miércoles, 24 de enero de 2018

Extrema derecha


Un PP (iniciales de periodista o político, lo mismo da, porque son intercambiables en sus oficios, ejecutados deplorablemente), se refirió, no sé porque motivo, a un “grupúsculo” de individuos, del que formo parte, por la gracia de Dios, llamándonos con el epíteto más infamante que los liberales pronuncian: “extrema derecha”. Y a continuación de lo cual nos nombran con una retahíla de los insultos más osados e injustos que ellos imaginarse puedan; y tanto, que estos PP deben inventar los más viles, para congraciarse con los “amos”: anti-demócratas, racistas, genocidas, nazis, patrioteros, etc.

Y todo esto porque somos fundamentalmente anti-liberales y anti-marxistas; o sea los verdaderos y únicos opositores a la existencia misma del Régimen corrupto; en donde ellos maman. Y esto les resulta imperdonable. Somos la escoria política, que no podemos ni debemos convivir con los “demócratas”; no dándosenos cabida en ningún medio periodístico. Somos parias, excluidos, discriminados. Más aún, no existimos como seres reales, nos consideran sombras malignas del Averno.

Ahora bien, el verdadero nombre de este “grupúsculo” es: NACIONALISMO, el movimiento político arraigado noblemente en la gran tradición hispánica y federalista; Nacionalismo es la Patria erguida y exaltada para lograr el destino histórico que le asignó Dios; es la Patria que lucha por recuperar su identidad. Ni patrioteros, ni nazis, ni genocidas, ni racistas, ni anti-demócratas.

Somos ARGENTINOS, que ponemos la Patria sólo debajo de Dios. Herederos de los héroes federales asesinados por los unitarios ¡Porque las ideas liberales asesinan! ¡Las conciencias cipayas no perdonan a los patriotas!

Actualmente nos siguen asesinando políticamente por ser los verdaderos argentinos, empleando cualquier medio, legal o no, honrado o delictivo, comenzando por una ruin campaña de difamación, que emprenden absolutamente todos los medios periodísticos. Porque excluir de los medios de publicidad, en “democracia” es la muerte política. La “democracia” partidocrática, la que nosotros anatematizamos, porque no es demócrata, vive de la publicidad. Que de alguna manera hay que pagarla- con dinero del pueblo, por supuesto-. Y la única publicidad que nos ofrecen es cuando nos infaman públicamente.

Entre nosotros, cuando formábamos el Movimiento Nacionalista de Jujuy, el “turco” dueño del lamentable diario “Pregón”, si queríamos publicidad nos cerraba las puertas, pretendiendo cobrárnosla mucho más cara que la propaganda comercial, siendo que debía ser gratis.

Ahora bien, en un extremo del semicírculo del salón parlamentario se sientan otros extremistas, los de la izquierda. Pero a diferencia del trato excluyente que nos aplican, para ellos son todas zalamerías, pues son unos muchachotes inocentones, algo utópicos, alegres y un poco bullangueros; y si alguna vez se les va la mano tratando de asesinar policías, son efluvios del entusiasmo juvenil, nada reprochable, por tanto. Son considerados profundamente democráticos y adhieren al Régimen (para que todo siga igualmente corrupto). Y por si fuera poco, son benefactores del proletariado, como documentan la vida suntuosa que lleva la gente menesterosa en Cuba y Venezuela.

Ya   Molnar   en sus libros sobre USA denunciaba como, en ese reino de la democracia, se excluía, no sólo de la vida política, sino aún de la social, a los que se quejaban del “Sistema”, mirándolos con mala cara, condenados al aislamiento y la discriminación. Allí está mal visto hablar de política en las reuniones, por miedo que algún zafado critique al “Sistema”. Igualmente, en nuestro país, cuando pretendemos exponer nuestras ideas nacionalistas, nuestros conciudadanos, con su liberalismo entrañable y obtuso nos consideran locos sueltos; no entienden lo que decimos. Es que copiamos sólo lo malo de yanquilandia.
 José Antonio Primo de Rivera, mártir del nacionalismo español, decía, con toda la razón del mundo,  que Falange estaba por encima de esa división ficticia entre derechistas e izquierdista, que rezuma un tufo sangriento al Terror de la guillotina; y estaba por encima, porque ni derechas ni izquierdas representaban a España. De manera semejante, entre nosotros, ni los partidos derechistas ni los izquierdistas representan a la Patria, y ninguno de ellos podría concebir y cumplir el lema falangista: PATRIA, PAN Y JUSTICIA, que hacemos nuestro.  Y menos aún, como decía, lograr la soberanía nacional. Los primeros por la cicatería liberal de esos “bolcheviques de los privilegios”, temerosos de perderlos, que gobiernan sin pan ni justicia para los más necesitados; mientras los zurdos prometen utopías que nunca han cumplido ni cumplirán porque son, una vez en el poder, tan descaradamente privilegiados como los otros. Todos ellos son materialistas que no conciben la grandeza argentina, rechazando una verdad política fundamental: sin Soberanía política no habrá Justicia social ni Independencia económica. El nacionalismo, por el contrario, conjuga el amor a la Patria y el amor a los más necesitados; para lo cual la Revolución nacionalista y federal, deberá acabar con las falsas disputas parlamentarias entre esas dos variantes políticas de un mismo proceso desintegrador de la Patria. 





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