NOCIONES ELEMENTALES DE HISTORIA ARGENTINA, VERDADERAS Y
DRAMÁTICAS.
CASEROS, ROSTRO
DE LA PATRIA DOLIENTE.
Artículo escrito por el que fue gran nacionalista y
patriota: ERNESTO HERITIER.
“Más allá de toda
valoración retórica que pueda darse al hecho circunstancial de perder o ganar
una batalla, Caseros resume las cualidades de un hecho fundacional en la
patria. A133 años de distancia y a la
luz de un análisis objetivo de nuestra historia en este largo período que
incluye el último año vivido, preñado de aportes para avalar nuestro aserto;
con el alma dolida proclamamos: ¡Caseros
es el hecho fundacional de este pobre país nuestro!
Esta es la amarga realidad, que no podemos enfrentar
adecuadamente si no la definimos, para poder entender que quien la ha hecho
posible es el “Régimen”.
En un principio fuimos capaces de conquistar una patria
como Dios manda y los hombres ni discuten ni votan. Por eso tuvimos Héroes, que
con su sangre sellaron el mandato de fidelidad a la esencia, sólido basamento
sobre el cual es posible asentar una unidad de destino trascendente.
A partir de Caseros se proclama: “Ha pasado la época de
los héroes, estamos hoy en la edad del buen sentido” (J.B. Alberdi--Bases—cap.
XV), y esto significará en buen romance, legalizar, institucionalizar y hasta
sacralizar el régimen jacobino, liberal
y masónico insaciable en la demolición de lo permanente, para poder así
robarnos más fácilmente la patria.
A partir de Caseros pasamos a ser una colonia,
renunciando a nuestro destino de Nación; y la gran política de los hechos, dio
paso al régimen de las fórmulas universales expresadas en palabras
altisonantes, de las cuales hoy cosechamos abundantes frutos podridos.
Digamos que en Caseros se produce un quiebre en la
esperanza, quiebre en el cual las nobles metas quedan sustituidas por los más
pedestres y mezquinos intereses unitarios.
Nace pues una nueva nación y hay en este alumbramiento un
episodio rico para la meditación de los simbolistas…
En un gesto de “exquisita fineza”, propio de la
diplomacia brasileña, se designa en la comandancia del “Ejército Grande”
(hubiera sido peligrosamente urticante colocar un general brasilero, aun cuando
le correspondiera por aporte de efectivos) al Gral. Justo J. de Urquiza.
Mientras se concentraban en Gualeguaychú los contingentes
del Litoral, llega a ese puerto un barco de guerra brasilero a cuyo bordo
viajaban dos argentinos ansiosos de plegarse a las huestes “libertadoras”.
Previo las presentaciones y elogiosas recomendaciones del
comandante de la nave al Gral. Urquiza, éste acepta que integren las columnas;
el uno un joven coronel con fama de poeta se llama Bartolomé Mitre, y revistará
como artillero; para el otro, de profesión “polemista” se le crea el cargo de
“boletinero del ejército en operaciones”, que desempeñará disfrazado con un
uniforme de coronel francés, y cuyo nombre era Domingo F. Sarmiento.
Urquiza, Mitre,
Sarmiento, he aquí los nombres del vértice del triángulo, sobre el que se sustentará la
nueva república programada en la oscuridad de las logias masónicas y que no
podían estar ausentes en el campo de Caseros, puerta ancha de su futura
“gloria”.
Hasta aquí el hecho histórico de este encuentro de
“hermanos”, podría parecer casual pero se afirma su razón de causalidad, por la
historia posterior al 3 de febrero de 1852.
Obtenido el triunfo y por un espacio de 22 años serán
ellos los encargados de sucederse en la conducción política del “nuevo estado”,
que a Don Juan Manuel de Rosas, le había
demandado 20 años afianzar y consolidar en las “antiguas costumbres”.
Sin ligar a dudas Rosas, el más grande conductor político
que ha producido el país en toda su historia, tenía conciencia lúcida de que
Caseros no era simplemente una batalla. Caseros era el principio del fin de la
Patria por él soñada en fidelidad al mandato de sus mayores. Este sentimiento
queda expresado en un párrafo de su renuncia, escrita sobre el lomo de su
caballo al retirarse vencido del campo de batalla. Dirigiéndose a la legislatura
que lo había elegido reiteradamente decía:
“Si más no hemos
hecho en el sostén sagrado de nuestra independencia, de nuestra integridad y de
nuestro honor, es porque más no hemos podido…”
¡Con el sol que caía ese atardecer sobre el campo de Caseros se diluían en las sombras de la noche, la independencia, la integridad y el honor de los argentinos!... Y el centauro herido, tenía más que razones para inteligir que así era.+
(Publicado en elBoletín del Movimiento Nacionalista de Jujuy, febreo 1985).
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