jueves, 8 de noviembre de 2018


¡Los fieles compañeros de ruta, que ahora presentamos, pretendían acabar con el totalitarismo! ¡Que ellos mismos instauraron!                                                                                                                                          
Esta exhibición filantropómana entre los salvadores de la democracia y la libertad, se consolidó en la famosa reunión en Crimea. Donde, mientras se repartían el mundo, ‘limaban asperezas’ mediante incontroladas libaciones, que ofrecía el socarrón dueño de casa, papá Stalin, dejando a los camaradas yanquis y anglosajones, como odres viejos a punto de reventar, apenas balbuceando; mientras los secretarios judíos, junto a Stalin, decidían el futuro del mundo.                                                                                                                                            
Para mayor escarnio, entre palmadas y copas, en este hipócrita contubernio se luchaba, en ese entonces, por la supremacía de un imperialismo sobre otro. Estos tetrarcas se divertían jugando a las Damas, yo te como un país y vos me comés otro. Cuando nada quedó por repartir, idearon un “entente” anunciando el peligro de la guerra fría, para someter al mundo aterrorizado ante la amenaza de la destrucción atómica.  Entretanto, gobernaba a unos y otros el mismo Poder secreto supranacional; que planificaba la política de postguerra.                                                                                                                                                      
En Yalta lucharon nada más que por dinero y poder, ¡arrasando países! Ninguno pensaba en mejorar la suerte de la humanidad; sino someterla con poder bélico. Pues, con intenciones filantrópicas, debieron haber comenzado por limpiar la casa. Los judeo-calvinistas yanquis acabando con el más repulsivo racismo, la masificación de toda la sociedad, y la convicción de ser los imperialistas predestinados por Jehová; los piratas ingleses, enemigos acérrimos de nuestra Patria, sacándose la careta de flema puritana, abandonando la expoliación por los mares del mundo; al tiempo que en la URSS se agudizaba el más salvaje totalitarismo asesino, ateo e inhumano.

(ver en este blog, “Lo borrachos gobiernan el mundo”).

UN ANTECEDENTE DE LOS PLANES SINÁRQUICOS
Para ayudar a comprender los peligros que amenazan a la humanidad, en los momentos difíciles que estamos atravesando, y que se concretan en laboriosas maniobras tendientes al reparto del mundo entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, conviene no olvidar los planes que se vienen forjando, desde 1941, entre la Casa Blanca y el Kremlin.
Por eso, a la par que reproducimos documentos actuales, estimamos indispensable exhumar otros menos recientes, pero tal vez poco conocidos, y que sin embargo conservan una vital actualidad.
Así, por ejemplo, el texto de esta carta de Roosevelt a Zabbvrousky, fechada en 1943, y que en su día fue dada a conocer por el embajador de España, J.M. Doussinague, y reproducido en la obra de P. Virion El gobierno mundial y la contra Iglesia.

LA CASA BLANCA.- Washington, 20 de febrero de 1943.

Mi querido Sr. Zabbrousky:  Como tuve el gusto de manifestar verbalmente a Ud. y a Mr. Weis, estoy profundamente conmovido de que el National Council of Young Israel haya tenido la extrema bondad de ofrecérseme como mediador ante nuestro común amigo Stalin, en estos dificilísimos momentos en que todo peligro de rozamiento en el seno de la Unión de Naciones –a costa de tantos renunciamientos lograda- traería fatales consecuencias para todos, pero principalmente para la propia Unión Soviética.
Es interés, pues, suyo y nuestro, en limar aristas, cosa que va siendo difícil al tratar con Litvinof, a quien me he visto precisado a advertir, muy a mi pesar, ´´que los que se meten con el Tío Sam pueden resultar lastimados´´, y eso tanto respecto al Interior como al Exterior. Porque sus pretensiones respecto a las actividades comunistas en los Estados de la Unión americana sin ya de todo punto intolerables.
Más razonable se mostró Timochenco en su breve pero fructífera visita, y de desear fuera que una nueva entrevista con el Mariscal constituye rápido escalón para un cambio de impresiones directamente con Stalin, cosa que cada vez estimo de mayor urgencia, sobre todo al recordar cuánto bien se derivó de los tête a tête Stalin-Churchill.
Los Estados Unidos de América y la Gran Bretaña estamos dispuestos –sin reserva mental alguna- a dar absoluta paridad y voto a la URSS en la reorganización futura del mundo en la postguerra. Formará, para ello, parte- como el Premier inglés le ha enviado a decir desde Adana, al remitirle el anteproyecto sabido- del grupo dirigente en el Seno del Consejo de Europa y del Consejo de Asia, a la que le da derechos, no sólo la extensa situación intercontinental de la URSS, sino principalmente la magnífica y a todos ojos admirable lucha contra el nazismo, que merecerá todos los plácemes de la Historia de la Civilización.
Es nu8rstra intención –y hablo en nombre de mi gran país y del poderoso Imperio Británico- que estos Consejos Continentales estén integrados por la totalidad de sus Estados independientes respectivos, aunque con representación proporcional equitativa.
Y puede Ud.  –mi querido Sr. Zabbrousky- asegurar a Stalin que la URSS estará, a tal fin y con equivalencia de poder, en la Directiva de los Consejos dichos (Europa y ASIA) y será también vocal, al igual que Inglaterra y Estados Unidos, del  Alto Tribunal, que habrá de crearse para resolver las diferencias entre las diversas naciones , interviniendo asimismo idénticamente, en la selección y preparación de las fuerzas internacionales, y el armamento y el mando de las mismas que, a las órdenes del Consejo Continental, actuarán en el interior de cada Estado, a fin de que los sapientísimos postulados para el sostenimiento de la paz, según el espíritu de la benemérita Sociedad de las Naciones, no se malogren de nuevo, sino que estas entidades interestatales y sus ejércitos anejos puedan imponer sus decisiones y hacerse obedecer.
Ajora bien, este alto puesto dirigente en la Tetrarquía del Universo –la Secretaría, además, la destinamos para Francia, aunque con voz y no voto, premio a su rebeldía actual y castigo a su flaqueamiento anterior- debe satisfacer a Stalin hasta el punto  de no reiterar pretensiones que nos crean problemas insolubles. Así el Continente Americano quedará fuera de toda influencia soviética, y bajo la exclusiva de los EEUU, como hemos prometido a nuestros países continentales. En Europa,  Francia volverá a giraren la órbita inglesa –si bien con amplia autodeterminación y con derecho a la mencionada Secretaría en el Tetrarcado-  y bajo la protección de Inglaterra, también se desarrollarían hacia una civilización moderna definitiva, que las sacaría de su colapso histórico, Portugal, España, Italia y Grecia; aparte concederse a la URSS la salida al Mediterráneo, consideraríamos respecto a sus deseos en Finlandia y en el Báltico en general, y exigiríamos a Polonia una sensata actitud de comprensión y arreglo, quedando amplio campo de expansión, además a Stalin, en los inconscientes países del Este europeo –habida, empero, cuenta de los derechos de la fidelidad yugoeslava – aparte  de la recuperación total de los territorios que temporalmente le han sido arrebatados a la Gran Rusia.
Y sobre todo, la desaparición del peligro germano, que fraccionado el III Reich y barajados sus trozos con otros territorios en nuevas nacionalidades desafectas de aquel, desaparecerá definitivamente como peligro para la URSS y para Europa y para el mundo entero.
De Turquía ¡a qué discutir más! Ha de comprenderse esto y Churchill ha dado, en doble nombre, las seguridades necesarias a Inonu. El paso al Mediterráneo que se procura debe bastar a Stalin.
Del Asia, conformes con sus postulados, salvo ulteriores complicaciones. En cuanto al África ¡a qué eso más! Porque algo habrá que devolverá Francia y aún compensarle por lo de Asia, y algo también será preciso añadir a Egipto, como se ha prometido a los wardistas; en cuanto a España y Portugal, habrá que compensarles también los renunciamientos necesarios, para el mejor equilibrio universal. Estados Unidos entra también a la parte allí, por el derecho de conquista y necesariamente reclamarán algún punto vital para su zona. ¡Es justo esto! Y al Brasil hay que darle la pequeña expansión colonial ofrecida.
Convenza a Stalin –mi querido Sr. Zabbrousky- de que, en bien de todos y para el aniquilamiento rápido del  Reich (si bien todo esto no son más que líneas generales presentadas a estudio), ha de ceder en cuanto a colonizar África, y ha de dejar en cuanto a América, su propaganda e intervención en los centros laborales. Convénzale también de mi absoluta comprensión y de mi plena simpatía y deseo de facilitar soluciones, para lo que sería más conveniente la entrevista que propongo.
Y esta es la cuestión y todo.
Vi con el mayor placer –como os dije a su tiempo- los términos generosos del escrito participándome vuestra decisión , y el deseo que expresabais de ofrecerme, en nombre del National Council, un ejemplar de ese tesoro que es el mayor de Israel, el rollo de la Torah. De mi aceptación, esta carta os da la prueba; a la lealtad respondo con la confianza más extrema. Dignaos, os lo suplico, dar cuenta de mi gratitud a la alta Entidad que presidís, recordando la feliz ocasión del banquete de su XXXXI aniversario.
Os deseo el mayor éxito en vuestro trabajo de interpretación. Muy sinceramente vuestros.

Firmado: FRANKLIN D. ROOSEVELT.
Publicada en la revista VERBO, Nº 151, 1975.


No hay comentarios:

Publicar un comentario