miércoles, 20 de diciembre de 2023

 

La Visitación de la Virgen

María, más alta que Isabel, a pesar de la maternidad maravillosa de ambas, maravillosa de distinta manera, aparece toda envuelta en luz; porque su gravidez era toda virginal.+ Acude a estrechar a su parienta, cuyo estado conocía por oráculo: “no por incredulidad por el anuncio, ni por incertidumbre del mensajero, ni porque dudara del ejemplo (de la omnipotencia divina) que se había propuesto” como expone San Agustín, sino por el deseo de empezar a llevar la Caridad y Amor de Dios que  había tomado carne en sus entrañas.+ José queda fuera del recinto donde se realza la entrevista; es testigo de la virginidad de su esposa pero no lo es del misterio anunciado por el Ángel.+ En el desierto, entre las peñas, diminuta aparece la figura de Juan Bautista, que se retiró en la temprana edad a santificar su vida y su cuerpo en la penitencia y austeridad de la soledad.+ Todo ello era fruto de la gracia que María traía consigo al visitar a su parienta Isabel.+ Zacarías sale al encuentro de la corredentora; ambos, Isabel y Zacarías eran justos y habían trascurrido sus días en la observancia de la ley, que aparece gravada en el friso de la puerta.+ La luz entra por la puerta por donde ha entrado María.+ María está iluminada. “No es de admirar si Dios, que habría de redimir al mundo, empezó su tarea por su madre” expone Beda el Venerable.+  Entre los montes aparecen dos personajes: Cristo caminando y Juan Bautista.+ El Precursor y el Mesías que siguen su  caminos; ambos llevan al desierto; Cristo lleva consigo la Cruz de su santidad.+ El misterio de la santificación de Juan Bautista en el seno de su madre al recibir el saludo de María se ve en la vocación y santificación de Juan que precede a Cristo en la entrada al desierto; pro no es más que el mensajero que el Señor envía para anunciar la fecundidad del desierto, es decir, el florecimiento de las almas en las cuales entra Cristo. +

 

J. R. Sepich

Meditaciones publicadas en  “Los Cuatro Evangelios de Nuestro Señor Jesucristo”, con xilografías de Víctor Delhez (ed. Krft, 1956).  

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