viernes, 28 de marzo de 2025

 

San Miguel Arcángel

Hermosa oración, que todos los nacionalistas deberíamos rezar, cuando más encarnizadamente nos están sojuzgan los enemigos de Dios y de la Patria.  Compuesta por Dom Prosper Guéranger, el 8 de mayo, Fiesta de la Aparición de San Miguel:

“¡Cuán esbelto eres bajo tu armadura celestial, Arcángel San Miguel, dando gloria al Señor, destruyendo a su enemigo!  Tu mirada humilde y ardiente se dirige hacia el trono del Señor, cuyos derechos has sostenido, concediéndote   la victoria.  Tu grito sublime: ¿Quién como Dios? Ha electrizado a las legiones fieles, y se ha hecho tu nombre y tu corona. Por una eternidad sin fin recordaremos tu fidelidad y tu triunfo sobre el Dragón. Entretanto, descansamos bajo tu protección.

“Ángel guardián de la Santa Iglesia, ha llegado el momento de desplegar todo el vigor de tu brazo. Satanás amenaza, en su furia, a la noble Esposa del Señor; haz brillar los fulgores de tu espada, y húndela sobre este implacable enemigo y sus afrentosas cohortes. El reino de  Dios está quebrantado hasta en sus fundamentos…¿Estamos en vísperas de que se declare el reino del hombre de pecado? ¿Nos acercamos a ese último día en que, a los  pies del   Juez soberano y sobre los despojos de este mundo culpable, tú has vencido?

“Necesitamos algo de ese coraje varonil que tú has bebido en el amor que llena tu interior. Haznos, pues, amar a nuestro común Señor ¡oh, Arcángel!, porque entonces seremos invencibles como tú. El Dragón no sabe resistir a  la creatura que está apasionada por el amor del  Dios todopoderoso: ante ella huye vergonzosamente.

“El Señor te ha creado, 0h Miguel, y tú has amado en él a tu Creador; a nosotros no sólo nos ha creado sino que también nos ha rescatado, y nos ha rescatado con Su sangre: ¿Cuál deberá ser, pues, nuestro amor para con Él?

“Fortifica este amor en nuestros corazones, y puesto que combatimos en vuestra milicia, dirígenos, llénanos de fervor, sostennos con tu mirada, y detén los golpes de nuestro enemigo.  Tú estarás presente, lo esperamos en nuestra última hora ¡oh, portaestandarte de salvación! En cambio de nuestra fiel devoción hacia ti, dígnate hacer la guardia junto a nuestro lecho y cubrirlo con tu escudo. Si el Dragón ve resplandecer tu espada no se animará a acercarse hasta nosotros. Al salir de su cuerpo pueda nuestra alma lanzarse perdidamente en tus brazos. No la abandones, santo Arcángel cuando se apreté contra ti: llévala al pie del tribunal de Dios, cúbrela con tus alas, apacigua sus temores, y dígnese el Señor, tu dueño, dárte la orden de transportarla prontamente a la región de las alegrías eternas” +

 

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