miércoles, 22 de octubre de 2025

 

¡LA SIROTA!

La Sirota fue una señorita judía que vivió en Buenos Aires hace más de unos 70 años, cuando tuvo la ocurrencia de denunciar ante la Policía que unos   degenerados “nazis” (así nos llaman los judíos a los nacionalistas y patriotas), la violaron y la torturaron ferozmente. El hecho nos asombró pues no existen “nazis” en Argentina, y los camaradas nacionalistas de ese entonces, -- como los de ahora-- jamás hubiéramos tocado un pelo judío, pues ningún argentino torturó ni torturará ni matará a un judío por ser judío. Aunque esto no es impedimento para repudiar drásticamente las malandanzas de los sionistas y sus compinches yanquis contra nuestra Patria.

Mucho menos violarla, pues nuestro estilo de vida nos hubiera impedido satisfacer sexualmente a la judía; horrorizados pensando en tener un hijo medio judío.

Respecto a las salvajes torturas denunciadas, la doncella Sirota fue examinada minuciosamente por la Policía y sólo se le encontró una insignificante cicatriz superficial, causada con un cigarrillo, que se le posó levemente en el muslo. La Policía, sospechando un fraude, no se tragó lo de la “salvaje tortura”, y el Jefe fue defenestrado inmediatamente por no seguir el proceso contra los nacionalistas denunciando torturas… que nunca se produjeron. Pero lograron imponer el temible “chantaje sagrado”, que es lo  que se habían propuesto. El que no obedece los intereses sionistas, ¡suena!

En realidad resultó una fruslería, pero logró un apoyo propagandístico apabullante, actualizando el lamento permanente de los judíos contra los patriotas. Fue una trama “teatral” vergonzosa y ridícula, que provocó el jolgorio de los camaradas nacionalistas, coincidentes en asegurar que se había tratado de un fraude de “falsa bandera”, “torturada” con un cigarrillo por los mismos judíos. Para malquistarnos a los nacionalistas con la “justicia”, necesitan inventar bulos.

Fue un acontecimiento tan desatinado que hoy lo recordé, con motivo de otra denuncia del judaísmo, seguramente también de “falsa bandera”, en nuestro país, por supuestas agresiones verbales con canticos “antisemitas” de jóvenes estudiantes y deportistas, acusados de “odio racial”.

La “falsa bandera” es muy utilizada por los sionistas (y por los yanquis en toda su historia), para aglomerar fuertemente a la comunidad, que vivirá, insociable y asustada, en la sociedad que los recibe, por miedo a los “fantasmas antisemitas”, pues les machacan el cerebro reiterándoles que los “nazis” los esperan a la vuelta de cada esquina, para torturarlos y hacerlos jabón.

No llego a comprender como los judíos no se dan cuenta que los engañan, y que “limpiando” sus obsolescencias “dogmáticas”, desechando la falsa e hipócrita “doble nacionalidad”, y asimilándose y respetando tradiciones, costumbres y las soberanías nacionales, podrían vivir pacíficamente en cualquier país del mundo. Mucho más estrictos son los requisitos impuestos por los mismos sionistas en la “democrática” Israel, pero no los cumplen en Argentina, considerándolos “antisemitas”, intolerables y discriminatorios.

Seguramente la protesta de esos jóvenes, de haber existido, fue para  denunciar a Israel y a Netanyahu por su criminal genocidio en Gaza. En tal caso, benditos sean los muchachos, pues actuaron valientemente, como buenos patriotas y cristianos, defendiendo a los indefensos palestinos. En todo el mundo millones de personas horrorizadas igualmente denunciaron la barbarie judía. ¿Acusarán a todos ellos, a medio mundo, de ”antisemitismo” y “odio racial”?

Esos gritos clamando por Justicia, que hacen honor a nuestra patria, debieron haber sido el eco del grito clamoroso de los obispos acusando a los criminales de Gaza, aunque Milei los amenace por teléfono. Estas “eminencias”,  aburguesados y complacientes, acurrucados en la Argentina y en el Vaticano, usufructuando una vida regalada, sin asumir obligaciones reales y definidas, sin vigencia política y moral en el  país y en el mundo,  repitieron la voz estentórea de “León XIV”, nuevo “lavamanos” asustado; con palabras fútiles, sin comprometerse, silenciando la complicidad de su país en el genocidio, calla ante la entrega de los palestinos indefensos a la judería, y la usurpación de la soberanía palestina.

¿No claman por la Verdad? ¿Para qué sirven, entonces? +

 

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