¡Los fieles compañeros
de ruta, que ahora presentamos, pretendían acabar con el totalitarismo! ¡Que
ellos mismos instauraron!
Esta exhibición
filantropómana entre los salvadores de la democracia y la libertad, se
consolidó en la famosa reunión en Crimea. Donde, mientras se repartían el mundo,
‘limaban asperezas’ mediante incontroladas libaciones, que ofrecía el socarrón
dueño de casa, papá Stalin, dejando a los camaradas yanquis y anglosajones,
como odres viejos a punto de reventar, apenas balbuceando; mientras los
secretarios judíos, junto a Stalin, decidían el futuro del mundo.
Para mayor
escarnio, entre palmadas y copas, en este hipócrita contubernio se luchaba, en
ese entonces, por la supremacía de un imperialismo sobre otro. Estos tetrarcas
se divertían jugando a las Damas, yo te como un país y vos me comés otro. Cuando
nada quedó por repartir, idearon un “entente” anunciando el peligro de la
guerra fría, para someter al mundo aterrorizado ante la amenaza de la
destrucción atómica. Entretanto, gobernaba
a unos y otros el mismo Poder secreto supranacional; que planificaba la
política de postguerra.
En Yalta
lucharon nada más que por dinero y poder, ¡arrasando países! Ninguno pensaba en
mejorar la suerte de la humanidad; sino someterla con poder bélico. Pues, con intenciones
filantrópicas, debieron haber comenzado por limpiar la casa. Los
judeo-calvinistas yanquis acabando con el más repulsivo racismo, la
masificación de toda la sociedad, y la convicción de ser los imperialistas
predestinados por Jehová; los piratas ingleses, enemigos acérrimos de nuestra
Patria, sacándose la careta de flema puritana, abandonando la expoliación por
los mares del mundo; al tiempo que en la URSS se agudizaba el más salvaje
totalitarismo asesino, ateo e inhumano.
(ver en este blog, “Lo borrachos gobiernan el mundo”).
UN ANTECEDENTE DE LOS PLANES SINÁRQUICOS
Para ayudar a comprender los peligros que
amenazan a la humanidad, en los momentos difíciles que estamos atravesando, y
que se concretan en laboriosas maniobras tendientes al reparto del mundo entre
los Estados Unidos y la Unión Soviética, conviene no olvidar los planes que se
vienen forjando, desde 1941, entre la Casa Blanca y el Kremlin.
Por eso, a la par que reproducimos documentos
actuales, estimamos indispensable exhumar otros menos recientes, pero tal vez
poco conocidos, y que sin embargo conservan una vital actualidad.
Así, por ejemplo, el texto de esta carta de
Roosevelt a Zabbvrousky, fechada en 1943, y que en su día fue dada a conocer
por el embajador de España, J.M. Doussinague, y reproducido en la obra de P.
Virion El gobierno mundial y la contra
Iglesia.
LA CASA BLANCA.-
Washington, 20 de febrero de 1943.
Mi querido
Sr. Zabbrousky: Como tuve el gusto de
manifestar verbalmente a Ud. y a Mr. Weis, estoy profundamente conmovido de que
el National Council of Young Israel haya tenido la extrema bondad de ofrecérseme
como mediador ante nuestro común amigo Stalin, en estos dificilísimos momentos
en que todo peligro de rozamiento en el seno de la Unión de Naciones –a costa
de tantos renunciamientos lograda- traería fatales consecuencias para todos,
pero principalmente para la propia Unión Soviética.
Es interés,
pues, suyo y nuestro, en limar aristas, cosa que va siendo difícil al tratar
con Litvinof, a quien me he visto precisado a advertir, muy a mi pesar, ´´que
los que se meten con el Tío Sam pueden resultar lastimados´´, y eso tanto
respecto al Interior como al Exterior. Porque sus pretensiones respecto a las
actividades comunistas en los Estados de la Unión americana sin ya de todo
punto intolerables.
Más razonable
se mostró Timochenco en su breve pero fructífera visita, y de desear fuera que
una nueva entrevista con el Mariscal constituye rápido escalón para un cambio
de impresiones directamente con Stalin, cosa que cada vez estimo de mayor
urgencia, sobre todo al recordar cuánto bien se derivó de los tête a tête Stalin-Churchill.
Los Estados
Unidos de América y la Gran Bretaña estamos dispuestos –sin reserva mental
alguna- a dar absoluta paridad y voto a la URSS en la reorganización futura del
mundo en la postguerra. Formará, para ello, parte- como el Premier inglés le ha
enviado a decir desde Adana, al remitirle el anteproyecto sabido- del grupo
dirigente en el Seno del Consejo de Europa y del Consejo de Asia, a la que le
da derechos, no sólo la extensa situación intercontinental de la URSS, sino
principalmente la magnífica y a todos ojos admirable lucha contra el nazismo,
que merecerá todos los plácemes de la Historia de la Civilización.
Es nu8rstra
intención –y hablo en nombre de mi gran país y del poderoso Imperio Británico-
que estos Consejos Continentales estén integrados por la totalidad de sus
Estados independientes respectivos, aunque con representación proporcional
equitativa.
Y puede Ud. –mi querido Sr. Zabbrousky- asegurar a Stalin
que la URSS estará, a tal fin y con equivalencia de poder, en la Directiva de
los Consejos dichos (Europa y ASIA) y será también vocal, al igual que
Inglaterra y Estados Unidos, del Alto
Tribunal, que habrá de crearse para resolver las diferencias entre las diversas
naciones , interviniendo asimismo idénticamente, en la selección y preparación
de las fuerzas internacionales, y el armamento y el mando de las mismas que, a
las órdenes del Consejo Continental, actuarán en el interior de cada Estado, a
fin de que los sapientísimos postulados para el sostenimiento de la paz, según
el espíritu de la benemérita Sociedad de las Naciones, no se malogren de nuevo,
sino que estas entidades interestatales y sus ejércitos anejos puedan imponer
sus decisiones y hacerse obedecer.
Ajora bien,
este alto puesto dirigente en la Tetrarquía del Universo –la Secretaría,
además, la destinamos para Francia, aunque con voz y no voto, premio a su
rebeldía actual y castigo a su flaqueamiento anterior- debe satisfacer a Stalin
hasta el punto de no reiterar
pretensiones que nos crean problemas insolubles. Así el Continente Americano quedará
fuera de toda influencia soviética, y bajo la exclusiva de los EEUU, como hemos
prometido a nuestros países continentales. En Europa, Francia volverá a giraren la órbita inglesa
–si bien con amplia autodeterminación y con derecho a la mencionada Secretaría
en el Tetrarcado- y bajo la protección
de Inglaterra, también se desarrollarían hacia una civilización moderna
definitiva, que las sacaría de su colapso histórico, Portugal, España, Italia y
Grecia; aparte concederse a la URSS la salida al Mediterráneo, consideraríamos
respecto a sus deseos en Finlandia y en el Báltico en general, y exigiríamos a
Polonia una sensata actitud de comprensión y arreglo, quedando amplio campo de
expansión, además a Stalin, en los inconscientes países del Este europeo
–habida, empero, cuenta de los derechos de la fidelidad yugoeslava –
aparte de la recuperación total de los
territorios que temporalmente le han sido arrebatados a la Gran Rusia.
Y sobre todo,
la desaparición del peligro germano, que fraccionado el III Reich y barajados
sus trozos con otros territorios en nuevas nacionalidades desafectas de aquel,
desaparecerá definitivamente como peligro para la URSS y para Europa y para el
mundo entero.
De Turquía ¡a
qué discutir más! Ha de comprenderse esto y Churchill ha dado, en doble nombre,
las seguridades necesarias a Inonu. El paso al Mediterráneo que se procura debe
bastar a Stalin.
Del Asia,
conformes con sus postulados, salvo ulteriores complicaciones. En cuanto al
África ¡a qué eso más! Porque algo habrá que devolverá Francia y aún
compensarle por lo de Asia, y algo también será preciso añadir a Egipto, como
se ha prometido a los wardistas; en cuanto a España y Portugal, habrá que
compensarles también los renunciamientos necesarios, para el mejor equilibrio
universal. Estados Unidos entra también a la parte allí, por el derecho de
conquista y necesariamente reclamarán algún punto vital para su zona. ¡Es justo
esto! Y al Brasil hay que darle la pequeña expansión colonial ofrecida.
Convenza a
Stalin –mi querido Sr. Zabbrousky- de que, en bien de todos y para el
aniquilamiento rápido del Reich (si bien
todo esto no son más que líneas generales presentadas a estudio), ha de ceder
en cuanto a colonizar África, y ha de dejar en cuanto a América, su propaganda
e intervención en los centros laborales. Convénzale también de mi absoluta
comprensión y de mi plena simpatía y deseo de facilitar soluciones, para lo que
sería más conveniente la entrevista que propongo.
Y esta es la
cuestión y todo.
Vi con el
mayor placer –como os dije a su tiempo- los términos generosos del escrito
participándome vuestra decisión , y el deseo que expresabais de ofrecerme, en
nombre del National Council, un ejemplar de ese tesoro que es el mayor de Israel,
el rollo de la Torah. De mi aceptación, esta carta os da la prueba; a la lealtad
respondo con la confianza más extrema. Dignaos, os lo suplico, dar cuenta de mi
gratitud a la alta Entidad que presidís, recordando la feliz ocasión del
banquete de su XXXXI aniversario.
Os deseo el
mayor éxito en vuestro trabajo de interpretación. Muy sinceramente vuestros.
Firmado: FRANKLIN D. ROOSEVELT.
Publicada en la revista VERBO, Nº 151, 1975.
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