanquis, como los acontecimientos posteriores
confirmaron. Llegó el momento glorioso de la invasión y a la par de ella, llegó
la traición de Begin, abjurando de sus promesas. Recién entonces comprendió Galtieri –demasiado
tarde—que los sionistas son los aliados naturales de los anglo/yanquis, y que
la diplomacia argentina está determinada por la masonería, contra los intereses
nacionales.
Este “ dulce
beso ” de la muerte, tiene, además, una intención aviesa, pues insinúa una tácita
o abierta amenaza: si los besuqueados no acceden a los reclamos sionistas, caerá
sobre ellos el poderío financiero aniquilador; y el periodismo los acusará de “ antisemitas ”; término fantasioso que,
como es sabido, es la exclusión social y política del inculpado en todos los
medios oficiales.
Hasta los
poderosos magnates de la “democracia y la Libertad” accedían sumisamente a los
mandatos sionistas. Chaim Weismann “besuqueaba” habitualmente a los líderes
aliados, principalmente a Roosevelt y Churchill, obteniendo beneficios injustos
para el naciente Estado de Israe ; que
causaron el terrible genocidio de los palestinos, durante decenas de años.
A continuación
el texto íntegro del folleto:
COMO BEGIN DIRIGIÓ A
GALTIERI
PARA QUE OCUPARA LAS
MALVINAS.
(Informe confidencial de Inteligencia de la LIBERTY LOBBY
del 29 de junio de 1982. Esta prestigiosa entidad norteamericana, con sede en
Washington, EEUU , publica el periódico “The Spot Light”, con un tiraje superior
a 500.000 ejemplares semanales donde colaboran
frecuentemente senadores y diputados del Congreso de los EEUU. La sede de dicha
entidad está ubicada en 3000 Independence Ave. Washington DC 20003. El
documento transcripto es una traducción del original en inglés).
En su mayor parte, la fuente de información de lo que a
continuación se transcribe es producto de un organismo de inteligencia de un
país árabe, que no ha reparado en gastos para reunir dicha información, y que
ha sido suministrada al Consejo Político de la Liberty Lobby con un pedido de
que sus miembros hicieran el mejor uso posible del mismo.
Una investigación independiente, sobre algunos de los aspectos abordados en el
presente informe, llevó al convencimiento del Liberty Lobby de que la información
es exacta.
Durante la 2ª Guerra
Mundial Menachem Begin era un
oficial de las fuerzas comunistas
(rusas), que invadían su Polonia natal desde la Unión Soviética. Se destacó en
la tarea de lanzar granadas a los agricultores polacos y a tirotear a los
prisioneros polacos desarmados, con una ferocidad tal que
asombraba aun al más duro de sus compañeros “comisarios” soviéticos. En esos
tiempos Begin decía que disfrutaba tomando revancha de los polacos porque “a
los polacos no le gustaban los judíos y eran peores que los alemanes”. El
Kremlin debe haber tenido en alta estima su desempeño, ya a ser que en un gesto sin precedentes, fue
licenciado –con honores y medallas—y llevado secretamente fuera del país.
Pocos meses después, Begin se encontraba vistiendo el
uniforme de Su Majestad Británica. De un soldado rojo, había pasado a ser un
soldado del Reino, con la total aprobación del Kremlin. Aparentemente los
británicos no le ofrecieron la oportunidad de masacrar a una cantidad suficiente
de personas, y por lo tanto Begin desertó y retomó su carrera de asesino en
Palestina.
Con la ayuda de la Unión Soviética, Begin organizó una
banda de terroristas sionistas conocida como “Irgun”, y otras, como la banda
“Strern”. Los soviéticos le suministraron armas, a través de su satélite
Checoeslovaquia, y pronto Begin pudo embarcarse en una embestida de atentados
terroristas con explosivos, torturas y ejecuciones de soldados británicos, y en
una masacre en gran escala de los indefensos nativos de Palestina.
La ola de terror llevó a la imposición del régimen
sionista en Palestina y a la expulsión de la mayoría de los palestinos. Los
Estados Unidos, que habían apoyado a Begin con dinero, y los soviéticos con
armas, reconocieron inmediatamente al nuevo régimen como a un Estado y ambos
trabajaron frenéticamente para su admisión en las Naciones Unidas.
Las bandas
terroristas se hacen gobierno.
A partir de aquellas épocas violentas, los grupos terroristas de Begin han
aumentado y prosperaron, formando una red de agresión y subversión mundial,
totalmente apoyada por el Estado de Israel. La
Liga Antidifamatoria (EEUU),
la Liga de Defensa Judía (EEUU) y el
Mossad (Servicio secreto israelí) son sólo tres de las agencias de propagación
del terrorismo israelí que operan en todo el mundo.
La obsesión de Begin de asesinar a la gente “que no quiere a los judíos” se
ha convertido en la política oficial israelí. Sucesivos primeros ministros
israelíes y funcionarios han reiterado que Israel “se reserva el derecho de
tratar con cualquiera y en cualquier lugar que sea hostil a los judíos o a
Israel”, una licencia que los protege tanto de los palestinos que objetan ser
masacrados y expulsados de su país, como de las críticas del New York Times. El
Mossad tiene un cheque en blanco
para implementar esta política.
Una política como ésta, puesta en práctica por cualquier otro país,
provocaría la indignación mundial. La unica razón para que esto no suceda es el
fuerte control sionista sobre los medios de difusión y los “cristianos”
descarriados.
Argentina en la lista de golpes de Begin.
Fue esta estrategia la que seleccionó a Argentina como un blanco a ser
destruido por el Mossad. Durante años el régimen israelí sintió que el medio
millon de judíos residentes en Argentina no gobernaba suficientemente ese país,
y eso era un acto hostil en contra de Israel. Las Agencias internacionales
judías incentivaron una tormenta de odio contra la Argentina: violaba derechos
humanos, era antisemita, daba refugio a los nazis, estaba lista para construir
bombas atómicas, y era, --por lo tanto—una amenaza para el mundo.
Esta conocida letanía de quejas, fielmente reproducidas por el mundo
periodístico, es habitualmente acompañada por sanciones de las “democracias
mundiales”, de ambos lados de la Cortina de Hierro y por la desaprobación de
los Bancos internacionales. Generalmente
es suficiente para hacer derrocar a los gobiernos “hostiles”. Por alguna razón
esto no ocurrió en el caso de Argentina. Los israelíes habían juzgado mal a los
argentinos, gente orgullosa, poco acostumbrada a someterse a las presiones
externas o al soborno. El país es rico y puede soportar las sanciones
internacionales impuestas por los “directores” del mundo.
El “beso de la muerte” de Begin.
La política palestina de no “hacer tratos” con Israel está basada más en la
experiencia y en el afán de supervivencia que en la intransigencia. Luego de
años de haber observado que todos aquellos que habían hecho tratos con Israel
llegan a fines lastimosos, desde Somoza hasta el Sha de Persia, los palestinos
decidieron hace mucho tiempo que era más seguro pelear que hacer tratos. La
experiencia palestina, aparentemente, nunca fue tomada en cuenta por el
Presidente Leopoldo F. Galtieri, de Argentina. Éste, que exitosamente resistió
la presión externa e interna que intentaba derrocarlo, no pudo resistir la
adulación barata y los ardides.
Cuando Begin observó que el gobierno argentino no caía en pedazos, bajo los
repetidos golpes dela “ignominia mundial”, optó por la táctica del “beso de la
muerte”. En lugar de atacar a sus enemigos, formuló propuestas amistosas llenas
de tratos y promesas. De Gaulle las recibió, Batista las recibió, así como
Somoza, el Sha y media docena de los llamados líderes derechistas de todo
el mundo, quienes corrieron hacia sus brazos israelíes por el solo privilegio
de no ser llamados antisemitas.
Begin envió emisarios a Galtieri, con un mensaje especial: que los
israelíes miraban con toda simpatía la lucha argentina en contra del
colonialismo británico. Begin le recordó a Galtieri, durante una conversación
telefónica en febrero de1982, que él también había luchado contra el
imperialismo británico y que él personalmente había colgado a muchos de sus
exponentes (una referencia a cómo Begin había colgado a soldados británicos, en
Palestina, en los años 1940).
Galtieri no podía creer lo que escuchaba y su sospecha inicial fue superada
por la alegría de oír la voz de un simpatizante.
Begin habló insistentemente acerca del honor de Argentina e incitó Galtieri a que “llevara a cabo el glorioso
destino de Argentina en Las Malvinas ” . Begin prometió que sus emisarios trabajarían
en un tratado para que Argentina lograra su objetivo.
El estímulo.
Begin llamó a Galtieri en otras tres
ocasiones durante el mes de marzo de 1982 . Le dijo que él había sido
responsable por el repentino contacto amistoso realizado por el Departamento de
Estado durante el mes de enero . También le dijo que “mantendría a los Estados
Unidos del lado de Argentina”.
Los diplomáticos argentinos en EEUU confirmaron que habían sido cortejados por el Departamento de Estado y agasajados por Jeane Kirkpatrick, de quien Begin se jactaba
que harían cualquier cosa por Israel.
Begin prometió proveer armamento y repuestos para la Fuerza Aérea
Argentina, apoyar a Argentina en su disputa territorial con el país vecino
Chile, y proveer información secreta confiable en cuanto a la reacción
británica frente a la ocupación de Las Malvinas, así como también apoyo
norteamericano y soviético en el incidente (una velada referencia a las
ligaduras de Begin con el Kremlin).
El grupo árabe en la Argentina, enterado del trato inútilmente intentó
persuadir para que rechazara cualquier propuesta de Begin. Una delegación islámica previno a Galtieri
de que Begin estaba conduciendo a la
Argentina a “ aguas profundas que pueden
resultar la sepultura acuática de su gobierno “.
La delegación le advirtió también
que los países islámicos y tercermundistas no podrían apoyar los legítimos
reclamos de Argentina en lo que se refería a Las Malvinas , si Galtieri se ajustaba al plan pergeñado por Begin.
Galtieri desechó estas advertencias y continuó embelesado con el
“canto de sirena” que Begin le hacía
escuchar. Aquellos miembros de la cúpula
militar argentina que expresaron sus reservas fueron enviados a puestos lejanos
o separados de sus cargos .
En una reunión de la Junta, realizada en abril, Galtieri dijo que el apoyo de Israel haría inevitable
que la Argentina recobrara Las Malvinas “ sin ninguna reacción británica ”. La
inteligencia israelí continuó informando , a los diplomáticos argentinos en Londres,
que la economía británica se encontraba en un estado tan peligroso que ni
siquiera una fragata sería enviada a Sud América . En lo que se refiere a los
Estado Unidos , los agentes del Mossad
en ese país elaboraron una compleja patraña para engañar a los argentinos.
Durante numerosas y espléndidas cenas los argentinos recibieron seguridades
por parte de agentes israelíes actuantes en el Departamento de Estado y que
supuestamente obraban como leales diplomáticos norteamericanos, de que los EEUU
estaban obligados no solo por la
Doctrina Monroe, sino también por
el Tratado de Río (TAR).
¿Qué debía dar Argentina a cambio de todos estos favores? Simplemente
brindar una mayor porción de poder a los judíos residentes en Argentina , y
unirse con los otros regímenes derechistas de Latinoamérica para apoyar a
Israel en las Naciones Unidas. Galtieri y los restantes miembros de qiela Junta
pensaron que era poco el precio que debían pagar por una victoria que los
afianzarían en el poder para siempre.
Cumpliendo con su palabra Begin hizo posible que los diarios detuvieran la
publicación de historias de horror sobre la Argentina. Los principales críticos
del gobierno argentino, tales como Jacobo Timmerman y Amnesty Internacional,
ésta con sede en Inglaterra, repentinamente y por obligación se mantuvieron en
silencio. Evidentemente tenían órdenes en tal sentido.
En una semblanza especial relativa a los miembros del Junta, preparada por
el Mossad, Begin fue informado, --entre otras cosas—que “por lo general los
derechistas latinoamericanos, ansían la respetabilidad y harían cualquier cosa
por lograrla”.
La Junta estaba eufórica. Habían recuperado la respetabilidad, gracias a
los administradores de la respetabilidad: la prensa controlada por el sionismo.
Triples Negociaciones.
Galtieri y sus colegas desconocían el paquete de proposiciones hechas “a
medida”, que fueron ofrecidas por Begin a los enemigos de la Junta, y
considerablemente reñidas con las promesas formuladas a ésta.
El gobierno británico recibió información vital sobre cada aspecto de las
aptitudes militares argentinas; varios códigos diplomáticos y militares fueron
secretamente entregados a los británicos por agentes sionistas operantes dentro
del gobierno argentino.
El trato era que Margaret Thatcher podría utilizar una guerra de poco
riesgo para recuperar alguna popularidad, la cual se encontraba en su punto más
bajo.
Habría mucho dinero para aquellos que apoyaran el gobierno de Thatcher y a ella le interesó la idea de ser la heroica
doncella que asesinaba al monstruo fascista anti-británico.
A cambio de estos favores, Begin deseaba la cabeza de lord Carrington,
Ministro de Relaciones Exteriores británico, quien persistentemente criticaba a
Israel, a fin de obtener el comercio árabe para Gran Bretaña.
Aun cuando repetidamente se le había dicho a Begin que la crítica de
Carrington era un engaño para obtener
dólares árabes, temía que la actitud de
Carringon fuera contagiosa y por lo tanto debía ser detenida.
Carrington recibió diferente información secreta que la Thatcher. Se le
informó que los argentinos estaban llenos de machismo y que
fanfarroneaban, que la amenaza de invasión era sólo una cortina de humo para
distraer a las masas de sus problemas.
Caringon, muy familiarizado con la maestría británica de proveer a las masas de su país con pomposas distracciones,
aceptó prontamente la información secreta inspirada por el Mossad. Thatcher,
por su parte había aceptado sacrificar
a Carrington, en aras de sus propios
fines.
Dirigentes peronistas radicados en España fueron contactados por los agentes
secretos del Mossad, y se les suministró –en términos poco crípticos—la noticia
alentadora de que su regreso al país podría estar cercano, requiriéndoles que
recordaran que le deberían un favor a Israel cuando lo hicieran.
En realidad, los israelíes tenían ya un equipo seleccionado, listo para
tomar poder, una vez que la Junta dimitiera, completamente ajena a los
objetivos peronistas. Begin pensó que no sería perjudicial, de todas maneras,
revolver el avispero en las agitadas aguas de la política latinoamericana, con
el propósito de sembrar confusión. El
escenario estaba dispuesto y la trampa lista.
Argentina atrapada.
En la víspera de la ocupación argentina de Las Malvinas, Haig, Thatcher y
Begin compartían un solo temor: que los argentinos se acobardaran y abandonaran
la expedición. Begin llamó a Haig, instándolo a que asegurara a los argentinos
el apoyo de los Estados Unidos o, en última instancia su neutralidad.
El secretario de Estado Haig, obligado como siempre lo estuvo respecto a
todas las exigencias israelíes personalmente aseguró el apoyo de EEUU hacia la Junta.
No bien el último de los soldados argentinos desembarcó en Las Malvinas,
Haig cambió súbitamente de actitud, ante el asombro desesperado de Galtieri .
Pero la suerte estaba echada. Era demasiado tarde para cambiar el curso de los
acontecimientos y la Junta nerviosamente aguardó las consecuencias de su
acción.
A medida que las promesas de Begin se desmoronaban , Galtieri impacientemente
llamó a Begin y le solicitó que mantuviera su palabra. Begin lo tranquilizó, en
la misma forma que los médicos le hablan a sus pacientes agonizantes: con un
jovial “ Ya te pondrás bien , Leopoldo ”.
Una guerra indispensable.
Una creciente cantidad de integrantes de la cúpula militar argentina tuvo
la incómoda sensación de que habían sido engañados. Esto no era una buena
noticia para la Thatcher ni para Begin; la guerra en el Atlántico Ser era
indispensable para ambos. Begin estaba tan preocupado por la posibilidad de que
Galtieri fuera derrocado antes de que Gran
Bretaña atacara las islas, que ordenó a la totalidad de la población judía en
Argentina que se lanzara a las calles de Buenos Aires y demostrara su apoyo
hacia la Junta , hacia la ocupación y hacia la guerra contra los británicos .
Galtieri aprovechó esta demostración
para convencer a sus escépticos colegas de
que no había sido engañado.
Cuando un coronel de la inteligencia militar argentina presentó pruebas de
que Begin había ordenado esa manifestación y puesto de relieve la sospecha de
que tales manifestaciones obraban deslealmente , así como sus deleznables
motivos Galtieri relevó a dicho coronel y a algunos de sus subordinados.
Para asegurar la guerra, Begin instó a Haig para que pusiera en escena un
“show de idas y vueltas” “a la Kissinger” y para que actuara como un honesto
negociador, manteniéndolo en eso el tiempo suficiente para permitir que la
armada británica llegara a la escena. Haig se prestó a desempeñar esta
pantomima con gran gusto, al tiempo que simultáneamente, entregaba material
sofisticado para el aparato bélico británico y proporcionaba la información
adquirida por los satélites estadounidenses y aviones espías que sobrevolaban
Las Malvinas.
Una derrota humillante derrocaría a la Junta y dejaría su lugar a un nuevo
gobierno orientado en favor de la Trilateral. Haig consideró esta trama como un
motivo de orgullo y llamó a su mentor, Kissinger para su aprobación. El secretario
de Estado de Rockefeller verbalmente lo felicitó. Más tarde, ese mismo día Haig
recibió una llamada telefónica del propio jefe : David Rockefeller, quien le dirigió
un cumplido por sus cualidades de estadista e insinuó que podría alguna vez ser
un buen presidente. Haig se sintió tan embargado por la emoción que su esposa
pensó que había sufrido otro ataque cardíaco.
(La subsiguiente renuncia de Haig fue destinada a engañar a los
latinoamericanos y a los árabes, para hacerlos
pensar que había habido un cambio
radical en el gobierno de
Rockefeller/Reagan, a fin de poder posibilitar el restablecimiento de la
influencia de Rockefeller. Mediante su renuncia, Haig ha recibido la eterna
gratitud de los trilateralistas y de los sionistas).
Si la Thatcher necesitaba
desesperadamente un melodrama en el Atlántico Sur para que la rescatara de un
abismo de impopularidad, Menachem Begin tenía un motivo más urgente: asegurarse
que la guerra comenzaba de acuerdo a lo planeado. Durante tres meses se había
preparado cuidadosamente para la invasión del Líbano y para el organizado
genocidio de los refugiados palestinos, que él mismo había expulsado hacía 30
años de Palestina. La guerra del Atlántico Sud conjuntamente con la ausencia
circunstancial del presidente Reagan de la Casa Blanca, aportarían la necesaria
distracción como para minimizar cualquier conmoción que la invasión
pudiera producir en el mundo.
Todo ocurrió según lo planeado. Thatcher obtuvo algunos puntos en las encuestas
de popularidad, Haig recibió las felicitaciones de Rockefeller y Begin masacró
más refugiados palestinos.
El sucesor elegido por Begin, Ariel Schienerman Sharon, conocido en el
Cercano Oriente como el “gordo carnicero de Galilea” disfrutó su trabajo de
asesinar a los refugiados y en una conferencia de prensa
se jactó de que cuando “nos pisan los pies
les cortamos la cabeza”, una versión inflacionaria del “ojo por ojo”.
Los perdedores.
Los contribuyentes norteamericanos son los mayores perdedores de todas las
representaciones teatrales de Begin. Sus dólares –ganados con dificultad—lo
pagarán todo. Estados Unidos perderá influencia en América Latina y Begin podrá
empujar a ésta hacia sus amigos del Kremlin. Una vez más Siria habrá perdido su
fuerza aérea, proporcionada por los soviéticos, a manos de máquinas superiores
norteamericanas, utilizadas por los israelíes.
Extrañamente, mientras el país “cliente” del Kremlin, Siria, suplicaba
armas para luchar contra los israelíes, debido a que habían invadido el Líbano,
Brezhnev nada hacía y se rehusaba a ofrecer cualquier tipo de ayuda, no
obstante el “pacto de mutua asistencia” firmado entre Siria y la Unión
Soviética el año pasado. Esto llevará a que los veteranos estudiosos de la
“sovietología” lleguen a la conclusión de que la presunta frialdad diplomática
de que alardean la Unión Soviética e Israel es un mito fraguado por los dos
países para engañar al mundo, y que la antigua conspiración entre el sionismo
político y el comunismo, para conquistar el mundo, es tan posible como siempre.
El acuerdo soviético-israelí incluye una cláusula secreta que especifica
que los árabes serán siempre provistos de armas de inferior calidad, cuya lista
será aprobada con anterioridad por los israelíes. Este acuerdo explica por qué
los árabes jamás han ganado una guerra contra Israel.
La evidencia muestra, por el contrario, que los árabes están aprendiendo
lentamente. Saddam Hussein, Presidente de Irak, confió en la información
secreta de Mossad, cuando lanzó su invasión a Irán. En forma similar a la relatada previamente, Begin aseguró a los iraquíes el apoyo norteamericano (en
venganza por la crisis de los rehenes). Huyssein cayó en la trampa. El objetivo
de Begin era eliminar a Irak, como posible invasor y protector del Líbano. Para
asegurarse, luego, bombardeó la planta nuclear iraqúi, en construcción con
aviones israelíes camuflados como iraníes.
Esos hechos son ampliamente conocidos en el Cercano Oriente y no serán
subestimados entre las nuevas generaciones de árabes, mucho más advertidas que sus
antecesores, acerca de las prácticas isralíes.*
Buenos Aires, 30 de agosto de 1982.-