lunes, 4 de diciembre de 2023

 

LA VIRTUD DEL AMOR PATRIÓTICO, SEGÚN SANTO TOMÁS DE AQUINO.

 

La influencia de Santo Tomás es tan importante, decisiva y perenne, que los individuos que desestiman sus enseñanzas personales y políticas, caen irremisiblemente en un abismal desorden intelectual y político antipatriótico.

 

Pese a los siglos transcurridos, sus enseñanzas políticas perduran, y perdurarán, en todo tiempo y lugar, porque las dedujo considerando el ser real metafísico y la Revelación, o sea la verdad del hombre y de toda la Creación.

 

El Opúsculo “Sobre el Reino” (Libro II, cap, IV y V) escrito por Santo Tomás trata, entre otros temas de doctrina política, del patriotismo, virtud atacada y menospreciada, hoy más que nunca, por liberales y marxistas y sectas invasoras inadaptables, pero necesario para concluir con la tragedia moral y política que vivimos. El amor a la Patria es indispensable para satisfacer la vocación natural del hombre de vivir honrosa y plenamente en una sociedad política. Es una obligación religiosa.

 

Para que la sociedad viva en paz y en orden, el Santo Doctor insiste reiteradamente, en todo el Opúsculo, que el gobernante debe manifestar ineludiblemente amor a la Patria, la más trascendente de las virtudes .       El gobernante debe asumir, además, la obligación de velar paternalmente para fomentar esa misma virtud en sus súbditos, creando un ambiente de Justicia social indispensable para la salvación eterna de la mayor cantidad posible de los súbditos que están a su cargo. 

 

Explicó el Santo con las palabras que copio a continuación la delicada espiritualidad de la misión del gobernante:

 

“Reconozca, pues el Rey que el lugar que ocupa en el reino es como el lugar que ocupa el alma en el cuerpo y como el que ocupa Dios sobre todo el universo. Y esta convicción la entenderá en celo por la justicia sabiendo que representa a Dios en el cargo de administrar justicia en su reino, y por otra parte le estimulará a ser manso y clemente, sabiendo que debe tratar a sus súbditos como a sus propios miembros”. 

 

¿Puede existir galardón más excelso para un gobernante que su actividad política sea análoga a la de Dios? ¿Un patriotismo más acendrado que el amor de un argentino a la Patria auténtica? Este amor a la Patria, o caridad política, es, entonces, un mandato de Dios, inserto en el mandamiento, siendo la expresión más acabada de amor al prójimo más necesitado.

 

“…el amor a la Patria –continúa el Santo-  parece contener el primer y principal mandamiento que menciona el Evangelio de San Lucas, porque el gobernante, por el cuidado que tiene del Bien común o de los asuntos de todos, se asemeja a la naturaleza divina, en cuanto se desvela por la sociedad representando a Dios, por lo mismo que este mandamiento divino no admite dispensas…

 

 “Además, el amor a la Patria, clava sus raíces en la misma caridad, la cual antepone las cosas comunes a las propias y pospone las propias a las comunes, según expresión de San Agustín al exponer las palabras del Apóstol sobre la caridad. La virtud de la caridad supera en mérito a todas las otras virtudes, pues el mérito de cada una de ellas depende de la caridad. Por consiguiente el amor a la Patria merece un grado de honor superior al que merecen las otras virtudes, y este grado de honor superior es el que legitima el poder político o dominio. Por consiguiente con amor al Bien Común se alcanza dignamente el principado, o la potestad pública”.

 

La enseñanza de Santo Tomás manifiesta principios que son un claro repudio al individualismo demoliberal, que usurpó el gobierno en nuestra Patria. El liberalismo, unitario y democrático es, en definitiva, un individualismo que desatiende, y hasta repudia, el amor al prójimo en la vida comunitaria y, por consiguiente, el amor a la Patria. Peor aún, es una virtud desconocida en los planes de estudio, inclusive en las escuelas católicas, y en las intenciones del periodismo. Antes era patrimonio exclusivo de los internacionalistas de los trapos rojos , hoy asumido por el liberalismo libertario. Es la causa que inició la desgracia nacional.

 

Monseñor Lefebvre, en su excelente “Le destronaron”, pg. 17, denuncia que el naturalismo liberal se desentiende del amor al prójimo: “La Redención, sólo consistirá en una religiosidad individual y privada, sin consecuencias en la vida pública. El orden público, económico y político queda condenado a vivir y desarrollarse fuera de Nuestro Señor Jesucristo”.  Y el padre Sepich escribió: “El hombre liberal, el hombre del dinero, aniquiló la convivencia social, con su total consagración a la materia” y a las concupiscencias . Y San Agustín : porque la materia divide y el espíritu une,  solo el amor al prójimo fortalece el vínculo social.

 

El liberalismo establece una sociedad donde predomina la división, el enfrentamiento y la demolición familiar, social y política, imponiendo el rencor, la enemistad entre sexos y clases y entre partidos e individuos .      Es el apogeo del individualismo de los poderosos ; donde explayan libremente un egoísmo extremo. Tienen el propósito de aislar al hombre de la sociedad y de la Patria , para que se olvide y reniegue de ella .  Un simple átomo frente al totalitarismo del Estado liberal  Su máxima expresión es el anarco/capitalismo.

 

Están disolviendo, además, al ser humano hasta las profundidades de su íntima sexualidad, recreándolo como un ser indefinido que puede ser cualquier cosa, abandonándolo en la angustiosa soledad de una miserable vida existencialista . Fue el triunfo de Marx y Freud , dirigido por los magnates aniquiladores del cristianismo.

 

Ponclard d’Assac en “Doctrinas del Nacionalismo” (Acerbo, pg. 43) destaca dos postulados del Nacionalismo, que derivan del ferviente amor a la Patria, válidos en sus diversas versiones nacionales : a) redescubrir los fundamentos de la nacionalidad, que, entre nosotros, son federales y rosistas, para restaurar la  Argentina con ellos; y b) la plena actividad política de los ciudadanos, jerarquizados e integrados en  las sociedades intermedias bajo la dirección de un Poder patriótico y autoritario .               Y continúa : “nación, región y familia, no forman más que un todo”... “Se ha partido del egoísmo del yo, del individualismo feroz engendrado por los principios de 1789; luego, tras algunas vueltas sobre sí mismo, el “hombre libre”, espantado de su soledad, vuelve a mirar hacia la ciudad, a desear el gran abrazo colectivo de la Patria y de la Raza y advierte entonces que es  su propio ser personal quien se enriquece de todo lo que aporta a la historia de su pueblo, la que los muertos y la que los vivos están a punto de escribir con él.                                                                                                                  No hay contradicción, en lo sucesivo entre el individuo y la colectividad. Se siente correr un inmenso alivio a través de las páginas de Barrés, como, asimismo, a través de las de Bourget. … ya se siente un estremecimiento de entusiasmo en la construcción de la nueva Ciudad nacionalista.                                                                 Llega Maurras y ella se alzará como una construcción perfecta, edificada por un poeta que hará teoremas.”

 

Cristo instauró la Justicia social, que es la doctrina del amor al prójimo, cuyo fruto es el Bien Común, que nosotros debemos mantenerla vigente para salvar a los que actualmente sufren y son abusados,  a los abortados, a los incitados a la droga, a las damas engañadas por el feminismo, a los desesperados sin trabajo digno, a los televidentes con el cerebro atrofiado, a los enajenados por  el dinero, a los babiecas que continúan votando a las  derechas o a las izquierdas (que son la misma porquería con distinto olor); en fin, a todos los saturados de TVB, maestra diplomada del Régimen diabólico  que gobierna esta sociedad inhumana y anticristiana.

 

Si esta degradada política liberal no nos indigna y avergüenza, si no conmueve la dureza de ciertos corazones para animarse a luchar para terminar con ella, todas estas palabras están de más. Y a los tibios que los juzgue Dios.

 

Debemos rechazar totalmente al liberalismo, con la telaraña de mentiras “democráticas” que urdió el Régimen para atraparnos: la soberanía popular; el fraude electoral, la falsa oposición entre partidos; el falso juego de poderes; la propaganda manipuladora, los lobys que financian campañas, etc. La oposición y eliminación total del liberalismo, de nuestra alma y de nuestra Patria, es el único camino para instaurar la Cristiandad, que es el espíritu cristiano reinando en ella.

 

Pero antes que nada, debemos definir como es nuestra Patria. Y entonces surge un dilema, pues en Argentina hay dos interpretaciones del concepto de Patria, la ideología unitaria y demoliberal, enclenque Estado mantenido a fuerza de préstamos usurarios del imperialismo; y la federal católica y nacionalista que impusieron nuestros verdaderos próceres.  

 

La opción por la falsa tradición liberal de nuestra Patria y el repudio de su tradición católica, lleva inevitablemente a vivir sometidos por nuestros enemigos de siempre, sumisos en la miseria de ser una colonia anglosajona, la posición más abyecta de ser colonia.  Por el contrario, optando por la tradición nacionalista presentamos ante los poderosos del mundo la verdadera historia nacional, con las glorias militares y diplomáticas que nos hicieron nación soberana.

 

Ahora bien, también se deduce de las palabras del Santo Doctor, que el amor natural del hombre a su Patria, supone que debe restaurar y desarrollar las instituciones intermedias, sin las cuales no puede ejercer   su indispensable  y plena vida política.

 

Los liberales fueron aboliendo progresivamente todas las defensas populares contra el totalitarismo del Estado demoliberal: la protección de los caudillos y de la organización federal del país; el sojuzgamiento de las instituciones vecinales y familiares; la agresión contra las familias y contra la educación cristiana de la niñez, sin cultura ni religión ; la tiranía subrepticia del periodismo dependiente de las internacionales de la des-información; … y la Jerarquía católica que colaboró con su desasistencia… etc. etc.

 

¿Qué maniobras ejecutó el liberalismo en nuestro país para eliminar el amor a la Patria verdadera? Luego de Caseros, una mafia de cipayos y corruptos, que se consideraban iluminados y progresistas, sin Dios ni Patria, inventaron una falsa tradición liberal argentina, para instaurar una política anti-argentina y anti-patriótica, que fracasó estrepitosamente, pese a ser impuesta obligatoriamente.

 

El liberalismo, en su obra de disolución y destrucción, llega a la aberración de trastocar el amor a la Patria auténtica, por el amor a instituciones e ideologías, considerando que tienen mayor importancia que la soberanía nacional. Toma los medios como fines.

 

Con este criterio los falsificadores de la historia consideran a Urquiza un libertador, pues incitó la invasión extranjera en Caseros, para expulsar al “Tirano”.  Igualmente endiosan a Sarmiento 33 porque escribió un catecismo, y a Rivadavia por sus disparates progresistas filo-ingleses. Todos los unitarios, sin excepción, fueron los villanos de la traición. Ninguno de los unitarios, egoístas y perdularios, amaron a la Patria que los vio nacer; o amaron la fantasía de una patria adecuada a sus propias ideas cipayas. 

 

Pero los patriotas nos resistimos a desfigurar la Patria pues la aceptamos y amamos tal como es; elaborada con sangre de misioneros, héroes y mártires, que derramaron gauchos, indios, criollos, españoles y al fin los inmigrantes asimilados y los patriotas actuales…  menos una racista colectividad que rechaza la asimilación.  

 

Mientras tanto subsiste entre la Patria verdadera, real y legítima, y la oficial falsificada, una lucha civil latente que deberá dirimirse algún día, para restaurar su verdadera personalidad, que existió en la época del Restaurador de las Leyes, don Juan Manuel de Rosas : soberana, católica, federal, y latinoamericana,

 

En síntesis, el Santo enseña que el principal mandato de la filosofía política católica es amar a Dios, la Patria y al prójimo más necesitado. El Amor suele interpretarse popularmente en su significado romántico y aún pornográfico; pero políticamente es una virtud teologal, viril, que exige el sacrificio, aún de la propia vida.

 

Los políticos profesionales no tienen en cuenta el Amor al prójimo pues usan la estratagema ambigua de “jurar” por la Biblia, que podría permitir a Milei gobernar como Netanyahu o Biden, continuando la destrucción del país.  Repudian jurar por los Evangelios, para gobernar con el espíritu cristiano de amor al prójimo, fundamento de la Justicia Social, pues no les permitiría, si fueran consecuentes con el juramento, arrasar con los bienes de la Nación.

 

Los políticos nacionalistas, por el contrario, deberán gobernar dirigiendo su política con ese espíritu de amor al prójimo, como enseña Santo Tomás, que es la vida misma de Jesús en el pueblo; implantándolo en las leyes y costumbres populares, para vivir dignamente en paz, gozando del Bien Común, en busca de alcanzar nuestro destino de gran Nación soberana. +

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